POSIBLES
IMPACTOS GENÉTICOS Y ECOLÓGICOS DE LAS PLANTAS CULTIVADAS “TRADICIONALES”
Sumario:
2. Flujo génico por hibridación en
las plantas
3. Flujo génico desde plantas
domesticadas a sus parientes silvestres
3.9 Frijoles, judías, habichuelas
3.11 Cacahuete (cacahueta, maní)
4. Consecuencias evolutivas del
flujo génico
5.1 Evolución hacia malas hierbas
5.2 Extinción de parientes silvestres
Mucho se está hablando de los riesgos
ecológicos potenciales de las plantas transgénicas, pero a menudo se olvida que
las plantas de cultivo “clásicas” no carecen de problemas ecológicos, y que
mientras que hemos colocado la lupa ante la nueva biotecnología vegetal, quizá
no hemos hecho lo mismo con la mejora convencional. ¿Qué consecuencias
genético-evolutivas y ecológicas implica la liberación al ambiente de plantas
mejoradas de modo empírico o por genética mendeliana?
En este artículo vamos a repasar, basándonos
en una revisión reciente[1],
algunos de los problemas ecológicos y evolutivos que plantean las plantas de
cultivo tradicionales, es decir, las procedentes de mejora genética
convencional, especialmente los derivados de la hibridación de éstas con sus
parientes silvestres y la introgresión de alelos domésticos en las plantas
salvajes. Este flujo genético puede conducir de hecho a la pérdida de identidad
genética de las poblaciones silvestres, a su extinción, o bien a la conversión o
exacerbación en malas hierbas. Desgraciadamente, este tema ha recibido hasta
ahora poca atención, pero es esencial, ya que su estudio en plantas
tradicionales debería establecer el modelo “control” sobre el que evaluar a su
vez el riesgo supuesto de las plantas transgénicas.
De todas maneras, se puede decir, a la luz de
la bibliografía, que hay evidencias serias de que este flujo genético entre
plantas domesticadas y silvestres se ha producido y se sigue produciendo, a
veces con consecuencias negativas para la biodiversidad natural. Si quisiéramos ser
consecuentes, tendríamos que exigir niveles de precaución equivalentes para las
plantas cultivadas convencionales y para las transgénicas.
Como se sabe, la hibridación es un mecanismo
común, pero no ubicuo, de evolución vegetal y de especiación, de modo que quizá
más del 70% de las especies de plantas pueden descender de híbridos.
Para que se produzca hibridación, se necesita
la actuación de varios factores:
polinización cruzada, para lo cual se requiere
que ambas plantas estén en flor al mismo tiempo
que estén suficientemente cercanas (como para
permitir la acción del vector que transporta el polen)
Deben ser compatibles entre sí, para que el
polen pueda germinar y lograr la fertilización
Frecuentemente, los híbridos F1
(resultantes del eventual desarrollo de los embriones hasta que producen
semillas y germinan) son fértiles, aunque no tanto como los parentales. Muchos híbridos
naturales no adolecen de menor aptitud biológica (fitness), llegando
incluso a presentar mayor aptitud que los parentales.
Ello significa que existen
grandes probabilidades de introgresión (incorporación de alelos de una especie
o taxón en otro diferente). Por lo tanto, se puede producir flujo génico entre
taxones, y los estudios genéticos han mostrado decenas de ejemplos de este
fenómeno.
Los estudios
disponibles parecen indicar que tal flujo génico es la norma, más que la
excepción.
Por ejemplo, en el Reino Unido, una tercera
parte de las 31 especies domesticadas evaluadas se hibridan espontáneamente con
miembros de la flora local.
En Holanda, la proporción es de un cuarto.
Obsérvese que estas proporciones son muy
altas, habida cuenta de que estamos hablando de países relativamente pequeños
en los que la mayoría de especies domésticas son de origen exótico.
A
continuación se repasan unos cuantos casos significativos de plantas domésticas
que se hibridan con silvestres.
Los trigos domésticos principales son el Triticum
aestivum (trigo de panadería) y el T. turgidum ssp turgidum (trigo
duro).
Se forman intermediarios espontáneos entre T.
aestivum cultivado y T. aestivum silvestre o Aegilops
Se ha informado de híbridos en Cercano
Oriente, Africa, Europa, Asia y Norteamérica, tanto con trigo de panadería como
con trigo duro, aunque son estériles.
Sin embargo, parece que una raza de cereal del
valle del Jordán procede de introgresión de alelos del trigo duro a la especie
silvestre T. dicoccoides.
Las especies cultivadas son Oriza sativa
y O. glaberrima. Ambas son interfértiles con parientes cercanos
silvestres, y se producen híbridos espontáneos cerca de los arrozales.
En el caso de O. glaberrima, se forman
híbridos en Africa Occidental con parientes silvestres simpátricos, que son
malas hierbas pertenecientes a la misma especie, así como con O. barthii
y O. longistamina.
Para el más extendido O. sativa, los
híbridos se forman con la subespecie silvestre O. sativa spontanea, así
como con O. nivara y O. rufipogon. Las plantas intermedias
normalmente aparecen como invasores híbridos. En algunos casos los híbridos
parecen estabilizados y son relativamente uniformes.
Las tasas espontáneas de hibridación son
altas: desde el 1 al 52%. Un ejemplo notable de flujo génico desde el arroz a
pariente silvestre ocurrió durante el siglo XX, y en él se vio implicado un
cultivar indio de color rojo. Al cabo de unas pocas generaciones se habían
acumulado grandes poblaciones de malas hierbas pigmentadas por introgresión del
alelo doméstico.
La hibridación natural con arroz cultivado
parece haber sido la causa de la casi extinción del arroz taiwanés Oriza
rufipogon formosana, cuyos cultivares han ido adquiriendo con el tiempo
caracteres propios de la especie silvestre, al tiempo que han ido disminuyendo
su fertilidad. Esto parece estar afectando igualmente otras subespecies a lo
largo de toda Asia.
El maíz (Zea mays mays) forma híbridos
con el silvestre teosinte (Z. mays mexicana) dentro y cerca de los
maizales de Centroamérica, aunque parece que la introgresión a los teosintes
(incluyendo Z. luxurians, Z. diploperennis) no es muy alta. De hecho,
existen poderosas barreras reproductivas entre el maíz y algunos taxones
silvestres.
En China y Corea se dan plantas intermedias
entre la soja cultivada (Glycine max) y G. soja. La especie G.
gracilis parece un híbrido estabilizado, interfértil con los dos
anteriores.
La cebada (Hordeum vulgare) forma
intermedios con su pariente silvestre H. spontaneum en el Cercano
Oriente.
Los algodones cultivados pertenecen a las
especies Gossypium hirsitum y G. barbadense. En los trópicos se
pueden encontrar indicios de introgresiones a parientes silvestres.
Existen dos especies silvestres en peligro de
extinción debido a introgresión: el G. darwinii de las Islas Galápagos,
y el G. tomentosum de Hawai.
Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo
existen híbridos entre el sorgo cultivado (Sorghum bicolor) y
conespecíficos y congenéricos silvestres, con frecuente introgresión. En
California se detectaron híbridos hasta a 100 metros del campo de cultivo.
Estos híbridos triploides no tenían diferencias de aptitud biológica respecto
de la mala hierba parental.
Parece ser que la mala hierba Sorghum
almun procede de hibridación entre sorgo cultivado y la especie silvestre S.
propinquum. Igualmente, una de las peores malas hierbas de todo el mundo, S.
halepense muestra indicios de proceder de introgresión a partir del sorgo
cultivado.
Los mijos son gramíneas adscritas a varias
especies, como Eleusine coracana (mijo dedo) y Pennisetum glaucum
(mijo perlado)
A lo largo de toda África se pueden encontrar
plantas híbridas entre el mijo dedo y la subespecie silvestre E. coracana
africana. A menudo estos híbridos se comportan como malas hierbas dañinas.
El mijo perlado forma híbridos con especies
silvestres del mismo género en los campos de Namibia y África Occidental, con
numerosos casos de introgresión desde la cultivada a los espontáneos.
En África, la mala hierba conocida como
“shibra” (Pennisetum sieberanum) parece proceder de hibridación entre el
mijo perlado y P. violaceum. La “shibra” es una maleza obligada de
cultivo, y sólo persiste una generación más una vez que se abandona el campo.
El Phaseolus vulgaris cultivado forma
intermedios con plantas silvestres de la misma especie en los márgenes de los
cultivos en Sudamérica. Los híbridos espontáneos acusan la introgresión de
alelos de la cultivada.
Se agrupa en Brassica napus y B.
campestris.
Experimentalmente se ha medido la hibridación espontánea
de un cultivar de B. campestris con conespecíficos silvestres,
comprobándose que fácilmente se formaban híbridos.
En las Islas Británicas se da esporádicamente
el híbrido Brassica x harmsiana, formado por cruces entre el tetraploide
cultivado B. napus y el B. campestris silvestre.
En Dinamarca hay evidencias de introgresión en
el B. campestris silvestre.
Hay datos de proporciones de hibridación que
van desde el 9 al 93% en condiciones de campo. Los híbridos fácilmente se
retrocruzan con los parentales, aunque con una aptitud biológica algo
disminuida.
También se ha comprobado que B. napus
puede actuar con éxito como donante de polen en cruces intergenéricos, aunque a
una tasa más baja. Se plantó una cepa resistente a herbicida de B. napus
junto con la hierba Hirschfeldia incana (una mostaza silvestre),
resultando que un 2% de la progenie era híbrida, aunque casi no producían polen
ni semillas.
Los cruces experimentales entre el cacahuete (Arachis
hipogea) y la especie silvestre sudamericana A. monticola fácilmente
produce híbridos fértiles.
Sin embargo, todas las especies de este género
son hipocárpicas, y se supone que se autopolinizan, por lo que las
oportunidades de hibridación espontánea son limitadas, incluso en situación de
simpatría.
El Helianthus annuus cultivado es
compatible en cruces con otras especies del género, y hay indicios de
hibridaciones con girasoles silvestres en áreas de simpatría de Norteamérica occidental,
e incluso de que la hibridación puede conducir a la formación de nuevas
especies.
En zonas donde se viene cultivando girasol
desde hace 40 o 50 años hay evidencias de acusada introgresión y de conversión
de girasoles silvestres en malas hierbas.
La hibridación espontánea entre la caña
cultivada Saccharum officinarum y especies silvestres se da en zonas de
Australasia e islas del Océano Indico.
Hay también casos de hibridación intergenérica
con otros géneros. De hecho parece que la especie Erianthus maximus
deriva de hibridación entre la caña de azúcar y el género silvestre Miscanthus.
El flujo génico entre poblaciones es una
importante fuerza evolutiva,, cuyo impacto depende de su magnitud. Los niveles
de flujo génico entre las plantas cultivadas y las silvestres dependerá de
varios factores espaciotemporales y de la idiosincracia de las especies
implicadas.
Las tasas de hibridación medidas
experimentalmente entre las cosechas y sus parientes compatibles sobrepasan
típicamente valores del 1%, a veces a distancias superiores a los 100 metros.
La tasa de incorporación de alelos foráneos bajo tales niveles de hibridación
se espera que sean varios órdenes de magnitud superiores a las tasas típicas de
mutación, de modo que en estos sistemas el flujo génico será más importante que
la mutación.
La consecuencia evolutiva más patente de este
flujo génico será la tendencia a la homogeneización de la estructura de la
población.
En ausencia de flujo génico, la evolución de
alelos neutros depende de procesos aleatorios (deriva génica), pero cuando hay
flujo, la regla general es que un cruce entre poblaciones cada generación será
suficiente para impedir una acentuada diferenciación de alelos entre las
poblaciones que se cruzan. Esta interrelación es independiente del tamaño de
las poblaciones receptoras involucradas.
La homogeneización de la variación genética
por flujo genético no origina necesariamente la mejora de la variación local.
En última instancia, los cambios en la biodiversidad local dependerán de los
niveles de riqueza alélica y de diversidad genética de la población fuente (en
nuestro caso, la planta cultivada), en relación a las de la población sumidero
(receptora, en nuestro caso la planta silvestre). Como los cultivares de
plantas domésticas normalmente contienen menos variación que las poblaciones de
sus parientes silvestres, se puede predecir que los niveles de variación neutra
en una población silvestre, bajo flujo genético, a menudo descenderán a los
niveles de variación de su pariente domesticado.
La inmigración de alelos
desventajosos puede contrarrestar la selección direccional local y reducir la
aptitud biológica local. En general, los alelos perjudiciales anegarán a los
que son localmente adaptativos cuando la fracción de inmigrantes por generación
(m) sea mayor o igual que el coeficiente selectivo local (s). O sea, tasas
moderadas de flujo génico entrante (1-5% por generación) podrán bastar para
introducir y mantener alelos cuando el coeficiente selectivo local contra ellos
sea de la misma magnitud.
Cuando el flujo génico y la
selección funcionan de modo concertado, el flujo acelerará la frecuencia creciente
de alelos favorables en la población sumidero. Aquí se pueden aplicar los
modelos del tipo del “continente-isla”, con inmigrantes unidireccionales desde
una gran población fuente a una población sumidero. La preocupación en nuestro
caso es el movimiento de alelos domesticados (más o menos fijados en la cosecha
y ausentes en el pariente silvestre) hasta poblaciones naturales. El modelo
predice que si las magnitudes de m (tasa de inmigrantes) y s (coeficiente
selectivo local) son semejantes, la tasa de cambio en las frecuencias alélicas
por generación será el doble que en la situación con solo la selección. Si m es
el doble que s, entonces la tasa será el triple que en ausencia de flujo
génico.
El flujo génico entre plantas domesticadas y
silvestres puede tener dos consecuencias negativas:
evolución de mayor capacidad de convertirse en
malas hierbas
mayor probabilidad de extinción de los
parientes silvestres.
Desgraciadamente, aunque hay
directrices para evaluar y limitar los riesgos del flujo génico de las plantas
transgénicas, nunca se ha hecho lo equivalente para las plantas domesticadas en
general.
Algunos alelos domésticos pueden conferir ventaja selectiva a las poblaciones de malezas. No estamos hablando de riesgos hipotéticos, ya que hay casos bien documentados en este sentido. De hecho, el flujo génico desde la cosecha al pariente silvestre ha sido implicado en 7 de las 13 plantas de cultivo más importantes. Otro ejemplo es la reciente evolución de una mala hierba derivada de la hibridación entre el centeno cultivado (Secale cereale) y el centeno silvestre S. montanum en California, y que ha obligado a los agricultores a abandonar los esfuerzos de cultivar centeno para consumo humano.
La evolución de una capacidad mejorada de convertirse en maleza depende de:
si se puede producir hibridación
si los híbridos pueden reproducirse en la naturaleza
si uno o varios alelos de la planta doméstica confieren ventaja selectiva a la mala hierba.
1. La mejor manera de comprobar si se produce hibridación espontánea es crear parcelas experimentales de cosecha y de plantas silvestre en condiciones que simulen las de los campos de cultivo reales y sus áreas marginales. El flujo génico se puede medir rastreando en la progenie de la silvestre marcadores de la doméstica.
2. Si los híbridos son fértiles y si las poblaciones de la hierba silvestre están sometidas a una “lluvia” constante de polen compatible de la planta cultivada, los alelos favorables persistirán, incluso en ausencia de heterosis (vigor híbrido) de los híbridos. En los pocos estudios en los que se ha abordado la aptitud biológica (fitness) de los híbridos, esta aptitud tiende a ser parecida o incluso superior a la de su pariente silvestre. Otra posibilidad es estudiar el nivel de introgresión pasada: si los alelos domésticos aparecen a frecuencias importantes (>1%) en poblaciones de hierbas cercanas a los cultivos, esto es indicio de tal fenómeno.
3. La cuestión de si los genes de la planta cultivada aumentan la propiedad de conversión en maleza sólo se puede abordar estudiando la biología del nuevo cultivar. Ciertos rasgos nuevos como la tolerancia a herbicidas, resistencia a insectos, etc., mejorarán componentes específicos de la aptitud biológica en ambientes particulares (bajo presión selectiva), pero pueden tener (o no) costes anejos. También se pueden dar efectos de aptitud pleiotrópica con alelos en un nuevo contexto genómico. Idealmente, la aptitud se debería medir en el contexto del genoma de la hierba silvestre y de su medio ambiente. La aptitud de los híbridos se debería comparar con la de los silvestres bajo las condiciones de cultivo, no excluyendo factores como herbívoros, enfermedades y herbicidas si éstos son habituales en el campo de cultivo. Se han realizado pocos experimentos de este tipo, pero podemos esperar que un incremento de aptitud del 5% mejore la capacidad de mala hierba hasta un punto en que pueda tener importantes consecuencias prácticas.
Los taxones silvestres raros (poco abundantes) pueden ser amenazados por hibridación de dos modos principales:
Ambos fenómenos son dependientes de
frecuencia y muestran retroalimentación positiva. Con cada generación de
hibridación y retrocruzamiento, los individuos genéticamente puros de la
especie local rara se hacen cada vez más escasos, hasta que la especie se
extingue. Ambos fenómenos pueden llevar a extinciones rápidas.
Al contrario que el problema de la conversión
en malezas, el de la extinción por hibridación no depende de la aptitud
relativa, sino sólo de los patrones de cruzamiento.
La extinción por hibridación parece haber
sido la causa de la desaparición de varias especies silvestres, incluyendo
parientes de arroz y de algodón.
Actualizado el jueves, 18 de mayo de 2000
[1] Ellstrand et al. (1999):
“Gene flow and introgression from domesticated plants into their wild
relatives”, Annu. Rev. Ecol. Syst. 30: 359-363.