El
filosófo deviene aquello ante lo que habla (por
ejemplo, deviene indio), para que «el indio que
es indio devenga él mismo algo más y se
libere de su agonía. (...) El devenir siempre
es doble, y este doble devenir es lo que constituye
el pueblo venidero y la tierra nueva. La filosofía
tiene que devenir no filosofía, para que la no
filosofía devenga la tierra y el pueblo de la
filosofía. (...) El pueblo es interior al pensador
porque es un "devenir-pueblo" de igual modo
que el pensador es interior al pueblo, en tanto que
devenir no menos ilimitado.
El artista o el filósofo son del todo incapaces
de crear un pueblo, solo pueden llamarlo con todas sus
fuerzas. Un pueblo sólo puede crearse con sufrimientos
abominables, y ya no puede ocuparse más de arte
o de filosofia. Pero los libros de filosofía
y las obras de arte también contienen su suma
inimaginable de sufrimiento que hace presentir el advenimiento
de un pueblo. Tienen en común la resistencia,
la resistencia a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable,
a la vergüenza, al presente»
G. Deleuze, ¿Qué es filosofía?