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Localización, historia y sociedad En la provincia de Granada, el último domingo de abril, se celebra la romería del Valle del Zalabí, en honor de la Virgen de la Cabeza. A ella asisten peregrinos de los pueblos del valle y de la comarca limítrofe de Marquesado del Zenete, aunque de ésta última sólo aquellos pueblos que no han perdido el derecho de acompañamiento. El Valle del Zalabí es una pequeña franja de vega a orillas del río Verde o Guadix. En el margen izquierdo del río Verde, se asentaban los dos pueblos más antiguos: Zalabí y Cigüeñí; en el derecho: Exfiliana y Alcudia de Guadix, pueblos de asentamiento posterior. Quizás Exfiliana se fundara en los primeros siglos del cristianismo. Alcudia era una fortaleza musulmana, que aumentó la población con la colonización de terrenos de cultivo. Estos pueblos tuvieron su importancia por ser paso obligado desde Guadix a Almería. Cuando la vía de comunicación pasaba por el margen izquierdo del río Verde, Zalabí y Cigüeñí eran pueblos más importantes, siendo anejos de ellos Exfiliana y Alcudia. En el año 1554, Exfiliana y Zalabí eran anejos de Cigüeñí. Tras la expulsión de los moriscos y según el censo de 1594, Zalabí estaba despoblado. Cigüeñí desapareció como pueblo habitado hacia el año 1630, aumentando las poblaciones de Exfiliana y Alcudia, por los que se emplazó la vía de comunicación entre Guadix y Almería, de forma definitiva. La comarca del Marquesado del Zenete está situada en la ladera noreste de Sierra Nevada; al sureste enlaza con Almería por el pasillo de Fiñana, y al oeste con la hoya de Guadix. Su límite norte lo tiene a pie de la Sierra de Baza. Por la importancia de sus minas y por la constancia de agua que fluye de Sierra Nevada, es probable que el Marquesado haya sido un hábitat humano desde tiempos inmemoriales. Sabemos que, antes de la caída de la zona en manos de los cristianos, se cifraban en unos siete mil quinientos sus habitantes. Escasas son las fuentes que poseemos para conocer la época musulmana de esta comarca; sin embargo, a partir dé la concesión de la comarca, por los Reyes Católicos, al cardenal don Pedro González de Mendoza, -existen más datos para su comprensión. Así, el primer señor del Marquesado del Zenete fue don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, hijo natural del cardenal. En estos momentos, aproximadamente 1568, los habitantes del señorío se contaban en torno a los nueve mil quinientos. Sus trabajos estaban dedicados el cultivo de trigo, vides, olivos, etc., morera para la seda, castaños, nogales y algunos árboles frutales para el consumo doméstico. Con el levantamiento morisco (1568) y en su posterior derrota (1571), el Marquesado fue abandonado por sus habitantes en un número considerable. El señorío poseía la facultad para la repoblación de sus dominios. La procedencia de los nuevos colonos debía ser de fuera del reino de Granada, casados, aunque se admitían solteros. A lo largo del último cuarto del XVI, las dificultades para reclutar colonos fueron grandes, de aquí que en el reparto de tierras correspondiera a una familia más de una propiedad. El reparto de tierras de cultivo fue largo. Los terrenos estaban clasificados por lotes y categorías: huertos, vega y secano. El reparto de la vega se realizó por suertes para tres vecinos que, a su vez, las dividían entre ellos. Los huertos eran familiares y se consideraban como una ampliación de la propiedad urbana. Los secanos, explotados libremente en tiempos de los moriscos, son ahora mojonados con la llegada de los nuevos colonos. La propiedad de la tierra y de los árboles no siempre coincidía: un árbol podía tener varios propietarios. Lo que nos da una idea de la importancia de las moreras, los nogales y castaños para la economía de los colonos. Los árboles se repartían según la cantidad potencial de huevos de seda que podían ser cuidados con la hoja del moral; los nogales y castaños, por las fanegas que producían de nueces y castañas. En la actualidad, los habitantes del Marquesado viven de la agricultura y de las minas de hierro. La agricultura es minifundista, sobre todo en la vega y en las zonas de regadío, lo que la hace una de las zonas más deprimidas de la provincia de Granada. En cuanto a los
sistemas de cultivos, de producción
y quehacer en general del Valle del Zalabí, son muy similares a
los del Marquesado, en especial, los de Exfiliana y Alcudia. La romería La ermita de la Virgen de la Cabeza o del Valle del Zalabí está situada en el valle del mismo nombre, donde posiblemente estuvo enclavado el pueblo de Zalabí. Es un lugar con vestigios de la cultura de El Argar, lugar de demarcación de terrenos municipales entre algunos pueblos del Marquesado y los que componen el Valle del Zalabí. Es también zona fronteriza de división de aguas. La ermita es pequeña, de ochenta y cuatro metros cuadrados (12x7), sencilla, y los materiales de construcción, pobres. El muro del oeste, en otros tiempos puerta dé entrada a la ermita, es de tapiar (argamasa); el resto de muros de ladrillo encalado, que son los de nueva construcción. La cubierta, de madera sin labrar. En tiempos pasados, tenía un artesonado. Junto a la ermita, hay una explanada de aproximadamente 1.750 metros cuadrados (70x25), rodeada de pinos por el norte y oeste, y mirando al valle por el sur y el este. Tiene dos accesos, uno para los que vienen del valle, de Exfiliana y Alcudia, y otro, por detrás de la ermita, para los que provienen de los llanos del Marquesado. Junto a la ermita, pasa una acequia de agua -Valle del Zalabí-, cuyas aguas para unos son milagrosas y para otros aguas de exquisita calidad. Era propiedad de la ermita un pequeño terreno cultivado por el santero para beneficio particular y un olivo. Este producía aceite directamente, sirviendo para mantener vivas las lámparas del santuario de la Virgen. El olivo, según cuenta la leyenda, se cansó de producir aceite directamente, al parecer el santero abusaba del producto que de forma tan prodigiosa daba el olivo. La ermita estuvo semiderruida, se cayó el tejado, pero la imagen de la Virgen no sufrió daño alguno. El pueblo consideró este hecho como un prodigio. Hace unos veinticinco años, se reconstruyó. Se ha ampliado, desapareciendo algunas dependencias, como las habitaciones del santero, donde residía su familia. Después de la reconstrucción, la ermita se compone de una nave y de una sacristía detrás del altar. La entrada es única, situada frente a la explanada. En su interior, el altar y el trono de la Virgen, sencillos y construidos en materiales pobres. La imagen de la Virgen tiene 50 cm. de altura, aproximadamente, de pie, y sostiene en los brazos un niño. Es de terracota. No es ésta la imagen que se venera; la imagen aparecida al pastor es la que se encuentra en la ermita de la Familia X, en Jérez del Marquesado. A los lados del trono, del altar, colgados de la propia imagen y en los laterales de la ermita, hay exvotos de cera: cabezas, niños de cuerpo entero, brazos, etc., también hay muletas, trenzas de cabello, etc. Estos exvotos son sólo de los últimos años, los más antiguos desaparecieron en la reconstrucción de la ermita. Sobre el origen de la romería debemos hacer constar las dos versiones que tenemos; una proviene de Jérez del Marquesado y la otra de Exfiliana. Según la familia X, de la zona del Marquesado, hace cuatro generaciones (nuestra informante es la persona más anciana de la familia, de unos ochenta años), unos pastores que cuidaban los rebaños de ovejas de la familia, en los pagos del Zalabí, encontraron una imagen chiquita de la Virgen, que les encomendó que allí, en el mismo lugar del hallazgo, levantasen una ermita en su honor. Los pastores, desconcertados, corrieron a comunicar la noticia a sus dueños, que decidieron cumplir la voluntad de la Virgen de la Cabeza. El último domingo del mes de abril, desde aquel entonces, honran a la Virgen de la Cabeza, aunque lo pongan difícil el tiempo u otras calamidades. La familia X, de generación en generación, celebra la romería. Jérez, como los otros pueblos del Marquesado, prometieron cumplir el voto y honrar a la Virgen y, si por cualquier causa no cumplen el voto algún año, pierden el derecho, como pueblo, a participar en los actos de la romería. Algunos pueblos lo han perdido, v. gr. Lanteira. En el pueblo de Exfiliana nos contaron la siguiente versión: un pastor de Jérez, cuidando sus ovejas en el Valle del Zalabí, se encontró una especie de muñeca que guardó y pensó llevar a su hija como regalo, pero al ir a entregársela, ante su sorpresa, vio que no estaba. Al día siguiente, volvió al mismo lugar para comprobar si estaba allí, volviéndola a encontrar; ¡ahora sí que no te vas a escapar!, se dijo. La envolvió y ató con la servilleta, pero al ir a dársela a la niña, había desaparecido de nuevo. El tercer día y en el mismo lugar que los anteriores, encontró la imagen, que de nuevo guardó, pero con los mismos resultados obtenidos anteriormente. Extrañado, el buen señor pasó por el mismo lugar y encontró la imagen, a la que preguntó que quién era y qué quería. La imagen respondió que era la Virgen de la Cabeza y que deseaba le construyeran una ermita en el lugar de la aparición, para culto y en su honor. La ermita se edificó, pero un poco más allá del lugar de la aparición, derrumbándose por dos veces. Por fin se realizó en el sitio de la aparición y así existe hasta nuestros días. Son veneradas distintas imágenes. La imagen de la Virgen de la Cabeza que se apareció al pastor es la que se conserva en la ermita situada en el casco urbano de Jérez. La ermita, como la imagen, son propiedad de la familia X. Esta imagen es diminuta, de diez o doce centímetros de altura, metida y portada en una pequeña hornacina. La imagen que portan los vecinos de Exfiliana desde la parroquia a la ermita, el día de la romería, es nueva (la anterior imagen fue quemada en la guerra), de un metro de altura aproximadamente, de pie, y porta un niño en los brazos. Nos encontramos, por tanto, con tres imágenes de la Virgen de la Cabeza, si contamos la que existe en la propia ermita, que tienen como referente la misma advocación. Nueve días antes de la romería, en Exfiliana se hace una novena en honor de la Virgen de la Cabeza, con asistencia de los vecinos del pueblo, en especial de las mujeres. En Jérez, en la diminuta ermita, es vela 1 da por los distintos pueblos que tienen derecho a participar en los actos de la romería. Cada pueblo tenía asignado un día de velatorio durante las veinticuatro horas. Costumbre que se ha ido perdiendo. La imagen que portan los vecinos de Exfiliana en la romería permanece, durante ocho días, en la ermita de la Virgen del Zalabí. Al domingo siguiente, el primer domingo de mayo, las mujeres devuelven la imagen a la parroquia, portándola en andas desde la ermita hasta el pueblo. Durante estos ocho días son constantes las visitas de los vecinos de Exfiliana a la ermita del Zalabí. ¿Cómo transcurre el día de la romería? a) Nos referiremos primero al trayecto que va de Jérez a la ermita del Zalabí. La familia X, unos días antes, se reúne para elegir al familiar que llevará la hornacina con la Virgen y que presidirá el recorrido hasta la ermita del Zalabí. El familiar designado debe ser una joven, siempre una mujer. La joven va ataviada con el vestido típico de la zona y recorre todo el trayecto a lomos de un caballo, portando siempre la Virgen. Ella será la encargada de recibir la imagen de Exfiliana; en la carroza en que es traída la imagen desde Exfiliana, sube la joven de Jérez y juntas dan algunas vueltas a la explanada. Posteriormente, la joven con la imagen presenta la imagen a los devotos para que aquellos que lo deseen puedan besarla. En la ermita de Jérez se van agrupando gentes con caballerías, alguna carroza y niños ataviados con el traje típico. Es el lugar de reunión para aquellos del Marquesado que deseen acompañar a la Virgen hasta Zalabí. Son muchos los curiosos que observan la comitiva, aunque no vayan a la romería. Esta pasa por delante de la iglesia, sin entrar en ella, dirigiéndose por las calles del pueblo hacia el pueblo vecino de Albuñán. Los vecinos de Albuñán esperan la llegada de la comitiva. Cuando pisa los umbrales del pueblo, las campanas se lanzan al vuelo para anunciar su llegada. Nuevos romeros, con caballos y coches se unen. Se toma entonces el camino en dirección a Zalabí. El camino es aceptable para las caballerías, no tan bueno para los coches. La romería atraviesa la vega de Albuñán para dejarse caer sobre el río Verde. Dejado el río, tomando un camino entre los almendros, a dos kilómetros, encontramos la ermita del Zalabí. b) Desde la parroquia de Exfiliana a la ermita del Zalabí: Este día celebra el pueblo de Exfiliana sus fiestas patronales. La comunidad participa de lleno en la romería. En la puerta de la parroquia esperan que salga la Virgen para acompañarla hasta su santuario. Carrozas engalanadas acompañan a la de la Virgen, tirada por una pareja de bueyes. Delante de la carroza de la Virgen, van las carrozas de las reinas de las fiestas, sus cortes de honor, etc. Detrás, coches y personas a pie. Los romeros de Exfiliana, desde la construcción de la ermita, realizan un recorrido nuevo, más corto y de mejor acceso. Anteriormente tomaban el camino viejo, seguramente vía antigua de comunicación entre Guadix y Zalabí, en dirección de Almería. Por este camino, los romeros marchaban a pie y en caballerías, portando la imagen de la Virgen a hombros. En la explanada de la ermita, se celebra una misa oficiada por el cura párroco de Exfiliana. Frente al improvisado altar se sitúan la carroza de la Virgen y la hornacina de la Virgen de Jérez. Terminados los actos religiosos, los romeros buscan un lugar adecuado para comer o se acercan a los chiringuitos instalados en la explanada. El buen yantar y la fiesta, si el tiempo no lo impide, debajo de algún pino, se prolongarán hasta las cinco de la tarde. En este momento, comienza la salve, con la que se despide a la Virgen de Jérez. El regreso es por el mismo camino de llegada. Al pasar por la iglesia de Albuñán, como más tarde por la de Jérez, los romeros y los vecinos asistentes cantan las respectivas salves. La Virgen de la Cabeza de Jérez permanecerá en su ermita hasta el año siguiente, que de nuevo será sacada en romería el último domingo del mes de abril. Varios son los pueblos que celebran la Virgen de la Cabeza, en el Marquesado del Zenete, incluso alguno como Cogollos de Guadix que, perteneciendo a los Llanos del Marquesado, no fue de la jurisdicción del señorío. Por ejemplo, Cogollos celebra su propia romería. También Ferreira celebra su fiesta de la Virgen de la Cabeza. Lo que demuestra que la Virgen de la Cabeza es reconocida como protectora de los Llanos del Marquesado. La devoción por los contornos también es grande. A nuestro modo de ver, en la romería de la Virgen del Valle del Zalabí, se dan dos actitudes diferentes, como si fuesen dos romerías: En la romería en torno a la familia X, la comunidad de Jérez, como la de los pueblos del Marquesado no participan en la organización, su papel es el de ser meros comparsas. Los romeros que asisten lo hacen a título personal.. No asiste ninguna autoridad civil, ni religiosa, ni tampoco militar. La romería que parte de Exfiliana, sin embargo, se lleva a cabo con la participación de toda la comunidad. Son las fiestas patronales. Cuatro vecinos del pueblo son elegidos mayordomos y son los que se encargan de organizar la fiesta y la romería; mayordomos que cambian todos los años. Todos los vecinos participan de alguna forma, al asistir a los actos religiosos y festivos: La Virgen es de todos y representa a todos por igual, Estas fiestas sí cuentan con la presencia de autoridades religiosas, civiles y militares. Las relaciones
entre
ambas organizaciones
son nulas y veladamente negativas. La familia X ha perdido el
protagonismo
en la organización. En cambio, la organización de
Exfiliana
se encuentra apoyada por la comunidad, está presidida por la
autoridad
religiosa (el sacerdote), por la autoridad militar (la guardia civil) y
por la autoridad civil; que prestan su apoyo moral y económico,
si es necesario. Conclusiones En primer lugar, la romería parece surgir con el asentamiento de los nuevos colonos en el Marquesado y en el Valle del Zalabí. Los nuevos pobladores provenían de diversas zonas de España, pero en especial de la actual provincia de Jaén. Como de todos es sabido, la devoción a la Virgen de la Cabeza por estos lugares es muy fuerte; baste como ejemplo la romería de Andújar. La ermita está emplazada en el pueblo, hoy desaparecido, del Zalabí. Y construida quizás sobre una antigua mezquita, reconstruida como iglesia que, al ser abandonado el pueblo, se convierte en centro de peregrinación. Las cercanías de la ermita de la Virgen del Valle del Zalabí son terrenos de demarcación municipal e incluso de división de aguas. El terreno donde se encuentra actualmente la ermita es de Exfiliana, lo que permitió a esta comunidad tomar como suya la celebración de la romería y nombrar a la Virgen de la Cabeza su patrona. En las disputas de terrenos y aguas, alguna familia del Marquesado no quiso perder su derecho de pastos y de agua para los ganados, pero al delimitar los municipios pasó a manos de otros, con lo que la ermita y la Virgen se convirtieron en tótem. Por último, creemos que se celebran, en el mismo lugar y el mismo día, dos romerías diferentes por su concepción y por su realización. Esto nos llevó a plantearnos si la existencia tan diferenciada de dos romerías en una no tendría algo que ver con la aceptación de los organizadores de ellas a nivel social, del pueblo de origen. Nuestra respuesta fue afirmativa. Si en una no participaba nada más que la familia X, sin apoyo social ni de autoridad alguna; en la otra, el pueblo y las autoridades estaban volcados con la fiesta. De aquí que
intentemos sacar otra conclusión:
que la identidad en la romería es un índice de la
identidad
y cohesión interna de los organizadores con sus pueblos. De esta
forma, se entiende el desarraigo de la romería que proviene de
Jérez;
la familia X, antes de gran prestigio social y económico, hoy lo
tiene perdido a nivel social, y esto creemos que es lo que se refleja
en
su parte de la romería del Zalabí. En cambio, la unidad y
cohesión interna del pueblo de Exfiliana, es lo que se
representa
en su romería. |
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