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1. El mito de referencia M1: Relato de Agripina Porras (registrado en la comunidad de San Antonio, en el distrito de Salcahuasi):
2. La estructura y función del mito La estructura del mito, mediante el código atmosférico, presenta una interrelación entre dos estados sociales opuestos entre el caos y la armonía. El caos social se asocia con la primera creación; por tanto, con el pasado, al que pertenece la primera humanidad, caracterizada por la preponderancia de una crisis de valores entre los gentiles: malvados, egoístas, envidiosos, ambiciosos, avaros, no-solidarios, no-creyentes o herejes, antropófagos y laboriosos inmoderados; crisis que hace transgredir un conjunto de reglas sociales fundamentales que los coloca en una situación de eminente amenaza de destrucción, y hace aflorar una lógica interna del mito que es el conflicto entre dios y la humanidad pecadora (Nagy 1998), haciendo surgir la destrucción como contradictoria a la creación. La destrucción de la primera humanidad implica tres cataclismos: la hambruna, el diluvio y la salida simultánea de dos soles acompañada por una lluvia de fuego. Cataclismos que se constituyen en operadores simbólicos del proceso cosmogónico, antropogónico y social. Sin embargo, por tratarse de una humanidad poderosa, de los dos primeros cataclismos se salvan y perecen con el tercero. No obstante la destrucción del tercer cataclismo no es absoluta. Algunos elegidos se salvan y a partir de ellos se reconstituye una segunda humanidad no-gentil, que pertenece a una segunda "creación" (re-creación) con armonía social, que temporalmente pertenece al presente, con valores sociales recuperados: bondadosos, abnegados, desinteresados, desdeñosos, desprendidos, solidarios, creyentes (cristianos), no-antropófagos y laboriosos moderados, recuperación que reinstaura la vigencia de un conjunto de reglas sociales fundamentales. En este sentido, es pertinente señalar que la temporalidad de estos relatos míticos tampoco es circular como un eterno retorno, sino más bien es un círculo que se cierra y da nacimiento a una continuidad en espiral. Los relatos míticos analizados son cosmogónicos, antropogónicos y sociales. La afirmación anterior parece una contradicción si se considera que el mito ya establece la existencia de una primera creación (cosmo y antropogónicamente). La paradoja se desvanece si se considera que, en el mito sobre los gentiles, el simbolismo del agua y del fuego significa la regresión al caos, a lo preformal, la reintegración al mundo indiferenciado de la preexistencia, a las que corresponde una segunda creación (más bien re-creación) del mundo y del hombre, porque los cataclismos no equivalen a una extinción definitiva, sino a una reintegración pasajera a lo indistinto, seguida de la nueva creación cósmica, de un nuevo hombre (este es un aspecto soteriológico del mito), de la regeneración de la humanidad (Eliade 1994a, 1994b). En cambio, con
respecto al modelo que el mito
revela, el discurso mítico sobre los gentiles se presenta como
persuasivo
y paradigmático, porque cuestiona y sanciona un conjunto de
cualidades
y situaciones negativas de los miembros de la antigua humanidad; y,
desde
la operación discursiva y simbólica, propone modelos de
acción
mediante la lección moral, que en el mito se objetiva cuando se
establece una humanidad con valores recuperados, culta, organizada, con
reglas sociales respetadas. Es decir, la conciencia colectiva
contemporánea
ha convertido esto relatos míticos en una lección que se
comporta como soporte de su propia organización sociocultural. 3. La configuración de los valores en el mito A mediados del milenio pasado, fuera de la cristiandad, los hombres en el mundo se repartían entre judíos, mahometanos y gentiles. Estos últimos eran los habitantes aborígenes de América. La misión de los españoles era llevar la palabra de Dios a los indios para terminar con un ciclo (el de los gentiles) (Flores 1987). La construcción cultural de los gentiles como categoría clasificatoria data del siglo XVII. Gentil es sinónimo de pagano, no bautizado, homologado con el Mal. Reproduce o más bien sintetiza la frontera y "la clase" a vencer por la "España de Cristo" y los "Extirpadores de idolatrías". El discurso sobre los gentiles se sincretizó con los mitos andinos prehispanos sobre diversos cataclismos (ver más adelante el cuadro 1) para configurar un nuevo discurso mítico que contemporáneamente se halla enriquecida con elementos de las dos tradiciones. No obstante, el mensaje de los extirpadores de idolatrías fue asimilado por la población aborigen y se aceptó que los antepasados eran "grandes pecadores" (Ansión 1987). Y "el pecado de los mayores" fue identificado como demonio. "En una sociedad basada íntegramente en las relaciones de parentesco, el trauma que produjo esta declaración es indescriptible" (Millones 1967: 17). García
Miranda (1997) sostiene que
por la influencia de los españoles a los moradores, por lo
general,
prehipánicos y más precisamente preincas se empezó
a llamarlos "gentiles", denominación que, además,
justificó
las acciones represivas de los naturales por parte de los
españoles.
Estos pueblos corresponden a pequeños reinos y
señoríos
que se formaron y desarrollaron como consecuencia de la
desestructuración
del viejo imperio andino Wari (700-1100 d. de C.). En la zona
están
identificados por la confederación Chanka (1100-1470 d. de C.) a
los que pertenecieron los Tayacaxa. Posteriormente fueron sometidos a
la
hegemonía Inca (Delrán 1981). 3.1. Características axiológicas de los gentiles Los relatos míticos analizados presentan una serie de cualidades axiológicas negativas que caracterizan a la humanidad de los gentiles, cualidades que se constituyen en los causales que los sume en un estado social caótico. Se trata de hombres malvados, egoístas, envidiosos, ambiciosos, avaros, no-solidarios, no-creyentes, antropófagos y laboriosos inmoderados. La maldad llegaba hasta el extremo de no dejar ingresar a otras personas a sus tierras (M1, 3, 5, 7, 8, 11) (1). Subliman con exceso a la tierra de cultivo hasta no permitir que ni en las uñas de los pies de las personas que atravesaban su chacra se vaya ni un gramo de ella. Esa sublimación en el mito hace surgir una valoración social negativa. A las huellas que dejaron los que atravesaron por sus chacras los recogían y los lanzaban muy lejos con sus hondas para que esas personas abandonen el pueblo (M8). El M7 señala que no ayudaban a los pobres y que tampoco dejaban recolectar hojas de mostaza del interior de sus cultivos. Así, el mito proyecta la imagen de una sociedad que ha quebrantado las reglas de solidaridad, respeto y cariño entre los hombres, y los caracteriza como hombres malvados. La maldad de los hombres gentiles se prolonga más halla de sus vidas. Actualmente, los lugares donde estuvieron ubicados sus moradas dañan a las personas. Los lugares donde están sus restos (cuevas o debajo de las rocas) también causan enfermedades (M14). De sus moradas o los lugares donde están sus restos provienen aires malignos que causan enfermedades (M3 y 6). Cuando las personas hacen contacto con sus huesos también sufren malestares (M3, 4, 6 y 11). El arco iris es su cabello y también daña la salud (M1). La cualidad egoísta está manifiesta en los M1 y 7. En el M10, el informante expresa que los gentiles "no nos dejaron nada", que conscientemente dijeron "no hay que dejar nada" [para los hombres de la futura humanidad] (M14), por eso se enterraron con todas sus cosas (M10, 11 y 12). Cuando los gentiles supieron que serían exterminados, quebraron todos sus utensilios: morteros, majadores o pilones, batanes, tonaos o tunay (piedras que hacen par con el batán y sirven para moler granos); igual maltratadas están sus cerámicas: ollas, porongos, platos; también están deterioradas adrede sus objetos metálicos: imperdibles especialmente; la misma característica presenta sus herramientas. Los M3 y 4 describen escuetamente a los gentiles como envidiosos. En cambio el M11 los describe detalladamente como ambiciosos: Este mito narra que Pancho gobernaba a un pueblo gentil llamado Corral Pata. Lorenzo era el "ingeniero" que hacía subir al agua por canales subterráneos. Tiwku era el "médico" (curador) que atendía a todos los enfermos. Pancho ambicionaba la plata que extraían los gentiles, por eso fue muerto por Lorenzo. La familia de Pancho, en venganza, dio muerte a Lorenzo. Ambos fueron enterrados en féretros de piedra, en posición de sentado, al lado de sus riquezas. Pero cuando murió Lorenzo hubo escasez de agua, por eso mucha gente murió. Entonces Tiwku ocupó el gobierno, pero a él también le entró la ambición, entonces la comunidad le dio muerte. Cuando murieron los tres hubo escasez de agua, aparecieron las enfermedades y el caos. La gente empezó a morirse muy seguido por que nadie sabía el arte ni la sabiduría de curar. El M12 tiene influencia moderna. El dinero ya tiene presencia en él, es un signo que el relato se contextualiza a los nuevos tiempos. Este mito describe que algunos gentiles "... fueron adinerados, pero no ayudaban a los pobres, más bien enterraban su dinero en ollas de barro". Este mito permite calificar a los hombres gentiles como avaros en tanto que el entierro de su dinero sólo podía posible en la medida en que había una actitud acumulativa desmedida. La conducta de los tres gentiles del M11 también puede ser ubicada en el ámbito de una conducta avara porque cuando murieron fueron enterrados junto con sus riquezas, sin embargo, es más probable que esté describiendo a los entierros de personajes importantes: guerreros o sacerdotes. Los gentiles no eran solidarios. Entre ellos ni siquiera candela se daban (M1, 4, 5 y 8), ningún favor se hacían (M5), no se daban trabajo (M9), tampoco ayudaban a los pobres (M12). En los Andes, hasta hace poco, la candela era un bien supervalorado. En un hogar, cuando de una tarde a una mañana no lograban conservar la brasa, al amanecer las mujeres veían en cuál de las casas empezaba a humear y con un trozo de teja o alguna otra cerámica partida iban a pedir brasa para tener fuego y preparar los alimentos. En el mito, esta solidaridad elemental aparece violentada: los gentiles se niegan a darse candela. Actualmente en la comunidad de Huarisca (en la cuenca del Cunas en Chupaca) dicen que "entre gentiles se vendían candela". Por otra parte, el realizar algún favor, el dar trabajo a quien necesita obtener un pago a cambio, y dar ayuda a los más pobres de la sociedad, son reglas sociales de solidaridad violentadas por los gentiles. Actualmente, en la comunidad de Chongos Bajo (en el sudoeste del valle del Mantaro), a la persona que quiebra las reglas de solidaridad y reciprocidad les dicen "sobreviviente de gentil". Los M1, 2, 7 y 9 describen a los gentiles como no-creyentes en el dios cristiano. En este caso es evidente la influencia de la tradición bíblica. "La gente era muy hereje" (M7), "dicen que esos gentiles no creían en nada ni nadie, ni en Dios" (M1). "Como ellos eran no-creyentes, más bien lanzaban flechas al cielo, inclusive lanzaban piedras con sus hondas, Apara que muera Dios, diciendo" (M1). Solamente el M4 describe que en tiempo de los gentiles "... había mucha hambre, hasta entre ellos habían empezado a comerse". En algunos casos (en los relatos colcabambinos) mataban a sus hijos por no poder alimentarlos. En cambio, en algunas versiones ayacuchanas (región vecina al área de mi estudio) los gentiles son descritos como antropófagos (Ansión, 1989). Finalmente, el M12 presenta a los gentiles como laboriosos inmoderados, porque ellos "trabajaban amarrando al Sol". La laboriosidad moderada implica trabajar en el día y descansar por la noche. En contraste, amarrar al Sol significa inexistencia de la noche; por tanto, la laboriosidad mítica inmoderada implica el trabajo sin descanso. El "amarrar al Sol" también connota que en el imaginario andino preinca existía la "posibilidad" mítica de detener al tiempo. El "poder" anterior se lo atribuyen por ser "segundos dioses" (M6, 8 y 12), que tenían el control sobre las lluvias (M13). En el M10 se puede hallar que los gentiles también tenían cualidades axiológicas positivas: Vivían sin pobreza, no tomaban aguardiente y sus hijos no eran malcriados; eran sabios y tenían dotes predictivos (M5 y 13). La proyección de estos valores positivos no son predominantes, aparecen excepcionalmente en los relatos analizados. Sin embargo, la construcción cultural de los gentiles como categoría clasificatoria, aún cuando sus implicaciones axiológicas eran de predominancia negativa, estaba ausente en el padrón parroquial que era base para la mita minera (o prestación de trabajo gratuito y obligatorio en favor del español); de ahí que en 1613, los indígenas de Huancavelica apostaban a favor de la gentilidad de sus hijos, para librarlos de la mita (Anónimo 1919). El discurso mítico contemporáneo permite establecer la aceptación que los gentiles son producto de una primera creación divina con poder de un "dios primero". En algunos relatos aparecen las alusiones explícitas del dios cristiano, en otros están presentes también pero de manera velada, y tienen que ser reactualizados para el análisis. El conjunto de
cualidades axiológicas
negativas caracterizan al estado social gentil como caótico, y
la
coloca en eminente amenaza de destrucción; por tanto, el caos
que
implica la crisis de valores y la transgresión de reglas
sociales,
se correlaciona con la muerte a los que se orienta los cataclismos
míticos
como operadores del proceso cósmico y social. 3.2. Los cataclismos Es indicio de la existencia de mitos andinos prehispanos sobre diversos cataclismos las connotaciones quechuas lloccllavuno pachacuti (diluvio), nina pachacuti (fin del mundo por fuego), pacha cuti pacha ticra (fin del mundo o gran destrucción, pestilencia, ruina, pérdida o daño común) y lloclla (avenida de agua o diluvio) (González Holguín 1989). En efecto, muchos cronistas de la conquista y la colonia escribieron sobre dichas tradiciones. El cuadro 1, sin pretender ser exhaustivo, presenta una síntesis de la estructura de los mitos prehispanos y su metamorfosis subsiguiente. Este cuadro permite desprender que los registros de Juan de Velasco, Francisco de Ávila, Pedro Sarmiento, Bernabé Cobo y Juan de Santa Cruz de Pachacuti pertenecen a las versiones andinas prehispanas del mito. En estas versiones el cataclismo se produce por la inundación de la tierra con sangre, por efectos de los maremotos, por la conversión de los hombres en piedras y por la destrucción con fuego. En contraste las versiones del Inca Garcilaso y Guamán Poma de Ayala tienen innegable influencia bíblica; mientras que las de Cristóbal de Molina, Bernabé Cobo y Pedro de Cieza de León reactualizan a un creador que hace perecer a la primera creación, pero no hay mención explícita del Dios cristiano. Cuadro 1: Los
mitos
andinos sobre diversos
cataclismos pre y poshispanos:
El tiempo mítico en la relación de todos los cronistas, con excepción de Pedro Sarmiento, empieza con un ciclo que se cierra y simultáneamente da inicio a un recorrido en espiral. Es decir, la humanidad es destruida por diversos cataclismos (ciclo cerrado), pero hay excepciones diversas: Pacha, su mujer y sus tres hijos; un pastor; un hombre y una mujer; gente (de número indeterminado); un pastor y sus seis hijos; una pareja; dos hermanos; algunos huancas y chucuitos; seis personas; cuatro hermanos; cuatro hermanos con cuatro mujeres; pueblos íntegros; los españoles. En la relación de Pedro Sarmiento hay un tiempo circular que se cierra (los hombres gigantes creados por el dios panandino Viracocha fueron destruidos en forma total), pero el círculo cerrado se conecta linealmente a otro ciclo que no recupera nada de lo anterior: Viracocha crea hombres, les dio leyes, pero eran tacaños y engreídos, por eso los convirtió en piedras o hizo que se los trague la tierra o el mar: el segundo ciclo se cierra; sin embargo, tres hombres se salvan, a partir de los cuales recrea la humanidad. Entonces, cuando el segundo ciclo se cierra, al recuperar de este ciclo un "germen", da apertura continua a una espiral. Las versiones del cronista mestizo Inca Garcilaso y del indio Guamán Poma de Ayala presentan influencias nítidas de occidente. En consecuencia, los hermanos Ayar y sus cuatro mujeres (una de las versiones sobre los héroes culturales fundadores del imperio de los Incas) que salieron de la cueva (paqarina) del Paucartampu, para Garcilaso salen de la "ventana del Arca de Noé"; es decir, la cueva como paqarina es una ventana del Arca. En Guamán Poma de Ayala, los hombres que salieron del Arca de Noé (de la cueva) son los españoles. El cataclismo en sus diversas formas se constituye en un símbolo de operador cosmogónico, antropogónico y social, que atraviesa desde antiguas capas de la cultura y se proyecta a tiempos contemporáneos. Con razón Lotman (1993) sostuvo que los símbolos son los elementos más estables del continuum cultural, pero al mismo tiempo es variante, se correlaciona con su contexto cultural, se transforma bajo su influencia, y a su vez, lo transforma. En los mitos contemporáneos estudiados son tres los cataclismos mediante los cuales el creador pretende y logra destruir a la primera humanidad gentil: La hambruna, el diluvio, y la salida de dos soles acompañada con lluvia de fuego. Expongo cada uno de estos cataclismos y sus respectivas implicaciones: 3.2.1. La hambruna Dios decidió castigar a los gentiles por la transgresión de los valores y las reglas sociales, y envío la hambruna (M5 y 8). Como unidad mínima de significación, la hambruna se asocia causalmente con la sequía (fenómeno climático inverso a la presencia de agua por lluvias) y ésta con los excesos de calor pero al mismo tiempo con excesos de frío; y, tanto el calor como el frío queman. Los relatos presentan un conjunto de signos e indicadores que así lo confirman. Las plantas empezaron a secarse, los gentiles no tenían que comer, en algunos casos matan a sus hijos por no poder alimentarlos. En un relato, los gentiles llegan a la antropofagia. En cambio, en los mitos del norte de Tayacaja, los gentiles sobrevivieron comiendo hojas de plátano (Musa paradisiaca), frutos silvestres, las raíces de algunas plantas y los tubérculos de pati (Bonbax weberbaueri). Sin embargo, es
bueno tener presente para
la reflexión, que la hambruna y luego la antropofagia surgen por
el enfrentamiento mítico entre una divinidad creadora y la
primera
humanidad, cuyos miembros también tenían poderes (en
algunos
casos considerados como segundo dios), con cierto control sobre el
tiempo,
y que podían hacer llover a su querer. Entonces se proyecta una
imagen mítica de un Dios más poderoso que va poniendo en
peligro la existencia de esa humanidad. Al poder de los gentiles de
generar
lluvia se opone otro poder superior e inverso, que anula la capacidad
de
los hombres de la primera humanidad e impone un estado climático
de prolongadas ausencias de lluvias con la consecuente escasez de
alimentos.
No obstante, los gentiles sobreviven a este primer cataclismo. 3.2.2. El diluvio 3.2.2.1. El carácter universal de los mitos sobre el diluvio Los mitos sobre el diluvio son universales. Todo mortal ha escuchado hablar en alguna oportunidad sobre el diluvio, no importa la raza o la religión, lo importante es que la "historia" sobre una inundación que exterminó la raza humana como castigo divino ha estado y continúa latente a través de los años en la gran mayoría de las culturas del mundo (Jackeline García 1997). La presencia del mito sobre el diluvio ha sido identificada en Babilonia, Grecia Antigua, India, Oriente, Archipiélago Índico, Australia, Nueva Guinea, Melanesia, Polinesia, Micronesia, Suramérica, América Central, América del Norte y África (Frazer 1986). Realmente ningún cataclismo ha ocurrido que, como el diluvio, cubriera la totalidad de la superficie de la tierra y que sumergiera incluso las montañas más altas, en el cual perecieron ahogados la casi totalidad de los seres humanos y de los animales del planeta (Frazer 1986). En cambio es posible e incluso probable que, bajo una corteza mítica, estos relatos conserven un núcleo de verdad; es decir, puede que contengan reminiscencias de inundaciones que hayan afectado efectivamente a regiones particulares y que al irse transmitiendo con ayuda de la tradición popular hayan sido aumentadas hasta convertirse en acontecimientos de expresión planetaria (Frazer 1986); es decir, el mito subsume a la historia casi hasta hacerla imperceptible. Así, cuando se refiere al mito babilonio, "la historia se basa... en el fenómeno anual de la estación de las lluvias y de las tempestades, que en Babilonia dura varios meses, durante los cuales quedan sumergidos distritos completos del valle del Éufrates. La lluvia y las tormentas han causado grandes estragos... que impresionó profundamente a la gente de la época..." (Frazer 1986: 185). "En conjunto, pues, parece haber buenas razones para pensar que algunas, y probablemente muchas tradiciones diluviales, son tan solo el relato exagerado de inundaciones que ocurrieron en realidad, ya fuesen como resultado de lluvias copiosas, de maremotos provocados por los temblores de tierra o de otras causas cualesquiera" (Frazer 1986: 186). Contemporáneamente, los efectos del fenómeno del Niño, ocurridos durante los años de 1997 y 1998, hicieron de los hombres testigos de grandes inundaciones en diversas regiones del mundo, provocando grandes perjuicios a los habitantes de muchos países en diversos continentes. En el Perú, por ejemplo, en un desierto entre los departamentos costeños de Lambayeque y Piura, en 1998, con las inundaciones se formó un lago temporal denominado La Niña, que fue de casi la mitad de la extensión del lago Titicaca. En México, las inundaciones de 1999 ocasionaron alrededor de 500 muertes y los perjuicios económicos fueron muy elevados. En el pasado, situaciones como estas habrían dado lugar a los mitos locales con tendencias universalizantes. 3.2.2.2. El diluvio en el corpus de los relatos míticos El diluvio, por ser exceso de agua por lluvias, es inverso de la sequía o la ausencia prolongada de lluvias que provocó las hambrunas, y constituye el segundo medio a través del cual, el Creador intenta destruir a la primera humanidad (M1, 2, 3, 4, 5, 6 y 13). Dos versiones presentan algunas variantes ligeras y el diluvio viene acompañado de aluviones (M7); en cambio en el M9, las lluvias vienen acompañadas de obscuridad. No obstante, por su poder predictivo, los gentiles supieron lo que Dios intentaba. Algunos construyeron unos "cajones" (M1, 5 y 13): "Dicen que el agua ya inundaba hasta la punta de los cerros; los gentiles iban flotando riéndose en el interior de su cajón" (M1). Otros construyeron unas "carpas" (M3), los terceros dispusieron de unas vasijas de barro (M2, 5, 8 y 9) y de peroles (M8) y, flotando en ellos, lograron burlar a la segunda intención del oponente destructor. En cambio, uno de los mitos, acopiados en la comunidad de Pongollo, hace alusión explícita a Noé y su arca. En este caso, la influencia bíblica es nítida: "En tiempo de los gentiles, sólo Noé adoraba a Jesucristo, entonces a Noé, en su sueño, le dijo: «Prepara un arca, porque habrá un diluvio y caerá lluvia de candela y saldrán dos soles que exterminarán a toda la gente, porque son envidiosas" (M4). 3.2.2.3. La salida de dos soles y la lluvia de fuego Para aniquilar a los gentiles, Dios hizo surgir dos soles acompañado o seguido por lluvia de fuego (M1, 2, 3, 4, 5, 6 y 13). Las Estrellas cayeron del cielo (M4). En cambio los M2, 6, 7, 11 y 13 sólo aluden a la salida de dos astros solares. La sequía y la salida de los astros solares junto con lluvia de fuego son afines en el sentido en que ambos implican la ausencia de agua. La diferencia es que el último cataclismo parece ser radical y de efecto devastador para la primera humanidad. La salida de los dos soles y la caída de lluvia de fuego no sólo está en los relatos míticos sino también en las canciones y cuentos andinos. Así, en 1998, una adolescente de San Antonio interpretó una canción, una de las estrofas dice: Iskay intis lloqsimunqa / Nina paras chayamunqa / Chaypas, chaypas nanawanchu / Runapa simin nanawanqa (Saldrán dos soles / Lloverá fuego / Ni uno, ni otro me duelen / Las calumnias sí). Por otra parte, en el cuento del zorro (Canis colpaeus) y el cuy (conejillo de la indias), zorro y ratón (Mus musculus) o zorro y conejo, cuando éste se ve atrapado por aquel, le hace creer que lloverá fuego: así el cuy le hace cavar un hoyo al zorro y luego lo cubre con espinos, después con piedras y tierra, y fuga de su captor (Morote 1988). Los gentiles, sabedores que emergerían dos soles y que habría lluvia de fuego, cavaron huecos debajo de inmensas rocas, algunos buscaron refugios en las profundidades de las cuevas, otros construyeron refugios en el subsuelo de áreas pantanosas. Se fueron llevando todas sus cosas y comidas, pero cuando no cesaba la lluvia de fuego, destruyeron a sus pertenencias para que nadie los utilice en el futuro. Hasta ahora sus restos, herramientas y otros utensilios se hallan en las cuevas. La paradoja que surge de la cualidad destructora radical del fuego (dos soles y lluvia de fuego), que no daría lugar a su regeneración, es superada con la salvación de Noé que, junto con otras personas que "vivían por miles de años", "empezó a formar nuevos pueblos" (M4); no obstante, Noé se constituye en el padre mítico de la nueva humanidad. De ahí la importancia de destacar que el imaginario da por hecho que hubo pueblos que no fueron afectados por el cataclismo, probablemente pueblos que no pertenecieron a la categoría de gentiles como lo prueba un pasaje del M4: "Luego [del diluvio], el mismo Espíritu Santo abrió el arca y ordenó a Noé para que fuera a formar su hogar, con todos sus animales. Pero en ese lugar había otras personas que vivían por miles de años, así empezó a formar nuevos pueblos". De aquí se perfila otra forma temporal del mito: un ciclo que se cierra y recupera la excepción de la destrucción para re-crear la humanidad; así, el ciclo cerrado abre la continuidad en espiral. Pero también cuando los narradores dicen que "Dios les castigó enviando dos soles, para que esa gente muera", o cuando dicen que "murieron todos los gentiles", en el análisis surgen los opuestos "esta gente"/"esa gente", "no-gentil"/"gentil"; es decir, que "esta gente" es "no-gentil", es la humanidad presente. Es importante recordar que de los 14 mitos acopiados, sólo en el M4 aparece Noé, pero que recrea la humanidad con otros pueblos que se supone fueron no-gentiles, razón por la que fueron exceptuados del exterminio. Son interesantes ciertos signos de resistencia: algunos relatos señalan que los gentiles dejaron dicho que retornarían y por eso su muerte no fue absoluta. En la comunidad de Colcabamba me informaron que los gentiles hacen ruido y conversan en las noches con luna nueva. Porque no están absolutamente muertos, a las personas que, sin temerlos y respetarlos, profanen sus tumbas, los puede volver cojos o ciegos, les puede torcer el cuello, pueden hacer que se mueran secándose (deshidratándose) lentamente, o pueden hacer que les crezcan huesos en el cuerpo. O también el arcoíris, que son los cabellos de los gentiles, puede causar daños en la salud de la gente. En algunos casos, logran curar a las personas enfermas realizando "pagos" (ofrendas constituidas por hojas de coca, cigarrillos, semillas de cereales, frutas, etc.) o sacrificios de sustitución (degollando perros o cuyes vivos y vertiendo la sangre en el lugar donde se sospecha que adquirieron la enfermedad, o enterrando prendas y partes del cuerpo como las uñas y los cabellos de la persona afectada). También me comentaron en la comunidad de Huarisca que cuando hablan de ellos como "gentiles", el poder de éstos puede matar a quienes los ofenden, los insultan. De ahí que, cuando hay necesidad, los refieran como "abuelitos", con respeto; aunque también hay quienes identifican a los "abuelos" como antepasados pertenecientes a la segunda humanidad; en contraste, a los gentiles que fueron la primera humanidad. Las características axiológicas de la primera humanidad gentil y de la segunda humanidad no-gentil se resumen en el cuadro siguiente: Cuadro 2:
Características axiológicas
de la humanidad gentil y no-gentil
4. El simbolismo en el mito Simbólicamente, los operadores del proceso cósmico, antropogónico y social (la hambruna, el diluvio y la salida de dos soles junto con la lluvia de fuego) se reduce al agua como presencia o ausencia excesivas; de ahí que el agua se torna en un operador simbólico y se constituye en el límite temporal entre una y otra humanidad, límite entre el tiempo antiguo y el presente, cuyas consecuencias, de una parte, son que la primera creación está destinada a convertirse en el pasado, en la muerte. Por otra parte, da lugar a la segunda creación que en oposición al pasado es presente y en oposición a la muerte es vida. Al mismo tiempo, emerge también la relación de negación de la primera creación, del pasado y la muerte; y hace surgir la posibilidad de tránsito hacia un nuevo orden con los supervivientes elegidos que serían el germen de otra humanidad con valores y reglas sociales recuperadas, reinstauradas o recreadas (Taipe 1999). Si los gentiles simbolizan la regresión del "orden al caos", de la "armonía al desorden". El mito busca la reinversión de ese "caos al orden", del "desorden a la armonía" (Balandier 1996) mediante la abolición del tiempo profano, mediante los cataclismos como la hambruna, el diluvio, la salida de dos soles y la caída de lluvia de fuego. Superado el cataclismo que extermina a la humanidad gentil, el mito proclama la aparición de una nueva "situación cósmica" con "orden y armonía". Revela cómo fue destruida la primera humanidad y cómo surge la humanidad actual, mediante la purificación (el cataclismo) del cual los elegidos fueron salvados para continuar procreando a la especie humana. Entonces, el mito descubre el ritmo fundamental del cosmos: su creación, destrucción y re-creación. Téngase presente que la misma realidad se hace, se deshace y se re-hace (Eliade 1967). El simbolismo del agua y fuego obedece a la lógica siguiente: en el mito, ambos elementos pertenecen al orden del cataclismo. Entonces es explicable la existencia de los relatos míticos que exterminan a la humanidad por inundación (maremotos, diluvios, anegamientos) pero también por la salida de dos astros solares o por la lluvia de fuego. Agua y fuego son dos elementos con relación de oposición. El uno evoca siempre al otro. El fuego sube, el agua desciende en forma de lluvia. El fuego es de origen terrenal con destino celestial, el agua es de origen celestial con destino terrenal. Cuando el fuego y el agua se unen provocan vapor de agua, esta propiedad coloca a ambos en el nivel del mismo simbolismo (Chevalier y Gheerbrant 1986). El agua (mediante la lluvia fecundante) y el fuego (cuando el Sol es fuente de luz y del calor) son fuente de vida. Pero también ambos pueden entrañar fuerzas destructoras malditas, entonces, son medios para castigar a los pecadores pero no a los justos, por eso en los relatos siempre hay elegidos que se salvan de los cataclismos. Los efectos destructores del agua y el fuego implican la regresión a lo preformal porque disuelven las formas, de ahí su papel de operador cósmico: piénsese en los efectos de los aluviones y de los incendios. No obstante, el diluvio se distingue por su carácter no-definitivo. Da lugar a la germinación y la regeneración. Recrea una nueva humanidad y una nueva historia, de ahí su papel de operador antropogónico y social. En contraste, el fuego se distingue por su carácter definitivo. Es destructor y excluye la regeneración. El fuego quema, devora, destruye y el humo que provoca obscurece y sofoca. Pero por hallarse ambos en el nivel del mismo simbolismo, también puede aparecer, como en el corpus mítico analizado, como símbolo de purificación y regeneración complementaria del agua. Los cataclismos en el mito conducen a pensar en "cómo la vida puede ser valorada por una conciencia distinta a la humana... la vida humana aparece como una cosa frágil que hay que reabsorber periódicamente, porque el destino de todas las formas es disolver a fin de poder reaparecer. Si las formas no fuesen regeneradas por su reabsorción periódica en las aguas, se desmoronarían, agotarían sus posibilidades creadoras y se extinguirían definitivamente. Las ruindades, los pecados, acabarían por desfigurar a la humanidad; vacía de formas y de fuerzas creadoras, decrépita y estéril, ésta se debilitaría. En lugar de la regresión lenta a formas subhumanas, el diluvio trae reabsorción instantánea en las aguas, donde los pecados se purifican y nace la nueva humanidad regenerada" (Elit, citado por Chevalier y Gheerbrant 1986: 420). La salida de los soles y la lluvia de fuego da lugar al establecimiento de las oposiciones entre noche/día, Luna/Sol. La noche y Luna se corresponden con los elementos agua y tierra, con las cualidades del frío y de la humedad; en cambio, el día y el Sol se corresponden con el aire y fuego y las cualidades del calor y la sequía. Juan Ansión (1987) señala que los gentiles desaparecieron con el calor intenso (provocado por dos soles) y que reaparecen con la noche intensa (sin Luna); en contraste, los hombres actuales se mantienen con calor normal y con noche de Luna. En otros relatos, en Ancash y Cusco, sí aparece de manera explícita que los gentiles vivieron en la penumbra, bajo la luz de la Luna; por tanto, pertenecieron al tiempo en que no existía el Sol y la creación de éste los secó (Arguedas 1987; Ortiz 1973). En cambio, los relatos míticos contemporáneos que analizo aluden explícitamente a la salida de dos soles pero aceptando que existe ya un astro. Esta salida de dos soles puede ser símbolo de períodos largos de sequías que caracterizan a las áreas geográficas donde tiene presencia el mito. O tal vez simbolice la derrota de la etnia Chanka por la etnia Inca cuyo dios era el Sol (Ansión 1987), situación que, a la existencia física del astro, sumó la deidad imperial impuesta a los conquistados. Pero también puede tratarse de mitos, denominados por James Frazer (1986), de observación: se trata de tradiciones "que se apoyan" en la existencia de "indicios de vida" debajo de rocas grandes o en el interior de las cuevas, que se apoyan en el hallazgo de momias o en la existencia de áreas con rocas calcáreas. En el valle del Mantaro, en la comunidad de Chongos Bajo, por ejemplo, Nicolás Matayoshi (1998) ha acopiado un relato que narra la salida de dos soles y que quemó las alturas, convirtiéndolas en piedras calcáreas, ríspidas. En Colcabamba me informaron que las piedras calcáreas son resultado de los efectos de la lluvia de fuego; en el mismo pueblo existe un paraje denominado Aqoloma (Loma de arena), cuya superficie presenta una tierra con presencia pareja de granos de arena, que están como "testigos" que en otro tiempo cayeron en forma de bolitas de fuego. Finalmente, la lógica del simbolismo de los dos soles puede ser sistematizada así: Cuadro 3:
Lógica del simbolismo de
los dos soles
El tiempo normal implica la presencia de un Sol; el tiempo de sequía implica calor (presencia de un Sol) más calor (presencia de otro Sol). La etnia Chanka libre del dominio de la etnia Inca implica la presencia de un Sol; a la etnia Chanka (con un Sol) dominada por la etnia Inca, le imponen el culto solar (otro Sol). La presencia de piedras no-calcáreas o no-ríspidas implican la existencia de un Sol; la presencia de piedras calcáreas y ríspidas son "testigos" de la existencia de dos astros solares. Por último, el hábitat ectónico implica la presencia de un Sol (calor normal); el hábitat ctónico implica calor (un Sol) más calor (otro Sol). Finalmente interesa referir a la cabellera como símbolo de doble connotación: positiva y negativa. Anteriormente describí que los gentiles no querían recortarse sus cabellos, y que éstos eran el arco iris, y que podían provocar enfermedades en las personas. La cabellera larga en su connotación positiva, en épocas preinca e inca, era un elemento constitutivo identitario, como tal estuvo relacionado con una serie de ritos de pasaje y prácticas mágico-religiosas. Diversos cronistas dan cuenta que tanto entre la élite inca como en la gente común, a los niños en determinada edad, le hacían el rutuchiku (ritual del corte de los primeros cabellos), en el que participaban la parentela del niño y al cortale los cabellos le otorgaban regalos, y lo más importante, el niño recibía un nombre. Los cabellos cortados eran celosamente guardados porque traían fortuna y buena suerte a la persona sometida al rito. Los españoles vieron el paganismo en esas prácticas relacionadas con el cabello y lo prohibieron, persiguieron, sancionaron y trataron de "extirparlo". Posteriormente, los indios que transgredían ciertas reglas impuestas por el dominio colonial, por ejemplo, los hallados culpables de "idolatría", según la "gravedad" de su delito, eran trasquilados como castigo. Así, el carácter sagrado del rutuchiku se convirtió en una suerte de las peores afrentas para el aborigen. Sin embargo, la práctica del rutuchiku pudo sobrevivir a la persecución y su presencia se proyecta hasta tiempos contemporáneos no sólo en áreas rurales sino también en áreas urbanas. Es un rito mediante el cual la wawa (el infante) es sexuado como warmi warma (niña) o qari warma (niño); empiezan a ser poseedores de bienes: el dinero que obsequian (signo moderno), animales, alguna parcela; pero al mismo tiempo introduce al iniciado en una amplia red de parentesco espiritual y lo hará partícipe de las relaciones de reciprocidad al interior de él. Asimismo, el destino de los cabellos recortados ha mantenido continuidad en el tiempo: los guardan para que traiga buena suerte y fortuna al iniciado. En algunos pueblos los entierran debajo de algún frutal, cuyo fin explícito es la búsqueda de abundancia productiva. En consecuencia, la buena suerte, la fortuna y la abundancia aparecen integrando una cadena asociativa. Algunos harawis (canciones) entonados en el corte del cabello lo simbolizan con la paja de puna o waylla ichu (Calamagrostis sp.) y ésta a su vez representa la abundancia. La cabellera larga en su connotación negativa aparece como propio de la "gentilidad". Por tanto, la imposición del discurso occidental estigmatizante consistió en identificar al uso de la cabellera larga con el paganismo, y como una práctica mala. Los mitos que analizo reflejan que hubo cierto grado de interiorización y aceptación del discurso occidental. En consecuencia, los cabellos de los gentiles son el arcoíris, y los lugares de donde éste sale, provocan "daño", causando enfermedades a las personas. Pero si este discurso anti-cabellera larga fue asimilado entre las etnias del norte de Tayacaja, ocurre lo contrario entre varios pueblos de la etnia Wankawillka, por ejemplo, los Chopqa parecen haber adaptado mecanismos sutiles de continuidad. Aceptaron de grado o coerción el uso de la cabellera recortada, pero empezaron a usar unos gorros de los que se desprenden varias cintas con muchas bolas de colores. Las cintas "son" continuidad de los cabellos; por tanto, metafóricamente siguen usando cabellera larga. Pero por otra parte, el arco iris "está" en la cabeza de los indígenas contemporáneos: ¡son las bolas de colores!. Y recuérdese que los indígenas huancavelicanos de inicios del siglo XVII apostaron en favor de la gentilidad de sus hijos para librarlos de la mitaminera. En suma: el estudio de los M1-14 muestra el papel del agua como operador simbólico del proceso cósmico, antropogónico y social. El análisis de los relatos revelan que para eliminar a la primera humanidad gentil, dios se vale, primero, de la hambruna que evoca la presencia de sequía o ausencia prolongada del agua de origen pluvial; luego, del diluvio que implica la presencia excesiva del agua de origen celestial y; después, de la salida de dos soles acompañada por lluvia de fuego que implica la ausencia radical del agua. El agua y el fuego, al mismo tiempo, son fuentes de vida y son fuerzas destructoras. La destrucción por estos dos elementos implican la disolución de las formas, la regresión del mundo a la pre-forma para re-crearlo nuevamente: este es el papel de operador cósmico del agua. Mas la eliminación de la primera humanidad no es en forma total, porque de ella recupera un "germen", un grupo de personas, a partir del cual re-crea la nueva humanidad: éste es el papel de operador antropogónico del agua. Por último, en la humanidad re-creada se reinstaura y recupera el funcionamiento de los valores y las reglas sociales, transformando el caos en armonía social, el desorden en orden social: he ahí el papel de operador social del agua. El orden/caos
social
como valor/desvalor dominante
se encuentran interconetados sistémicamente con otros
valores/desvalores
jerárquicamente inferiores, estos son la bondad/maldad,
abnegación/ egoísmo,
desinterés/envidia, desdén/ambición,
desprendimiento/avaricia,
solidaridad/no-solidaridad, no-herejía/herejía,
no-antropofagia/antropofagia,
y laboriosidad moderada/laboriosidad inmoderada. El valor dominante
positivo
y superior aparece sustentado por los valores positivos
jerárquicamente
inferiores, pero que en conjunto proponen modelos paradigmáticos
de una humanidad con valores recuperados, culta, organizada, con reglas
sociales respetadas, sancionando las cualidades y situaciones negativas
de la antigua humanidad. Asimismo, se ha podido hacer emerger las
diferentes
formas de tiempo implícitos en el mito, como también se
ha
estudiado sus diversos simbolismos: el agua, el fuego, el Sol, el
cabello. Nota 1. En el anexo
presento
el corpus íntegro de los relatos míticos analizados.
Anónimo Ansión, Juan Arguedas, José María Ávila, Francisco de Balandier, Georges Cieza de León, Pedro Chevalier, Jean (y Alain
Gheerbrant) Delrán, Guido Eliade, Mircea Flores G., Alberto Frazer, James García, Jackeline García M., Juan José Garcilaso de la Vega, Inca González Holguín, Diego Guamán Poma de Ayala, Phelipe Lotman, Iuri M. Matayoshi, Nicolás Millones, Luis Molina, Cristóbal de Morote, Efraín Nagy, Silvia Ortiz R., Alejandro Santa Cruz de Pachacuti, Juan de
Taipe, Godofredo Taylor, Gerald Urbano, Henrique Valcárcel, Luis E.
M2: Relato de Rebeca Gutiérrez (registrado en la comunidad de San Antonio, en el distrito de Salcahuasi).
M3: Relato de Juan Mendoza (registrado en la comunidad de Pongollo, en el distrito de Salcahuasi).
M4: Relato de Elio Quispe (registrado en la comunidad de Pongollo, en el distrito de Salcahuasi).
M5: Relato de Félix Fonseca Vivanco (registrado en la comunidad de La Loma, en distrito de Salcahuasi).
M6: Relato de Víctor Espinoza Aguilar (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M7: Relato de Yuli Pongo Reyes (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M8: Relato de Teodor Reyes Reginaldo (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M9: Relato de Angélica Díaz (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M10: Relato de Albino Lazo Sulluchuco (registrado en la comunidad de San Juan de Yananaco, en el distrito de Salcabamba).
M11: Relato de Albino Lazo Sulluchuco (registrado en la comunidad de San Juan de Yananaco, en el distrito de Salcabamba).
M12: Relato de Reynaldo Chuchón (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M13: Relato de Celso Acevedo (registrado en la comunidad de La Loma, en el distrito de Salcahuasi).
M14: Relato de Rebeca Gutiérrez (registrado en la comunidad de San Antonio, en el distrito de Salcahuasi).
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