F.
Xavier Medina y Ricardo Sánchez (eds.):
Culturas
en juego. Ensayos
de antropología en España.
Barcelona, Icaria/Institut
Català d'Antropologia, 2003: 340 páginas.
Por:
Xavier Pujadas
Martí. Universitat Ramon Llull. Barcelona.
eimah@ole.com
A principios de la década
de 1990, la publicación de algunas monografías en revistas
especializadas y de los primeros libros sobre temáticas cercanas
a la antropología del deporte daban testimonio de la primera eclosión
de esta disciplina en España, en parte, estimulada por la proximidad
de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 e Barcelona.
El libro de Teresa del Valle sobre la Korrika en el País
Vasco (1988), el celebrado número inicial de la Revista d'Etnologia
de Catalunya(1992) sobre "cultura i esport" o la obra de Acuña
(1994) Fundamentos socioculturales de la motricidad humana y el
deporte,
son algunos ejemplos de la juventud de un ámbito de investigación
que, como pasa en otros dominios de las ciencias sociales aplicadas al
deporte, lejos de estar consolidado en este país, ofrece en cambio
claras muestras de vitalidad.
En este momento, esta vitalidad
tiene una continuidad visible sobre todo en congresos, proyectos de
investigación
universitarios y publicaciones especializadas. A su vez, el carácter
transdisciplinar de muchos estudios alcanzados desde otras ciencias
sociales
-como la historia del deporte o la sociología- o bien desde el ámbito
de las ciencias de la actividad física, ofrecen una buena salud
de la mirada antropológica hacia el deporte y sus manifestaciones
socioculturales. Su institucionalización o consolidación
disciplinar es, no obstante, otra cosa. Es por todo esto que, ya de
entrada,
la aparición del libro editado por F. Xavier Medina i Ricardo Sánchez
se convierte en una aportación oportuna y necesaria. Oportuna en
el tiempo porque ofrece la posibilidad de observar el estado de la
antropología
del deporte en este pais después de 10 ó 15 años de
desarrollo más o menos sostenido, y necesaria porque recoge en un
solo volumen una parte considerable de los nuevos caminos temáticos
y metodológicos a reseguir en un futuro cercano.
Los editores tienen, además,
una ya sólida carrera en sus espaldas que les permite realizar una
buena selección y presentación de los textos compilados.
F. Xavier Medina, antropólogo social, es responsable de proyectos
de Culturas Mediterráneas del Institut Europeu de la Mediterrània
(IEMed) de Barcelona, y un especialista en antropología del deporte.
Ricardo Sánchez, por otro lado, es antropólogo y profesor
de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y
el Deporte (Blanquerna) de la Universitat Ramón Llull, ha sido
presidente
de la Asociación Española de Investigación Social
aplicada al Deporte (AEISAD) y es, quizás, el más reconocido
estudioso de la antropología del deporte en Cataluña. El
resultado del esfuerzo de estos especialistas en la edición del
libro es notable y responde fielmente a su intención implícita
en la introducción de la obra, de reflexionar sobre el estado de
la disciplina a partir de la presentación de aportaciones
significativas
al respecto. Entremos, sin embargo, a ver cuales son estas aportaciones.
El primero de los artículos
de la obra ("Cultura físico-deportiva: una propuesta desde la
antropología")
corresponde a Javier Escalera, profesor de antropología social de
la Universidad de Sevilla. Escalera plantea en este texto una
interesante
reflexión acerca de la perspectiva antropológica -y bien
podríamos añadir desde la perspectiva de las ciencias sociales
en general- de los contenidos reales de las prácticas deportivas
en el contexto determinado en el que se desarrollan. El análisis
en profundidad de estas prácticas tiene que comprender, necesariamente,
el conocimiento y estudio de las estructuras económicas, políticas
y sociales, así como de los modelos y valores culturales, del marco
en el que se integran, es decir de la sociedad que es su escenario. Si
bien este es un planteamiento ya subrayado y conocido desde las
ciencias
sociales y la antropología en particular, a Escalera le permite
hablar del concepto de cultura físico-deportiva, que define
como un conjunto de modelos, pautas, valores, costumbres, hábitos,
imágenes, significados, funciones manifiestas o profundas que son
compartidas por una colectividad y transmitidas de manera
intergeneracional.
Desde este punto de vista, la cultura físico-deportiva está
integrada en el sistema sociocultural general. La propuesta de Escalera
es interesante porque enfatiza la necesidad de analizar esta amalgama
social
y cultural que conforma las prácticas deportivas en el momento de
plantear cualquier tipo de actuación, proyecto deportivo o de promoción
del deporte por parte de las instituciones y de los agentes sociales
con
intereses o responsabilidad deportiva. Lo que configura este tipo de
análisis
es, naturalmente, poliédrico y multidimensional, y deviene muy
ambicioso.
Aspectos como los de familia, asociacionismo, grupos no formales,
salud,
escuela, edad, enseñanza, discapacitados, género, etc., deben
integrar un análisis que, por razones obvias de espacio, el autor
solo apunta a título de ejemplo sobre el estudio de la sociabilidad
y el asociacionismo. No obstante, como dice Escalera, es relevante que las
manifestaciones de sociabilidad físico-deportiva, y de manera muy
particular las asociaciones a que dan lugar, deben ser agentes
destacados
a tener en cuenta en todo proyecto que pretenda la dinamización
y vertebración de nuestras sociedades (p.38), hecho que como
se sabe no siempre ha sido recogido desde las instituciones o sectores
promotores comprometidos con la intervención deportiva.
El segundo artículo,
firmado por Ricardo Sánchez, se pregunta sobre el papel y las
transformaciones
del deporte en la sociedad moderna ("El Deporte: nuevo instrumento de
cohesión
social?") y presenta, a mi entender, uno de los textos más brillantes
del libro, dado que la obra pretende ser un compendio de ensayos desde
la antropología. Sobre todo porque intenta superar los intereses
sectoriales del estudio de caso y se adentra en la reflexión global
acerca de la conexión entre deporte, cultura y sociedad. Para hacerlo
repasa primero aquello que desde la historiografía ya se ha estudiado
cuantiosamente, pero que todavía nos es necesario revisitar para
entender el fenómeno deportivo: que los procesos de deportivización
van unidos a los de modernización, que son uno de sus indicadores
y a la vez uno de sus estímulos. En segundo lugar estudia la capacidad
que incorpora el hecho deportivo sobre "dar sentido" -en la medida que
simplifica la percepción de lo complejo- a las contradicciones
económicas,
culturales y políticas de la modernidad. Sin entrar en valorar este
rol de rito de referencia que posee el deporte, advierte sobre
los
que lo han estigmatizado como legitimador del sistema -en referencia a
las teorías críticas- y los que lo han aplaudido viendo en
él una función cohesionadora del caos de la modernidad, en
relación a los teóricos funcionalistas. Para decirlo de otra
manera, si como advirtió Marx en 1848, en el mundo moderno que se
estaba forjando "todo lo sólido se desvanece en el aire", el papel
del deporte sería el de hacer más respirable ese aire, ni
que fuese en apariencia, a pesar de que el aire de la modernidad en
realidad
sigue estando lleno de impurezas. Finalmente Sánchez insiste, en
la linea de lo que ya ha explicado y escrito en otras ocasiones, sobre
el reciente paso de un modelo de sociabilidad cerrada a un modelo
abierto,
de participación ciudadana. En esta transformación substancial
el deporte sigue siendo un referente en tanto que reflejo social -las
nuevas
prácticas deportivas aparecen allá donde hay acción
ciudadana- y como estímulo de nuevas dinámicas participativas
y, quizás incluso más democráticas.
El tema de las identidades
colectivas y el desarrollo del deporte adquiere un destacado papel en
el
libro, especialmente en los artículos siguientes de Carles Feixa
("Un antropólogo en el fútbol"), Teresa del Valle ("La importancia
del ritual en los procesos de etnicidad: la Korrika vasca"), F. Xavier
Medina ("Etnicidad y nuevos rituales deportivos urbanos: la Korricursa
de Barcelona") y Jeremy MacClancy ("Nacionalismo en juego: los vascos
de
Vizcaya y el Athletic Club de Bilbao"). Estos cuatro artículos recogen
textos y reflexiones ya publicadas parcialmente en otros lugares o, en
algunos casos, como en el de MacClancy, son una traducción de estudios
publicados fuera de este país. De hecho, podría decirse que
casi conforman una unidad dentro de la obra -tres de ellos, dedicados
al
fenómeno del deporte y la práctica de la actividad física
como constructores de la identidad nacional vasca- y en general
plantean,
a mi juicio, un buen ejemplo y una buena aportación de la tendencia
de estudio que tanto la antropología como la historia del deporte
desarrollan últimamente alrededor del análisis de las identidades
El hecho que se trate, en algún caso, de textos publicados en otros
ámbitos más o menos accesibles es aquí un aspecto
totalmente secundario. El acierto de los editores se encuentra en su
actualización
o traducción y, por encima de todo, el hacer posible su lectura
conjunta que, finalmente, aporta una visión muy consistente del
fenómeno de la construcción y/o reconstrucción de
la identidad colectiva y de su complejidad, a través de las
manifestaciones
deportivas.
La aportación de Feixa,
profesor de la Universitat de Lleida, es una buena puerta de entrada a
este capítulo de las identidades porque, a través del fútbol,
pero también de otras manifestaciones deportivas, se acerca
inicialmente
de manera general a la evolución de la antropología, para
pasar posteriormente a aspectos específicos -como son la articulación
de las identidades en el mundo del futbol, el ámbito del deporte
como espejo de estas, el fenómeno de los supporters y, de
manera específica, el caso del F.C. Barcelona- poniendo de relieve
la imposibilidad de entenderlos con una mirada simplificadora. ¿Qué
mueve a los miles de seguidores barcelonistas? ¿Es vigente el papel
de substituto de las instituciones democráticas durante la dictadura
atribuido al club azulgrana, para entender la fuerza identitaria del
club
en la actualidad? Estas son algunas de las cuestiones que plantea Feixa
y que intenta resolver con el análisis de la función ritual
y de sociabilidad de un club de futbol como el Barça. El
tema queda abierto -y en parte esa es la intención del autor- poniendo
de manifiesto que este es un terreno pantanoso sobre el que todavía
deben extenderse muchos puentes de conocimiento con un abordaje
científico
serio que supere el estereotipo mediático y electoral. El tratamiento
que hace Del Valle del fenómeno de la korrika en el País
Vasco es también significativo de la necesidad de adentrarnos en
el estudio de los rituales para analizar los movimientos nacionalistas
y, claro está, entenderlos mejor. La korrika, una carrera
de relevos organizada y que atraviesa todo el territorio de «Euskal
Herria» -es decir, los siete territorios vascos, a uno y otro lados
de la frontera hispano-francesa- en defensa de la lengua vasca, se ha
celebrado
ininterrumpidamente desde 1980 con un potencial ritual destacado. No es
una carrera competitiva y simboliza la transferencia de mano en mano,
de
generación en generación, del euskera, que se plasma
en el testigo cilíndrico de madera que se pasan los corredores: se
presenta como la energía del pueblo, que lleva la lengua, que la
transmite, que la respeta (...) (p.118). El sentido reivindicativo
se manifiesta, sin embargo, tan potente como el sentido integrador -sirve
de vehículo no sólo de afirmación, sino de integración
(p.118)- al margen de otras manifestaciones más reduccionistas del
nacionalismo. El sentido de traspaso generacional, de conexión entre
pasado y futuro, es aquí fundamental, porque es básico en
cualquier manifestación de identidad nacional. El caso de la korrika,
sin embargo, ha traspasado los límites de «Euskal Herria»
y se ha puesto de manifiesto en otros territorios como puede verse en
el
análisis que realiza F. Xavier Medina de la korricursa catalana
que se celebra en Barcelona. Esta carrera es organizada por los vascos
residentes en la capital catalana con el mismo objetivo fundamental de
defensa y reivindicación del euskera, a pesar de que el
contexto
diferente delimita y determina su desarrollo. A imagen de la iniciativa
originaria, en el caso catalán esta carrera se materializa en un
territorio específico, pasando por las zonas de la ciudad que son
significativas para los vascos afincados en Cataluña: desde la
Universidad
Central -donde en 1993 se impartían los únicos cursos oficiales
de euskera
en toda Cataluña- hasta la Nafarren Etxea o Casa de Navarra
de Barcelona.
La vinculación entre
pasado y presente en las manifestaciones deportivas con un sentido
identitario
nacional es, en realidad, el centro del interesante artículo del
profesor de la Oxford Brookes University, Jeremy MacClancy, sobre el
Athletic
Club de Bilbao. Para MacClancy la comprensión de la estrecha relación
entre el nacionalismo vasco y el club de Vizcaya pasa indefectiblemente
por la identificación entre la combinación de lo moderno
y lo tradicional, propio del movimiento nacional en Euskadi, y la misma
combinación que se da en el caso de la entidad deportiva: la mezcla
entre la modernidad (el fútbol como un juego deportivo inglés
propio de las sociedades industrializadas) y la identidad ancestral (la
cultura vasca, sus valores y estilos). En este sentido, y con el paso
del
tiempo, un siglo después de su institucionalización en Euskadi,
el fútbol ha acabado convirtiéndose en una "tradicional modernidad"
y en una pieza destacada del nacionalismo.
El análisis del género,
la socialización y la cultura son los aspectos fundamentales de
las aportaciones de Carmen Díez ("Deporte, socialización
y género") y de Dora Blasco ("Género y deporte. La educación
física en la enseñanza pública"). El primero, es un
texto que a partir del estudio de la organización y desarrollo de
los campeonatos infantiles y juveniles de fútbol en Guipúzcoa
-que, por cierto, se realizan de manera ininterrumpida desde 1911-,
plantea
el fútbol y el deporte en general como un espacio que, en el marco
de nuestra cultura, contribuye al mantenimiento de una sociedad
androcéntrica.
Díez, de hecho, llega a la conclusión diáfana y significativa
de que la estructura del fútbol en Guipúzcoa y la manera
en la que los chicos participan en ella, posibilita el hecho de hablar
de este deporte como un ámbito de iniciación masculina, como
una institución social que reproduce la masculinidad a través
de la ritualización. Este hecho, no por intuido y conocido en muchos
otros casos estudiados, deja de ser relevante. Dora Blasco, por otro
lado,
aporta un muy buen estudio de caso realizado en la Escuela Pública
de Benabarre (Huesca), en el que se reiteran algunas de las
afirmaciones
ya evidenciadas en el artículo anterior. Es interesante la aportación
de los dibujos realizados por chicos y chicas de esta escuela rural que
ilustran parte del discurso desplegado. Si bien para los chicos el
fútbol
se convierte en un marcador identitario (p.203) que es
preferido
en función de su masculinidad y de manera cerrada respecto al otro
sexo, en el caso de ellas se observa un cierto deseo de compartir, de
entrar
en el grupo masculino. El hecho de tratarse de un trabajo etnográfico
en una escuela pública no permite superar una visión androgénica
de la práctica deportiva, ya que esta es una visión dominante
en la sociedad y naturalmente el deporte se vislumbra como un reflejo y
un observatorio inmejorables de esta.
Con este mismo objetivo de
observación cultural y social a través de la práctica
deportiva, Gaspar Maza ("El deporte en el Bar") y F. Xavier Medina
("Actividad
físico-deportiva, migración e interculturalidad") se sitúan
en el estudio de la práctica de disciplinas en un contexto popular
en Barcelona, concretamente en el barrio del Raval y, en el caso del
texto
de Medina, en parte también en la localidad de Sant Adrià
del
Besòs -en el área metropolitana de Barcelona-. A pesar de
que se trata de dos artículos bien diferenciados tienen en común,
más allá del contexto social y territorial analizados, el
estudio de la práctica deportiva como posible instrumento de
integración
y normalización de la vida cotidiana de determinados sectores populares
urbanos. El caso de Gaspar Maza -antropólogo del Ayuntamiento de
Barcelona-, con un objeto de estudio peculiar en el marco de nuestra
antropología
del deporte: el F.C. Amistat. Es este un equipo que participó en
la categoría tercera regional y que se articuló alrededor
de un establecimiento de bar del barrio del Raval -el casco antiguo
barcelonés-.
Maza aporta aquí experiencia propia, dado que formó parte
de este equipo mientras duró su investigación entre 1991
y 1992. Lo que Maza pretende explicar a través de su estudio
microurbano
es el tipo de relaciones que se establecen, las características
sociales y culturales, los valores y las experiencias que surgen en
este
triángulo que bien podemos dibujar entre la práctica del
deporte de barrio, el bar como espacio de sociabilidad y organización,
y el grupo, de extracción eminentemente popular. El resultado,
sugerente,
merece sin duda nuevas aportaciones en otros casos que puedan
aportarnos
mucha más luz sobre el papel del deporte en ámbitos suburbanos
populares, y cuyo estudio todavía resta por hacer en este país.
El artículo de Medina, por su lado, profundiza de una manera lúcida
sobre un tema alrededor del que es necesario trabajar mucho y muy
rigurosamente
en nuestro país: la experiencia deportiva como factor de integración
e interculturalidad. Medina hace una aportación que, a mi modo de
ver, tiene un doble significado relevante. En primer lugar reflexiona
con
una mirada suficientemente estimuladora sobre la construcción de
un marco teórico propio sobre el estudio del fenómeno deportivo
como materia de uso en la construcción de una sociedad intercultural,
en la que los ciudadanos de distintas procedencias puedan experimentar
en la práctica física un punto de encuentro y, en definitiva,
de integración en el sentido de igualdad en una cotidianidad
compartida y siempre al mismo nivel entre todos los individuos
que
componen el entramado social (p.233). En segundo lugar, sin
embargo,
Medina incorpora a además el análisis de tres casos reales:
el Torneo de Ramadán del barrio del Raval, el Open
de Fútbol Sala del mismo barrio y el Torneo de cricket de
Sant Adrià del Besòs. El éxito de estas iniciativas,
según el propio autor del artículo, está estrechamente
vinculado al carácter abierto de las competiciones, que se realizan
con la participación de equipos de ciudadanos por ejemplo de origen
magrebí o paquistaní, junto a equipos de los propios barrios
y ciudades. Aquí se constata en parte el elemento identitario de
la práctica deportiva, la experiencia deportiva como una experiencia
compartida. Una vez más, pues, aparece el tema de la identidad como
uno de los ejes más destacados del libro.
La parte final de la obra
muestra tres artículos que analizan el ámbito de las prácticas
de riesgo y los deportes de aventura, sin duda un área emergente
tanto en el escenario urbano como en el medio natural que difícilmente
la antropología del deporte podía pasar por alto. Ricardo
Sánchez ("Los usos sociales del riesgo: el deporte de aventura como
configurador de una ética de la contingencia") recupera en este
ensayo el tema de la inestabilidad de la sociedad moderna, ahora
radicalizada
y por lo tanto con el ingrediente del riesgo como protagonista. Sánchez
elabora una interpretación de la emergencia evidente de estas prácticas
como una necesidad para que los deportistas de riesgo reconstruyan la
confianza
en sí mismos. Dicho de otra manera, las prácticas de aventura
prefiguran un escenario de un cierto riesgo pero con un nivel de
confianza
aceptable. Así pues, los deportistas pueden sobresalir en un entorno
relativamente poco fiable con el objeto de rehacer su propia confianza,
en el marco de una sociedad compleja que requiere esta seguridad que
ella
misma no aporta.
Ángel Acuña,
de la Universidad de Granada, ("El sentido del límite y el límite
del sentido: 101 Kilómetros en 24 horas") y Xavier Camino ("Una
apropiación informal del espacio urbano a través del deporte:
La Fuixarda de Barcelona y la escalada") se adentran en el análisis
de casos diferentes sobre los deportes y prácticas de aventura.
El primero nos habla de los comportamientos, motivaciones y
valoraciones
de los participantes en la carrera de 101 kilómetros en 24 horas,
organizada desde 1995 en Andalucía por la Legión del Ejército
español. El estudio -cuantitativo y cualitativo- expone como el
conocimiento de los propios límites y el reto de lo desconocido
son piezas fundamentales en este tipo de actividades. Camino, en
cambio,
hace un estudio sobre los usos informales del espacio urbano para la
práctica
de la escalada en Barcelona, planteando un trabajo de campo en el caso
de la pedrera de la Fuixarda en Montjuïc, que comenzó a ser
visitada por escaladores urbanos en la década de 1980. Camino supera,
sin embargo, el terreno de la descripción y de manera asumida plantea
la ocupación informal de los espacios ciudadanos como lugares comunes
de encuentro para la práctica del deporte, como camino enriquecedor
de las ciudades y más allá de la obsesión formalizadora
y reduccionista de las políticas urbanísticas más
o menos usuales.
Cierra el libro el profesor
Luís Cantarero, de la Universidad de Zaragoza en Teruel, con el
artículo "Percepción social del doping en el deporte",
un intento de explicar la visión social existente acerca del siempre
presente problema del dopaje y los factores de su demonización.
Cantarero lo relaciona con la vigencia aparente del fair-play
como
valor del deporte de arraigo inglés y, una vez más, con el
valor identitario del deporte, dado que las actitudes más o menos
legítimas de los deportistas profesionales se vinculan estrechamente
a su representatividad nacional y, por lo tanto, al prestigio de a
quienes
representan. El reciente caso del esquiador Johann Muehlegg se analiza
a modo de ejemplo en este sentido.
El libro acaba incidiendo,
por consiguiente, con lo que a mi modo de entender es el ámbito
más relevante del estudio y común a casi todas las aportaciones,
la construcción de la identidad a través de la práctica
y la percepción de los deportes y las culturas que se desprenden
y/o son escenarios de estas. Un hecho que no puede sorprendernos pero
que,
como se demuestra, presenta un elevado interés para comprender mejor
nuestro mundo real: las redes sociales, los valores culturales
compartidos,
la resistencia de los individuos a la homogeneización formal y la
voluntad de su afirmación. La obra, desde mi punto de vista es en
buena medida una invitación a seguir el estudio de las identidades,
donde el deporte -reflejo de la modernización y actor en la modernidad
radicalizada- juega un rol ciertamente importante.
En
definitiva, este es un
magnífico mosaico de trabajos que, como casi siempre sucede en estos
casos, presenta algunas desigualdades que no pueden pasar por alto
entre
las aportaciones de carácter más ensayístico -y por
lo tanto más el fruto de una amplia reflexión sobre un pósito
de investigaciones ya culminadas o en proceso, que no el resultado de
la
descripción de un trabajo incipiente- y aquellas que nos remiten
a trabajos de campo sobre aspectos muy específicos y con una vocación
teórica más limitada. No obstante, es capaz de abrir un abanico
de temáticas riquísimo, cosa que hace real aquello que se
intuye que los compiladores estaban buscando: hacer notar la necesidad
de desarrollar una disciplina que nos ayudará a entender mejor la
interrelación entre sociedad, culturas y actividades físicas
desde perspectivas múltiples. Como apunta Luis Calvo en el prólogo,
el libro se plantea como una plataforma de conocimiento que busca,
especialmente,
estimular la observación del deporte con nuevas ópticas,
con la sana intención de propiciar el desarrollo de una masa crítica
significativa (...) (p.10). En esto, la obra compilada por Medina y
Sánchez sobresale y, además, muestra con claridad cuales
son las perspectivas usuales de estudio de la antropología del deporte
en el Estado español en la actualidad, sin dejar de realizar una
cierta mirada atrás sobre la obra realizada hasta la fecha. Culturas
en juego, por lo tanto, es a la vez un punto de llegada y un
estímulo
necesario para futuros investigadores de nuestra antropología del
deporte.
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