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Introducción (1) La «marginación» ha sido y sigue siendo una categoría básica en el desarrollo de la antropología aplicada, a la que se ha dotado de distintos contenidos, según los distintos momentos históricos y el carácter de las sociedades y aspectos o problemas a analizar. En este trabajo nos ocupamos del modelo a utilizar para el estudio de la praxis social de un colectivo que vive en el seno de una cultura urbana, con una interacción social condicionada y/o determinada por unas relaciones de poder, cuyo carácter y naturaleza es una de las principales causas de la marginación. Vamos a desarrollar los aspectos teóricos directamente relacionados con la operatividad del concepto «marginación» y unas consideraciones metodológicas que posibiliten actuaciones encaminadas a dar respuesta a los problemas derivados de la marginación como fenómeno social. La adecuación
de este marco teórico-metodológico
va a ser argumentada en función de los aspectos más
significativos
que conforman la vida social del Polígono. Enmarcándolo
en
la globalidad del trabajo antropológico, lo situaríamos
en
los espacios de intersección de la antropología aplicada,
con la antropología política y la antropología
urbana. Apuntes teóricos La cultura urbana propia de las urbes nacidas o que han sufrido un significativo aumento demográfico con el desarrollo industrial, está caracterizada por la constitución de grupos sociales, cuya estructuración interna y la interacción en el seno de la misma está determinada por las relaciones de poder existentes. El desarrollo económico de Andalucía, conformado por: un débil sector industrial, un descapitalizado sector primario y un sector servicios pensado y organizado por y para el turismo; con una fuerte dependencia del exterior, donde se toman muchas de las decisiones políticas y socioeconómicas que la afectan, ha dado lugar a la conformación de «bolsas de pobreza» en los alrededores de las grandes ciudades, formadas por los antiguos residentes en las zonas rurales y pequeños pueblos, a donde han acudido deslumbrados por el «esplendor» de la vida en la ciudad y la «igualdad de oportunidades», constructo ideológico muy caro y presente en los discursos del poder. Este desarrollo ha generado poca riqueza, lo cual da lugar a una escasez de los elementos básicos para una vida digna en muchos grupos sociales, y a que las primeras argumentaciones desde una perspectiva emic acerca de la marginación se muestren en clave económica. Esta penuria económica junto a estructurales desigualdades en el reparto de la riqueza, son determinantes en la particular forma que toman las conflictivas relaciones entre las distintas clases sociales y el significativo peso específico de la marginación en la conformación de una estructura social definida por unas estructuras jerárquicas, ausentes en las sociedades igualitarias definidas como «Aquellas que poseen tantas posiciones de prestigio como personas capaces de ocuparlas» (Fried Morton, 1979, 135). Entendemos como «marginación» aquella situación en la que individuos y/o grupos se sienten privados de acceder a aquellos servicios o medios que les permita una calidad de vida acorde con el desarrollo científico, económico y político-social que presenta esa sociedad y al cual si tienen acceso otros grupos y/o individuos. Las diferentes culturas particulares en cuanto expresión de grupos étnicos, y las subculturas propias de grupos desgajados de la estructura social, han de ser tenidas en cuenta también a la hora de estudiar la marginación, por ser en torno a las mismas y a su instrumentalización como son presentados en muchos casos los conflictos que tienen su causa en la marginación. Debemos analizar los procesos a través de los cuales la diferencia es constituida en desigualdad, e instrumentalizada como factor de marginación. Esta consideración, toma particular importancia en el Polígono de la Cartuja por la presencia de un importante colectivo gitano, y de otros grupos que viven en los intersticios de la sociedad o la margen de ella, a los que desde diversos sectores sociales de dentro y fuera del Polígono se le considera responsables de su propia marginación «por no querer comportarse como es debido en esta sociedad» (2), que por supuesto es a la forma paya, modo imperante en la sociedad. Hacemos nuestra la hipótesis de que: «La esencia de lo que tipificamos como marginación se produce en situaciones de competencia en la que existen condiciones objetivas de que se resuelvan en la suplantación de uno de los competidores por otro, de forma que consiste socialmente en la exclusión del marginado de los espacios sociales, del acceso institucionalizado a los recursos comunes o públicos, de forma que ese acceso es no pactado, menor, limitado temporalmente y dependiente. Este proceso estaría siempre sujeto a una tensión inclusión-exclusión que depende tanto de las variaciones del propio sistema sociocultural como de las propiedades del marginado, sea un colectivo o un individuo» (San Román, 1989, 127). Atendiendo a las características de partes significativas, espacialmente determinadas, del colectivo social del Polígono: lumpemproletariado, individuos en lo que podemos denominar «paro crónico», cartoneros y buscadores en las basuras entre otros, se nos muestran condiciones objetivas para la elaboración de un discurso que afirme el carácter o naturaleza económica de las causas de la marginación que nos es mostrada desde una perspectiva emic. Los actores sociales identifican el poder económico, representado por el dinero, por el poder adquisitivo, como aquel que permite el acceso a todos los demás valores y servicios que presenta la sociedad. El conflicto, expresión manifiesta de esta desigualdad estructural, es mostrado por una mayoría y en su generalidad, como un conflicto de clases y no como uno derivado de diferencias culturales, religiosas o étnicas. La marginación es identificada con carencia de medios económicos fundamentalmente. Esta marginación puede presentar diversas formas y particularidades según el contexto, los grupos protagonistas, y el tipo de actividad, que determina el carácter y naturaleza de esos grupos.Así en nuestro barrio se presenta en la forma de inexistencia de unos servicios básicos, tanto públicos como privados, en condiciones y con garantía de un funcionamiento regular, la imposibilidad de satisfacer las necesidades mínimas de alimento higiene, limpieza y una vivienda digna. El contexto a su vez está determinado por: el carácter del grupo protagonista al que van dirigidos los discursos que usan como vehículo de comunicación la acción; la mayor o menor amplitud del grupo; las relacione que se mantienen con el mismo, en general, y en el momento en que se lleva a cabo la acción en particular. Por todo ello hemos de tener en cuenta las especificidades que presentan en cada caso. Especificidades que son necesarias para el análisis de las formas particulares que toma el fenómeno de la marginación y que son aprehendidas a través de una recogida de datos etnográficos, en un trabajo de campo en el que prevalece una perspectiva emic. La preponderancia concedida a la perspectiva emic viene justificada, por ser la concepción que los actores sociales tienen de su propia marginación y de sus consecuencias, la que está determinando su conducta social y su interacción social dentro y fuera del grupo. Hemos de conocer como el fenómeno está condicionando la vida social independientemente de otras consideraciones ligadas a la «verdad» o no de ciertas «creencias» acerca de la «realidad social». Expresiones de esta marginación como es la delincuencia, han de abordarse desde una perspectiva que tenga en cuenta que los actores sociales han sido socializados en una cultura en la cual, las acciones delictivas forman parte de la actividad más o menos regular, como fuente de ingresos económicos y de prestigio en el seno del grupo.«Ha aprendido e interiorizado normas delictivas y participa de este tipo de subcultura, de modo que su conducta se explica igual que se explica la conducta de una persona socializada en unas normas y conductas convencionales» (Alvira, Canteras, 1985, 29). Dicha
delincuencia,
razón por la que
es famosa nuestra barriada, es la única variable sobre la cual
ha
sido constituida la imagen que sobre ella han elaborado las personas y
grupos «de orden», conformadores de la denominada
«opinión
pública», que necesitan la constitución de un
grupo,
el «ellos», responsable de la crisis social. Todo ello no
viene
a ser mas que un mecanismo de autodefensa, para evitar la
agresión
e incluso el contacto con la suciedad proveniente de esos espacios y
esas
gentes donde está asentada la marginación. La historia del grupo La historia del grupo, el desarrollo o evolución, programado o no, de fenómenos como el cambio socioeconómico, cultural y político de la sociedad en que está inmerso y las políticas que con respecto a: la marginación socioeconómica, la delincuencia, el alcoholismo, el consumo de otras drogas, la pobreza, y el analfabetismo, desarrollan las distintas administraciones, son variables que dotan de esa especificidad antes mencionada, a las particulares formas en que se muestra la marginación. Esta historia, la del grupo social que estamos estudiando, la concebimos como un proceso, que partiendo de la llegada de unas gentes con unas necesidades y expectativas concretas, está conformado por: el desplazamiento en el interior y hacia el exterior del barrio de personas y grupos familiares; la llegada de nuevos miembros y sus motivaciones; la creación de asociaciones y subgrupos de partidos y sindicatos que han desarrollado y desarrollan una lucha para la consecución de unas reivindicaciones socioeconómicas y políticas y su adecuación a la actividad propia de la democracia burguesa; el aumento como consecuencia de la crisis socioeconómica de las manifestaciones externas y más agresivas de la marginación, como son la delincuencia y la drogadicción; la deficiencia crónica en servicios sociales y particularmente en Educación y Sanidad, y cambio y alteraciones en las relaciones interétnicas. Esta historia va a tener como protagonistas a distintos grupos, que presentan diferente amplitud y ámbitos de actividad e influencia, imbricándose los unos con los otros, algunas de las veces conteniéndolos e ignorándose o enfrentándose otras, según los contextos. Esta historia
del
Polígono , reflejo
y resultado de realidades y procesos ajenos al grupo, y de su propia
dinámica,
nos va a permitir; teniendo en cuenta también otras dimensiones
como la interaccional y la simbólica; interpretar entre otros,
fenómenos
tales como: la naturaleza de los grupos formales e informales, la
diferencia
cualitativa existente entre los diversos espacios; las conductas y
acciones
a través de las cuales se muestra la marginación; el
sistema
de valores imperante en los distintos subgrupos, las relaciones entre
estos
subgrupos; la naturaleza de la interacción interétnica;
la
imagen que del barrio, de sus habitantes se tiene desde el exterior, y
la afirmación o la negación según los casos de la
existencia de una identidad o de unas particularidades que pueden ser
consideradas
como propias del barrio por parte de sus moradores. Estos
fenómenos
son constituidos como unidades de análisis. Identidad-imagen del colectivo marginado A pesar de la existencia de unas características propias en las distintas formas en que se muestra la marginación no podemos hablar de la constitución de una identidad específica, por su negatividad. Esas características no son creaciones del colectivo o de individualidades con prestigio o poder dentro del mismo, que las toman como suyas para su conformación grupal, sino que les son atribuidas al «ellos», con cuya negación se constituye el «nosotros» de los ciudadanos honrados. Todo ello no viene a ser más que un mecanismo de autodefensa, para evitar el contacto con la suciedad proveniente de esos espacios y esas gentes donde está asentada la marginación. La identificación del «ellos», cuyo contacto se ha de evitar, condiciona la interacción social con los mismos a nivel individual y colectivo. En la imagen que del barrio, de su propia identidad, se ofrece desde el exterior, es imperante la presencia de la existencia de una marginación social que ha conducido a la delincuencia, o de una delincuencia que genera marginación, según los distintos actores sociales. Este fenómeno caracteriza a estos barrios en todas las ciudades del Estado Español, no siendo exclusivo del Polígono de la Cartuja. El «nosotros», sus componentes, se ven afectados por estas conductas marginales por el hecho de que los actos delictivos son llevados a cabo en espacios y lugares dentro y fuera del barrio, preferentemente en los situados en la parte céntrica de la ciudad, por su mayor rentabilidad en términos económicos. Es por ello que elaboran esa imagen negativa de los residentes en los barrios marginados como primer eslabón de su política de autodefensa y autocomplacencia. En lo referente a los autores materiales de esos hechos delictivos, no se presentan significativas diferencias entre aquellos pertenecientes a uno u otro grupo étnico (payos o gitanos) existentes en el barrio. Los que viven al margen de la legalidad o con acusaciones policiales en firme, pertenecen indistintamente a uno u otro grupo étnico, sin que se muestren importantes y cualitativas diferencias entre el numero de «castellanos» y el de gitanos. Asistimos a una dicotomización de los actores sociales en términos de pertenencia a grupos étnicos, gitano o payo, que se superpone a la conformada en base a delincuente-no delincuente, construcción ideológica que nada tiene que ver con la realidad sociológica antes apuntada, pero condicionante y muchas de las veces determinante de la conducta de aquellos actores sociales de fuera y dentro del barrio que conforman su opinión del mismo, en base a estereotipos por muchos conocidos por su carácter reiterativo. Estos dos
fenómenos, cuya existencia
es manifiesta, cuales son: un considerable número de individuos
o grupos que viven de la delincuencia, y la localización
espacial
de sus acciones, ha generado una corriente de opinión, que ha de
tenerse en cuenta en el estudio de la dinámica social, que
identifica
como peligroso todo aquello proveniente del
polígono:«Cuando
voy a pedir trabajo nunca digo que vivo en el Polígono, pues no
me lo darían nunca» (3).
Discursos acerca de la marginación Para condicionar la interacción, se han constituido y se constituyen discursos encaminados a definir las características que los actores o grupos sociales han de presentar como definidores de su propia identidad, y aquellas que definen al «ellos»; positivo y negativo de una misma imagen fotográfica. Los discursos elaborados sobre la «marginación» y los «marginados», por los distintos grupos de poder, dan lugar a otros discursos, producidos por sus élites, en el seno de dichos colectivos marginados, consideradas estas élites como los individuos o subgrupos más conscientes de su situación y de las causas que la han dado origen. Estos discursos son concebidos como forma de determinar la concepción que los actores sociales tienen de la «marginación», para así determinar su conducta social, en dirección de superar el conflicto, derivación necesaria de la «toma de conciencia» de la falta de recursos, que posibiliten una mínima «calidad de vida». Hemos de estudiar todos los discursos, los producidos por el poder y los de los dominados, única forma de abarcar la complejidad del fenómeno y de huir de la unilateralidades premeditadas. El análisis de los distintos discursos ha de tener en cuenta: el carácter o naturaleza de aquellos que los producen, el contexto en que son dados a conocer y los motivos que los han originado, pues como indica G. W. Mc Donogh: «Los grupos... pueden usar las mismas metáforas, pueden compartir una llamada cultura urbana, aunque no estén de acuerdo en la interpretación de las palabras centrales» (4). Palabras, conceptos que representan, que están siendo usados para definir situaciones históricas concretas, desde perspectivas opuestas, derivadas de la distinta posición ocupada por los diversos grupos en la estructura de poder que define a esa sociedad. Estas definiciones van a influir además de en aquellos a los que va dirigido el discurso, los miembros del «nosotros», en componentes del «otros», por la atracción y poder que presentan las construcciones propias de la ideología dominante. Así nos lo muestra, teniendo en cuenta todas las diferencias existentes entre el contexto y el momento histórico en que fue hecha y el actual en nuestro polígono, la afirmación de que: «El análisis de la esclavitud ha mostrado cómo el esclavo interioriza los valores del hombre blanco» (Bastide, 1972, 10). De ahí la importancia de instituir como dominante una determinada definición de la «marginación», de sus causas, y de las políticas que se han de poner en práctica para erradicarla o al menos paliar sus consecuencias. Otra constante
presente en los discursos elaborados
desde el exterior del grupo acerca de la marginación, es la
generalización
a todos los componentes del grupo, de las características
negativas
usadas para su definición, así como la
culpabilización
de los mismos como responsables de las condiciones que conforman su
«calidad
de vida». Generalización que es negada por los propios
actores
sociales:«Todos no somos delincuentes. Si nos aplican a todos esa
generalización habría que ver el porqué de la
misma» (5).
Se sospecha la existencia de intereses detrás de esa
genérica
clasificación. Dimensión simbólica El estudio de las acciones simbólicas, de la dimensión simbólica de algunas de sus acciones y de los símbolos, nos permite conocer aspectos de las relaciones sociales y de sus motivaciones que por su carácter implícito o la clara y manifiesta voluntad de negarlos por parte de los actores sociales, no pueden ser abordados desde otra perspectiva. A su vez permite profundizar aspectos que tratados teniendo en cuenta las dimensiones histórica e interaccional, necesitan un desarrollo complementario. En los barrios que la celebran, este es el caso del Polígono de la Cartuja, la fiesta del barrio es la acción colectiva de carácter simbólico más significativa, conformada en base a la creación de un contexto vivencial opuesto a aquel en el que tiene lugar la praxis social rutinaria de cada día. Su naturaleza (la de la fiesta), posibilita la recogida de datos sobre algunos aspectos de la realidad a los cuales no tenemos acceso a través del estudio de otro tipo de acciones. Por ello, la fiesta, los espacios y tiempos de particular naturaleza (simbólica), la interacción social entre grupos de dentro y de fuera del barrio, el carácter y desarrollo de los actos que en la misma tienen lugar, son las unidades de observación, fuente de datos, para el estudio de la conflictiva naturaleza que presentan las relaciones entre los diversos grupos del barrio, cuando las mismas están encaminadas a la consecución del protagonismo que posibilita la presentación de su grupo y de las características y valores que lo conforman, como propio y definidor de todo el colectivo y ostentador del prestigio y del poder. Cuando existe por parte de los protagonistas, una firme voluntad de constituir un grupo, los diversos estudios realizados sobre las acciones simbólicas inciden sobre el papel jugado por las fiestas (acciones simbólicas en este marco teórico) como rito superador-sublimador de los conflictos y problemas que ponen en peligro la unidad y configuración del grupo. La fiesta es para estos autores el lugar y el momento donde son resueltos de forma simbólica todas las contradicciones existentes entre los subgrupos, que impiden el desarrollo de una praxis unitaria, en pro del desarrollo y bienestar del grupo (Apaolaza, 1987, 169). En el caso que
nos
ocupa, es la negación
a
constituir un grupo social que abarque y comprenda a los diversos
sectores
sociales, de algunos de los actores sociales, lo que es mostrado de
forma
simbólica y pragmática aprovechando el específico
contexto al que da origen la fiesta del barrio. Esta negativa tiene su
razón de ser en la necesidad de diferenciarse de aquellos
subgrupos,
presentes en el barrio, identificados como lo más negativo de la
sociedad, según sus propios valores de orden, disciplina y
colaboración,
los cuales entre otros definen la conducta ideal que caracteriza al
grupo. Consideraciones metodológicas El objeto de estudio y la finalidad de la investigación van a determinar el marco teórico y la metodología que ha de guiar el trabajo de investigación. El concepto de «marginación» que vamos a utilizar va a depender de la finalidad del estudio, pues es en este campo donde está presente la realización de investigaciones ligadas a programas de actuación social, potenciados por las administraciones u otros colectivos. La finalidad de estos estudios es posibilitar el cambio y desarrollo de las realidades económicas, sociales y culturales, que están determinadas por las relaciones de poder y subordinación que configuran la interacción entre los diversos grupos e individuos del colectivo. El «conflicto», «la marginación» y el «cambio social» son los fenómenos, realidades sociales, a través de cuyo análisis vamos a aprehender la vida social de los barrios marginales y concretamente el del Polígono de la Cartuja. Han sido éstos los fenómenos elegidos por estar interrelacionados y ser omnipresentes en cualquier actividad de carácter público que se celebre y condicionar la vida privada de los actores sociales. Son la dimensión interaccional, junto a la histórica y la simbólica, las elegidas para llevar adelante esta investigación. El antropólogo hace de puente, de nexo de unión, entre el colectivo en el seno del cual se está realizando el análisis, y las autoridades que van a posibilitar llevar a cabo un programa de acción, acorde con los resultados o conclusiones obtenidos del trabajo de investigación. Como estrategia metodológica aplicamos este marco teórico a aquellos grupos que son conscientes de su marginación y en los cuales esta marginación está condicionando su praxis social; y a los que son definidos como tales por la administración u otros organismos oficiales o paraoficiales que aplican sobre los mismos, políticas específicas determinadas por ésta su definición, como grupos marginales. Estos grupos o individuos conscientes de la marginación en que viven, son los dinamizadores de la vida social del colectivo, aquellos que están determinando la misma y con los cuales se puede generar una dinámica que posibilite la constitución de un proceso que les conduzca a la superación de la situación de postración en que actualmente se encuentran. Por ello hemos planteado una investigación desde una perspectiva emic y concedido un papel importante, más allá del concedido el mero informante, a estos grupos o individuos, líderes de los diversos movimientos que se conforman dentro del grupo. Los segundos aquellos que son definidos como tales por las autoridades de diverso tipo, constituyen el grupo de referencia, complementario del anterior en un análisis del colectivo, considerado en su globalidad. Las
características que tomamos como
definidoras del grupo son las que van a determinar la formación
de las distintas unidades de observación y la concreción
de las unidades de análisis. Así al estudiar un
determinado
barrio caracterizado por un espacio común compartido y unas
características
socioeconómicas similares, hemos de distinguir en el seno del
mismo
los distintos sectores constituidos según las variables de edad,
sexo, profesión, e ideología política, no cayendo
en el peligroso por falso, tópico de hablar de una identidad
común
que define a todo el colectivo que ha sido constituida en
función
de su residencia en un espacio concreto, dato significativo que no
determinante,
que ha de tenerse en cuenta en el análisis de la vida social del
colectivo. Estudio de la historia social del colectivo La bibliografía (existente en el caso que nos ocupa de La Cartuja) acerca del colectivo y la presencia de personas que viven en el mismo desde su constitución o desde sus primeros años, nos va a permitir elaborar su historia, clave necesaria para acceder a la comprensión de la actual dinámica social. Iniciaremos la elaboración de esta historia con una lectura crítica de la bibliografía existente acerca del barrio y aquella otra que trate aspectos relacionados con: la marginación, los barrios periféricos y los guetos de las grandes ciudades, los gitanos, grupo étnico presente en el barrio, u otros grupos étnicos con una importante presencia, y la conflictividad presente en las relaciones interétnicas. Posteriormente llevaremos a cabo la elaboración de biografías-historias de vida de hombres y mujeres del barrio, «puesto que la pertenencia a una comunidad es una de las características del desarrollo humano, el relato de estas secuencias individuales proveen una gran cantidad de información acerca de la sociedad a la que estos individuos pertenecen. Las diferencias en la experiencia vital de los individuos dan sin duda lugar a diferencias de visión y de actitud que los investigadores de campo serían incapaces de comprender sin disponer de esa información» (Rossi O'Higgins, 1980, 170). Para la
elección de esos hombres y
mujeres tendremos en cuenta: el tiempo de residencia en el barrio, su
prestigio
y poder en el seno de su grupo y su participación activa en los
distintos acontecimientos sociopolíticos y culturales de
carácter
público que han tenido lugar en el Polígono. La
constatación
de estas variables no implica que la elección se centre en
aquellas
personas que concreticen las mismas en su mayor relevancia, sino que se
hará dicha elección en base a la diferente
concreción
que presentan dichas características. Conclusiones El estudio de las diversas realidades y la elaboración de distintos programas de actuación han de tener en cuenta las diferentes valoraciones que se tienen de la marginación, rechazando tópicos que plantean como deseable la integración en la «sociedad normal». Son muchos los actores sociales que han hecho de los denominados espacios marginales su medio de vida, tanto en lo económico como en lo sociopolítico y cultural. Es ilustrativo al respecto, la distinta utilización que de las diferentes imágenes que de los mismos se han constituido, muestran en los distintos contextos, así en la manifestación celebrada el 26-4-89 sobre la cual hemos recogido información en el diario Ideal del día siguiente, en la que eran mayoría los miembros de la Asamblea de Parados del Polígono de la Cartuja, se gritaba entre otras consignas: «somos currantes no maleantes», mientras que en otra ocasión que puede también mostrarse como significativa de lo que ocurre en otro contexto, diferenciado del anterior por el tipo de acción y del espacio en que tienen lugar, se exclama a la vez que se defienden de lo que ellos consideran prepotencia y abuso de autoridad en un conflicto con la policía: «Aquí estamos la gente del Polígono», según informa Ideal en su número correspondiente al 20-7-89. El concepto de
«marginación»
suele ser utilizado como un cliché aplicable a cualquier
situación
o realidad que se salga de los cánones de lo que se considera
una
conducta acorde con los valores imperantes. Cliché constituido
por
el «nosotros» definido por el orden tal como lo conciben
los
detentadores del poder, y que sirve de base a conductas de rechazo
hacia
los calificados como marginados. Frente a ello hemos de defender una
concepción
de la marginación como un concepto dinámico abierto a
nuevas
formulaciones, en función de los diversos contextos y actores
sociales,
que sea utilizado como herramienta de análisis científico
y no como un concepto estático y estigmatizador, que dicotomiza
la sociedad en buenos y malos.
1. Este articulo está una elaboración de aquellos aspectos teóricos presentados en el V Congreso de Antropología celebrado del 10 al 15 de diciembre en Granada, en la comunicación titulada: «Marginación». Cliché ideológico o categoría científica, por José Miguel Apaolaza Beraza y Joaquina Cabello Hidalgo. 2. Entrevista a E. 3. Entrevista a J. T. 4. Ponencia presentada en el V Congreso de Antropología por Gary W. Mc Donogough: Discursos de la marginación. 5.
Comunicación personal
de J.
Alvira, F. y A. Canteras Apaolaza Beraza, J. M. Ardébol, E. (y otros) Bastide, R. Fernández Gutiérrez, F. Fried Morton, H. Foster, G. M. Knipmeter, M. (y otros) Lewis, O.: Luque Baena, E.: Moreno Navarro, I. Rodríguez-Villasante (y otros) San Román, T. |
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