En las últimas décadas hemos observado cómo en diversos países se han llevado a cabo reformas legales para despenalizar o regular la ayuda para morir (noción que puede referirse tanto a la eutanasia como al suicidio asistido). Al mismo tiempo se ha detectado un creciente apoyo social hacia este tipo de práctica. El debate sobre qué impulsa estas reformas se da desde hace mucho tiempo: ¿son las leyes las que hacen que la ayuda para morir sea cada vez más aceptada o son el reflejo de un apoyo social previo?
En multitud de ocasiones se utiliza el argumento de la “pendiente resbaladiza” contra la legalización de la ayuda para morir. Una de las versiones de este argumento asume que la legalización de la eutanasia de pacientes con enfermedades terminales o irreversibles hará que, poco a poco, se vayan permitiendo una mayor variedad de casos. Según este argumento, al final se llegaría incluso a la aceptación de la eutanasia de personas sanas.