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Diálogo Iberoamericano

Núm. 15 / mayo-junio 1998. Pág. 32

Los Nobel Iberoamericanos: OCTAVIO PAZ (1914-1998)

"Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea."
***
"Es en la madrugada
quiero decir adiós a este pequeño mundo,
único mundo verdadero.
...
Quisiera decir adiós a estas presencias,
memoria de mañana,
pero tengo miedo que despierten
y me digan adiós."

María L. García (Granada, para Diálogo). Marie-Jo Trianin esposa de Octavio Paz desde 1969 dijo de él: "¡... gracias a Dios no es un santo!." Cuando una persona de esta talla muere se suceden las hagiografías, pero seguro que no habría sido esta la manera en que un hombre como él desearía ser recordado, sino más bien como la persona que si mira al cielo es para sentir su infinita pequeñez: "Alcé la cara: arriba también habían establecido campamento las estrellas. Pensé que el universo era un vasto sistema de señales, una conversación entre seres inmensos... "Cuál sería esa palabra de la cual yo era una sílaba? "¿Quién dice esa palabra y a quien se dice?" Así reza en su cuento "El ramo azul".
Octavio Paz sentía su pequeñez porque quería saberlo todo, "... no he sido Don Quijote... pero quiero, como él, morir con los ojos abiertos". Por esas ansias de saber fue un viajero infatigable, conoció desde la España de la guerra civil en 1937 hasta Japón y la India de 1962 como embajador de su país en estas naciones asiáticas, y por esas ansias de saber adquirió una cultura enciclopédica por la que el más reciente premio Cervantes, Guillermo Cabrera Infante recordó que fue uno de los pocos genios que conoció. En su cuento "Un aprendizaje difícil" asegura que "los beneficios de la educación se prolongan durante toda la vida y, a veces, aún más allá de su término terrestre."
Pero a la vez era un hombre sanguíneo. El escritor Francisco Ignacio Taibo I dijo que "Paz adquiría ribetes de basilisco si se contradecían sus argumentaciones y apenas refrenaba la ira cuando a los demás no concedía razón alguna y así mismo se concedía toda."
El fuerte carácter se le mostró públicamente en los años cuarenta cuando estuvo a punto de llegar a las manos con Pablo Neruda, por entonces cónsul de Chile en México, después de que, en una cena en su honor en el Centro Asturiano de la ciudad de México, el chileno elogiara su camisa blanca "más limpia que tu conciencia".
Para completar su personalidad cabe señalar su sensibilidad, sus poemas lo constatan y corrobora la profunda depresión en la que entró al ser presa del fuego su biblioteca. En los viejos apartamentos del paseo de la Reforma guardaba no sólo sus libros, sino los heredados de su abuelo, un indigenista a ultranza enamorado del zapatismo y hombre culto que le enseñó a amar la literatura y la revolución como si de un todo se tratara. En Reforma tenía además los cuadros de sus amigos Juan Soriano, Gunther Gerzso o Roberto Matta y los recuerdos acumulados tras sus viajes.
El pensamiento político del autor de "Laberinto de Soledad" es la historia de una evolución. En 1937 viaja a España invitado al Congreso Internacional de Escritores Antifascistas; conoce el drama de la guerra civil y fracasa en su intento por alistarse en el Ejército como comisario político; vuelve a México, luego Estados Unidos y en Francia vive los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Los años apagan sus entusiasmos revolucionarios. Desde 1950, cuando se comprueban los campos de concentración rusos y la masacre de miles de personas, se aparta de la izquierda latinoamericana. En 1951 escribió: "La legislación soviética prevé el "trabajo correctivo"... en colonias agrícolas e industriales... la pena por "trabajo correctivo" por sentencia o acuerdo administrativo, no es sino una manera de legalizar la explotación por parte del Estado." Y en "El ogro filantrópico" añade que si bien existen semejanzas entre el régimen stalinista y el nazi hay diferencias entre ellos, "la hipocresía y la demagogia del stalinismo eran de orden más sutil... era un biombo cómodo para engañar a la clase obrera y adormecer la vigilancia de los intelectuales y los rivales en la lucha por el poder."
En su ensayo "Poesía e Historia" critica la poesía de inspiración política de Cesar Vallejo, Rafael Alberti y Pablo Neruda. Se manifestó abiertamente contra la política de la Unión Soviética, la Cuba castrista y la Nicaragua sandinista. Más recientemente fue muy criticado su posicionamiento progubernamental en el conflicto zapatista; esta postura levantó ríos de tinta en su país, sin embargo, parece haber sido olvidada a juzgar por la despedida que su pueblo le ha tributado.
Paz fue un hombre lúcido de cultura enciclopédica (en broma solía decir su amigo Sergio Sarmiento que sabía más de dos cuartillas sobre cualquier tema), de fuerte carácter, defendía sus posturas con ardor, viajero incansable, de claras ideas políticas y sobre todo un gran poeta, un gran ensayista y un gran crítico literario.

Voz de los textos
"Toda vuelta a la tradición lleva a reconocer que somos parte de la tradición universal de España, la única que podemos aceptar y continuar los hispanoamericanos. Hay dos Españas: la cerrada al mundo, y la España abierta, la heterodoxo, que rompe su cárcel por respirar el aire libre del espíritu. Esta última es la nuestra. La otra, la castiza y medieval, ni nos dio el ser ni nos descubrió, y toda nuestra historia, como parte de la de los españoles, ha sido lucha contra ella. Ahora bien la tradición universal de España en América consiste, sobre todo, en concebir el continente como una unidad superior (...). Por lo tanto, volver a la tradición española no tiene otro sentido que volver a la unidad de Hispanoamérica."
(de "El laberinto de la soledad")

"La extrañeza que provoca nuestro hermetismo ha creado la leyenda del mexicano, ser insondable. Nuestro recelo provoca el ajeno. Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperadas violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcertar al extranjero."
(de "El laberinto de la soledad")

"Yo me abismaba en mi lectura
rodeado de prodigios y desastres:
al sur los dos volcanes
hechos de tiempo, nieve y lejanía;
sobre las páginas de piedra
los caracteres bárbaros del fuego:
las terrazas del vértigo;
los cerros casi azules apenas dibujados
con manos impalpables por el aire;
el mediodía imaginero
que todo lo que toca hace escultura
y las distancias donde el ojo aprende
los oficios de pájaro y arquitecto-poeta."
(de "Mi casa, mi gente, mi tierra")


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