PROCESOS DE NEOLITIZACIÓN. EL CASO DE LA MEDIA MONTAÑA SUBBÉTICA OCCIDENTAL: LA DEPRESIÓN DE RONDA NEOLITHIZATION PROCESS. THE CASE OF WEST SUBBAETIC HALF-MOUNTAIN: LA DEPRESIÓN DE RONDA Natalia GONZÁLEZ HIDALGO RESUMEN PALABRAS CLAVE SUMMARY KEY WORDS
Se parte en este análisis de la concepción del ser humano como ser social. Son las características sociales la base etimológica para el estudio de las sociedades en su dimensión material y simbólica y no la evolución en la elaboración de artefactos, la adaptación ecológica de la especie o la existencia de un conjunto de ideas comunes a toda la humanidad. Esto no excluye similitudes en los comportamientos sociales pero éstas son fruto de la elección entre una serie de posibilidades, por parte de una sociedad en un lugar y tiempo concretos, abriendo así caminos múltiples e impredecibles. Así, en muchas ocasiones las sociedades han elegido aquello que les aseguraba su reproducción y el cambio ha llegado como resultado del efecto producido por una serie de contradicciones acumuladas en su seno, probablemente en el intento de mantener “su” realidad inmutable (VICENT GARCÍA 1991). En síntesis, se trata de señalar la existencia de un desarrollo propio con un ritmo específico. Así pues, al hablar de procesos de neolitización, no existe un único punto de partida pero sí uno general de “llegada”: el creciente aumento de la desigualdad social, expresada en distintos grados y formas en el planeta (sin negar que entre las sociedades cazadoras-recolectoras existan diversas formas de diferenciación o, incluso, de desigualdad). La denominada neolitización, entendida como un cambio en las relaciones sociales y no como mera domesticación, acabaría desembocando en un nuevo modo de vida, quedando las sociedades cazadoras-recolectoras en una posición minoritaria que no “retardataria”. Sin duda, las bases para el cambio se encontraban en las sociedades de bandas, las cuales irían introduciendo una serie de pequeñas variaciones en sus estructuras en un momento que podemos denominar post-paleolítico o epipaleolítico, a modo de indicación cronológica. En este caso concreto, las transformaciones podrían referirse a una explotación de mayor variedad de recursos, la denominada economía de amplio espectro por K.V. Flannery, que posibilita una semisedentarización o, al menos, una mayor permanencia en determinados lugares y una reducción del radio de movilidad de los grupos. En este marco, la introducción de especies domésticas de origen animal y/o vegetal no supondría más que la complementariedad a la producción basada en la recolección, la pesca y la caza. Estas especies (cereales, ovicápridos…), que presumiblemente tenían su origen en Próximo Oriente, no eran las únicas susceptibles de domesticación pero sí que tenían unas ventajas sobre otras, al menos en el “Viejo Mundo”, de las cuales se daría cuenta bien avanzado el proceso de neolitización, en el Neolítico Final y transición al Calcolítico, según distintos autores. La introducción de nuevas transformaciones paulatinas iría rompiendo las antiguas relaciones de producción y aumentando la desigualdad social, cambio que conocemos como Revolución Neolítica. Al hablar de cambio estamos hablando, pues, de continuidad en el proceso histórico (ROMÁN DÍAZ y MARTÍNEZ PADILLA 1998).
- El punto de partida es intentar comprobar si con una muestra amplia de registros y mediante una aplicación simple basada, fundamentalmente, en criterios de ausencia-presencia de distintos componentes, puede llegar a realizarse una lectura en términos espaciales. No obstante, este registro presenta una serie de deficiencias que posteriormente se explicitarán pero, a pesar de todo, creemos que representa un caso excepcional en cuanto a grado de conservación y número de casos. Gracias a esto, podemos acercarnos a un uso de un espacio bien definido geográfica y topográficamente. - A partir de aquí, se intentará plantear algún tipo de hipótesis referente al comportamiento espacial, en términos de movilidad-sedentarismo, de las sociedades que dejaron estos registros. Se tratará de evaluar el patrón de asentamiento existente, a través de la relación de emplazamientos y entornos, lo cual permitirá acercarnos al uso del territorio y la articulación existente dentro del mismo, observando continuidades-discontinuidades con respecto al uso que le dieron los grupos cazadores-recolectores post-paleolíticos pero sin olvidar el hecho de la sincronía-diacronía de los yacimientos. - De igual forma, se intentará realizar un primer acercamiento para establecer algún tipo de funcionalidades en los diferentes yacimientos, en base al conjunto material que poseen y a sus distintas localizaciones. Asimismo, mediante la observación del peso que tienen los ítems neolíticos en el registro, podríamos valorar la existencia de continuidades-discontinuidades con respecto al modo de vida. - Por último, es nuestra intención aportar algún dato en relación a la polémica suscitada en torno a la existencia de la denominada “Cultura de las Cuevas”, determinando si este tipo de hábitat suponía el asentamiento central o único que era abandonado en un momento dado a favor de los asentamientos superficiales en zonas bajas o si, por el contrario, existieron diferentes tipos de hábitat complementarios entre sí.
La Depresión de Ronda se sitúa en la provincia de Málaga, nexo entre la Andalucía Oriental y la Occidental, por lo que bien podría denominarse ésta como parte del sector central. Aquí, al igual que en el resto de la región, se ha venido aplicando la tesis de la Cultura de las Cuevas hasta no hace demasiado tiempo. No obstante, recientemente se han multiplicado los hallazgos y estudios de yacimientos en cueva y al aire libre, en su gran mayoría neolíticos pero también varios epipaleolíticos, localizados en diferentes zonas de las provincias malagueña y gaditana. En la Depresión de Ronda el debate estaba centrado en torno a la cronología de la ocupación de las cuevas por grupos neolíticos “puros”, bien en el Neolítico Medio o, incluso, Inicial (PELLICER y ACOSTA 1986). Pero, de cualquier forma, la importancia del sustrato epipaleolítico era casi nula. El punto de inflexión al respecto lo marcaría la publicación del estudio lítico del asentamiento superficial de El Duende (Ronda) (MARTÍNEZ FERNÁNDEZ y AGUAYO DE HOYOS 1984), cuya industria se adscribió inicialmente al Epipaleolítico regional. A partir de aquí, se llevarían a cabo una serie de actuaciones de prospección y excavación enmarcadas en el Proyecto de Investigación de la Depresión (1985-1990), junto a distintas intervenciones en el casco histórico de Ronda, las cuales se verían complementadas por los trabajos de otros investigadores. Hasta el momento, el equipo de Investigación de la Depresión (AGUAYO DE HOYOS et alii 2004) ha establecido, para un primer momento perteneciente al Paleolítico Final- Epipaleolítico, la conexión de la Depresión con la Banda Atlántica de Cádiz, la Cuenca del Guadalete, el Subbético Occidental y, especialmente, con la Bahía de Algeciras, a causa de la alta movilidad de los grupos de cazadores-recolectores que, en fases posteriores, irán circunscribiéndose a la Depresión. Para los milenios VI-III A.C., se presenta un patrón de asentamiento complejo, caracterizado por la ocupación y duración diferencial de los distintos yacimientos: en cueva, al aire libre y en abrigos/covachas, quedando englobados aquí en distintas categorías. Breve aproximación geográfica y geológica La Serranía de Ronda está situada en la zona más occidental de la Cordillera Subbética y supone una frontera entre la Baja y la Alta Andalucía o entre la costa mediterránea y las campiñas béticas. Esta depresión, la más occidental del Surco Intrabético, es una cuenca sedimentaria rodeada de montañas poco elevadas pero de gran continuidad, lo que le otorga un carácter casi inaccesible a excepción de una serie de pasos situados por encima de los 1000 m. de altitud. Con una altura media de 700-800 m y una superficie aproximada de 300 km², presenta dos zonas claras, siguiendo la red hidrográfica: la meridional (o de la Mesa de Ronda), que drena en el Mediterráneo, y la septentrional, que drena en el Atlántico, ambas divididas por las Sierras de la Sanguijuela y de las Cumbres. Morfológicamente, se distinguen la meseta, al NE-E y S y la campiña, al SO-O y N. Geológicamente, la Depresión es una formación detrítica calcárea, poco modificada por el plegamiento, configurada durante el Mioceno Superior (Tortoniense-Messiniense). Está constituida, básicamente, por capas horizontales de arcillas o limos calcáreos y biocalcarenitas que, en los bordes de la cuenca, pasan a ser conglomerados. Desde los orígenes de su historia geológica, quince o veinte millones de años atrás, se han sucedido progresiones y regresiones del mar en este territorio, hasta que hace cinco millones de años sufrió su última retirada. A grandes rasgos, se distinguen varias formaciones geológicas a nivel micropaleontológico (SERRANO 1979): - Formación del Tajo: grueso paquete de conglomerados - Formación de Setenil: areniscas calcáreas - Formación de El Gastor: posee diversos tramos. El inferior es de arenas, el superior de arenas cuarzosas y existen algunos niveles de areniscas muy compactas. - Formación de la Mina: margas y limos arenosos. Al O. su base reposa sobre la Formación de El Gastor y, sobre ella, el miembro superior de la Formación de Setenil o de la Formación de las Mesas. - Formación de las Mesas: tramo de caliza de algas de la Formación de la Mina. La red hidrográfica, al discurrir por rocas de tan desigual dureza, ha contribuido a formar distintos tipos de relieve, creando cañones profundos y “mesas” junto a hoyas.
En este análisis se han tomado 77 yacimientos situados en la Depresión de Ronda (Fig.1), pertenecientes a 9 términos municipales localizados en las provincias de Málaga y Cádiz: Ronda, Arriate, Benaoján, Montejaque, Cuevas del Becerro, Alcalá del Valle, Cañete la Real, Grazalema y Setenil. Fig.1: Mapa de localización de los yacimientos
La documentación de estos yacimientos (Fig.2)1 se realizó, mayoritariamente, durante las campañas de Prospección Arqueológica llevadas a cabo por el equipo del Proyecto de Investigación de la Depresión (AGUAYO DE HOYOS et alii 1993) durante los años de 1985, 1987 y 1990. No obstante y según se señaló, se cuenta con la participación de otros investigadores en la zona. Fig.2: Ejemplo de ficha realizada a partir de los yacimientos documentados
Las prospecciones cubrieron la totalidad de la Depresión (zonas NE, NO y S respectivamente) y tuvieron un carácter extensivo no sistemático, por lo que se trataría de un muestreo poco aleatorio. Además, no existió un criterio homogéneo de recogida de material arqueográfico entre los diferentes grupos participantes, lo cual se traduce en un registro “sesgado”. Si a esto unimos el diferente grado de conservación tafonómica de los materiales según su emplazamiento topográfico y geológico, y la ausencia casi total de excavaciones, encontramos unas importantes limitaciones descriptivo-analíticas obvias. La selección de variables de trabajo se ha establecido en función de su representatividad en relación a la problemática de la neolitización en una comarca de media montaña como la elegida. Por todo lo dicho antes, se deduce que se trata de variables cualitativas, entre las cuales, en la mayoría de las mismas, cobra gran valor el único criterio de ausencia-presencia. Se han establecido 11 variables observacionales: Yacimiento, Emplazamiento, Entorno, Cerámica, Tipos, Industria Tallada, Geométricos, Industria Pulimentada, Ornamentos, Otros y Cronología. - Yacimiento: consta de tres elementos básicos como son topónimo locacional, un código que indica el término municipal de pertenencia y una numeración dentro de cada uno de éstos. - Emplazamiento: tipo de ubicación del yacimiento. Aquí se han considerado tres valores como son “Cueva”, “Aire libre” y “Abrigo” (o “Covacha”). - Entorno: refleja el medio físico inmediato que rodea al yacimiento. Así, existen siete valores: “Ladera”, “Espolón”, “Cerro”, “Llanura”, “Valle”, “Sierra” y “Cañón de arenisca”. - Industria Tallada: aquí interesa destacar la tecnología predominante en los soportes líticos tallados, bien Microlaminar o Laminar, que aparecen en los conjuntos de cada yacimiento. Las ausencias detectadas en muchos de ellos pueden deberse, como al principio se comentaba, a la heterogeneidad de criterios a la hora de la recogida de material. - Geométricos: definidos en términos de “existencia” o “inexistencia”, para poder determinar, dentro de su acentuada escasez, las relaciones que se establecen entre éstos y otros elementos del registro. - Cerámica: presencia clave a la hora de mostrar rasgos materiales de neolitización pero no para señalar cambios sustanciales en el modo de vida. Valoración de “presencia-ausencia” en los yacimientos, hecho que, al unirse con otros elementos, podría denotar una determinada funcionalidad. - Tipos (Cerámicos): sólo se han distinguido valores muy generales por falta de estudio pormenorizado del material, y, sobre todo, criterios personales a la hora de establecer una jerarquía. El valor “Indeterminada” incluye cerámicas muy alteradas o bastante fragmentadas. “Decorada” se refiere, principalmente, a las decoraciones “cardial” y “almagra” (ya que ninguna de éstas sirve para precisar un momento cronocultural concreto debido a su amplio marco cronológico) “Fuentes carenadas” se distingue como tipo que estaría mostrando un cambio acaecido durante el Neolítico Final y el Calcolítico, reflejado en el registro material y articulado con otros elementos materiales nuevos. - Industria Pulimentada: al igual que la Cerámica, supondría un rasgo clave de neolitización material pero aquí lo destacable, debido a su escasez y alteración en los asentamientos superficiales, es su “presencia-ausencia” - Ornamentos: muy difícilmente localizables en prospección (algunos de los aquí mostrados proceden de excavaciones), resulta fundamental poner de relieve su presencia y tipos junto a su localización, bien en lugares de hábitat o en lugares de enterramiento u otros. Todo ello significa presencia de cambios, en relación a su morfología, principalmente, y a la introducción de nuevas materias primas, respecto al período epipaleolítico. Se han clasificado en “Adornos” (cuentas y brazaletes), “Cuentas de collar”, “Brazaletes de pectúnculo” y “Brazaletes de caliza”. - Otros: incluye cuatro tipos de manifestaciones como son “Pintura naturalista”, “Pintura esquemática”, “Silos” y “Enterramientos colectivos”. Los tres últimos casos tienen un inicio situado en el Neolítico, en distintos momentos, y se extienden hasta el Calcolítico. La “Pintura naturalista” en relación, fundamentalmente, con la presencia de “Pintura esquemática”, estaría mostrando la continuidad en el uso de lugares de agregación social. La “Pintura esquemática” y su localización podrían señalar una función como “marcadores territoriales” y, al mismo tiempo, signos identitarios. Los “Enterramientos colectivos” suponen una nueva práctica funeraria que pone de manifiesto ciertos cambios sociales y que adquiere variadas formas, visibles o no en el territorio. Los “Silos” se refieren a sistemas de almacenamiento localizados bajo las cabañas que indican “cierta sedentarización” (TESTART 1982). Su aparición se produce en los momentos finales del Neolítico. - Cronología: Magdaleniense Superior, sólo en el caso de El Duende que probablemente tenga también una fase Epipaleolítica (CORTÉS SÁNCHEZ 2002), Epipaleolítico y Neolítico. El análisis estadístico se ha realizado mediante el programa SPSS (versión 15.0 para Windows). Con él ha sido posible efectuar análisis de frecuencias y gráficos, generalmente relacionando tres variables, para obtener porcentajes y comparar valores. Los Gráficos de frecuencias (Fig.3) de cada una de las variables suponen un primer acercamiento con carácter fundamentalmente visual. En algunos de ellos, se ha especificado el número de casos y porcentajes cuando se ha considerado relevante para el análisis. Fig.3: Gráfico de frecuencias: Emplazamientos.
En los Gráficos relacionales (Fig.4), el hecho de utilizar variables cualitativas sin duda altera los resultados que puedan obtenerse mediante la comparación de valores. Fig.4: Gráfico relacional: Emplazamiento-Entorno-Cerámica.
Emplazamiento-Entorno: obtención de porcentajes acerca de la ubicación de los yacimientos. Con esto es posible tratar de determinar la complementareidad entre distintos ambientes. - Emplazamiento- Entorno y resto de variables artefactuales: determinar, pues, las localizaciones de los diferentes elementos del registro. Esto, complementado con los dos siguientes apartados, posibilita el acercamiento al tema de la funcionalidad de los asentamientos. - Combinación entre variables artefactuales: en todos aquéllos casos en los cuales, a priori, se cree que puede existir algún tipo de significación acerca de funcionalidad y continuidad-discontinuidad. - Combinación de variables artefactuales y funcionales: “Ornamentos- Otros”, en el cual se pretende observar la relación existente entre los primeros elementos y los contextos, cuando ha sido posible establecerlo, de carácter funerario.
Los Gráficos de frecuencias ofrecen los siguientes resultados valorativos: - Emplazamiento: importancia de los emplazamientos al aire libre, lo cual muestra cierto grado de movilidad de los distintos grupos y que la Cueva no es el hábitat único. - Entorno: al ser Llanura y Valle los que obtienen porcentajes más bajos, demostraría que no existe cierta especialización agrícola hasta un determinado momento, al no producirse una ocupación de las tierras potencialmente más fértiles de manera generalizada. - Cerámica: presencia mayoritaria en el registro. Su ausencia, unida o no a la de otros elementos materiales considerados como paquete neolítico, debería entenderse, en muchos casos, como una cuestión funcional del asentamiento y no estrictamente cronológica. - Determinados tipos cerámicos: la presencia de Fuentes carenadas en algunos yacimientos, ligada en casi todos estos casos a la presencia de silos que indican una práctica más evidente del consumo de productos de origen agrícola, denotan un mayor grado de sedentarización. - Piedra pulimentada: difícil de valorar dado que su presencia está bastante por debajo a la del otro “gran marcador” como es la cerámica (83’1 % de los casos), pero sin olvidar las posibles causas de esta marcada falta de presencia, además de la siempre menor proporción que la cerámica. - Industria tallada: la ausencia, además de a criterios de recogida, puede relacionarse con la inexistencia del proceso de talla en determinados asentamientos en base a su funcionalidad. Por otro lado, la ligera mayoría de soportes laminares, estaría señalando la aparición de nuevas técnicas de obtención de soportes que dan cabida a nuevos útiles. - Geométricos: su bajísima presencia puede remitir a la inexistencia de la facies geométrica propia de las secuencias levantinas o bien, estar ésta caracterizada por “pobreza” y un corto desarrollo previo al inicio del Neolítico, fundamentalmente para las zonas más alejadas del Levante (AFONSO MARRERO 1993), ya que para zonas más cercanas, Mª. D. ASQUERINO (1987) propugnaba algo más de abundancia de estos útiles líticos. - Ornamentos: su aparición y tipología permiten establecer con cierta fiabilidad la existencia de alguna/s fase/s neolítica/s en el yacimiento en cuestión. - Otros: la conjunción de pinturas naturalistas y esquemáticas remite a la citada continuidad en el uso de determinados lugares (cuevas). Además, las pinturas esquemáticas en abrigos suelen tener su papel dentro del proceso de territorialización del espacio geográfico, al tiempo que se les supone, a veces, algún tipo de valor identitario. - Los enterramientos colectivos señalan nuevas prácticas comunitarias pero no en todos los casos son megalitos ni, por su invisibilidad espacial, sirven como “marcadores territoriales”. - Fuera o dentro del ámbito simbólico, los “silos” no son aún, en los momentos finales del Neolítico, estructuras muy abundantes, lo que sí será evidente en etapas posteriores, tanto en yacimientos de la zona como en otros de zonas más o menos próximas. Con ello se deducen bajos índices de inversión y fijación de trabajo diferido, manteniéndose la movilidad para el tipo de prácticas de economía de subsistencia que realizan estas poblaciones, previas a la aparición de los primeros poblados estables durante el Calcolítico (MÁRQUEZ ROMERO 2000). Por su parte, los Gráficos relacionales han aportado estas valoraciones: - Emplazamiento – Entorno: explotación del territorio que combina entornos muy variados dentro de la Depresión en función de las actividades que pretendan realizarse. La exclusiva presencia de cuevas y abrigos en los entornos serranos sin que existan aquí yacimientos superficiales, resulta una señal inequívoca de complementareidad. - Emplazamiento – Entorno - Cerámica: presencia absoluta en Cueva, en yacimientos superficiales de Valle y en Abrigos en entornos de Cañón y Cerro. También se encuentra en la mayoría de emplazamientos al Aire libre en Ladera. Son igualmente notorios sus altos índices de ausencia en bastantes yacimientos superficiales en Espolón y Cerro y en Abrigos en Sierra. Las ausencias señaladas en emplazamientos al Aire libre y en Abrigos pueden estar mostrando la realización de actividades que no requieran una estancia prolongada o para cuya consecución no sean necesarios los elementos cerámicos. - Emplazamiento – Entorno – Tipos: resulta obvio el predominio de la cerámica Indeterminada en la mayoría de los entornos, con la excepción de las cuevas en las que, en general, se pueden establecer reconstrucciones y tipologías arqueográficas, al ser yacimientos excavados y expoliados. Al aire libre, la mayor variedad tipológica se da en entornos de Ladera. La frecuencia de aparición de tipos Lisos y Decorados solos o conjuntamente, es prácticamente la misma. Las Fuentes carenadas siempre aparecen, excepto en un caso de Cueva (Cueva de Sierra Hidalga), en entornos de Valle y Ladera, es decir, ligadas a asentamientos situados junto a las tierras potencialmente más fértiles, hecho que, junto a otras evidencias, están marcando un cambio en el modo de vida. - Emplazamiento – Entorno – Pulimentada: no es un elemento excesivamente frecuente en los yacimientos, sobre todo porque aquí sólo se recogen útiles o fragmentos reconocibles de los mismos; además, hay que remitirse a que tampoco es demasiado común encontrarlo en prospección. En Cueva en entornos de Sierra, no es muy frecuente. Sin embargo, siempre está en entornos de Cañón. En los yacimientos superficiales, donde más se localiza es en entornos de Ladera y donde menos en Espolón y en Valle. En los Abrigos de Sierra nunca está aunque sí en los otros entornos, donde en la mitad de los yacimientos aparece documentada. Además de a las limitaciones antes señaladas, su ausencia en determinados entornos puede estar ligada a la realización de diferentes actividades en cada uno de ellos o bien a que algunos de éstos útiles pueden ser desechados, en caso de romperse, en el lugar donde se lleva a cabo la actividad concreta, siempre de carácter estacional o puntual, para la cual se requieren. - Emplazamiento – Entorno – Tallada: la industria Microlaminar sólo existe en Aire Libre (con la única excepción de los geométricos hallados en la Cueva de El Gato). Dentro de los entornos, el más destacado es Espolón. Tras éste, Cerro, Ladera y Llanura. La industria Laminar está presente en los tres tipos de emplazamiento pero no en todos los entornos. En Cueva es destacada en entornos de Sierra y de Cañón. En Aire libre, muy destacada en Ladera, seguido de Cerro y Espolón. Pero es importante señalar la ausencia de talla, la cual alcanza los valores máximos en Abrigos en Sierra (donde es total) y en Cañón (bastante alta), imagen similar a la que ofrecen los yacimientos superficiales situados en Valle (total) y en Llanura (alta). En Cuevas en Sierra, los índices de ausencia y presencia están igualados. En cambio, no es excesivamente relevante en localizaciones superficiales en Espolón, Cerro y Ladera. En Cuevas en Cañón es nula. Estas diferencias, además de aludir a una determinada “tradición” tecnológica, epipaleolítica y neolítica respectivamente, podrían estar hablando sobre su uso para actividades diferenciadas en un momento dado. La inexistencia de talla, además de a los criterios de recogida, puede aludir a aquéllas actividades en las cuales no se requiera industria lítica o bien, que en todos esos lugares se hubieran llevado los útiles previamente preparados. - Emplazamiento – Entorno – Geométricos: de los ocho casos, sólo uno en Cueva y el resto al Aire libre. Quizá esto pudiera apoyar su uso como proyectiles para la caza (FORTEA, MARTÍ y CABANILLES 1985), lo cual explicaría su hallazgo mayoritario en este último emplazamiento aunque también pudieran ser “piezas de lustre-elementos de hoz” (CRIADO 1980; CABANILLES 1984) y, asimismo, podría mantenerse esta hipótesis pero en el sentido de que se trata de piezas usadas para la recolección que quedarían en los lugares de uso, probablemente perdidas o desechadas. - Emplazamiento – Entorno – Ornamentos: tan sólo existen en Cueva (entornos de Sierra) y en Aire libre (excepto en Llanura y Valle). - Emplazamiento – Entorno – Otros: En primer lugar, la existencia de pinturas Naturalistas y Esquemáticas junto con la presencia de Enterramientos colectivos en determinadas Cuevas en Sierra (La Pileta y El Gato), demostraría la continuidad en el uso de estos lugares como espacios simbólicos (sin perjuicio de su uso como hábitat). El resto de Enterramientos se localiza en Cueva, en entornos de Sierra y de Cañón, y al Aire libre, fundamentalmente en entornos de Ladera y en determinados Valles. Esto significa el inicio, en un determinado momento, de prácticas funerarias colectivas pero que adquieren formas diversas (lo cual queda atestiguado en yacimientos superficiales), hasta desembocar en el fenómeno megalítico, con lo cual, la función de las sepulturas como “marcadores territoriales” se agregará a la función identitaria inicial. Las pinturas esquemáticas, por lo general, tienen ese carácter de “marcadores territoriales” y signos identitarios pues sólo aparecen (a excepción de los casos en cuevas y del caso del dolmen de La Giganta) en abrigos situados en entornos de Sierra, probablemente en puntos de control de distintas rutas. Los Silos aparecen generalmente en asentamientos en Ladera, presumiblemente cerca de buenas tierras para el cultivo. - Cerámica – Tipos – Pulimentada: es fundamental que la presencia de Piedra pulimentada está totalmente ligada a la presencia de Cerámica. Teniendo en cuenta las limitaciones acerca de la piedra pulimentada, podría suponer además que ambos ítems no aparecen siempre conjuntamente, nuevamente por una cuestión funcional en los distintos yacimientos. La presencia más generalizada de Piedra pulimentada es en relación a la aparición conjunta de tipos Decorados-Lisos, y en relación a Fuentes carenadas, existiendo muy pocas ausencias. - Cerámica – Pulimentada – Tallada: cuando no existen los ítems neolíticos, destaca grandemente la industria Microlaminar. Aquí se refiere a los casos de yacimientos epipaleolíticos y a otros donde se mantiene esta “tradición” o respondan a una causa funcional. Si existe Cerámica pero no Piedra pulimentada, los índices de ambos productos aparecen igualados, sin embargo existe mucha ausencia de talla. Cuando aparecen los tres elementos, el porcentaje más alto es para la industria Laminar aunque existe mucha Microlaminar y bastante ausencia de talla. Como puede apreciarse, existe continuidad de la industria Microlaminar, manteniendo altos índices aún cuando es más frecuente la Laminar. Esto señala un mantenimiento de la “tradición” epipaleolítica durante el Neolítico y, como anteriormente se señaló, pudiera estar relacionado con causas funcionales. Asimismo, en cuanto a la inexistencia de talla, se reitera lo dicho en “Emplazamiento-Entorno-Tallada”. - Cerámica – Pulimentada – Geométricos: los Geométricos aparecen relacionados fundamentalmente con Cerámica, pudiendo estar, además, relacionados con piedra pulimentada en ciertos casos. En ausencia de ambos “ítems” neolíticos tenemos que remitirnos a yacimientos Epipaleolítico/Paleolítico Superior Final, siempre al aire libre. Es evidente, pues, la continuidad de estos elementos durante el Neolítico. El mayor número de yacimientos de este período aumenta también las posibilidades de hallazgo. - Ornamentos – Otros: la ligera mayoría de aparición de Ornamentos en contextos funerarios se debe, claramente, a que proceden de excavación. No obstante, puede verse cómo no son elementos estrictamente relacionados con Enterramientos ni que todos ellos los contienen. Esto, unido a la variedad morfológica de los enterramientos, reflejaría que no existe un ritual común (además de hablar de grupos diferenciados, tenemos que recordar la diacronía existente).
De todo lo anterior podemos extraer: - La gran heterogeneidad de localizaciones que caracteriza a la inmensa mayoría de los yacimientos de este registro, plantea una polifuncionalidad de los mismos, sólo determinable, a grandes rasgos, a través de una contextualización de las ausencias y/o presencias de determinados artefactos. Dentro de las diferentes actividades que pudieran realizarse en ellos, algunas requerirían mayor permanencia en el lugar que otras e, incluso, mayor cantidad y variedad de utillaje. Así, los casos de ausencias totales de ítems del paquete neolítico en bastantes de éstos deben interpretarse en estos términos y no en términos cronológicos, lo cual cambia totalmente la visión territorial. En cambio, los poblados con silos remiten a una funcionalidad concreta relacionada con la agricultura aunque esto no signifique total especialización. Si a esto se une la relación existente entre algunos de ellos con enterramientos asociados, puede verse cómo existe una mayor “fijación” a la tierra la cual, en el caso de los monumentos megalíticos, además transmite la “presencia” de un grupo determinado frente a los demás. - Esta ubicación tan heterogénea dentro de la Depresión, indica además una economía bastante complementaria, lo cual implica un grado de movilidad relativamente alto para el aprovechamiento de recursos variados, hecho que nos remite a una continuidad respecto al modo de vida característico de los grupos cazadores-recolectores post-paleolíticos. Agricultura y ganadería se introducen como complemento al resto de actividades para asegurar la subsistencia. Los pocos yacimientos que poseen silos y fuentes carenadas, a lo cual se une la ausencia de industria microlaminar y de geométricos, están indicando un cambio que en términos espaciales se traduce en una especialización a la hora de elegir la localización del asentamiento, cercano a lugares donde existen tierras potencialmente fértiles. A su vez, ello refleja cierta especialización económica en torno a un recurso determinado como es la agricultura. - Por último, resulta imposible evaluar la posible existencia de una “Cultura de las Cuevas” o la dualidad entre grupos agricultores y pastores mediante este registro. Sólo podemos decir que no existe la “sustitución” de grupos epipaleolíticos por otros “neolíticos” sino que todas las transformaciones en el modo de vida observadas pertenecen a un proceso interno de larga duración operante en el seno de aquéllas comunidades, independientemente del origen de las innovaciones materiales. Estas transformaciones posibilitarán la progresiva sedentarización de los grupos humanos y acabarán dando lugar a la aparición de un nuevo modo de vida en un momento más avanzado que parece fijarse entre el Neolítico Final y el Calcolítico.
Quiero agradecer a mi director de Proyecto, Pedro Aguayo, todos esos momentos de dedicación absoluta en los cuales siempre he aprendido algo. Y a todos aquéllos que me acompañan durante el camino.
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1 En esta figura existe una imagen de la secuencia de la Cueva de La Pileta, extraída de CORTÉS SÁNCHEZ, M. y SIMÓN VALLEJO, M. D. (2007): La Pileta (Benaoján, Málaga) cien años después. Aportaciones al conocimiento de su secuencia arqueológica. SAGUNTUM 39, p. 47. |