Gazeta de Antropología
  
Gazeta de Antropología, 2011, 27 (2), artículo 25 · http://hdl.handle.net/10481/18282
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Recibido: 19 mayo 2011  |  Aceptado: 20 octubre 2011  |  Publicado: 2011-10
Siguiendo los pasos de los malandros. Para una discusión sobre delincuencia y migraciones
Following the steps of the malefactors. For a discussion on criminality and migrations

Iban Trapaga de la Iglesia
Posgrado en Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma Metropolitana. Ciudad de México.
iban.trapaga@gmail.com


RESUMEN
El presente ensayo pretende iniciar el acercamiento a un tema poco tratado: la movilidad geográfica de los pequeños delincuentes o malandros urbanos. La mayor parte de este trabajo desarrolla esta temática partiendo del análisis de los materiales recogidos en campo mediante entrevistas abiertas y observación participante. Los sujetos considerados, tres hombres de nacionalidad mexicana, se movían (y lo hacen actualmente) en y entre dos Estados nacionales: México y Estados Unidos. Cada uno de ellos dibuja un mapa particular de la topografía del malandraje inscrito y legible en sus biografías particulares. Sin otro vínculo, todos pasaron en algún momento de su vida por Ciudad Juárez. Pero además, el objeto del ensayo es llamar la atención sobre la necesidad de elaborar esquemas metodológicos y ontológicos sobre los fenómenos migratorios, cuyo cuerpo teórico es aun limitado y en construcción.

ABSTRACT
The present paper provides an initial approach to a little-treated subject: the geographic mobility of the petty delinquents or urban thugs. Most of this work develops this theme by dividing of the analysis of the materials raised in field by means of open interviews and participant observation. The subjects considered, three men of Mexican nationality, moved (and they do at the moment) in and between two national states:  Mexico and the United States. Each of them draws a particular map of the topography of delinquency in their personal biographies. Without another bond, all some time of their life passed through Juárez City. But also the object of the test is to call attention to the necessity of formulating methodological and ontological approaches to migratory phenomena, whose theoretical corpus is still limited and under construction.

PALABRAS CLAVE
malandros | migraciones | migrología | relatos de vida
KEYWORDS
thugs | migrations | migrology | stories of life


1. Introducción

El desplazamiento de sujetos en ámbitos nacionales e internacionales por "motivos de ley", llamó mi atención a partir de la constatación de esta modalidad de migraciones y de su intensidad en la vida de individuos pertenecientes a clases populares de las metrópolis mexicanas. A partir de la retroalimentación entre estas reflexiones y el avance de la investigación cualitativa en una urbe fronteriza, Ciudad Juárez, se concibe plantear una discusión dirigida a la construcción de un esquema teórico flexible que facilite la conceptualización e interpretación de los sucesos citados.

La migración o, más certeramente, la movilidad humana entendida como procesos que implican cambios en todas las esferas de la existencia humana, tanto económica, política y social, como psicológica, ecológica, cultural, etcétera, y que reúne tal diversidad de acciones y que a su vez resultan tan diversas entre sí, es un fenómeno que entre la ontología y la metodología, carece de fundamentos sobre la definición ideal del mismo, y en ocasiones se ha caído en nociones precarias y operativas.

Junto a esta indefinición, o quizá derivado de ella, el carácter otorgado a la migración ha pecado de una orientación apriorística definitivamente economicista. Y esta situación se perpetúa desde el evento fundador de una migrología moderna, reconocido en la obra y reflexiones de E. G. Ravenstein explayadas en sus "leyes de la migración". El sesgo económico se instaura a partir de esta primigenia mirada científica hacia los movimientos espaciales de masas generados durante las revoluciones industriales de primer y segundo estadio. De este modo, prácticamente en toda muestra del análisis especializado científico se ha naturalizado la condición de migrante, como trabajador migrante, eludiendo la heterogénea composición socio-económica, cultural y motivacional de la movilidad geográfica humana. Es tal la presencia de esta perspectiva que las representaciones sociales del "migrante" se corresponden, sino equiparan totalmente, con la noción del emigrante depauperado que viaja en pos de la movilidad socio-económica.

El trabajador migrante abre cancha en ocasiones al exiliado, al desplazado por desastres, a la víctima de conflictos políticos y bélicos. No obstante, y más allá de un restringido volumen de trabajos, las teorías dominantes al respecto eluden, o más bien se demuestran incompetentes para el diseño de métodos de investigación en casos donde la definición caracterizada del trabajador migrante se difumine entre otras pulsiones y pasiones de la realidad social.

En este sentido es como la reflexión sobre la actividad viajera del delincuente, hampón, malandro o malilla deviene en la confrontación de sendos campos de la investigación social, criminalidad y migraciones, para establecer los nexos ya elucidados y las correlaciones opacadas por los apriorismos y las debilidades de la metodología académica establecida. Este recorrido nos inicia en la revisión de estos complejos teóricos y en la literatura sociológica iberoamericana relacionada con el malandraje.

Por el carácter procesual de las migraciones humanas y su compleja trama existencial, se convino para esta temática la aplicación de técnicas biográficas para la elaboración de los datos que dialogaran con las reflexiones teóricas dentro y fuera del campo, dirigiendo esta metodología hacia la explicitación de dos o tres historias de vida todavía en proceso de recogida, clasificación y análisis. Este método biográfico resultaba coherente con la convicción personal de dotar a estos individuos del mayor grado posible de subjetividad, de subrayar el protagonismo y la agencia denotada por sus trayectorias vitales, repletas de decisiones y estrategias más o menos conscientes, más o menos legadas.


2. Teorías migratorias versus sociología criminal

La cuestión migratoria, aunque exultante de trabajos y proyectos empíricos, peca a pesar de sus prístinos fundamentos de una endeble serie de teorías, muy acertadas y sugerentes en sus enunciados nomotéticos y generales, pero que se disuelven entre el marasmo de teorías secundarias o de medio rango requeridas para su aplicación sobre el objeto de estudio. Las razones que sitúan a las grandes teorías migratorias en estado de colapso metodológico son variadas, y se encuentran enlistadas ya por colegas predecesores:

"la insuficiencia del corpus teórico disponible sigue siendo citado como uno de los obstáculos que se interponen en el camino de la cabal comprensión de las migraciones. Tal obstáculo es, a su vez, consecuencia de otros, tales como la ambigüedad conceptual del fenómeno, la dificultad de su medición y su carácter multifacético e interdisciplinar" (Arango 1985: 8-9).

Definitivamente, y en relación al objeto de este artículo, son dos de las cuestiones citadas arriba, la tara conceptual y el carácter multifacético del objeto a tratar, quienes ocuparan la base del planteamiento de ulteriores análisis. Ante la heterogeneidad persistente del fenómeno, poco se puede implementar más allá, precisamente, de los campos multidisciplinares. Sin embargo, ante la inconsistencia ontológica y teórica, se puede y se debe actuar desde el pensamiento científico contemporáneo e iberoamericano, en particular.

En una primera instancia, se impone una revisión breve pero crítica de las principales teorías explicativas vigentes, y alguna de las alteraciones que han impreso en la construcción ontológica necesaria para una más sólida construcción teórica y su contraparte empírica.

Como primera precaución, se requiere señalar que aun entre esquemas teóricos, existe cierto divorcio o desconocimiento mutuo entre las ramas del bagaje científico social, ya que la migrología se reparte mayormente entre la demografía, la economía y la sociología, en tanto su elaboración teórica y metodológica. Por ende, en ocasiones se provocan intrusiones recíprocas no muy claras en tanto se carece de correspondencias y sinergias concisas.

Por esta razón, he preferido centrar esta exposición en los productos teóricos derivados del campo socioeconómico, antes que de la demografía y economía clásica, y que sólo mencionaré escuetamente aquí: modelo gravitacional, el modelo económico (neoclásico), el de Markov, y el de la ecuación máster.

De entre las producciones socio-económicas, se pueden agrupar entre las netamente economicistas sostenidas a partir de la ley de la expulsión-atracción, y las más recientes que consideran factores para la movilidad espacial humana concluyentes con la pulsión económica. La teoría económica neoclásica, la micro-económica de la decisión personal, la teoría de la nueva economía y la teoría de los mercados laborales segmentados, constituyen la primera agrupación, mientras que la teoría de los sistemas mundiales, de los capitales sociales, de la causalidad acumulada, la teoría transnacional y la teoría migratoria reconsiderada, conforman este segundo bloque que incluye, sin defenestrar la centralidad económica, matices y factores de índole cultural y psicológico (Durand y Massey 2003: 11-43).

De entre las regularidades migratorias avanzadas por Ravenstein en 1885 y 1889 que han subsistido frente a todas las revisiones ulteriores, la referente al carácter predominantemente económico de los desplazamientos se corona como indiscutible:

"La principal, aunque no la única, causa de las migraciones hay que buscarla en la sobrepoblación de una parte del país, mientras que en otras partes existen recursos infrautilizados que contienen una promesa mayor de trabajo remunerado. Es obvio que ésta no es la única causa. Leyes malas u opresivas, una fuerte presión social, un clima desfavorable, entornos sociales poco propicios, en incluso la coerción (tráfico de esclavos), todos estos factores han producido y aún están produciendo corrientes migratorias, pero ninguna de estas corrientes puede compararse en volumen con la que resulta del deseo inherente a la mayoría de los hombres de progresar en cuestiones materiales" (Ravenstein 1885: 198; 1889: 286. Citado en Arango 1985: 12).

De este modo, lo que fue enunciado como una tendencia mayoritaria devino por las taras del cuerpo teórico acumulado, en la representación ideal del sujeto migratorio: el trabajador (obrero o campesino, profesionista o analfabeto) que se desplaza por satisfactores económicos, más precisamente por los salarios o la expectativa subjetiva de más o mejores salarios y condiciones del trabajo. Excluidos quedaron de este tipo ideal, no sólo los relacionados ya por Ravenstein, sino los inversionistas vinculados a flujos de capitales, por señalar un ejemplo clarificador. Es decir, y grosso modo, se filtró una imagen del inmigrante como el "jodido", quien poco o nada posee, una representación similar a la doxa popular mayoritaria. De esto se deriva cierta proyección deformadora del objeto de estudio, que no es definitoria pero que perjudica la labor ontológica de las ciencias sociales comprometidas en la migrología, que no coinciden con una base fundamentada en responder ¿quién o qué es un migrante? ¿Qué es una migración y que no lo es?

Regresando a las teorías enlistadas, del bloque economicista resaltan las virtudes para acomodarse a las condiciones económicas siempre y cuando se respete el presupuesto del equilibrio inicial y final (Arango 1985: 26). Una tras de otra suponen revisiones o enmiendas parciales, donde se denota un diálogo entre los economistas neoclásicos y los sustantivistas, aunque las tendencias mundiales parecen apuntalar la teoría neoclásica frente a la involución de mercados segmentados (Durand y Massey 2003: 41-43). El bloque abierto a explicaciones multifactoriales denota una apuesta por la flexibilidad del modelo propuesto, el señalamiento sin caracterización de los agentes políticos, la perspectiva circular de los movimientos, y la introducción de factores culturales y psicológicos frente a las determinaciones economicistas. Asimismo, se tiende a superar el mecanicismo implícito en los paradigmas económicos.

No obstante, las teorías aparecen divorciadas de las iniciativas empíricas (Arango 1985: 11; Durand y Massey 2003: 41) por lo que pierden fuerza explicativa al no contrastarse entre sí a partir de verificación experimental o de campo. Junto a esta disociación, la cuestión de los aparatos de medición disponibles condiciona todo el diseño de investigaciones potenciales, malogrando las mejores intenciones de toda aproximación teórica (Arango 1985: 9-10). Finalmente, las teorías se disocian de la realidad psico-cultural determinante de la toma de decisiones individuales y colectivas, ya que debo subrayar, al fin y al cabo los factores impulsores de la movilidad siempre son interpretados subjetivamente, por lo que este factor es realmente el determinante (1).

Migración y delincuencia son dos campos objetivados por nuestro pensamiento científico-social. Sin embargo, en sus respectivos procesos acumulativos de saber fueron disociados, mayormente por la ya conocida evolución estanca de las disciplinas sociales a partir de la fragmentación positivista decimonónica. El resultado vigente son dos objetos distanciados por la desagregación teórica entre derecho, criminalística o sociología criminal y psicología social, de una parte, y el elenco de disciplinas ya mencionadas insertas en la causa migrológica. Aunque la escuela de Chicago sí inició su producción científica (2) relacionando sendos ítems, en su marco teórico se moldearon más como casuística (la migración desestructura social e individualmente, ergo, fomenta la desviación expresada en las conductas criminales), que como objetos sociales comunicados e interrelacionados. Este parte aguas alteró la conformación de teoría y método para tratar a la "delincuencia", fomentando el desarrollo de las determinaciones, conductas, espacios degradados o criminógenos, como investigaciones aplicadas a la corrección o supresión de la desviación y la anomía social. De este modo, los rasgos y elementos existenciales de los individuos caracterizados por esta etiqueta social y científica se hiperbolizaron como caricaturas del mal, perdiendo profundidad otros rasgos de su vida social. En otras palabras, el rol delincuencial desplazó el resto de las facetas, como es la ya detectada alta movilidad de este objeto social (3). Además, esta perspectiva en larga data ha confinado parte de las inquietudes científicas divergentes con el objeto construido científicamente.

La noción de malandro, o más ciertamente el vocablo, aparece en la literatura antropológica caracterizando a los grupos de parias y/o delincuentes de las colonias pobres y populares de Latinoamérica. El malandraje es delineado someramente desde varios autores, entre los que mencionaré como referentes a Roberto da Matta que efectuó una socio-encuesta entre la población urbana para objetivar al tipo malandro como una especie de antihéroe marginal cuyo objetivo y función es la supervivencia cotidiana, y delineaba esta caracterización operativa:

"Y el malandro es un ser desplazado de las reglas formales, fatalmente excluido del mercado de trabajo; es más, descrito por nosotros como lo más opuesto al trabajo, e individualizado por su modo de hablar, andar y vestirse. (…) ya sea porque están situados en lugares extremos de nuestras fronteras (…) ya sea porque están escondidos en las prisiones, por la policía y por nuestra ingenuidad, pues aquí tenemos a todos los marginados" (Da Matta 2002: 266).

En obras más recientes, se perfilan sujetos delictivos que las investigaciones vinculan, como en el caso de los hobos, a una articulación socio-económica trabajador-malandro en las vecindades y colonias populares metropolitanas (Kessler 2004), donde resulta inoperante la secesión entre los dos roles para abarcar la complejidad del fenómeno social. Por ende, la hipótesis provisional opera a partir de este multifacetismo del malandraje, y su vínculo con los estudios urbanos de las clases populares iberoamericanas.

La literatura sociológica más influida por la antropología ha provisto a la ciencia social de elementos reflexivos que ahondan en esta revisión ontológica. Las definiciones adelantadas, aún siendo parte de un tipo operativo, cargan con suficientes elementos constitutivos de un potencial tipo ideal de malandro. Desde una mirada más política a esta problemática, aparecen esbozos de un sujeto construido por la exclusión derivada de la dominación política:

"Aunque no me cabe la menor duda de que E. H. es a los ojos de los estratos oficiales dominantes de la sociedad venezolana, un caso paradigmático (y prescindible) de malandro o hampón, de antiguo "niño sin infancia" y hoy "joven sin futuro", su biografía es compleja, llena de texturas, y está compuesta por estrategias de vida cambiantes que desbordan los estrechos límites de dicha atribución, que actúa como una camisa de fuerza estructural que no hace sino criminalizar y trivializar su experiencia de vida" (Ferrándiz 2004: 189).

Junto a la relevancia del malandraje para la sociedad venezolana (y aplicable a toda Iberoamérica), que ya cuenta con representaciones espiritistas en las formas de la religiosidad local, Ferrándiz en su obra revela que entre esas "estrategias de vida cambiantes" la movilidad espacial deviene en uno de sus ejes existenciales, en tanto es fomentada por los "culebras", o venganzas concatenadas que los amenazan en ocasiones, o por la propia función social de médiums y creyentes del espiritismo, que les lleva a desplazarse hacia otros centros de culto ubicados en otras ciudades y regiones venezolanas.

La relevancia del tipo social del malandro para la historia social iberoamericana contemporánea, y aún para los estudios urbanos en la región, amerita desvestirlo de estas representaciones estigmatizadas, demostradamente hegemónicas y escasamente rigurosas, para enfrentar esa riqueza y complejidad, y ubicarlo en su justa medida entre otros fenómenos y niveles con los que interacciona, donde la religiosidad, la posición de clase y en el mercado laboral y el mismo recurso a la migración no son sino una primera llamada de atención a la comunidad sociológica de la emergencia de este grupo dotado de una cultura particular.

El recurso a la movilidad por parte de los sectores delictivos iberoamericanos suscita esta primera confrontación con los esquemas teóricos de la migración y sus carencias. La escandalosa ausencia de los estados nacionales y sus resortes institucionales entre los factores condicionantes de la expulsión (push) atendidos por las corrientes teóricas reinantes (Durand y Massey 2003: 41-42) inspira el cotejo entre empiria biográfica y factores teóricos, los cambios inducidos y los efectos producidos a partir de la acción violenta del estado y otros agentes sociales implicados en la movilidad geográfica de los malandros, malillas, o hampones.


3. Método biográfico y diseño de la investigación

Desde el granado elenco de los métodos cualitativos en ciencias sociales, el método biográfico está especialmente indicado para la aproximación interpretativa a procesos migratorios y grupos socialmente marginados, donde se producen cambios socioculturales significativos (Pujades 1992: 63). Otra de las cualidades intrínsecas a este método radica en su amplio espectro y tolerancia ante varias disciplinas, es decir, es una propuesta idónea para casos como el aquí problematizado que requieran de campos interdisciplinarios para el cotejo de teorías.

El método biográfico está complementado por varias técnicas, desde las entrevistas biográficas a técnicas etnográficas como la observación-participante y los estudios de caso. El método biográfico conjuga fuentes orales con documentos personales con el doble propósito, primero, de captar los mecanismos procesuales que dan sentido a las vidas de los individuos, y por otra parte, enseñar un análisis descriptivo, interpretativo y crítico de los documentos biográficos, que nos posibiliten conexiones con los contextos socio-culturales contenedores de la experiencia y transformación del individuo. Es así como se posibilita el análisis de los procesos estructurales de cambio. Así mismo, el método biográfico al instrumentalizar la intersubjetividad en la investigación, resalta las subjetividades implicadas en los procesos a tratar, un campo donde precisamente se toman las decisiones en base a la construcción de las expectativas sociales detonadoras de las migraciones.

La lectura de ejemplos de esta índole me permitió elucidar esquemas de trabajo y detalles empíricos que, en unas ocasiones, coincidían con los extraídos en mi investigación y, en otras más, señalaban posibles temas a desarrollar en el diseño del campo, constituyendo en sendos casos un esbozo para fundamentar un posterior estudio comparativo. En la "Historia de Julián" (Gamella 1997), el desenvolvimiento de la historia de un malandrín madrileño durante más de una década visibiliza constantemente un devenir geográfico motivado por persecución policial, por aburrimiento, o porque "no aguantaba a su padre". El cuadro migratorio de este sujeto incluye migraciones de rango local, regional, nacional e internacional, y que está intrínsecamente articulado con su actividad delictiva o de ocio y socialización. Así también, se describe el uso que estos malandros ibéricos hacen de sus redes sociales, de parentesco y amistad, para materializar sus proyectos migratorios, casi siempre transitorios, frágiles y erráticos (Gamella 1997: 89-95; 103-105).

El proyecto de investigación desarrollado a partir de estas premisas ya relacionadas, supuso el diseño de trabajo durante un mínimo de un año en varios espacios urbanos ubicados en colonias populares de Ciudad Juárez, México. En particular, y después de una aproximación previa mediante encuestas y entrevistas informales, los tres individuos seleccionados para la elaboración de sus historias de vida fueron usuarios de tres diferentes albergues de la beneficencia privada de esta metrópoli fronteriza. Junto al trabajo intersubjetivo específico, se implementó una etnografía que proveía de contextualización y de triangulación de verificación de parte de los datos explicitados en las entrevistas. Dichas entrevistas se han desarrollado durante un año, y en uno de los casos todavía están en elaboración una serie complementaria dirigida a completar una biografía o historia de vida completa, ya en otro escenario distante del primigenio. En los otros casos, la propia dinámica errática de estos sujetos los ha sacado temporalmente del proceso de la investigación, lo cual es índice de al menos dos consideraciones metodológicas fundamentales. La primera consideración nos sitúa a todos los etnógrafos como autores, o mejor dicho, como fabricantes de representaciones sociales. Mientras que nuestros textos están limitados por las condiciones y normas narrativas, las vidas de nuestros amigos, informantes o actores más prominentes de nuestra trama continúan más allá del papel. Como segunda consideración, las salidas de escena etnográfica no hacen sino subrayar y confirmar la fragilidad y transitoriedad de los proyectos existenciales de estos sujetos, el reiterado recurso a la movilidad como estrategia de subsistencia y resistencia. El continuum de evasiones que se da en unos casos se complementa con la elaborada construcción de circuitos migratorios en varios niveles geográficos, a veces imbricados e interdependientes.


4. Tres relatos biográficos: Malandros en movimiento

Cada uno de los tres individuos atravesaba en el momento del contacto con el etnógrafo por situaciones difíciles que se pueden considerar como hitos biográficos: migración forzada y mudanza familiar con la consecuente pérdida de nexos sociales, enésimo intento de desintoxicación de la heroína mediante la conversión a una de las manifestaciones del protestantismo, y en el último caso relatado, su primera experiencia de deportación internacional después de un encierro aproximado de dos años en instituciones carcelarias estadounidenses.


4.1. F. R. cuenta actualmente con cuarenta y seis años de edad. Chaparro, bigotón y de ojos vivaces y pequeños. El cabello, ondulado y negro, descubre una frente amplia; la vaselina sujeta el cabello permitiendo un estilo serio, propio de su trabajo. F. R. funge como pastor neopentecostal en una congregación rural del norte de México, lugar a donde fue impelido por la jerarquía de su Iglesia a ocupar el puesto de pastor, forzándolo a abandonar su congregación en la colonia Aztecas de Ciudad Juárez, donde también gestionaba un albergue para migrantes nacionales e internacionales que llegaban a este puerto fronterizo. Después de casi diez años radicando en Juárez y de dos a tres años como director de esta congregación, de nueva cuenta F. R. debe salir al camino abandonando todo atrás. Está casado con una juarense madre de tres hijos y apenas el año pasado fueron abuelos de un niño. La vida de F. R. inicia en Dolores Hidalgo, Guanajuato, corazón del México Independiente. Con sólo siete años se traslada a Guanajuato y de allí un año más tarde hasta Los Ángeles, California, pasando la línea por Tijuana. El cruce, sin documentos ni permisos, supuso la primera experiencia transgresiva tal como la recuerda F. R., un suceso agradable dentro de un automóvil conducido por ciudadanos estadounidenses que simularon su paternidad hacia dos niños entre sí desconocidos.

En los primeros años de residencia F. R. acusa un fuerte rechazo por la escuela anglófona estadounidense, a esto él achaca su posterior trayectoria como pandillero, malandro y mafioso. A pesar de contar con familia tanto en Los Ángeles como en Guanajuato, desde su primera bronca fuerte apenas volvió a contactar con ellos hasta muy recientemente, ya que planean reunirse en su terruño, un rancho agropecuario, para las navidades. La última vez que se vieron, en Los Ángeles, sus primos lo dejaron encargado a un vecino, a un paisa (4) que decidió correrlo de la casa cuando fue inexcusable su vida de pandillero y empezaba a generar problemas con esta familia postiza. F. R. nunca terminó sus estudios de secundaria, mucho antes, y después de un par de años recorriendo Los Ángeles con su ganga los Looney Boys, una bronca donde hubo una agresión con sangre contra otro paisa provoca su circuito migratorio nómada, ya como proscrito irredento. Por no abandonar a su carnal, autor de la agresión, la ganga completa sale en un carro robado hacia San Francisco (California), seguidamente a Oakland (California), y posteriormente y de forma secuenciada, a San Francisco, Yucaya (California), Boomville (California), Seattle (Washington), Portland (Oregon), Seattle, Portland, Seattle, Boomville, Los Ángeles, San José (California), Boomville, Los Ángeles, San José, Boomville, Seattle, Boomville. Además, en momentos esporádicos se desplaza a Tucson (Arizona) para casarse, a Las Vegas (Nevada) y a Nueva York para divertirse y conocer nuevos rumbos, etcétera. A partir de su detención, encierro y sentencia firme, F. R. continua sus desplazamientos por el circuito carcelario, en al menos tres puntos: prisión estatal de Los Ángeles, prisión federal de San Quintín (California) y prisión federal en Seattle, durante los casi seis años que dura su condena. De este punto, y tras un proceso judicial que le cancela su residencia legal, es expulsado a México por Ciudad Juárez en el invierno de1998.

F. R. considera que la mayoría de la veces uno se mueve porque le anda buscando la ley, porque ya se puso caliente, y conviene cambiar e irse "a los pueblos". De hecho, casi siempre todos los jales (5) se hacen en zonas urbanas y metropolitanas, donde abundan las ocasiones y el dinero fácil. Los pueblos, espacios semi-rurales son convenientes para descansar, porque éstos son tranquilos, calmadotes, aunque allí se podían quemar (6) en seguida y el sheriff luego les investigara. Por eso son lugares que no conviene quedarse largo tiempo. Sólo cuando ya disponía de otras estrategias complementarias a la movilidad espacial. La primera y más señalada es la panoplia identitaria, es decir, un repertorio de identidades plenamente coherentes, que incluían domicilios y número del seguro social norteamericano. F. R. presume de haber manejado hasta ocho identidades diferentes, todas ellas debidamente coherentes y cotejadas por suficiente documentación federal: cartillas de la seguridad social, licencias de conducir o similares. Cada una de ellas correspondía con un domicilio comprobable y un documento de arriendo o propiedad que vinculara cada una de las identidades públicas a cada domicilio. En uno de estos casos sí optó por tomar uno de estos pueblos pequeños como residencia definitiva. Pero tanto la residencia, como el trabajo formal y honesto de operario en un molino eléctrico, no fueron sino elementos de una máscara ante la ley, por eso también casi todos los asaltos y jales se daban en los escenarios urbanos más próximos conformando un circuito de delincuencia itinerante por toda la costa del Pacífico estadounidense: Seattle, Los Ángeles, San José. Boomville (7) fungía como centro y refugio en este circuito. Mientras que, fuera de esta área laboral, Las Vegas y Nueva York eran destinos de ocio y diversión Más allá de este esquema general, las motivaciones y elección de los destinos son completamente aleatorias ya que F. R. y sus compañeros, los Looney Boys, se desplazaban a la aventura, muchas veces por el único impulso de conocer nuevos lugares, de curiosidad turística, pero donde una vez ubicados aplicaban un mismo patrón de comportamiento: cambio de identidad, renta de apartamento, introducción en las redes socio-laborales mexicanas, análisis de potenciales objetos/sujetos de robo, comisión espaciada de los robos, diversión narcótica y consumo conspicuo alternado, amenaza de persecución o broncas, percepción del riesgo y nuevo desplazamiento en autos robados.

Este modelo se transformó una vez que F. R. fue reclutado por una extensión de los cárteles mexicanos del narcotráfico, la "eMe", o Mexican Mafia. A partir de ese momento, coincidente con su matrimonio y el nacimiento de su primer hijo, establece una residencia familiar formal, y sus desplazamientos están sujetos a las tareas e instructivos impuestos por esta organización, sin abandonar nunca los viajes de placer. Como supo más tarde, el reclutamiento fue el corolario de un escrupuloso seguimiento y selección por parte de esta organización criminal. También descubrió mucho más tarde que su suegro, un californio capitán de barco dedicado subrepticiamente al contrabando, fue su mentor ante la Mexican Mafia. El primer encuentro sucedió mientras dormía en su carro, una práctica habitual durante sus desplazamientos y reventones. Un desconocido se acercó y tocando el vidrio del parabrisas le llamó por su nombre. El contacto de la "eMe" fue parco mientras arrojaba dentro del auto un sobre color canela: si estaba interesado sólo debería de hacer una llamada al número señalado en las hojas de instructivos entregadas. Éstas no llegaron solas. Diez mil dólares en efectivo también estaban incluidos; eran la mitad del pago por transportar un camión desde el sur de California hasta el estado de Washington. Así emprende otra nueva etapa en su devenir geográfico, esta vez de forma mucho más regulada y ordenada, estableciendo rutas permanentes que burlaban decenas de veces los retenes anti-drogas. Por ello, F. R. se considera un suertudo, lo cual también tuvo su recompensa económica y de prestigio ante sus nuevos empleadores, la "eMe".

F. R. apenas trabajó formalmente, pero siempre como trabajador no calificado. En tales casos, se trataba de una estrategia de camuflaje entre la población mexicana de Estados Unidos que evitara las sospechas y las denuncias, incluso como instrumento para ubicar objetivos de robo, como se da en un caso de robo a un enganchador mexicano en la industria de la naranja en Seattle. Este episodio es muy recordado por él, robar a un explotador de la propia raza se torna en un acto justiciero. Además, ¿a quién podía denunciar por un dinero negro que no existía?, ¿cómo explicaría la contratación de indocumentados?

F. R. abandona esta dinámica sólo después de su detención junto a su esposa frente al domicilio familiar, con su suegra y tres hijas como espectadores del operativo del FBI que lo lleva ante la corte. Una vez en prisión, se siente traicionado y abandonado por la "eMe", y se enfrenta a una severa condena sin más recursos que su gallardía y sus manos ante las prison gangs. En ese trance llega la conversión posterior a una experiencia mística con Cristo. De ese modo establece las bases para una nueva identidad social y un nuevo derrotero a su vida, además de permitirle beneficiarse de la redención de la mitad de su condena federal. Llegado a México, su fe y su entereza moral le permiten reconstituir una familia en Juárez; él nunca podrá olvidar el mayor fracaso de su vida, cuando dejó toda una familia en California, sobre todo a unas niñas que crecieron sin su padre.


4.2. R. Z. es un juarense original, ya tiene cuarenta y cinco años, de los que poco menos de la mitad los ha pagado en el CERESO (8) de Juárez. Es pequeño, flaco y vivaz. Su cabello rasurado como en prisión. Ya tiene varios intentos por desintoxicarse de la heroína. Es un tecato (9) confeso. En este devenir se incorporó a varias congregaciones del espectro cristiano protestante de Ciudad Juárez. La última ubicada en la colonia Chaveña, ha sido de su agrado y ya pasó la malilla (10) y planea reconstituir una familia, y atender a su anterior prole. Su oficio, aprendido de su apá, es de albañil: maestro de primera, como su hermano. Pero siempre, desde su fuga de la escuela en quinto de primaria, ha alternado la construcción con el gremio del hampa local: pequeños comercios, farmacias, carros, jaulero (11), grandes comercios, etcétera. En prisión ha fungido como guarura (12) de narcotraficantes, y como capataz (13). Luce un repertorio de documentos escritos sobre su piel, tatuajes pinteros (14) de los que platica y sirven para establecer cronologías y evocar buenas historias de su vida en prisión. Cada una de las monas (15) remite a una detención o una condena, y da pie a relatar los escenarios y los personajes que la acompañaron. La sucesión presidencial mexicana supone el otro pilar para ordenar su memoria: "Eso ocurrió cuando estaba López Portillo, ¿tú sabes cuándo gobernaba?".

Después de nacer y criarse en las colonias Bellavista y Obrera, los primeros desplazamientos de residencia se dan en la misma ciudad, por temporadas radica en la calle o en carros abandonados, robados o de su propiedad. Las primeras experiencias transfronterizas de R. Z. se producen a raíz de los pasos indocumentados a El Paso, Tejas, ciudad conurbada con Juárez. Esto ocurre después de su primera experiencia de encierro. Este tipo de migración pendular es recurrente en el tiempo, prácticamente a diario, y termina con la deportación de R. Z. antes de cumplir los veintidós años. Los motivos de este movimiento son diversos: robos de jaulas en Fort Bliss y en El Paso, contrabando de tabaco, marihuana y licores de Juárez a El Paso y de heroína y fayuca (16) de El Paso a Juárez, visita a amistades y parientes, agasajarse alguna gringuita, loquear (17), o simplemente pasear o asistir a conciertos de música rock. Otro factor de movilidad resulta en cada intento de desintoxicación, su primera entrada como trabajador migrante a Estados Unidos fue en 1988, trabajó como albañil para su cuñado y su hermana en San Antonio, Texas, durante cuatro meses. De ese modo intentaba evitar las "malas compañías" después de desintoxicarse, salió después de quebrarla (18) a puras pastillas, sino nunca habría dejado Juárez. En otras ocasiones también viajaba hasta Torreón para evitar el ambiente de Juárez, y en una ocasión intentó fundar una familia en esta ciudad. De entre los desplazamientos regionales o internos, R. Z. contaba con varios destinos apoyados por redes de parentesco en la ruta de comunicaciones Guadalajara-Juárez, donde junto a Guadalajara, Torreón, Gómez Palacio y Durango eran los destinos más frecuentados. Allí disponía de redes que le apoyaban con diversos servicios: encubrimiento ante la ley cuando en Juárez se ponía caliente, jales y conectes vinculados con el narcotráfico, diversión y vacaciones, jales como maestro albañil, etcétera.

La movilidad espacial en este caso es relativamente organizada y se caracteriza por un circuito sólido y confiable, apoyado por las redes de parentesco y de amistad. En este sentido no es errática, ni de aventura, es una migración cuyos factores se entreveran, ya que junto a las actividades delictivas, de providencia de ingresos monetarios, se realizan labores para el mercado de trabajo bajo salarios fijos, en la esfera informal o formal, bajo una lógica socio-cultural del trabajo honesto. Además, la obra, la construcción, se entiende como una actividad más para el ingreso económico y no tanto como una parte de la estrategia de ocultamiento de la policía. Es importante citar que esta estrategia de movilidad siempre le rindió los beneficios esperados, ya que siempre fue detenido "en caliente", y el desaparecer por temporadas le evitó de desagradables interrogatorios policiales, de detenciones preventivas o de las amenazas de otros sujetos con los que traía pleitos por diversos motivos. Por otra parte, R. Z. a pesar de sus adicciones y quebrada biografía es una persona que estimó siempre el capital social de su entorno familiar, por lo que una parte de sus ingresos los dedicaba a sus parientes primarios: esposas, hijos y madre (19). Precisamente, estos fuertes nexos constituyeron siempre una motivación y un capital social y emocional para buscar una regeneración existencial, que deviene en ocasiones en "migraciones por salud o terapéuticas" cada vez que pretende deshabituarse de la heroína y usa la red de centros cristianos para lograrlo. Junto a éstas, las más recurrentes migraciones son "por persecución" y "por contrabando". Las estancias de R. Z. son relativamente duraderas, aunque realmente es su tiempo como recluso, el periodo más prolongado de su biografía. Curiosamente, sólo ha conocido dos prisiones, o más bien tres: la pinta vieja en el centro de Juárez, el CERESO estatal, en medio del desierto arenoso de Chihuahua, y la cárcel del condado en El Paso. En 1980, junto a todos los internos de la pinta vieja fue trasladado en vagones de ferrocarril, "como los judíos" hasta el desierto, al nuevo CERESO.

R. Z. se encuentra actualmente sin domicilio ni paradero conocido, después de ser destinado por el pastor espiritual de su centro como predicador. Los predicadores recorren varias congregaciones afiliadas a su Iglesia ganándose con sus sermones y testimonios el alimento y el transporte.


4.3. J. N. fue deportado por Ciudad Juárez en 2007 procedente de Chicago (Illinois). Llegó con los treinta y dos años cumplidos y dejando al otro lado de la línea, en Chicago, a una esposa y cinco hijos. Así terminaba un periplo migratorio de catorce años, y que pretendía ser definitivo. Antes de la deportación, el Boot Camp, centro de entrenamiento militar para delincuentes sin antecedentes, cultivó su cuerpo haciéndolo un gladiador. Todavía hoy me platica en ocasiones frente a la grabadora en posición de firmes. De cuando en cuando nos sorprende con la ejecución veinte lagartijas. Desde una perspectiva profesional J. N. es catalogable dentro de la sección de milusos, es decir, peón ayudante para todo tipo de actividad laboral sin cualificación específica. Esto es totalmente congruente con su currícula laboral, desarrollada mayormente en Estados Unidos, y con su truncada carrera estudiantil terminada antes de la prepa en una colonia popular de la delegación Coyoacán en la Ciudad de México. Es precisamente en este espacio urbano donde inicia su carrera más exitosa enrolándose desde los catorce años como chavo-banda, recorriendo la ciudad en pequeñas hordas de jóvenes sin futuro y sin dinero. Más tarde en el malandraje con diferentes chambitas como puchador de piedra y coca (20). Más tarde, también es reclutado para una banda de jauleros en el Distrito Federal, una asociación dirigida por un exfuncionario público instructor de "Los Halcones", grupúsculo paramilitar creado para reprimir manifestaciones callejeras estudiantiles en los años setenta del pasado siglo. Para ese entonces, ya ha tenido ocasión de conectar con ciertas personas, caracterizadas como tepiteñas que le surten de varios rubros del contrabando para mantener una distribución variada. Junto a su extraordinaria vocación para las artes plásticas -J. N. pertenece a una familia de artistas plásticos callejeros defeños que venden en la plaza de Bellas Artes y tienen su estudio en Coyoacán- la vida cotidiana discurre entre estas labores y el relajo animado por los narcóticos, sin afectar a sus relaciones sociales y familiares que hasta cierto grado se encuentran integradas en las redes del malandraje. Sin embargo, en cierto momento su ocupación como jaulero le pone en un riesgo real o percibido. El terreno se pone caliente y decide antes de sufrir una caída salir con su núcleo familiar primario y todo el dinero ganado ilícitamente hacia Chicago. Para ello se sirve de las redes familiares de su esposa, chicanos radicados en Illinois, para después del cruce por Nogales, Sonora, con su esposa, su hijo, su consuegra y un amigo de la familia, dirigirse hasta Phoenix como escala placentera en su ruta más al norte. Para J. N. este desplazamiento está lleno de expectativas de regeneración, no es un viaje para progresar materialmente así no más: las motivaciones centrales son tanto ofrecer otro entorno a su familia, como deshabituarse de sus adicciones y evitar los riesgos de una persecución policial y una segura detención e interrogatorios. Efectivamente, este desplazamiento rezuma de los tintes de un pasaje de redención y renovación.

Llegados a Chicago y después de un periodo repartido entre desplazamientos locales, del barrio de Pilsen, entre parientes, al barrio de La Villita, rentando su propia casa, y entre migraciones temporales por motivos laborales a otros estados, como fue la estancia por varios meses en Indianápolis, la oferta laboral precaria e irregular mayormente cubierta en el sector servicios (hoteles, cocina, el painting…) mediante day labours offices (21), es satisfactoria para este joven chilango (22). En el transcurso de una década tienen tres hijos más, todos ellos nacidos ya como ciudadanos, y se domicilian en una casa dúplex de la calle 26ª. Para ese momento, sin embargo, J. N. ya ha retornado al consumo de narcóticos, inducido por el ambiente laboral y por la monotonía de la vida cotidiana en el Gabacho (23): "deseas ser como los norteamericanos, trabajas como ellos, te vistes como ellos, hablas como ellos, vives como ellos, y terminas siendo como ellos". Según J. N. la rutina laboral y el clima de Chicago te inducen a tomar y salir a cantinas, y antes o después se combina el alcohol con otras sustancias, como evasión de esa rutina, un modo de vida que es común a muchos norteamericanos que comparten estatus social con J. N. De hecho, es en el espacio laboral donde se accede más fácilmente a la oferta de drogas en Chicago. Es una sociedad narcotizada.

La espiral de consumo de crack y coca llevó a J. N. a crisis familiares, a frecuentar los fumaderos de los negros, a perder empleos, a regresar de nueva cuenta a labores de cocinero (24) y puchador, y en definitiva a reinvertir el pasaje o ritual de renovación implementado en el cruce ilegal de su experiencia migratoria internacional, después de diez años.

Durante un período largo, J. N. pudo mantener el equilibrio entre la vida cotidiana y laboral de la familia y su otra carrera. De esta última, J. N. recolectó dos o tres detenciones por posesión y consumo, con sus correspondientes "probatorias" (25), hasta que en un episodio bizarro, es detenido en calzones en las calles nevadas del invierno de Chicago bajo la acusación de conspiración para el robo y posesión de drogas. Después de más de dos años en dos tipos de encierro diferentes, es procesado por la ICE (26) y consumada su expulsión en Ciudad Juárez. J. N. ha mantenido hasta las recientes fechas su domicilio en Juárez, siempre con la expectativa de reagruparse con su familia en Chicago, después de desintoxicarse de sus adicciones durante el tiempo de encierro. La deportación obligó a la familia a buscarse otra casa de renta más baja, al no contar con el salario de J. N.. Éste es el mayor fracaso percibido por él. Actualmente, su paradero y domicilio no son conocidos. Seguramente haya regresado al nómada circuito de la migración indocumentada internacional.


5. Conclusiones

A través de todo el análisis de corte biográfico y su narración sincopada se ha expuesto la particular y fuerte correlación entre la pequeña delincuencia y la movilidad espacial, o migraciones. Los tres estudios de caso nos aproximan a una realidad con muchas texturas, donde la tipología de dicha movilidad es muy variada: interna, local, pendular, transfronteriza, internacional… Asimismo, el elenco motivacional, o causas subjetivas y objetivas, para la decisión migratoria muestra un poliédrico engranado que interconecta sin relación determinista varios polos de atracción y expulsión, donde la evasión de la ley, la evasión de venganzas inter pares, la "migración terapéutica" de la desintoxicación, el pasaje redentor a la "nueva vida", la búsqueda de nuevos espacios para el latrocinio, la búsqueda de oportunidades laborales lícitas, la comisión de nuevos ilícitos, el contrabando, los viajes culturales, por ocio o placer, la pura aventura y curiosidad turística, los traslados de prisión a prisión, las migraciones para el cambio de identidad, las deportaciones, las migraciones por imperativo de una jerarquía espiritual y las visitas familiares ofrecen un cuadro de heterogeneidad y fracturas, una trama biográfica definida prácticamente por el constante cambio residencial y la movilidad espacial compulsiva, que no deja dudas sobre la riqueza de las causas de las migraciones, y de la impertinencia de los modelos econométricos como herramientas comprensivas o explicativas de toda la realidad. Es relevante indicar, que ni tan siquiera dentro de un colectivo objetivado como éste se puedan precisar modelos de conducta migratoria paralelos, quizá sí son similares en tanto motivaciones o circunstancias biográficas básicas, pero esta primera llamada de atención plasmada en este artículo revela los diferentes patrones de movilidad y residencia en tres sujetos ¿cuántos y con qué características se podrán encontrar en una muestra mayor y entre marcos socio-culturales distintos?

Por último, y como fruto de una primera lectura de contraste con las teorías, el caso presentado del malandraje resulta oportuno para reacomodar ciertas prenociones sobre la acción estatal para ordenar, regular o promover los flujos, incluso para secuenciar los desplazamientos o establecer ciertos circuitos de fuga. Las políticas de estado, ejecutivas, legislativas y judiciales son factores fundamentales para los desplazamientos de los malandros en las condiciones descritas. También formas de violencia estructural como la extensión de la oferta de enervantes por todas las metrópolis iberoamericanas y los perjuicios a la salud, resultan en fuertes y constantes factores de movilidad, bien por su consumo, por su distribución o por lo que llamé "migraciones terapéuticas". A esta ejemplarización podemos enriquecerla con más casos empíricos donde más allá de factores económicos existen y persisten factores propios de la dominación política y el control social, como son la migración homosexual, como un rito de paso denominado salirse del closet, o las migraciones por amor cuando las relaciones no son consentidas por las familias y se desencadena el pasaje del rapto de la novia.

¿Qué ocurre con la cuestión ontológica? ¿Qué precisiones sobre el objeto de estudio de la migrología ofertan los resultados de estas investigaciones cualitativas? El modelo esclerotizado del "trabajador migrante" debe ser repensado, los sujetos migrantes presentan circuitos de vida cambiantes y poliédricos. Cada individuo interpreta, en un mismo momento (aunque quizá no en un mismo espacio) más de uno de los roles sociales conjuntados en su identidad social, se me dificulta entender que uno de estos roles sea priorizado sobre los restantes; esto depende claramente de nuestras miradas. Los sujetos protagonistas de este esbozo de la investigación conjugan e intercalan diversas estrategias de vida, y éstas son a su vez cambiantes.

Una propuesta pertinente para la revisión de nuestros estereotipos elevados al rango de "objeto de estudio", es primeramente "desobjetivarlo" y reconocer en la epistemología y metodología su calidad de sujetos, con agencia para intervenir sobre su realidad y por tanto, para cambiar en su devenir existencial. Esto los hace multifacéticos. Seguidamente, considerar ciertas actividades ilícitas como factores económicos de movilidad, y cómo esto también genera remesas o desarrollo económico. Además, considerar entre las hipótesis de investigación, la conducta errática, nómada, y que poco o nada ayuda a nuestra causa encasillarla como exclusiva de las etapas juveniles de los sujetos, o como conductas minoritarias, ya que puede inconscientemente reforzar la doxa existente que equipara nomadismo con locura y desarraigo juvenil.

Por último, atendiendo al reclamo de F. Ferrándiz, estas escuetas aproximaciones biográficas deben ayudar a desenmascarar la retórica oficial y mediática sobre el malandraje y la delincuencia. Junto a sus labores económicas ilícitas, los malandros son una parte de la cultura iberoamericana, dignos sucesores del pícaro peninsular, por lo que comprender sus filosofías e historias de vida supone un aporte a la comprensión de nuestros mundos, más allá de las censuras morales.




Notas

1. Excepto la producción científica vinculada a la teoría migratoria reconsiderada, de la causalidad acumulada y una parte del análisis empírico a partir de la teoría transnacional.

2. Y con gran importancia para nuestra discusión, la producción empírica de esta Escuela abordó temáticas de sujetos sociales marginales, derivado del concepto simmeliano de "hombre marginal".

3. Sin embargo, entre la producción etnográfica de la Escuela de Chicago encontramos una referencia conciliadora en la obra de Nels Anderson The Hobo. The sociology of the homeless man (1923) y en On Hobos and Homelessness (1999), donde la definición del sujeto social estudiado concilia las nociones de "trabajador migratorio" y de "vagabundo nómada paupérrimo".

4. Término referido por los mexicanos a todo mexicano residente en Estados Unidos.

5. Término popular polisémico: trabajos, negocios, asaltos, asuntos personales...

6. Revelar o descubrir una faceta personal cuyo contenido atenta al prestigio social del sujeto.

7. Por la delicadeza de la información aquí presentada, varios toponímicos son ficticios.

8. Centro de readaptación social, establecimiento penitenciario en México.

9. Heroinómano; en ocasiones, el sentido se amplía a todo drogadicto.

10. Término polisémico en el habla popular regional. En este caso se refiere al síndrome de abstinencia.

11. Término dado en el argot a quien se especializa en el robo habitacional. Jaula: departamento.

12. Guardaespaldas.

13. Término que en el argot carcelario refiere a quien "arrienda" las celdas a nuevos reclusos y les brinda mantenimiento a cambio de un salario fijo en dinero o servicios personales.

14. Carceleros.

15. Figuras; cada uno de los tatuajes.

16. Denominación de diversos productos introducidos de contrabando y que generalmente se refiere a componentes electrónicos; también se identifica con productos de mala calidad.

17. Se refiere a episodios de consumo conspicuo de alcohol y otras drogas por largas temporadas.

18. Superar el síndrome de abstinencia.

19. R. Z. es huérfano de padre, que murió en un accidente laboral, perdiendo la familia todo el patrimonio familiar por los costos hospitalarios derivados ya que el trabajador carecía de contrato y seguro social.

20. Narcomenudista, pequeño narco-traficante de crack y cocaína. Se corresponde con la variedad diatópica camello.

21. Sistema de empresas de subcontratación laboral, precaria y temporal en Estados Unidos; empresas de trabajo temporal.

22. Gentilicio popular en México dedicado a los habitantes del Distrito Federal.

23. En este contexto se refiere a Estados Unidos de Norteamérica. Voz popular mexicana.

24. Una de las denominaciones de los Estados Unidos en el diccionario popular mexicano. Este término designa en el argot a quienes cocinan el crack, es decir quienes elaboran la mezcla final a partir de un proceso químico con varios ingredientes.

25. Tiempo en libertad condicional, bajo la supervisión de un agente judicial o asistente social.

26. Policía migratoria en Estados Unidos.




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