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Franco Battiato ... estilo italiano para el mundo. Con el maestro siciliano, nacido al final de la segunda gran contienda, estamos endeudadas algunas generaciones; pues sus sugerentes mezclas de sonidos ---a modo de "collage", a veces; como una pieza de Art Decó, otras; y muy sintéticas, las más--- sirven de soporte a unas selectas letras que nos hacen viajar en el tiempo, en el espacio, a nuestros recuerdos ---que son los suyos, por entre los plieges del alma humana, a las realidades míticas, a los recobecos de la filosofía e, incluso, a los verdes prados del misticismo o, en particular, a los alfombrados y paupérrimamente opulentos salones paradisiacos del sufismo. Desde 1965 no ha dejado de llevarnos de viaje: por el interior de procesos vitales e industriales; de oriente a occidente; a la leyenda celta de la "era del jabalí blanco", por la carretera del este, por la pascua etíope; de Venecia a Estambul, como un águila, para escuchar la "canción árabe" al tiempo que nos mostraba ---en un irresistible reto--- sus progresos con la gramática árabe; en un éxodo buscando nuevas fronteras, queriendo vernos danzar como derviches girábolos; deseando otra vida, hablándonos del mal de África y de su infancia en Sicilia, cerca del Estrecho de Mesina; a un viaje interestelar por la Vía Láctea, sin tiempo ni espacio, tarareando una canción egocéntrica y recordando los trenes de Tozeur que circulan aún más despacio; a un viaje de nómadas oyendo todavía los ecos de unas danzas sufíes; vino en busca para llevarnos a un océano de silencio; a la "Alexander Platz" antes de la caída del muro, a pasar un verano en una playa solitaria, a buscar un centro de gravedad permanente mientras mirábamos el vuelo de las golondrinas; nos llevó al pasado primario en las sagradas sinfonías del tiempo, nos despertó en primavera con los movimientos predecibles de la tropa en falsas batallas y el olor a la pólvora bajo el intenso fuego, nos puso ante la sombra de la luz; nos llevó bajo las palmeras, nos narró el mito de la Atlántida cuyos moradores, conociendo la doctrina de la esfera y los astros y la geometría y el misticismo y la alquimia, no soportaron ni siquiera la felicidad ... ¡ni siquiera la felicidad! nos susurró un haiku; nos describió un territorio místico y sus beneficios espirituales bajo "La Cura" del maestro; nos escandalizó con un auto de fe, nos relató el viaje al hielo del comandante Shakleton y de como supo regresar a tiempo con toda su gente, sanos y salvos, en un viaje épico ... que fue realmente el retorno, etc.
En la canción emblemática de su disco "Fleurs", titulada
"Invito al Viaggio", con un juego de voces junto al octogenario
profesor de filosofía Manlio Sgalambro y otra sofisticada y
aterciopelada voz, Franco Battiato nos invita al viaje en aquel
país que tanto nos parece. (Donde) los soles lánguidos
de sus nubosos cielos tienen, para nuestra alma, el embrujo de (unos,
tus) ojos cuando brillan ofuscados. Allí (donde) todo es orden
y belleza, calma y deseo. (Donde) el mundo se adormece en una
cálida luz de jacinto y de oro. (Donde) duermen perezosos los
barcos vagabundos llegados desde cualquier confín para
satisfacer (nuestros, tus) deseos. (Recuerda, en francés, como)
por la mañana escuchaba el sonido del jardín, el lenguaje de
los perfúmenes de las flores. Textualmente la letra dice:
Invito al Viaggio
Ti invito al viaggio No obstante y a pesar de todo, hablando de viajes, él sabe bien que el verdadero viaje es ... ¡el viaje interior!. |
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