LA PAZ EN LAS VIRTUDES
DE ARISTÓTELES
(Estagira, Macedonia 384 a. C. –
Calcis Eubea, Grecia 322 a. C.)
Propuestas de regulación
pacífica de conflictos en las
virtudes aristotélicas
* Ética
a Nicómaco
I. La felicidad
(v) Pero parece que la virtud es más
imperfeta que la felicidad, porque parece que puede acontecer
que el que tiene virtud
duerma o que esté ajeno de las obras de
la vida, y allende desto, que se vea en trabajos y muy grandes
desventuras, y al que desta suerte viviere, nenguno lo terná,
creo, por bienaventurado, sino el que esté arrimado a su
opinión.
(viii) Porque a unos les parece que la suma felicidad es la virtud,
a otros que la prudencia,
a
otros que cierta sabiduría,
a otros todas estas cosas o alguna dellas con el contento, o no sin
él; otros comprehenden también juntamente los bienes de
fortuna.
(vii) Vemos, pues, que cada cosa conforme a su propria virtud
alcanza
su remate y perfeción, lo cual si así es, el bien del
hombre consiste, por cierto, en ejercitar el alma en hechos de virtud,
y si hay muchos géneros de virtud,
en el mejor y más
perfeto, y esto hasta el fin de la vida. Porque una golondrina no hace
verano, ni un día sólo, y de la misma manera un solo
día ni un poquillo de tiempo no hace dichosos a los hombres ni
les da verdadera prosperidad.
(viii) Porque a unos les parece que la suma felicidad es la virtud,
a
otros que la prudencia, a otros que cierta sabiduría, a otros
todas estas cosas o alguna dellas con el contento, o no sin él;
otros comprehenden también juntamente los bienes de fortuna. ...
la prosperidad consiste principalmente en el vivir conforme a
razón y virtud,
aunque para mejor hacerlo esto se requiere
también la prosperidad en las cosas humanas, disputa agora
cómo se alcanza la prosperidad, si por sciencia, o por
costumbre, o por voluntad de Dios, y concluye, que, pues, en la
prosperidad tantas cosas contienen, dellas vienen por fortuna, como la
hermosura, dellas por divina disposición, como las
inclinaciones, y dellas por hábito y costumbres de los hombres,
como las virtudes.
(ix) ... Porque el premio y fin de la virtud
está claro que ha
de ser lo mejor de todo, y una cosa divina y bienaventurada. Es
asimismo común a muchos, pues la pueden alcanzar todos cuantos
en los ejercicios de la virtud
no se mostraren flojos ni cobardes, con
deuda de alguna doctrina y diligencia. ... Porque el fin de la
disciplina de la república dijimos ser el mejor, y ésta
pone mucha diligencia en que los ciudadanos sean tales y tan buenos,
que se ejerciten en todos hechos de virtud.
...
(xii) ... aunque para mejor poder poner las cosas buenas en
ejecución, es bien que juntamente con ello haya prosperidad en
las cosas exteriores que llamamos de fortuna, muestra agora por
qué parte toca a la disciplina
de la república tratar de las virtudes, y es porque no es otra cosa virtud,
sino hecho conforme a recta y perfecta razón; de manera que
vivir felice y prósperamente y vivir conforme a recta y perfecta
razón, y vivir conforme a virtud,
todo es una cosa. Y como la virtud sea la perfección del alma,
y el alma, según Platón y según todos los graves
filósofos, tenga dos pares: una racional, en que consiste el
entendimiento y uso de, razón, y otra apetitiva, en que se ponen
todos los afectos, hace dos maneras de
virtudes: unas del entendimiento, y otras
tocantes al reprimir los afectos, que se llaman virtudes morales, y así de las unas
como de las otras pretende tratar en los libros siguientes, de manera
que queda ya trazada obra para ellos. ...
(xiii) Y pues la felicidad es un ejercicio del alma conforme a perfecta
virtud,
habremos de tratar de la virtud,
porque por ventura desta manera consideraremos mejor lo de la
felicidad. ... Y llamamos virtud
humana, no a la del cuerpo, sino a la
del alma, y la felicidad decimos que es ejercicio del alma. ...
Conforme a esta división y diferencia se divide asimismo la virtud,
porque unas dellas decimos que consisten en el entendimiento, y otras
en las costumbres. Porque la sabiduría
y el conocimiento y la prudencia
llámanse virtudes
del entendimiento, pero la liberalidad
y la templanza virtudes
de costumbres. Porque hablando de las costumbres de uno, no decimos que
es sabio ni que es discreto, sino que es benigno y templado en su
vivir. Y también alabamos al sabio conforme al hábito que
tiene, y todos los hábitos dignos de alabanza llamámoslos
virtudes.
II. Elementos de la virtud
[COMENT: las virtudes
del entendimiento se alcanzan con doctrina, tiempo y ejercicio, y las
morales con ejercicios de actos virtuosos.]
(i) ... ninguna de las morales virtudes
consiste en nosotros por naturaleza, porque ninguna cosa de las que son
tales por naturaleza, ... De manera que ni naturalmente ni contra
natura están las virtudes
en nosotros, sino que nosotros somos naturalmente aptos para
recebirlas, y por costumbre después las confirmamos. A
más desto, en todas las cosas que nos provienen por naturaleza
primero recebimos sus facultades o potencias, y después hacemos
los efectos, como se vee manifiestamente en los sentidos. Porque no de
ver ni de oír muchas veces nos vino el tenor sentidos, antes al
contrario, de tenerlos nos provino el usar dellos, y no del usar el
tenerlos. Pero las virtudes
recebímoslas obrando primero, como en las demás artes.
... A más desto, si las virtudes
consisten en las acciones y afectos,
y en toda acción y afecto se sigue contento o tristeza, colígese de
aquí que la virtud
consiste en contentos y tristezas. ... Por esto difinen las virtudes
ser unas seguridades de pasiones y sosiegos del espíritu ...
(v) Y pues en el alma
hay tres géneros de cosas solamente: afectos, facultades y
hábitos, la virtud
de necesidad ha de ser de alguno destos tres géneros de cosas.
Llamo afectos la la codicia,
la ira, la saña, el temor, el atrevimiento, la envidia, el
regocijo, el amor, el odio, el deseo, los celos, la compasión, y
generalmente todo aquello a que es aneja tristeza o alegría. Y facultades, aquellas por cuya causa
somos dichos ser capaces destas cosas, como aquellas que nos hacen
aptos para enojarnos o entristecernos o dolernos.Pero hábitos digo aquellos
conforme a los cuales, en cuanto a los afectos, estamos bien o mal
dispuestos, como para enojarnos. Porque si mucho nos enojamos o
remisamente, estamos mal dispuestos en esto, y bien si con rienda y
medianía, y lo mismo es en todo lo demás. De manera que
ni las virtudes
ni los vicios son afectos, porque, por razón de los afectos, ni
nos llamamos buenos ni malos, como nos llamamos por razón de las
virtudes
y vicios. Asimismo por razón de los afectos ni somos alabados ni
vituperados, porque ni el que teme es alabado, ni el que se altera, ni
tampoco cualquiera que se altera o enoja comúnmente así
es reprehendido, sino el que de tal o de tal manera lo hace; pero por
causa de las virtudes
y los vicios somos alabados o reprehendidos. A más desto, en el
enojarnos o temer no hacemos elección; pero las virtudes
son elecciones o no, sin elección. Finalmente, por causa de los
afectos decimos que nos alteramos o movemos; pero por causa de las virtudes
o vicios no decimos que nos movemos, sino que estamos de cierta manera
dispuestos. Por las mismas razones se prueba no ser tampoco facultades;
pues por sólo poder hacer una cosa, ni buenos ni malos nos
llamamos, ni tampoco somos por ello alabados ni reprehendidos. Asimismo
las facultades, naturalmente las tenemos, pero buenos o malos no somos
por naturaleza. Pero desto ya arriba se ha tratado. Pues si las virtudes ni son afectos ni
tampoco facultades, resta que hayan de ser hábitos.
Cuál sea, pues, el género de la virtud,
desta manera está entendido. ...
(vi) ... la virtud
del hombre será hábito que hace al hombre bueno y con el
cual hace el hombre su oficio bien y perfetamente. ... Pues la virtud,
como más ilustre cosa y de mayor valor que toda cualquier arte,
también inquire el medio como
la naturaleza misma. Hablo de la virtud
moral, porque ésta es la que se ejercita en los afectos y
acciones, en las cuales hay exceso y defecto, y su medio, como son el
temer y el osar, el codiciar y el enojarse, el dolerse, y generalmente
el regocijarse y el entristecerse, en todo lo cual puede haber
más y menos, y ninguno dellos ser bien. Pero el hacerlo cuando
conviene y en lo que conviene y con los que conviene y por lo que
conviene y como conviene, es el medio y lo mejor, lo cual es proprio de
la virtud.
Asimismo en las acciones o ejercicios hay su exceso y su defecto, y
también su medianía; y la virtud
en las acciones y afectos se ejercita, en las cuales el exceso es error
y el defecto afrenta, y el tomar el medio es ganar honra y acertarlo;
las cuales dos cosas son proprias de la virtud.
De manera que la virtud
es una medianía, pues siempre al medio se encamina. A más
desto, que el errar una cosa, de varias maneras puede acaecer, porque
lo malo es de las cosas que no tienen fin, como quisieron significar
los pitagóricos; pero lo bueno tiene su remate, y para acertar
las cosas no hay más de una manera. Por donde el errar las cosas
es cosa muy fácil, y el acertarlas muy dificultosa. Porque cosa
fácil es dar fuera del blanco, y acertar en él
dificultosa. Y por esto el exceso y el defecto son proprios del vicio,
y de la virtud
la medianía: ... Es, pues, la virtud hábito voluntario, ...
1106b, 24-35: En las acciones hay también
exceso y defecto y
término medio. Ahora, la virtud
tiene que ver con pasiones y
acciones,
en las cuales el exceso y el defecto yerran y son censurados, mientras
que el término medio el elogiado y acierta; y ambas cosas son
propias
de la virtud.
La virtud,
entonces, es un término medio, o al
menos
tiende al medio. Además, se puede errar de muchas maneras [...],
pero
acertar sólo es posible de una (y, por eso, una cosa es
fácil y la otra
difícil: fácil errar en el blanco, difícil
acertar); y, a causa de
esto, también el exceso y el defecto pertenecen al vicio, pero
el
término medio a la virtud.
1106b, 36-39: Es, por tanto, la virtud.
un modo de ser
selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros,
determinado por
la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre
prudente.
III. Los pasos de la voluntad; la fortaleza y
la templanza
[COMENT: Por cuanto en el precedente libro se ha probado ser
la virtud acto voluntario y consistir en la
elección y aceptación de nuestra voluntad, para
que mejor se entienda esto, trata en el tercero de los actos de nuestra
voluntad cuáles se hayan de decir libres y cuáles
forzados, y si lo que se hace por temor es voluntario, o no, y en
qué consiste la potestad del
libre albedrío. Tras desto comienza de tratar, en
particular, de cada género de virtud,
y echa mano primero de las más estimadas, que es de la fortaleza
o valerosidad; y tras della trata de la templanza, con las cosas que a
ambas virtudes
son anexas.]
(v) ... Y pues si las virtudes,
como se dice, son voluntarias (pues nosotros mismos somos, en alguna
manera, causa de nuestros hábitos, y por ser tales nos
proponemos tal fin), también serán los vicios
voluntarios. ...
(ix) Y si lo mismo es en lo que toca a la virtud
de la fortaleza, la muerte y las heridas cosa triste le serán, y
contra su voluntad las recebirá; pero aguárdalas por ser
cosa honesta el esperarlas, o porque el no hacerlo es cosa vergonzosa.
...
(x) Declarada ya la materia de la fortaleza
o valerosidad de ánimo, viene a tratar del segundo género
de virtud,
que es de la templanza, la
cual es una manera de virtud
muy importante para la quietud del mundo, pues los más de los
males acaecen por falta della, apeteciendo muchos un contento y no
pudiéndolo gozar todos, y moviendo, sobre quién lo
gozará, grandes alborotos. Demuestra no consistir la templanza en todo género de
contentamientos, sino en los corporales y que por el sentido se
perciben. Después de haber tratado de la fortaleza, vengamos a tratar de la templanza; porque entendido
está ser estas
virtudes de aquellas partes
que no usan de razón.
IV. Algunas virtudes de
riquezas, de espíritu y de vida
[COMENT: Ya
que en el tercer libro ha tratado de dos géneros de virtudes
principales, de la fortaleza y de la templanza, en el cuarto libro
pretende tratar del tercer género principal de virtud,
que es la liberalidad, la cual
consiste en el dar y recebir de los proprios intereses, y juntamente de
los hierros que en ella acaecen por exceso y por defecto. Trata
asimismo de la magnificencia y
de otros inferiores géneros de
virtudes que propuso en el segundo
libro. ]
Y de todos los virtuosos,
los liberales son los
más amados, porque son útiles, lo cual consiste en el
dar. Las obras, pues, de la virtud
son honestas y hechas por causa de lo honesto. De manera que el liberal
dará conforme a razón y por causa de lo honesto, porque
dará a quien debe y lo que debe y cuanto debe, y con las
demás condiciones que son anexas al bien dar. Y esto
alegremente, o a lo menos no con triste rostro, porque lo que conforme
a virtud
se hace, ha de ser aplacible, o a lo menos no pesado, cuanto menos
triste. ...
(iii) La magnanimidad o grandeza de
ánimo, según el nombre nos lo muestra,
también consiste en cosas grandes. Declaremos, pues, primero en
qué género de cosas está puesta, y importa poco
que tratemos de la misma magnanimidad o del que la tiene y es
magnánimo. Aquél, pues, parece hombre magnánimo,
que se juzga por merecedor de cosas grandes, y lo es, porque el que no
siéndolo se tiene por tal, es muy gran necio, y conforme a la virtud
ninguno puede ser necio, ni falto de juicio.
(iv) Parece que en estoque ala honra
toca, hay (como ya está dicho arriba) cierta virtud,
que parece mucho a la magnanimidad, de la misma manera que la
liberalidad a la magnificencia.
(v) La mansedumbre
es una medianía en lo que toca a los enojos. Y como el medio no
tiene proprio nombre, ni aun casi los extremos, atribuimos la
mansedumbre al medio, aunque más declina al defecto, que tampoco
tiene nombre. Pero el exceso en esto podríase decir ira o
alteración, pues la pasión dél es la ira.
... La
felicidad es, según nuestra
manera de pensar, la actividad del alma dirigida por la virtud
[...]
Son las acciones conformes a la virtud
las que son agradables a las
personas virtuosas,
y sólo ellas lo son por sí mismas. La
vida de las
gentes virtuosas no necesita el placer como un accesorio: el placer lo
hallan en sí mismas, ya que [...] las acciones virtuosas son
agradables
por sí mismas [...] Sin embargo, es evidente que la felicidad no
puede
prescindir de los bienes exteriores [...] ¿Hay, pues, alguna
razón que
nos impida denominar feliz al hombre que obra según una virtud
prefecta
y que está suficientemente provisto de bienes externos?”
(v) Esta virtud,
pues, no tiene nombre proprio, pero parece mucho a la amistad. Porque
el que este medio hábito tiene, es tal cual queremos entender
ser uno, cuando decimos dél que es hombre de bien y amigo,
añadiendo junto con ello la afición. Pero difiere esta virtud
de la amistad en esto: que ésta es sin pasión ni
particular afición para con aquellos con quien trata.
(vii) Ya, pues, estamos persuadidos que las virtudes son medianías
y en todas ellas hallamos ser desta manera.
(ix) [COMMENT: Concluye con el cuarto libro Aristóteles tratando
de la vergüenza; disputa si es virtud o no, y
declara ser perturbación de ánimo, que procede de
algún hecho o dicho no honesto, y qué edad es propria de
la vergüenza y por qué.]
De la vergüenza no habemos de tratar como de cosa que es
alguna especie de virtud,
porque más parece perturbación o alteración que
hábito, pues la difinen ser temor de alguna afrenta, y se
termina casi de la misma manera que el temor de las terribles cosas.
V. La justicia y las virtudes
de carácter
[COMENT: En
el tercero y cuarto libro ha tratado Aristóteles de las tres virtudes
que consisten en la voluntad, que son fortaleza,
templanza, liberalidad y otras a ellas anexas,
como son la magnificencia y magnanimidad. En el quinto trata de
la virtud
más necesaria de todas para la conservación del mundo,
que es la virtud
de la justicia, sin
la cual ni las cosas de la guerra, ni los grandes tesoros adquiridos,
ni el vivir con mucha guarda, ni el hacer largas mercedes, bastan a
conservar salva la república. Lo cual podemos fácilmente
entender por las historias, que son la fuente de toda erudición.
Pues hallaremos haber comenzado a caer el imperio Romano, que fue la
mayor monarquía que el mundo ha visto, dende que esta virtud
entre ellos comenzó a escurecerse, y los unos comenzaron a
desear las cosas de los otros, hasta tanto que vino a dar tan grande
caída que pereció del todo. También veremos las
gentes bárbaras septentrionales, que lo arruinaron, tantas y tan
varias aunque valerosas en las armas, haberse conservado poco por no
saber poner asiento con esta virtud
en las cosas tocantes al gobierno. Porque como se verá en los
libros de República, no hay cosa que tantas mudanzas
cause en la república como la falta desta justicia, y el
procurar los unos, so color de esto, enseñorearse de las cosas
de los otros. Como cosa, pues, tan necesaria para el bien y paz de los
hombres y sosiego de la vida, trátala muy largamente, porque
tiene muchos senos esta virtud
y muchas diferentes materias que tratar, como se verá por sus
capítulos.]
(i) Habemos, pues, de tratar de la justicia
y sinjusticia en qué
hechos consisten, y qué medianía es la
justicia, y de qué cosas es lo justo el medio, y
habémoslo de tratar por la misma orden que habemos tratado lo
pasado. Vemos, pues, que todos pretenden llamar justicia aquel
hábito y costumbre, que hace prontos a los hombres en el hacer
las cosas justas, y por la cual los hombres obran justamente y aman las
cosas justas.
Esta manera, pues, de justicia es virtud
perfeta, aunque no así sencillamente, sino para con otro, y por
esto nos parece muchas veces la mejor de las virtudes,
y más digna de admiración que el poniente ni el levante,
como solemos decir en proverbio comúnmente. La justicia, pues,
encierra en sí y comprende todas las virtudes,
y es la más perfeta de todas la virtudes,
porque es el uso de la virtud
que es más perfeta. Y es perfeta, porque el que la posee puede
usar para con otro de virtud
y no para consigo mismo solamente. Porque muchos en sus cosas proprias
pueden usar de virtud,
lo que no pueden hacer en las ajenas. Por esto dice muy bien aquel
dicho de Biante, que el mando y señorío demostrará
quién es el varón. Porque el señorío para
el bien de otrie se encamina, y consiste ya en el bien común. Y
por esta misma razón sola, la justicia entre todas las virtudes
parece bien ajeno, porque para el bien de otrie se dirige, pues hace
las cosas que son útiles a otro, o al que gobierna, o a la
comunidad de la república. Aquél, pues, es el peor de
todos, que contra sí mismo y contra sus amigos usa de maldad, y
el mejor de todos será, no el que usa de virtud
para consigo mismo, sino el que para con otro, porque ésta es la
obra de mayor dificultad. De manera que justicia no es una sola especie
de virtud,
sino una suma de todas las virtudes.
Ni su contraria la sinjusticia es una especie de vicio, sino una suma
de todo género de vicios. En qué difiera, pues, esta
justicia y la virtud,
de lo que está dicho se entiende claramente. Porque en realidad
de verdad todo es una misma cosa, aunque no lo es en cuanto al uso y
ejercicio, sino que en cuanto se dirige al bien de otro es justicia, y
en cuanto es tal manera de hábito, dícese así
sencillamente virtud.
(ii) Mas la justicia universal
refiérese a todo aquello que tiene obligación de hacer
cualquiera bueno. De manera que queda sacado en limpio cómo hay
muchas maneras de justicias, y cómo hay una particular diferente
de aquella universal, que es la confederación de todas las virtudes.
... Aquella justicia, pues, que resulta de todas las virtudes,
y es el uso de todas ellas referido a otro, y la sinjusticia, que de la
universal confederación de los vicios procede, quédense a
una parte. Pero lo justo y injusto que dellas procede es cosa
manifiesta que se ha de definir, porque casi todas las cosas que las
leyes disponen, proceden
de la virtud universal;
pues la ley manda que vivamos conforme a cada género de virtud,
y prohíbe, en particular, las cosas de cada género de
vicios. Y de las cosas por ley establecidas y ordenadas,
aquéllas valen para hacer a los hombres, generalmente, dotados
de toda manera de virtud,
que están hechas para enseñar cómo se han de criar
todos los vecinos de la ciudad así en común.
(xi) ... De la justicia, pues, y de las demás morales virtudes,
desta manera habemos disputado. ... a, pues, dividimos las virtudes
del alma, y unas dijimos que eran de la costumbre y otras del
entendimiento. De las morales, pues, ya habemos tratado. Tratemos,
pues, agora de las otras, disputando primero del alma desta suerte.
VI. Las virtudes intelectuales
(i) ... porque las virtudes morales consisten
en esta parte que carece de razón.
(ii) De manera que, pues la moral virtud
es hábito escogido voluntariamente, y la elección
voluntaria es apetito puesto en consulta, colígese de
aquí que la razón ha de ser verdadera, y el apetito y
deseo recto, si la elección ha de ser buena, y que de los dos la
razón ha de ser cosa que se pueda decir, y el deseo cosa que se
pueda seguir.
(v) ... De la prudencia podremos tratar desta manera, considerando
qué personas son las que solemos llamar prudentes. ....
(vii) ... En las artes, pues, atribuimos la sabiduría a los que
en ellas son más acabados, y así decimos que Fidias es un
sculptor sabio y Policleto un sabio entallador, en lo cual no
entendemos otra cosa por la sabiduría, sino la virtud
y excelencia que tuvo cada uno dellos en su arte. ... Porque parece
cosa del todo ajena de razón que uno tenga a la disciplina de la
república y a la prudencia por la cosa de mayor, virtud,
sin que el hombre sea la cosa mejor que haya en el mundo. ... Ni
considera la prudencia las cosas generales solamente, sino que ha de
entender también las particulares, pues es virtud de bien obrar, y las obras consisten en
las cosas particulares.
...
(xii) ... Primeramente, pues, habemos de decir que estas virtudes
de necesidad han de ser por su proprio valor escogidas y preciadas.
Porque siendo las unas y las otras virtudes
de las partes del alma, en cada una de la suya, aunque no sirviesen de
nada, todas o cualesquiera dellas son dignas de preciar. Cuanto
más que sirven de algo, no tanto cuanto la medicina para
alcanzar la salud, sino como la salud es parte para alcanzar buen
hábito de cuerpo, así también la sabiduría
para alcanzar la felicidad, porque siendo parte de la general virtud,
con su posesión y obrar hace dichoso al que la alcanza.
Asimismo, la obra se perficiona conforme a la prudencia y a la moral virtud,
porque la moral virtud
propone el fin perfecto, y la prudencia los medios que para alcanzarlo
se requieren. Pero la cuarta parte del alma, que es la que toca al
mantenimiento, no tiene tal virtud
como ésta, porque conforme a ella el alma ninguna cosa hace ni
deja de hacer. ...
(xiii) ... Pero el hábito que a esta le parece, será
entonces propriamente virtud.
De manera que, así como en la parte que consiste en
opinión hay dos especies, prontitud y prudencia, de la misma
manera en la parte moral hay otras dos: una que es virtud
natural y otra que lo es propriamente, y ésta que lo es
propriamente no se alcanza sin prudencia, y por esto dicen que todas
las virtudes
son prudencias. Y así Sócrates en parte decía
bien, y en parte erraba: erraba en tener por opinión que todas
las virtudes
eran prudencias, y acertaba en decir que no se alcanzaban sin
prudencia. Lo cual se conoce en esto: que hoy día, todos cuando
difinen la virtud,
añaden el hábito, y dicen a qué cosas conforme a
razón recta pertenece, y la recta razón es la que juzga
la prudencia. Y así parece que todos adevinan en cierta manera
que semejante hábito es la virtud
conforme a la prudencia. Y aún podemos extenderlo un poco
más y decir que la virtud
no solamente es hábito conforme, a recta razón, pero aun
acompañado de recta razón, y la recta razón destas
cosas es la prudencia. Sócrates pues, tenía por
opinión que las virtudes
eran razones, porque las hacía sciencias todas las virtudes,
pero nosotros decimos que son hábitos acompañados de
razón. Consta, pues, de las razones ya propuestas, que ninguno
puede ser bueno propriamente sin prudencia, ni prudente sin la virtud
moral. Y la razón, con que alguno podría pretender que
las virtudes
están apartadas las unas de las otras, podríase soltar
desta manera. Que si dice que un mismo hombre no es igualmente apto
para todas las virtudes,
y así terná la una a que es más apto antes de
haber alcanzado la a que no es tanto, diremos que eso acontece en las virtudes
naturales, pero en aquellas por cuyo respecto se dice un hombre
absolutamente bueno, no acaece.
1140b, 3-5, 20-23, 24-25: “Resta, pues, que la
prudencia es un modo de ser racional verdadero y práctico,
respecto de
los que es bueno y malo para el hombre. [...] La prudencia, entonces,
es por necesidad un modo de ser racional, verdadero y práctico,
respecto de lo que es bueno para el hombre. [...] Está claro,
pues, que
la prudencia es una virtud
y no un arte.
VII. El placer; la continencia y la
incontinencia
(i) De
manera, que si, como dicen, de hombres se hacen divinos por llegar al
extremo de virtud,
tal hábito como aquél sería cierto el contrario de
la brutalidad. Porque así como la bestia ni tiene
vicio ni virtud, así tampoco
Dios, sino que la bondad de Dios es cosa de mayor quilate y
valor que la virtud,
y el vicio de la fiera es otro género de vicio. ... Pero deste
hábito de virtud
heroica habremos de hacer alguna mención en lo de adelante, y
del vicio ya está dicho en lo pasado. Habemos, pues, de tratar
de la disolución, del vicio
del hombre afeminado, y de la lujuria o regalo vicioso, y
también de la continencia y perseverancia en la virtud,
porque ninguna déstas la habemos de juzgar por hábito de
la virtud
ni del vicio, ni tampoco por cosas de género diverso. ...
(xi) A más desto es forzado haber de tratar dellos, porque
habemos presupuesto que la virtud
moral y el vicio consisten en pesadumbres y deleites.
VIII. La amistad en general
(i) Tras
desto se sigue el haber de tratar de la amistad. Porque la amistad, o es virtud,
o está acompañada de virtud
...
(iii) ... Pero la perfeta amistad es la de los buenos, y de los que son
semejantes en virtud,
porque estos tales, de la misma manera que son buenos, se desean el
bien los unos a los otros, y son buenos por sí mismos. Y
aquellos son verdaderamente amigos, que a sus amigos les desean el bien
por amor de ellos mismos. Porque, por sí mismos, y no
accidentariamente, se han desta manera. El amistad, pues, destos tales
es la que más dura, que es mientras fueren buenos, y la virtud
es cosa durable, y cada uno dellos es absolutamente bueno, y
también, bueno para su amigo, porque los buenos son
absolutamente buenos y provechosos los unos a los otros, y de la misma
manera dulces y aplacibles. ...
(vii) ... Consistiendo, pues, más de veras el amistad en el
amar, y siendo alabados los que son aficionados a tener amigos, parece
que la virtud de los amigos es amar
de modo que, aquellos amigos en quien esto se hace como debe, son
firmes amigos, y el amistad dellos dura mucho. Y desta manera, aunque
sean de desigual calidad, serán amigos, porque vernán a
igualarse, y la amistad no es otra cosa sino una igualdad y semejanza,
y señaladamente la de los que son semejantes en virtud,
porque como son personas firmes y perseveran consigo y con los otros, y
ni tienen necesidad de cosas ruines ni dan favor para ellas, antes (que
lo quiero decir desta manera) las prohíben.
(x) Otras veces mandan
las mujeres, por ser ellas las herederas de sus padres y
personas ricas; de manera que no va el regimiento de
la casa conforme a virtud, sino por
riquezas y poder, como en las oligarquías.
(xii) ... Y por esto también, en esta manera de amistad, parece
haber utilidad juntamente con dulzura; y si el marido y la mujer
son personas de virtud,
también por la misma virtud
será aplacible, porque cada uno dellos tiene su propria virtud,
con que el uno y el otro recibirán contento.
(xiv) ... Ya nos ha mostrado, cómo en las verdaderas amistades,
que son las fundadas en virtud,
no se hallan quejas ni sospechas, ni tampoco en las fundadas en
deleite, pues está en mano de cada uno apartarse el día
que la conversación no le diere gusto, y que sólo en las
amistades útiles se hallan quejas, por querer más los
hombres para sí los provechos que para los otros, si ya la virtud
no rige bien este apetito.
IX. La amistad relativa a sus
causas y a la felicidad
(vi) La concordia
también parece ser cosa de amistad, y por esto la concordia no
es solamente conformidad de pareceres y opiniones, porque seguirse
hía que los que no se conocen los unos a los otros fuesen
concordes.
(viii) ... De
otra manera se entiende el amor proprio como lo entienden los buenos,
que es quererse bien a sí mismos, de tal manera que procuren no
les venga ningún daño de aquellos que ellos entienden ser
realmente daños, y así procuran para sí los
verdaderos bienes, que son las perfetas virtudes.
Destas dos maneras de amor proprio, la primera es viciosa y digna de
reprensión, y la otra virtuosa
y digna de alabanza. ... En todas, pues, las cosas dignas de alabanza,
parece que el hombre virtuoso
toma para sí la mayor parte de lo honesto.
X. El placer y la felicidad
(i) ... Parece asimismo que, para lo que toca a las
costumbres, importa mucho, y es lo principal, el hallar gusto en lo que
conviene hallarlo, y aborrecer lo que se debe aborrecer, porque
esto dura toda la vida, y es cosa de mucha importancia y valor para
alcanzar la virtud
y vida próspera, porque los hombres escogen las cosas deleitosas
y huyen de las tristes. ..
(iii) Pues si del deleitarse lo coligen esto, lo mismo
hallarán en la justicia y en las demás virtudes,
conforme a las cuales, clara y manifiestamente, confiesan ser unos
más tales y otros menos, porque unos hay que son más
justos que otros, y otros más valerosos que otros.
(iv) porque en cada sentido hay, su deleite, y de la misma manera en
cada ejercicio del entendimiento y en la contemplación, y el
más deleitoso es el que es más perfeto, y el más
perfeto es el del que está bien dispuesto para lo más virtuoso
que con el entendimiento puede ser comprendido....
(vi) ... No es, pues, el reposo el fin de nuestra vida, porque lo
tomamos por amor del ejercicio. Y la vida bien afortunada parece
consistir en las cosas hechas conforme a virtud,
y esta es la vida virtuosa,
y no en las burlas ni en las gracias, porque las cosas virtuosas
mejores decimos que son, que no las cosas de risa y las de gracias, y
el ejercicio de la mejor parte y del mejor hombre, mejor virtuoso
cierto es, así el ejercicio del que es mejor, más
principal será y más importante para la felicidad. De los deleites
corporales, pues, quienquiera
puede gozar, aunque sea un vil esclavo,
no menos que el bueno, pero la felicidad ninguno la atribuirá al
esclavo; si ya también la vida virtuosa
no tuviese. Porque no consiste la felicidad
en semejantes conversaciones, sino en los ejercicios hechos conforme a virtud, como ya está dicho en lo
pasado.
(vii) Pues si la felicidad es ejercicio conforme a la virtud,
más princiforme (sic) a razón que ha de ser
conforme a la virtud
más principal, la cual es la virtud
de la mejor y más principal parte, ora sea ésta el
entendimiento, ora otra cosa, la cual conforme a la naturaleza parece
que manda y es la capitana, y que tiene conocimiento de las cosas
honestas y divinas, ora sea ella de suyo cosa divina, ora la más
divina que en nosotros se halla. El ejercicio, pues, désta,
hecho conforme a su propria virtud,
será la perfeta felicidad. ... También tenemos por cierto
que en la felicidad ha de haber mezcla de deleite, pues sin
contradicción ninguna el ejercicio de la sabiduría es el
más deleitoso de todos los ejercicios de virtud,
porque parece que la sabiduría tiene en sí maravillosos
deleites, así cuanto a la pureza dellos, como cuanto a la
firmeza, y por esto, conforme a razón, más aplacible les
es la vida a los que saben, que a los que preguntan, así como
aquello que llamamos suficiencia más cuadra a la
contemplación. ... También parece que la felicidad
consiste en el reposo, porque si tratamos negocios es por
después descansar, y si hacemos guerra es por después vivir en paz;
los ejercicios, pues, de las virtudes activas consisten,
o en los negocios tocantes a la república, o en las cosas
que pertenecen a la guerra, y las obras que en estas cosas se emplean
parecen obras ajenas de descanso, y sobre todas, las cosas tocantes a
la guerra. Porque ninguno hay que amase el hacer guerra sólo por
hacer guerra, ni aparejase lo necesario sólo por aquel fin,
porque se mostraría ser del todo cruel uno y sanguinario, si de
amigos hiciese enemigos sólo porque hobiese batallas y muertes
se hiciesen. También es falto de descanso el ejercicio del que
gobierna la república, y a más del gobierno procura para
si señoríos o dignidades, o la felicidad para sí o
para sus ciudadanos, diferente de aquella común civil que
aquí buscamos como manifiestamente diferente. Pues si entre todos los
ejercicios y obras de virtud, las civiles y
tocantes a la guerra son las más principales en honestidad y
grandeza, [¡!]
(viii) Después
désta es la más perfeta la que es conforme a las
demás virtudes.
Porque los ejercicios dellas son humanos, porque las cosas justas, y
las valerosas, y las demás que conforme a virtud
se hacen, tratámoslas los unos con los otros en nuestras
contrataciones y necesidades, y en todo género de negocios,
repartiendo a cada uno lo que conviene en lo que toca a los afectos.
Pero todas estas cosas parecen ser cosas humanas, y aun algunas dellas
proceder del mismo cuerpo, y aun la virtud moral es cosa muy
anexa a los afectos. La prudencia
también está unida con la moral virtud,
y la moral virtud
con la prudencia, pues los
principios de la prudencia consisten en las virtudes
morales, y lo
perfeto de las virtudes morales será
regla por la virtud de la prudencia.
Y pues estas virtudes
a los afectos son anexas, consistirán por cierto en todo el
compuesto, y las virtudes
de todo el compuesto son virtudes
humanas, y así lo será también la vida que
conforme a ellas se hace y la felicidad que procede dellas.
(ix) ... No basta, pues, en lo que toca a la virtud
el saber, sino que se ha de procurar de poseer la virtud
y usar della, o si otra vía hay por donde seamos hechos buenos.
Francisco
A. Muñoz