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Esta investigación se ha realizado a partir de los elementos económicos e ideológicos que rigen y estructuran un proceso de trabajo, la elaboración de mantecados en Estepa (Sevilla), considerando que ambos aspectos están íntimamente interrelacionados. En especial, analizamos desde una perspectiva cultural, cómo el trabajo en esta industria local y tradicional ha dotado a sus trabajadores (en su mayoría mujeres) de una peculiar identidad socioprofesional. Así, hemos estudiado la organización del trabajo de las fábricas de mantecados de Estepa y la experiencia que esta actividad proporciona a quienes lo realizan, como elementos fundamentales de la constitución de su identidad como grupo. Nos ha interesado desvelar los procesos de elaboración, difusión e internacionalización de las ideas y valores asignados al trabajo y comprobar en las prácticas sociales hasta qué punto un determinado proceso de producción contribuye a la conformación de la identidad social. Las identidades
sociales se estructuran sobre
la base de relaciones sociales determinadas por factores como el sexo y
el trabajo, de esta forma podemos hablar de relaciones de
sexo-género
y relaciones de producción, y junto a éstas que
consideramos
esenciales en la configuración de toda realidad social, existen
otras muchas relaciones sustentadas sobre elementos como la etnia,
edad,
los sistemas mágicos-religiosos, la orientación sexual,
etc. La identidad socioprofesional Partimos de la suposición de que determinados procesos de trabajo generan una identidad social diferenciada en los sujetos que, desde una misma posición en las relaciones sociales de producción, comparten una actividad laboral; a esta identidad social estructurada y construida sobre la base de un proceso de trabajo la denominamos "identidad socioprofesional". Identidad ésta que modela las conductas sociales de los sujetos, caracterizándolos y dotándolos de un ser social diferenciado. Esta identidad, al igual que el resto de identidades sociales, es una abstracción, un concepto para el análisis, un recorrido investigador que como científicos sociales construimos a nivel conceptual, para aproximarnos al estudio de la realidad aunque en la realidad social no hay nada separado ni en esencia. Por ello no podemos acercarnos al estudio de las identidades socioprofesionales de las trabajadoras de las fábricas de mantecados de Estepa sin tener en cuenta básicamente su etnicidad (son andaluzas), su género (son mujeres), su edad (el ser una trabajadora joven, adulta o anciana) y, por ejemplo, el profesar una determinada religión (la católica); factores todos ellos generadores a su vez de identidad social, puesto que la identidad se conforma a partir de elementos que están articulados de forma imbricada entre sí. Al respecto, ciertos autores (I. Moreno 1991) afirman que los factores que determinan jerárquicamente la identidad social de los individuos son algunos de ellos estructurantes y otros no; los principios estructurantes conforman la denominada "matriz identitaria" y en ella diferencian la identidad étnica, la identidad de género y la identidad socioprofesional. Entienden que en el marco de formaciones sociales y épocas históricas concretas las relaciones de producción, las relaciones de sexo y las relaciones interétnicas, generan cada una de ellas un sistema de identidades colectivas: las identidades productivas (de clase y socioprofesionales), las identidades de sexo-género y las identidades étnicas. Y poseen contenidos culturales, tanto materiales como ideáticos, que están en continua modificación y que denominan "culturas de la producción" (que en sociedades capitalistas se concretan en "culturas empresariales" y "culturas del trabajo"), "culturas de género" (en nuestro ámbito civilizatorio básicamente masculina y femenina) y "culturas étnicas" (I. Moreno 1997: 21). Por rasgos
culturales de la identidad socioprofesional
entendemos un conjunto de conocimientos sobre las técnicas de
trabajo
que desarrollan los trabajadores y también un conjunto de ideas,
valoraciones y percepciones, que los sujetos comparten, adquieren y
elaboran
por su participación en un proceso de trabajo, y como
destinatarios
que son a su vez de la ideología dominante. Todo esto
orientará
su forma de entender el mundo modelando su identidad social y
determinando
así sus prácticas sociales. Identidad de género Junto a la identidad socioprofesional otro de los aspectos en los que nos hemos centrado en esta investigación ha sido el análisis pormenorizado de los elementos que a nivel ideológico intervienen de forma especial en este trabajo, considerado como femenino, y por lo tanto, dotado a nivel de las representaciones de unas características específicas. En primer lugar, debemos a tener presente la participación femenina en este sector laboral, que ha sido tradicionalmente y sigue caracterizándose en la actualidad por el porcentaje mayoritario de mujeres. Al tratarse de un proceso productivo feminizado, que basa parte de su estructuración organizativa en la utilización de una ideología de género, las mujeres estepeñas se convierten en la mano de obra fundamental, constituyendo el 90% de sus trabajadores. De esta forma decidimos enfocar este estudio con una perspectiva que tuviese como elementos centrales el proceso de trabajo y las relaciones sociales de sexo-género, para, a partir de ellos, conocer las construcciones ideológicas que se elaboran sobre ambos. Pues el género debe ser entendido como la estrategia analítica que permite estudiar el proceso productivo que abordamos, mostrando la relación existente entre determinados aspectos de la esfera económica y de la esfera ideológica, articulados en torno al mismo. Nos encontramos ante un proceso productivo basado en el desarrollo de unas técnicas que se "naturalizan" como femeninas y esto tendrá una repercusión directa en los sectores en los que se inserten las mujeres en el mundo laboral. Pues la presencia de las mujeres especialmente del ámbito rural en el mercado de trabajo, se suele producir fundamentalmente a través de actividades rutinarias y tradicionales, elevadas, como en nuestro caso ha ocurrido, al ritmo industrial, en las que la mano es la herramienta casi exclusiva y la habilidad, la destreza, la precisión y la paciencia son cualidades centrales, conceptualizadas como innatamente femeninas. Por ello, algunas profesiones constituyen un reflejo evidente de los roles familiares, de las tareas tradicionales de la producción femenina: enfermera, modista, cocinera, e incluso existen sectores productivos (textil, electromecánico, etc.) que ocupan exclusivamente a mujeres en los tipos de trabajo que requieren esa precisión, esa destreza manual y esa paciencia (M. Bianchi 1994: 498-499). En este caso lo que se explota en la producción industrial son las capacidades manuales, la costumbre de manipular con delicadeza cosas pequeñas y frágiles, asociadas a la experiencia del trabajo familiar. Paradójicamente, estas habilidades, que se entienden como innatas en las mujeres y se demandan como básicas en ciertas fases de los procesos productivos, se consideran menos valiosas que la fuerza por ejemplo, cualidad que se atribuye ideológicamente a las tareas realizadas por los varones. Esta desigual valoración da origen, en la mayor parte de los casos, a salarios inferiores para la mujer, que viene a encontrar una nueva legitimación en el carácter subsidiario que tiene el trabajo femenino en la economía familiar. Desde los comienzos de esta actividad industrial, el "hacer" mantecados será entendido como una labor de cocina, o lo que es lo mismo, como una extensión de las tareas domésticas de las mujeres estepeñas. Labor de repostería en la que, por lo tanto, las aptitudes anteriormente reseñadas serán imprescindibles, y que, al adscribirse al sexo femenino dotará a esta actividad de su principal característica: "ser un trabajo de mujeres". Por otro lado, y una segunda razón por la que se considera este proceso de trabajo como un "trabajo femenino" es que se trata de una actividad temporal, y por tanto eso es especialmente importante para la consideración de la coyunturalidad de las mujeres en el mercado laboral, lo cual determinará en gran medida la forma discriminada de su inserción en el mismo. Porque el hecho de que el trabajo en las fábricas de mantecados sólo dure dos o tres meses cada año permite la participación consensuada de las mujeres de Estepa en el mundo laboral. Esta es una de las características más importantes en la asociación de esta industria local con el trabajo femenino, pues junto al considerarse ideológicamente el elaborar dulces, como una labor propia de mujeres, como extensión de su conocimiento de la cocina en el hogar, el que la fabricación de mantecados sea algo temporal, lleva a ver este tipo de trabajo como "coyuntural", y por lo tanto a que se infravalore frente al trabajo masculino. Es decir, se permitirá que las trabajadoras de las fábricas de mantecados, amas de casa ante todo para la mayoría de sujetos en Estepa, abandonen, en cierta medida, sus quehaceres y obligaciones de la casa, en pro de la obtención de una substanciosa cantidad de dinero que se incorporará al grupo doméstico al recibir la remuneración de la campaña productiva (que se desarrolla desde septiembre a diciembre). El porqué ciertos tipos de actividades se asignan a las mujeres y no a los hombres, en qué se fundamenta tal selección sexual en el trabajo, qué tareas ocupan los trabajadores en razón de su sexo y qué hace que esta rígida separación se origine y se perpetúe durante más de una centuria en la industria local que estudiamos, nos lleva irremisiblemente al análisis de las representaciones ideáticas en torno al trabajo femenino que naturalizan determinadas aptitudes, como las que hemos señalado. En definitiva,
en
relación a esta actividad
laboral queremos resaltar que su coyunturalidad, temporalidad,
intermitencia,
su adscripción cultural al sexo femenino, las supuestas
cualidades
que en él se requieren a las trabajadoras -habilidad,
precisión,
destreza manual y paciencia- hace que sus propias protagonistas no
consideren
su trabajo en las fábricas de mantecados como tal, o como una
profesión,
o que cuando lo hagan lo minusvaloren, o lo vean como una ayuda a sus
grupos
domésticos, o como algo siempre secundario a sus obligaciones de
ama de casa. En todas estas valoraciones la edad, la clase social, el
estado
civil y las necesidades de su unidad doméstica, han sido los
elementos
que junto a su condición de mujer, intervienen de forma directa
en la valoración que estas estepeñas den a su trabajo y
en
la interiorización de su identidad de género Objetivos e hipótesis Nuestro principal objetivo en esta investigación ha sido analizar la construcción cultural de la identidad -identidad socioprofesional- basada en la participación en un proceso productivo: la fabricación industrial de mantecados en Estepa (Sevilla) y el análisis de las representaciones ideológicas de género. Es por ello por lo que nos hemos centrado en comprobar cómo este ámbito laboral genera una específica identidad socioprofesional en los trabajadores (mayoritariamente mujeres) que en él intervienen, identidad que se manifiesta en su realidad social a través de unos rasgos culturales que se establecen a partir del desarrollo directo de la actividad, en este caso de la elaboración de mantecados por las mujeres denominadas en la localidad como mantecaeras. Hemos establecido pues como unidades de análisis la relación trabajo-identidad socioprofesional y la relación género-trabajo en las fábricas de mantecados. La primera hipótesis que nos planteamos se basaba en la especialización tradicional de más de 100 años de existencia de Estepa en la fabricación de mantecados lo cual nos hacía pensar que ha influido en los procesos de aprendizaje y socialización de gran parte de su población, especialmente de las mujeres, modelando la estructura de su mercado de trabajo y formando parte de la memoria histórica laboral de muchos estepeños. Y esta actividad productiva generaría una identidad socioprofesional en sus trabajadores determinada por la función del trabajo como creador de un código cultural concreto, construido cuando la existencia de "una tradición de trabajo local" crea una especialización técnica de los individuos que influye en su socialización, dotándolos de unos saberes, destrezas y unas prácticas productivas que modelan, a nivel cognitivo, comportamientos, actitudes y valores que se extienden más allá de la actividad laboral misma, impregnando la cotidianidad social y generando en ellos una identidad socioprofesional que explica determinadas características de la sociedad local. De esta forma nuestra primera hipótesis era que este proceso de trabajo modela y genera en los agentes directos que en él intervienen, las mantecaeras, una específica identidad socioprofesional. Con respecto a la relación género-trabajo nos interesaban los mecanismos mediante los cuales la lógica del modo de producción dominante utiliza determinadas construcciones ideológicas sobre los géneros, con el objeto de organizar la producción y reproducir las condiciones de jerarquización de las relaciones sociales de producción de la forma más eficiente para obtener los máximos beneficios. En nuestro caso empírico el predominio de mano de obra femenina nos hacía plantearnos como una de nuestras hipótesis que la construcción ideológica del género era uno de los factores fundamentales en la organización de su proceso productivo (carácter familiar de las fábricas, estacionalidad de la producción en relación con el trabajo agrícola de las mujeres, feminización-masculinización de las tareas, informalidad de las relaciones laborales utilizadas para conseguir una mayor rentabilidad en la producción). Así pues, hemos intentado demostrar que esta industria local se ha sustentado gracias a su alta participación laboral femenina, (lo que supone mano de obra flexible, barata, abundante, no cualificada y no reivindicativa) estructurando por tanto su organización sobre la base de las representaciones ideológicas de género Ha sido a partir
del
estudio de género
como hemos abordado tanto los aspectos puramente económicos de
dicha
actividad como los que forman parte sustantiva de su lógica
productiva,
los que explican que esta actividad se haya originado, mantenido y
aparezca
actualmente como "un trabajo de mujeres". Técnicas, variables y muestra Con la pretensión de adentrarnos en las dimensiones profundas del comportamiento social y estudiar el ámbito laboral y las representaciones ideológicas que en él se producen, hemos estudiado un caso empírico con una perspectiva holística y cultural. Esta perspectiva antropológica ofrece como aportación principal la posibilidad de establecer cómo procesos de carácter general se manifiestan en ámbitos concretos y particulares, lo que permite trascender las abstracciones con que frecuentemente se analiza el funcionamiento del mercado de trabajo (D. Comas 1995: 15). Diversos han sido los informantes a los que hemos acudido para obtener gran parte de la información aquí expuesta; y para su elección tuvimos presente criterios como la edad, el sexo, el ser trabajador de las fábrica de mantecados en la época tradicional o en la actualidad, el estado civil, el estar jubilado o activo, el ser empleado o propietario de una empresa, etc. Así, para la aplicación de nuestras técnicas contamos con la apreciada colaboración de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, trabajadores y fabricantes, estepeños y foráneos, etc. Perseguimos de este modo, sumergirnos en el nivel de las ideas que motivan cada actividad y circunstancia del comportamiento de los individuos y sus grupos de referencia, y que orientan las conductas de los mismos. En todo momento pretendíamos captar, a través de la utilización de diversas técnicas cualitativas, los "discursos" tanto explícitos (los que los informantes dan al investigador) como implícitos (los que los informantes se dan entre sí) de los sujetos que analizábamos; es decir, el mundo de las significaciones, de lo simbólico, el lado subjetivo de la vida social. Las técnicas que aplicamos fueron entre otras la entrevistas semiestructuradas, las autobiografías o historias de vida y el grupo de discusión. Un tipo de entrevista que hemos utilizado de forma especial ha sido la entrevista estructurada con un cuestionario cerrado. Conjuntamente realizamos numerosas entrevistas abiertas acompañadas de algunas preguntas dirigidas en las que usualmente participaban habitantes de Estepa relacionados con la fabricación de mantecados directamente. En otras ocasiones mantuvimos conversaciones con personas que detentaban un cargo significativo en la historia del municipio o en la administración local, tales como el presidente de la Asociación de Fabricantes de Mantecados de Estepa, químicos de laboratorios de fábricas de mantecados, técnicos de desarrollo local de la Unidad de Promoción de Empleo, personal del INEM, historiadores locales y funcionarios del Ayuntamiento de Estepa, entre muchos otros informantes. Fue a través de las "historias de vida" realizadas a trabajadoras mantecaeras y a antiguos dueños de fábricas, como pudimos reconstruir, básicamente con sus relatos autobiográficos, parte de la historia oral y local de Estepa así como la interiorización de su identidad de género y socioprofesional. Con estos testimonios subjetivos, recogimos los acontecimientos y las valoraciones que los entrevistados hacían de su propia existencia, ofreciendo discursos connotativos cargados de una valiosa información interpretable. Nos interesaban especialmente las estructuras lógicas de significación colectiva que había en esos relatos. Cómo nos contaba un sujeto su vida, qué aspectos exaltaba o suprimía, cómo los evocaba y en qué orden lo hacía, a qué hechos de la historia local hacía referencia, cómo entrelazaba su vida laboral en las fábricas de mantecados con determinados momentos de su ciclo de vida, cómo se identificaba, etc. Porque, considerábamos que esos relatos hilvanados elegidos por los propios informantes sí eran relatos sociales, pues se realizaban con criterios sociales y solían ser en sí mismos en ocasiones, una estrategia para favorecer una imagen social determinada (ser "buena y sufrida mantecaera" por ejemplo, lo cual en Estepa significa ser una buena mujer, buena ama de casa, buena trabajadora y en definitiva, una buena estepeña), como hemos podido comprobar. El tipo de entrevista estructurada o cuestionarios fue la técnica principalmente aplicada sobre las que recayó el peso de la información y fue realizada a una muestra seleccionada de 81 trabajadoras del sector o mantecaeras. Estas entrevistas contenían un cuestionario único y cerrado, lo que nos permitió un posterior tratamiento estadístico de los datos. Estos 81 grupos domésticos de la muestra han sido escogidos teniendo en cuenta las variables que, en nuestra opinión, ejercían una influencia directa en la incorporación de hombre y mujeres al mundo laboral y en las representaciones ideológicas que los estepeños tienen en torno a la división sexual del trabajo. Aplicamos tanto criterios apriorísticos como emergentes en relación a diversas variables. Para las trabajadoras de la muestra seleccionada a las que realizamos las entrevistas estructuradas con cuestionarios cerrados, tuvimos en cuenta factores como el sexo, la edad, el estado civil, la composición de su grupo doméstico, el tipo de actividad que realizaban dentro de la fábrica de mantecados y su zona de residencia en el municipio. Entre los criterios que a priori establecimos, seleccionamos a las informantes en función de su edad y el número de años que trabajaron en las fábricas, pues ello nos remitía de forma directa a la generación a la que pertenecía cada una de ellas y en la que trabajó como mantecaera. Porque ni que decir tiene, que el hecho de realizar un estudio histórico y evolutivo de esta actividad nos obligó a tener presente a informantes de diferente edad y relación con el proceso productivo en cuestión. Nos interesaba analizar el paso de la producción artesanal de principios de siglo y su progresiva transformación industrial. Por ello elegimos tres grupos de edad entre las trabajadoras: las de 16 a 25 años, de 26 a 50 años y las de más de 50 años. Estos sectores correspondían con las mujeres que trabajaron durante los tres periodos que considerábamos conformaban el proceso de evolución de la actividad. Así hemos entrevistado a trabajadoras de los años 1920-1960, de 1960 a 1988 y de 1988 a 1997, etapas por las cuales se fue pasando de la elaboración de mantecados tradicional a la progresiva mecanización e industrialización del proceso productivo. Otros criterios
de
selección fueron
surgiendo a medida que profundizábamos en la
investigación,
configurándose así la lista de informantes privilegiados. Características socioeconómicas, estructura y composición de los grupos domésticos de la muestra analizada El análisis de las estrategias familiares que los grupos domésticos de las mantecaeras de Estepa adoptan en relación al trabajo de las mujeres, requiere detenernos en el primer elemento que hemos señalado como determinante de las mismas: la composición de las unidades domésticas seleccionadas para nuestra muestra significativa. Y ello, porque dependerá enormemente de la composición de cada familia, del número de miembros que tenga, de la cantidad de personas del mismo que trabajan de forma remunerada, etc., el cómo se administren los ingresos, cómo se oriente el consumo, y cómo se enfoque la trayectoria laboral de cada sexo, poniéndose así en juego las representaciones ideáticas en torno al trabajo y el género y cómo se interioriza su identidad socioprofesional. En el siguiente cuadro mostramos las edades y el estado civil de las trabajadoras de mantecados que se ha seleccionado para la muestra. CUADRO 1
Hemos dividido en tres grandes grupos de edad a nuestras entrevistadas; por un lado estarían las más jóvenes, cuyas edades quedarían comprendidas entre los 16 y los 25 años, grupo al cual pertenecen un 44% de las mantecaeras escogidas para este estudio. En estas edades se encuentra la gran mayoría de las trabajadoras actuales, y ello porque las nuevas políticas de empleo y las propias estrategias empresariales hacen que los fabricantes contraten casi exclusivamente a las más jóvenes. Otro de los grupos de edad delimitados, es el de mujeres con edades entre los 26 y los 50 años; representan el 33% de nuestra muestra seleccionada y un 92% de las mismas están casadas y tienen hijos. De ellas, un 60% continúan trabajando en las fábricas en la actualidad, mientras que el 40% restante lo ha dejado hace relativamente poco tiempo. El tercer y último grupo, es el de las trabajadoras de mayor edad que tienen más de 50 años. Muchas de estas mujeres son las que popularmente son consideradas en Estepa como "buenas y auténticas mantecaeras", valoración fundamentada en que son las que han trabajado más de 20 años, algunas la mayor parte de sus vidas, en las fábricas de mantecados, en las décadas anteriores a la fase de intensificación industrial que comenzó en los años 60, donde se trabajaba de forma artesanal en pequeños obradores de carácter familiar. De todas las trabajadoras que hemos entrevistado con nuestro cuestionario, resumimos que un 44% son menores de 25 años, un 33% poseen edades comprendidas entre los 26 y 50 años y un 22% son mayores de 50 años. De ellas, y en razón de su estado civil, hemos de señalar que el 4% son viudas, un 47% casadas y el 49% restante solteras, y estos porcentajes están en relación con los grupos de edad más representados en las fábricas actualmente. El estado civil de la mujer es un condicionante fundamental en relación con el trabajo remunerado, y en nuestro caso de análisis con el trabajar o no en las fábricas de mantecados; pues, si bien por un lado los fabricantes suelen despedir a las mantecaeras cuando se casan, por otro lado, son también ellas las que abandonan el trabajo durante los años en que tienen hijos pequeños, pues su cuidado y atención lo asumen como principal obligación femenina, valoración que consecuentemente minusvalorará de forma directa el trabajo en los mantecados siempre como secundario, alternativo, y coyuntural. CUADRO 2
Si atendemos al nivel de formación de las entrevistadas, encontramos una clara correspondencia con el nivel de estudios que presentan las mujeres de Estepa en general. El 12,4% de estas estepeñas no poseen estudios y el 58% sólo los primarios. Esta realidad condiciona pues las posibilidades de trabajo y el tipo de empleo al que pueden acceder, porque el diferente nivel de formación adquirido por hombres y mujeres impondrá condiciones de acceso al empleo muy distinta para unos y otras. Y como hemos podido comprobar para el caso de Estepa, la comparación de las trayectorias femeninas y masculinas de los miembros de una misma familia nos muestra que aún cuando la formación es equivalente, su significación en el desarrollo de una trayectoria laboral depende estrechamente de la adscripción sexual (C. Borderías 1991: 480-481). Junto al estado civil y el nivel de formación que tengan, el número de hijos será otro de los elementos esenciales a la hora de dirigir la relación de estas mujeres con el trabajo en las fábricas. Observemos este cuadro: CUADRO 3
De las
trabajadoras
casadas un 12% sólo
tiene 1 hijo, el 41% 2 y el resto 3 o más; es decir, el 47% de
nuestras
entrevistadas tenían que cuidar en determinada etapa de sus
vidas,
de varios hijos y un destacado 19% del total de trabajadoras tuvieron
más
de 4 hijos, lo que supone unas importantes cargas familiares. A
éstas
últimas corresponden por grupo de edad el que tiene más
de
50 años, pues entre las de menor edad el número de hijos
se va reduciendo paulatinamente, debido al creciente control de la
natalidad
efectuado en las dos últimas décadas. La identidad socioprofesional de las trabajadoras de las fábricas de mantecados Vamos a adentrarnos a continuación en los aspectos que tienen que ver con la conformación de la identidad socioprofesional que se da en estas mujeres estepeñas como fruto de su actividad laboral, específicamente a partir de su participación en la fabricación de mantecados. Identidad socioprofesional de las mantecaeras que está fuertemente feminizada. Nos preguntamos desde un primer momento cómo era posible y qué debíamos considerar al estudiar la identidad socioprofesional de las trabajadoras de las fábricas de mantecados. Se nos evidenció oportuno establecer una división operativa en esta realidad social: una más "material" y otra más "inmaterial". Por material entendemos todos aquellos aspectos tangibles que pueden ser aprehendidos de forma directa y física, ya sea visual o auditiva, tales como el utillaje, las técnicas, la división técnica y social del trabajo, el léxico de las mantecaeras, las canciones y refranes originados en la fábrica, la indumentaria de las trabajadoras, los comportamientos gestuales y la educación corporal, etc., que directamente están en relación con este proceso productivo. Junto a estos aspectos tangibles existen otros que refieren a la base "inmaterial", entendiendo por tal definición los rasgos ideáticos y comportamentales que los sujetos poseen en relación al proceso de trabajo que desarrollan y que se reflejan en el lugar de trabajo y fuera de él. Entre estos elementos "inmateriales", establecidos a nivel de disección analítica pero que a su vez son en segundo término igual de tangibles y de aprehensibles que los del primer grupo, nos hemos encontrado, entre otros, actitudes y comportamientos relacionados con su ciclo vital (embarazos, nacimientos..), rituales (bautizos, casamientos...), así como la presencia del absentismo escolar y universitario de estas trabajadoras durante la campaña del mantecado, la orientación del consumo de sus grupos domésticos, etc. Es difícil analizar algunos elementos de esa base "inmaterial", puesto que siempre resulta más fácil el estudio de elementos tales como el uso del espacio, del tiempo, las relaciones sociales entre el colectivo de trabajadores, entre compañeras de sección, el vocabulario, los gestos, el argot sociolaboral, etc. dentro de la fábrica. Aun así, nos parece sumamente importante e imprescindible trascender el lugar y el tiempo de trabajo e introducirnos en el resto de la sociedad, para aprehender cómo se manifiestan las identidades socioprofesionales en las redes de sociabilidad, los hogares, la escuela, etc., para de este modo captar cómo, por ejemplo, ese mismo argot profesional (las denominaciones de las diversas tareas productivas, las máquinas, los productos, etc.) se utiliza fuera de la fábrica en el lenguaje cotidiano a la hora de comentar temas en el ámbito doméstico, de bromear, inventar canciones, etc. Por ello hicimos una descripción de este proceso productivo, prestando atención así al espacio de trabajo, al instrumental, a los agentes, las operaciones y el tipo de trabajo, su evolución, etc., porque las características de todo proceso de trabajo tienen un efecto causal en las identidades socioprofesionales, desde el momento que las conforman. Un aspecto importante a tener presente es el factor temporal, en dos sentidos: la duración de la actividad a lo largo de año y el tiempo referido al periodo que un trabajador permanece en su trabajo. Que la campaña de producción sólo dure tres meses al año hace que sus trabajadoras desarrollen una forma de administrar el tiempo del calendario anual mediatizado por su trabajo en las fábricas de mantecados. Así, esta actividad determinará el cuándo cobren su sueldo, cuándo se queden embarazadas, cuándo se casen, etc. Podríamos llamar a esta manera de entender y vivir el tiempo en función del proceso de trabajo como la "administración temporal" de las mantecaeras estepeñas. Todo esto son pautas de secuenciación de actividades que tienen que ver con el carácter temporal de esta actividad, y que están relacionadas con la reproducción del grupo doméstico, su mantenimiento, el tipo de consumo, etc. Uno de los fenómenos que más han llamado nuestra atención al analizar el comportamiento de estas trabajadoras en relación a esa forma de administrar el tiempo a la que venimos refiriéndonos, ha sido comprobar que actualmente la inmensa mayoría de los ritos ceremoniales relacionados con el ciclo vital de estas mujeres están condicionados por esta industria local. Un ejemplo de lo que afirmamos es el cómo esta actividad influye en la fecha de casamiento de muchas parejas estepeñas, porque será a partir de la primavera cuando las familias obtengan unos considerables ingresos en sus economías, provenientes del trabajo en las fábricas de mantecados, y será entonces cuando "se case la gente en Estepa". Las bodas se suelen celebrar de forma destacada de los meses que van de abril a julio en esta localidad. Nos pareció importante comprobar cuál era el tiempo de mayor concentración de nacimientos y casamientos en el pueblo. Los datos del Registro Civil de Estepa nos dejaron claro que tales acontecimientos se fechan principalmente en los meses no coincidentes con la temporada de fabricación de mantecados. De igual forma ocurre con la celebración de los bautizos y matrimonios eclesiásticos, los cuales suelen celebrarse de enero a agosto, en los meses que no hay campaña. Y es que, conversando con las mantecaeras, fueron ellas las que nos explicaron que efectivamente las mujeres que trabajan en mantecados controlan las fechas de sus embarazos en función del periodo de trabajo. Hemos comprobado que esta actividad proporciona una parte importante de las rentas en Estepa, y quedarse embarazada, sobre todo estar en avanzado estado de gestación, imposibilita trabajar en la fábrica. A ello se une el que los fabricantes no contratan a mujeres embarazadas "por el riesgo de las posibles bajas maternales y el fuerte ritmo de trabajo que exige hoy en día esta producción". Esta pautación de los acontecimientos que tienen que ver con el ciclo de vida de la trabajadora nos muestra una vez más hasta que punto el trabajo del mantecado forma parte de la estrategia económica del grupo doméstico. Un ejemplo de estas estrategias domésticas se refleja en las pautas de consumo de estas familias estepeñas. Es decir, la orientación del consumo está igualmente marcada fuertemente por esta industria local. Nos referimos al hecho de que, como tanto tradicionalmente como en algunos casos en la actualidad han cobrado su salario de la campaña varios meses después de haber finalizado el trabajo en "los mantecados", han acudido a la compra "a fiado". Es usual el que se compre en las tiendas de calzado, textil, muebles, por ejemplo, "apuntándose a cuenta", y saldándose la deuda contraída en el mes de marzo que es cuando se suele cobrar "el dinero de los mantecaos". Por el mismo motivo, numerosas amas de casa mantecaeras, esperarán hasta ese mes, para comprarle a los niños zapatos y ropa "de salir" para la ya venidera Semana Santa; y también será entonces cuando estas mujeres blanqueen las fachadas de sus casa y "vistan un poco el interior de la casa". Igualmente la participación de estas estepeñas en esta producción temporal, hace que adecuen el calendario escolar o universitario en función de ella. El hecho de que en los últimos años si no entran a trabajar las jóvenes mantecaeras con 16 o 17 años, ya que es la política laboral que siguen la mayoría de fabricantes por las reducciones de costes que ello les supone al contratarlas como aprendices, hace que sea casi imposible que las admitan con más edad. Esto obliga a que muchas estepeñas de entre 16 y 25 años decidan no asistir a sus centros escolares o universidades durante el primer trimestre de clase. Este absentismo escolar llega a formar parte de una norma usual para los institutos de bachillerato y de formación profesional de Estepa, donde los profesores conocen sobremanera la causa que lo provoca. Un segundo aspecto a tener en cuenta en relación al factor temporal y la identidad socioprofesional es el tiempo de permanenciaen la actividad, es decir, de continuidad de una trabajadora en este proceso productivo. Pues no es lo mismo a la hora de marcar su identidad el que estas mujeres hubiesen trabajado una o dos campañas en las fábricas de mantecados o que lo hubiesen hecho durante toda su vida. Evidentemente tal y como hemos podido comprobar, serán éstas últimas las que hayan interiorizado de forma más acusada una serie de aspectos derivados de su trabajo en los mantecados, frente a las primeras. Y ello, porque el haber sido mantecaera durante 20 o 30 años hace que esa identidad socioprofesional cristalice más densamente, porque el tiempo de trabajo es un catalizador de esa interiorización de pautas de comportamiento, ideología y representaciones mentales que se generan a partir de un proceso de producción como el que analizamos. Presentamos el número de años que cada una de las trabajadoras entrevistadas trabajaron en las fábricas de mantecados, es decir, el número de campañas, pues la temporada de trabajo sólo dura tres meses cada año. Mostramos en el siguiente cuadro el total de campañas que las estepeñas de nuestra muestra trabajaron en fábricas de mantecados. CUADRO 4
Como podemos advertir, únicamente un reducido 6% ha trabajado menos de 3 años, y estas mujeres son básicamente las de 16 y 17 años. Un 22%, que de igual modo se corresponde con el grupo de edad de las jóvenes menores de 25 años y que en su mayoría son solteras aún, han trabajado de 3 a 5 temporadas en los mantecados. Un 28% del total de mantecaeras trabajó de 6 a 10 años, preferentemente antes de casadas o al menos sin tener cargas familiares de hijos pequeños tal y como ellas mismas nos comentan, mientras que un importante 44% de estas mujeres seleccionadas pasaron más de 11 años elaborando mantecados en las fábricas de Estepa. Serán estas trabajadoras que han trabajado durante una gran parte de sus vidas cada año en las fábricas de mantecados, que poseen unos conocimientos adquiridos por su larga experiencia y que relatarán sus historias de vida en torno a esta actividad, las que sean consideradas en Estepa como "antiguas" y "buenas mantecaeras". Una vez visto algunos de los comportamientos de estas trabajadoras en relación a su actividad en la fábrica de mantecados vamos a se hace preciso presentar igualmente algunas de las expresiones de esta identidad socioprofesional. Una de estas
manifestaciones es su argot profesional.
Argot o léxico de los mantecados que utilizan estas
estepeñas
tanto dentro como fuera de las fábricas y tanto en época
de producción como durante el resto del año. Así,
la denominación que ellas les den a las tareas productivas, a
las
máquinas, a los trabajadores, etc. junto a una serie de
conocimientos
de técnicas y procesos, es decir, junto a "un saber hacer",
formarán
un cúmulo de expresiones y saberes que les pertenece a ellas, en
tanto en cuanto mantecaeras. Conocimientos y argot profesional
que
se manifiesta igualmente en las numerosas expresiones tales como las
canciones
(sevillanas, tanguillos y fandangos con alusiones a la
fabricación
de mantecados, o las canciones que "le sacan a los dueños",
etc.), los villancicos, los chistes, las letras de murgas de carnaval,
las adivinanzas locales, etc. Es preciso advertir que el argot
profesional
o el léxico de los mantecados, no es exclusivamente utilizado
por
los operarios y fabricantes de esta industria local, sino que muchas de
estas expresiones y de este vocabulario se transfieren al resto de la
sociedad
local. Este léxico de los mantecados se manifiesta en el hablar
coloquial de estepeños y estepeñas, siendo pues
además
de un rasgo cultural de esta identidad socioprofesional una
manifestación
de la identificación local de Estepa con este proceso productivo. La identidad femenina de las trabajadoras de las fábricas de mantecados Otro de los aspectos que consideramos de suma importancia es la construcción de la identidad femenina de las estepeñas relacionada con su trabajo en las fábricas de mantecados, porque participar en esta producción confiere identidad a la mujer en Estepa, puesto que el trabajar en "los mantecados" se entiende a nivel local como una actividad femenina donde sólo las mujeres son denominadas y consideradas mantecaeras (al resto de trabajadores hombres no se les confiere esta denominación, únicamente a los propietarios de fábricas se les llamará mantecaeros). A nivel de las valoraciones ideológicas, ser una "buena mantecaera" significa en Estepa, tanto para hombres como para mujeres, ser una buena mujer estepeña. La elaboración de mantecados para estas mujeres forma parte de su memoria histórica. Así, es para muchas de ellas, la participación en este trabajo temporero de tres meses, un factor integrante de sus historias de vida. Para un gran número de ancianas estepeñas, hablar de las décadas de 1930 a 1950, es recordar orgullosas cuando trabajaban en las pequeñas fábricas de mantecados, el cómo se relacionaban, bromeaban, se divertían y sufrían a la vez. Era en esos meses cuando estas mujeres, amas de casa, se apoderaban de un espacio y un tiempo que feminizaban. Ser mantecaera, suponía realizar un trabajo que ellas sabían y saben hacer, que les hace sentirse útiles y les permite participar, aunque sólo sea temporalmente, en la esfera de la producción sin abandonar por ello el de la reproducción, siempre unido ideológicamente al género femenino en nuestra sociedad. Nos consta que diversos son los motivos que influyen en la incorporación de la mujer al trabajo asalariado: las características del mercado de trabajo local, las necesidades del grupo doméstico y el propio ciclo vital de la trabajadora, entre otros. Con ello queremos resaltar, que el que las mujeres se integren o no al mundo laboral, y en qué tipo de sector y condiciones lo hagan, estará en gran medida mediatizado por factores familiares, personales, económicos, sociales, e ideológicos, en los que las representaciones ideáticas sobre la relación género-trabajo jugarán un importante papel. Hemos estudiado las unidades domésticas seleccionadas en nuestra investigación en época de mantecados y el resto del año, entendiendo que ambas situaciones forman parte de una misma realidad que se divide en dos facetas. Una reflejada en el hecho de que determinados miembros del grupo doméstico se incorporen al ámbito laboral, y la otra, en el cómo tal hecho afecta al funcionamiento del grupo doméstico. Porque el trabajo de la mujer lo entendemos como un comportamiento estratégico del grupo doméstico, en la medida que son los imperativos de este grupo (económicos, de composición interna del mismo, etc.) los que inciden en el hecho de que la mujer intervenga o no en el mercado laboral. Este hecho está mediatizado por la ideología de género, pues tal opcionalidad es secundaria a las necesidades económicas reales del grupo. Por tanto el fenómeno de la incorporación permite estudiar al grupo doméstico y hacer un seguimiento de cómo afecta al mismo la inclusión temporal de uno o varios de sus miembros en el ámbito laboral. De esta forma se nos evidenció cómo es durante los meses de la campaña productiva del mantecado cuando se transforma la cotidianidad de todos los habitantes de Estepa, y cómo la masiva incorporación de las amas de casa al trabajo asalariado de las fábricas de mantecados provoca unas necesidades diferentes para sus grupos domésticos, teniendo que desarrollar éstos diversas estrategias. Esto nos ha permitido desvelar la importancia que esta industria tradicional tiene tanto en la organización del trabajo de sus integrantes, como en la configuración de la cosmovisión de los estepeños interviniendo de forma destacada en la creación del proceso de su identificación local y creando una "cultura del trabajo" específica. Por otro lado, y tras nuestro estudio, defendemos que estas trabajadoras no tienen una conciencia reivindicativa en relación a su trabajo en las fábricas de mantecados, aunque sí tienen una conciencia valorativa del mismo. Estas mujeres valorarán positivamente el trabajo de los mantecados frente a otros tipos de actividades, pues se trata de un empleo que aporta un salario importante, es un trabajo "femenino" dentro de la comunidad local y goza de un gran prestigio social en Estepa. Esta valoración positiva que las mismas protagonistas tienen de esta actividad condicionará de forma notable la creación de su identidad socioprofesional, a pesar de la pluriactividad que un gran número de ellas desarrollan a lo largo del año y de sus vidas. Sobre el hecho de que muchas de estas trabajadoras estepeñas, al preguntárseles sobre su profesión, respondan que es la de ser mantecaera, queremos exponer algunas reflexiones. Por un lado, si bien el trabajar como ama de casa es evidentemente la actividad o "profesión" a la que han dedicado la mayor parte de sus vidas, este trabajo se hace básicamente en solitario frente al trabajo en las fábricas de mantecados, donde se da una considerable mayor sociabilidad. Por ello creemos que es debido a esta sociabilidad, femenina primordialmente, superior en el mantecado que en el ser ama de casa, el que estas mujeres se identifiquen preferentemente con ser mantecaera antes que con ser ama de casa. Este considerarse mantecaera por encima de otras "profesiones", como la del campo o la del cuidado del hogar, también responde y se acrecienta por la importancia económica que la elaboración del mantecado tiene en Estepa. Esto influye en ese orgullo de trabajar en una actividad que goza de prestigio en su sociedad local, al ser una producción tradicional que forma parte de la historia de la localidad. Es más, llega a representar en muchas ocasiones la actividad mayormente deseable, en el orden de los valores ideológicos, para las mujeres de Estepa. Podemos
diferenciar
tres tipos de mantecaeras
en relación a su grupo de edad y a la valoración que le
dan
a su trabajo en las fábricas de mantecados, lo cual está
íntimamente conectado con el grado de interiorización de
la identidad socioprofesional que tengan. Por un lado,
está
el grupo de las trabajadoras más jóvenes las cuales no
interiorizan
apenas tal identidad; por otro lado, encontramos al grupo de 25 a 50
años
que son las mujeres que están entrando y saliendo del mercado
laboral
y que optarán por definirse como amas de casa por encima de mantecaeras;
y por último está el grupo de las más mayores, las
cuales verdaderamente se consideran "mantecaeras antiguas"
y han interiorizado en gran medida tal identidad socioprofesional. Reflexiones En nuestra investigación partíamos de la consideración a modo de hipótesis de que el ámbito laboral es uno de los contextos de la realidad social, donde pueden ser abordados fenómenos que interrelacionan aspectos de la cultura material y la cultura inmaterial de un grupo social determinado. Puesto que en el conjunto de actividades que constituyen el trabajo no sólo se producen objetos sino también relaciones humanas, así como ideas y representaciones acerca de tales relaciones y actividades (H. Gintis 1983). Defendemos que los procesos productivos constituyen un elemento fundamental en la construcción del sistema de identidadessociales en la medida que suponen para los sujetos la vivencia de un proceso de trabajo específico bajo unas relaciones sociales de producción determinadas. Estas vivencias condicionan la percepción cotidiana de la realidad, las actitudes, valores y comportamientos, tanto a nivel individual como colectivo en estrecha imbricación con las experiencias generadas por la posición en el sistema sexo-género y en el étnico, y por otras realidades matizadas por elementos como la edad, la ideología política, las creencias, etc. (E. Aguilar y otros 1996). Así pues, nos hemos centrado de forma especial en una postura que parte de la inserción de los procesos de trabajo en los procesos productivos, subrayando la necesidad de considerar a los procesos de trabajo en su desarrollo concreto bajo relaciones sociales de producción específicas y no en abstracto. Porque opinamos que las características de un proceso de trabajo vividas desde una posición determinada en las relaciones de producción se hallan en la base no sólo de las condiciones materiales de existencia de los trabajadores sino que condicionan, influyen e impregnan todos los ámbitos de la vida social y de las representaciones ideáticas de éstos (I. Moreno 1997: 20) dotándoles, como hemos demostrado con este caso empírico, de una específica identidad socioprofesional. Queremos concluir evidenciado cómo el caso de la fabricación de mantecados en Estepa resulta ser especialmente interesante por presentar unas "evidentes contradicciones" en relación a la doble valoración positiva y negativa que se le da por parte de los sujetos a esta producción. Doble valoración que infravalora a rasgos generales tal actividad por tratarse de un trabajo femenino y se contrapone con el importante hecho de que en esta localidad este trabajo a su vez goza de una valoración muy positiva. Hemos destacado
cómo la actividad laboral
de estas mujeres al mismo tiempo que se encuentra infravalorada por las
representaciones ideológicas sobre la división sexual del
trabajo, representaciones hegemónicas que comparten tanto
empresarios
como trabajadores y tanto hombres como mujeres, en Estepa, se convierte
por efecto de un filtro o tamiz contextual en un
trabajo
muy apreciado dentro de la localidad. Ese filtro se sustenta en
las particularidades que esta producción tiene en esta localidad
entre las que debemos resaltar que: se trata, en primer lugar, de la
actividad
laboral que aporta los ingresos más importantes a los
estepeños;
en segundo lugar, estamos hablando de una actividad tradicional y
altamente
apreciada por ello en esta localidad; en tercer lugar, ofrece trabajo a
las mujeres, en un contexto sociolaboral donde el desempleo es un
problema
notable; en cuarto lugar, da prestigio a sus trabajadoras, pues se
considera
que ser mantecaera es el mejor trabajo femenino del mercado
laboral
local; y junto a todo esto, trabajar en los mantecados
representará
para las mujeres un tiempo y espacio de sociabilidad especialmente
femenina,
todo lo cual contribuirá a la valoración positiva de esta
actividad de mujeres. Valoración positiva a nivel local que
hará
de catalizador eficiente a la hora de construir su comunidad su
identificación
local con esta producción industrial.
Este trabajo forma parte de nuestra tesis doctoral, titulada Procesos productivos y representaciones ideológicas: trabajo, género e identificación local en Estepa y se inserta en las líneas del grupo de investigación "Patrimonio etnológico: Recursos socio-económicos y simbolismo (PERSES)" (Plan Andaluz de Investigación: HUM-0398; Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía), del departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla (España). Ha sido financiado parcialmente por los siguientes proyectos de investigación: "Desarrollo endógeno, procesos productivos y representaciones ideológicas: trabajo, género e identidad local en la comarca de Estepa" (Plan de Investigación Etnológica, 1999. Dirección General de Bienes culturales, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). "Territorio, recursos y políticas de desarrollo local" (28441131-98-191), Plan Propio de la Universidad de Sevilla). "El estudio del
patrimonio cultural como factor
de desarrollo sostenible. Una propuesta de actuación" (DGICYT,
PB97-0708). Bibliografía Aguilar, E. (A. Téllez, S.
Amaya, M.
Río y A. González) Bianchi, M. Borderías, C. Comas, D. Ferruelo, Y. Gintis, H. Iedema, J. (y W. Meeus) Moreno, I. Sanz, M. A. Téllez, A. |
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