Proyecto de Restauración

 

 Pilares de Travertino del Patio de la Colegiata del Salvador

 

 Albaycin, Granada

 

 

 

 

Por

 

J.A. Durán Suárez

Becario de Investigación)

(P.F.P.I., J.A.)

y

A.García Casco

Prof. Titular de Universidad

(Universidad de Granada)

 


Descripción Artistica de la fachada Noroeste del Patio de la Colegiata del Salvador

La fachada noroeste del patio de la Iglesia del Salvador, se compone de siete arcos de herradura apuntados, seis pilares de piedra con sus correspondientes "capiteles", dos pilares de unión de las galerías adyacentes de ladrillo cocido y un corredor interior (Fotos nº 1 y 2).

Los pilares han perdido casi la totalidad de su recubrimiento original, están compuestos de dos piezas que se podrían comparar con fuste y capitel en la terminología usada para las columnas. Estas dos piezas estarían unidas con mortero. La transición entre estas dos piezas es inapreciable, no solo por las intervenciones posteriores sino por el propio diseño con que se han concebido los pilares. Estéticamente no hay ninguna intencionalidad de marcar el cambio fuste-capitel, buscado en otros momentos históricos de la Arquitectura. En la parte superior de esta segunda pieza hay unas molduras rectas que a modo de ábaco sirven de descanso al inicio de los arcos y que sobresalen por delante y por detrás en relación con la base de los arcos.

Los arcos, como indicamos anteriormente son de herradura apuntada y están realizados en ladrillo cocido unidos por mortero. En su parte frontal están enmarcados por un alfiz, realizado también en ladrillo cocido.

Los datos históricos disponibles de la Mezquita Mayor del Albaycín son escasos, dado que las recopilaciones historiográficas de época árabe son pocas y poco accesibles, mientras que las del momento de la Reconquista comienzan tardiamente. De la información obtenida en algunas guías de arte se puede constatar que la Mezquita mayor del Albaycín tenía amplias dimensiones y que se asemejaba a la de la ciudad. El edificio fue consagrado en 1499, y posteriormente se erigió una Iglesia parroquial. También se estableció en el recinto una colegiata en el año 1533.

La mezquita se usó para el culto hasta finales del siglo XVI pero por el estado ruinoso que se encontraba, fueron demolidas gran parte de las estructuras. De los pocos restos aún existentes, uno de ellos es el patio que antecede a la iglesia, llamado de los Naranjos en el siglo XVI y que engloba el alzado noroeste objeto de este informe de alteración.

Con respecto a las referencias del alzado noroeste, donde se ubica la puerta, aparecen descripciones de los siete arcos que la conforman y que se rompieron estos por la parte de abajo, para sustituir las primitivas columnas por "machones" de piedra. Aparecen también las referencias de unas obras realizadas en 1543, donde al parecer se sustituyeron algunos pilares de ladrillo.

Por último habría que citar las intervenciones llevadas a cabo después de la Guerra Civil, obras que afectaron casi en su totalidad al interior de la iglesia.

Descripción del Estado de Conservación de los Pilares del Patio de la Colegiata del Salvador

Introducción

Los pilares sujetos a este estudio se localizan en el lateral NW del patio. Son seis pilares de sección cuadrada (media de 50 cm de lado por 195 cm de alto) rematados por capiteles troncopiramidales (30 cm de largo) sin decoración alguna (Dibujo alzado NW, Fotos nº 1y 2). Sujetan arcos de herradura ligeramente apuntados constituidos por aparejo de ladrillo cocido unidos por mortero de cal. Aunque aparentemente de una sola pieza, parece que los capiteles forman piezas independientes de los pilares. La unión y el material de unión (morteros de cal?) entre ambas piezas no es apreciable en ningún caso, dada la presencia de empastes de hormigón que los ocultan (ver más adelante).

La piedra que forma los pilares es travertino, una roca carbonatada (constituida esencilamente por carbonato cálcico, CaCO3) fuertemente porosa y permeable (Fotos nº 3, 4, y 5). Su origen está ligado a la precipitación de carbonato cálcico en ambientes lacustres, generando estructuras y concrecciones construidas sobre juncos, ramas de árboles, hojas, etc., que al morir y descomponerse dejan abundantes huecos y conductos en la roca carbonatada ya consolidada (Foto nº 5). Esta génesis particular es la que confiere al travertino su estructura carvernosa y su elevada macroporosidad y permeabilidad. A pesar de ello, es un material fácilmente extraible de cantera, labrable y relativamente resistente, tanto desde el punto de vista estrictamente mecánico, como respecto de los procesos de meteorización una vez puesto en obra. Estas característiscas son el resultado de su génesis particular. Las concrecciones y estructuras construídas sobre la materia vegetal están constituidas por cemento carbonatado (esparítico), muy compacto y poco poroso y permeable. Por lo que se refiere a los procesos de alteración de este material una vez puesto en obra, la conducción del agua por los macroporos abiertos (i.e., en contacto con el medio ambiente exterior) genera una rápida evacuación del agua, lo que añadido a la resistencia del material espáritico resulta en una escasa disolución de carbonato. Esta es la principal razón de su resistencia a la meteorización y de su utilización como material de construcción desde antiguo, formando la estructura de numerosas construcciones granadinas junto con calcarenitas bioclásticas (no presentes en el patio de la Colegiata del Salvador, pero si en partes del edificio (e.g., la portada principal de la Iglesia).

En conjunto, el estado de conservación de los pilares se puede calificar de medio, esto es, no presentan deterioros extremos e irrecuperables del material pétreo. El principal problema restaurador/conservativo de los mismos no es por lo tanto la piedra, sino la presencia generalizada de empastes de hormigones a base de cemento (Fotos nº 3, 4, 6, 7, 8, y 9) posiblemente añadidos durante los trabajos de restauración de la Colegiata después del incendio de 1936. Estos empastes y reintegraciones de hormigón tienen espesores y extensiones superficiales muy variables, presentándose mayoritariamente en los 60-70 cm inferiores de los pilares, en las esquinas y en la parte superior a la altura de la unión entre los pilares y los capiteles. Este tipo de restauración se considera nociva para la conservación del material pétreo (incluyendo morteros) original, dadas las fuertes diferencias de composición química, comportamiento mecánico, porosidad, permeabilidad, etc. entre ambos tipos de materiales. Así por ejemplo, expansiones/contracciones volumétricas diferenciales por incrementos térmicos generan tensiones diferenciales entre ambos materiales que finalmente conducen a la fracturación inducida del materia pétreo (como más adelante se documenta). Además, el cemento es bastante suceptible al ataque químico por las soluciones alcalinas que circulan por los materiales, produciendo eflorescencias salinas nocivas para cualquier material pétreo (Fotos nº 8 y 9, Difractograma nº 2). Finalmente, y desde el punto de vista estrictamente restaurador, las características mecánicas y de porosidad de cualquier mortero de restauración deben ser siempre tales que favorezcan el deterioro del mortero respecto del material original (i.e., menor resistencia mecánica a la compresión y tensión, mayor porosidad, etc). Por todo ello, se justifica una intervención para sanear los hormigones añadidos a los pilares en cuestión.

Independientemente de la presencia de hormigones de cemento, los deterioros sufridos por el travertino de estos pilares son esencialmente algunas arenizaciones producto del ataque químico de solucione acuosas en las partes inferiores (Fotos nº 8 y 9), fracturación (Fotos nº 7 y 10), suciedad variada, incluyendo ennegrecimientos producidos posiblemento por el fuego (Foto nº 3), polvo y material suspendido en la atmósfera adherido a las superficies, y pinturas y graffitti (Foto nº 10). Hay que hacer notar que gran parte del deterioro asociado a las partes inferiores de los pilares procede de la presencia de arriates con flores que son continuamente regados por el personal de la Colegiata (Fotos nº 1, 2, 3, 4, 8 y 9). Estos riegos alcanzan inevitablemente a los pilares, incrementando los procesos de deterioro tanto en la piedra como en los hormigones.

Condiciones termohigrométicas

Se han realizado medidas de la temperatura y humedad relativa del ambiente y dentro de estructuras cavernosas superficiales del travertino (Foto nº 8). Todas las medidas se realizaron el día 5 de octubre de 1991, por lo que no se pretende ofrecer un estudio de seguimiento ambiental, sino más bien una indicación cualitativa de las diferencias existentes entre el material pétreo y el medio ambiente. Esto ayudará en la elección de ciertos materiales de restauración (i.e., consolidantes). Los resultados obtenidos son los siguientes:

 

Hora

Profundidad

Temperatura

Humedad Relativa

Ambiente

9.15 am

-

17.1 ºC

71.4 %

Pilar nº 4

9.25 am

13 cm

17.2 ºC

54.1 %

Pilar nº 2

9.35 am

10 cm

17.9 ºC

60.4 %

Ambiente

13.05 pm

-

20.5 ºC

58.5 %

Pilar nº 4

13.15 pm

13 cm

22.7 ºC

48.0 %

Puede apreciarse de la Tabla anterior que en todos los casos la temperatura es similar dentro y fuera del material pétreo mientras que la humedad relativa es siempre menor dentro del material. Estos resultados sorprenden algo si se tiene en cuenta que las medidas dentro del material se hicieron en grandes huecos preexistentes y a escasa profundidad, por lo que el ambiente dentro del hueco debe estar en contacto con la atmósfera exterior esperándose un cierto equilibrio térmico (que de hecho existe) y de HR. La justificación de las fuertes diferencias de HR debe buscarse probablemente en la ausencia de ventilación dentro del material y en la capacidad de adsorción de moléculas de agua por las paredes de los conductos del travertino.

Aunque estos resultados justificarían la elección de ciertos consolidantes que necesitan humedades relativas no muy elevadas (e.g., resinas silicónicas), es necasario hacer notar que las medidas se hicieron a unos 1.50 m de altura, fuera del alcance de las aguas de ascenso capilar (en sentido amplio) presentes en los primeros 50 cm de los pilares. Es precisamente en estas zonas donde se necesitarán trabajos de consolidación, donde la humedad será bastante mayor.

Intervenciones anteriores

·      Empastes y reintegraciones de hormigón, localizadas en la parte basal, cubriendo gran parte de la superfice del travertino, en las aristas, en la parte superior y en el capitel. El espesor de estos empastes es muy variable, desde menos de 1 cm en empastes superficidales hasta varios cm en las aristas y parte basal. La naturaleza del árido es grava de río, constituida esencialmento por granos de cuarcitas, esquistos, y carbonatos. El tamaño de grano del árido es grueso, hasta más de 1 cm de diámetro en algunos granos. En los empastes más gruesos la cantidad y grosor del árido es mayor que en empastes superficiales. El análisis mineralógico por difracción de Rayos X (Difractograma nº 2, muestra SAV-1-B) demuestra la existencia de cuarzo, calcita, dolomita como material mayoritario (pertenecientes al árido), y portlandita (Ca(OH)2) y yeso en pequeñas cantidades. Este último parece que resulta de eflorescencias salinas visibles sobre el hormigón.

·      Morteros de escayola+cal (morteros mixtos) con árido de barro cocido (ladrillos, cerámica, ...) de tamaño de grano medio (menor de 0.5 cm de diámetro). Estos morteros cubren los huecos superficiales del travertino, esencialmente el la sección superior del pilar, faltando en la sección basal, aunque quedan algunos restos aislados en algunos huecos mayores (Fotos nº 8 y 9). Aunque no se puede asegurar, este mortero parece bastante antiguo, respondiendo a una especie de estucado para susvizar la superfice fuertemente rugosa del travertino. Su ausencia en las partes basales debe entenderse como debido a su pérdida con el tiempo y no a su ausencia original. El análisis mineralógico por difracción de Rayos X (Difractogramas nº 1, 4, 5, 6, y 8) demuestran una gran homogeneidad en las proporciones relativas de escayola (yeso) y cal (carbonato cálcico). Quizás en el caso del mortero analizado del cuarto pilar (Difractograma nº 5) , existe una elevada proporción de yeso. Además, en todas las muestras se detecta la presencia de micas y/o minerales de las arcillas y cuarzo en bajas proporciones que proceden del árido.

·      Morteros de escayola+cal muy similares a los anteriores, cubriendo huecos mayores de más de 10 cm de diámetro (e.g., pilar nº 2, Foto nº 8, pilar nº 6, Foto nº 11). El árido es en ente caso mucho más grueso (más de 1 cm de diámetro), constando no sólo de barro cocido, sino de grava de río. Este tipo de mortero se encuentra tambien en el pilar nº 6 como parte del aparejo de ladrillo y mortero que cubre una gran área alrededor de la arista posterior derecha, en la parte superior del pilar. Sus características similares al mortero de escayola del enlucido de las superficies, y el hecho de encontrarse asociado a ladrillo en grandes faltas del travertino sugiere que podría ser un mortero bastante antiguo, ya sea original o de restauración. El análisis mineralógico por difracción de Rayos X (Difractogramas nº 3 y 7) demuestra una similitud total con el mortero de escayola+cal de recubrimiento descrito anteriormente.

·      Lechadas de cal en varias capas que cubren parcialmente las superficies expuestas de travertino (Foto nº 12). Cubren tambien el estucado de morteros de escayola+cal, aunque son posiblemente muy posteriores.

La secuencia temporal de aplicación de estos materiales sería: morteros de escayola+cal (¿estucos originales relacionados con la puesta en obra de los pilares?), morteros de escayola+cal con àrido muy grueso (¿idem anterior o relacionados con restauraciones antiguas?), lechadas de cal (enclucidos relativamente recientes), hormigones de cemento (¿restauración posterior al incendio de 1936?).

Un propuesta restauradora debe considerar la conservación de los morteros originales o añadidos, pero que en cualquier caso forman parte de la historia del edificio. Sería por lo tanto necesario investigar el origen de los morteros de escayola+cal, ya que podrían ser incluidos en las labores de restauración. En este sentido, hay que hacer notar que estos morteros están constituidos por cantidades apreciables de yeso (CaSO4ž2H2O). Esta sal es relativamente soluble en agua y por lo tanto móvil en el sistema poroso de la piedra, por lo que puede resultar dañina al asociarse a ataque por sales y la formación de eflorescencias. Sin embargo, actualmente estos morteros no representan peligro importante para la conservación del travertino, dado que se encuentran en las partes superiores de los pilares inaccesibles a la circularión capilar (por otra parte muy limitada en este tipo de roca dado su gran tamaño de poros).

Estado de conservación

Pilar 1

Estado de conservación general defectuoso, esencialmente en la base. Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 1):

·      Suciedad y ennegrecimiento (¿fuego?) a media altura en las caras fontal y derecha.

·      Périda de material asociada a fracturación original del bloque utilizado para su construcción. No se puede asegurar que la fractura observada, oblicua al eje vertical del bloque y por lo tanto al esfuerzo principal vertical) no haya rejugado como superficie de (micro-) cizalla.

·      Fracturación vertical en la parte basal en relación con los empastes de hormigón. La mayor parte de las fracturas son paralelas a las paredes del pilar y se encuentran el la pared derecha (orientada al E). Posiblemente es debida al comportamiento mecánico diferencial de ambos materiales.

·      Eflorescencias salinas sobre el hormigón de la parte basal, a una altura de unos 50-60 cm del zócalo. El hormigón presenta un estado de deterioro avanzado, fuertemente arenizado y con evidente pérdida de cohesión. La humedad aparente en esta zona basal es variable, aparentemente asociada a la fracturación vertical anteriormente descrita. El cemento aparece más humedo que el travertino.

Muestras:

·      SAV-1-A.- Mortero de escayola+cal (Difractograma nº 1)

·      SAV-1-B.- Hormigón de cemento de la parte basal del pilar con eflorescencias salinas de yeso ((Difractograma nº 2)

·      SAV-1-C.- Hormigón de cemento arenizadado (parte basal).

Pilar 2

Estado de conservación general defectuoso, esencialmente en la base. Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 2):

·      Suciedad adherida.

·      Fracturación y descamación vertical en la parte basal en relación con los empastes de hormigón. De nuevo, las fracturas son paralelas a las paredes del pilar y se encuentran esencialemente el la pared derecha (orientada al E).

·      Arenización del hormigón en las partes basales.

Muestras:

·      SAV-2-A.- Mortero de escayola+cal con árido de barro cocido y grava de río (cuarcitas, esquistos, carbonatos; Difractograma nº 3).

·      SAV-2-A'.- Idem anterior para lámina delgada.

Pilar 3

Estado de conservación general aceptable, incluso en la base. Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 3):

·      Suciedad adherida.

·      Fracturación vertical y horizontal del hormigón de la parte basal e intermedia. Al menos en parte, la red de fracturas parece original debida a una mala aplicación del hormigón con desarrollo de grietas de retracción durante el fraguado.

·      Parches y manchas de cal producidas durante el encalado (reciente) de los arcos.

·      Grandes gromulos de cemento en la parte superior del capitel.

·      Puntas de metal oxidadas.

·      Manchas de pintura azul en la cara izquierda.

Muestras:

·      SAV-3-A.- Mortero de recubrimiento escayola+cal con árido de barro cocido (a media altura del pilar; Difractograma nº 4).

Pilar 4

Estado de conservación general mediano. Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 4):

·      Suciedad adherida en la piedra, lechadas de cal y hormigones. Los morteros de escayola+cal están más limpios.

·      Puntas de metal oxidadas.

·      Manchas de pintura verde y ocre en la cara izquierda.

En este pilar se muestra claramente la secuencia temporal de aplicación de los distintos morteros, lechadas y hormigones.

Muestras:

·      SAV-4-A.- Mortero de recubrimiento escayola+cal con árido de barro cocido (a media altura del pilar en la cara izquierda, bajo lechada de cal; Difractograma nº 5).

·      SAV-4-B.- Mortero de recubrimiento escayola+cal con árido de barro cocido (a media altura del pilar en la cara frontal; Difractograma nº 6).

Pilar 5

Estado de conservación general mediano (muy parecido al pilar nº 4). Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 5):

·      Suciedad adherida en la piedra, lechadas de cal y hormigones. Los morteros de escayola+cal están más limpios.

·      Puntas de metal oxidadas.

Tambien se muestra en este pilar la secuencia temporal de aplicación de los distintos morteros, lechadas y hormigones. El mortero de escayola+cal aparece también cubriendo la parte inferior de la cara frontal del capitel.

Pilar 6

Estado de conservación general mediano a deficiente. Deterioros observados (Dibujo Pilar nº 6):

·      Suciedad adherida en la piedra, lechadas de cal y hormigones. Los morteros de escayola+cal están más limpios.

·      Puntas de metal oxidadas.

·      Manchas de pintura verde y amarilla en la cara izquierda.

·      Pegotes de cemento (no hormigón) a media altura. Por su aspecto y ausencia de acabado, parece producto de la negligencia de algún operante durante recientes obras realizadas en el patio.

En este pilar se encuentra una falta importante de varias centenas de cm2 en la parte superior de la cara posterior, alrededor de la arista. La falta está rellena por un aparejo de ladrillo y mortero (mazacote) de escayola+cal con árido grueso de ladrillo

Muestras:

·      SAV-6-A.- Mortero de unión escayola+cal con árido de barro cocido (en la falta del pilar; Difractograma nº 7).

·      SAV-6-B.- Mortero de recubrimiento escayola+cal con árido de barro cocido (a media altura del pilar en la cara derecha; Difractograma nº 8).

Eflorescencias salinas

A parte de los deterioros asociados a los pilares, hay que señalar la existencia de fuerte humedad de los muros, pilares de ladrillería y solería de todo el conjunto del patio. Esto se evidencia por los frentes de ascensión capilar, que alcanzan más de 1 m de altura en algunos puntos de los muros de la fachada y los que rodean al patio. En el caso de los pilares de travertino, la ascensión capilar se ve dificultada por el elevado tamaño de los poros y conductos, lo que ha impedido la formación de eflorescencias salinas. No obstante, la humedad y eflorescencias de yeso observadas que afectan a los primeros 50 cm de los pilares están en relación con la presencia de los empastes de hormigón antes citados. En el caso de las eflorescencias sobre los muros del patio, se han analizado dos muestras provinientes del muro lateral derecho (sobre cemento, muestra SAV-Cem, Difractograma nº 9) y de la portada (sobre ladrillo, muestra SAV-Por, Difractograma nº 10), observandose la presencia de halita (NaCl) y nitro (KNO3), respectivamente.

Sobre el origen de estas sales, es probable que el nitrato proceda de enterramientos en el lugar o de abonos aplicados a jardines adyacentes, mientras que no existe fuente alguna aparente para el cloruro sódico (¿filtraciones del agua corriente en el subsuelo?). En cualquier caso, desde el punto de vista restaurador lo importante es la presencia de sales solubles que inducen fuertes deterioros en los materiales y por lo tanto deben ser retiradas.

Propuesta de Tratamiento de los Pilares del Patio de la Colegiata del Salvador

Preconsolidación

Se trata de una fase preliminar, preparatoria de las partes del travertino que se encuentran en peor estado de conservación y que puedan deteriorarse durante la fase de eliminación de hormigones y morteros de cemento, y de limpieza.

En concreto se realizará sobre la superficie de piedra y zona de morteros que presenten un estado de conservación malo, es decir, sobre aquellas zonas con fracturaciones, fisuras, y arenizaciones y partes originales que presenten peligro de desprendimiento.

La metodología de aplicación debe ser mediante impregnación a pincel o brocha. Los productos preconsolidantes serán esencialmente resinas acrílicas, en disolución o emulsión en concentraciones muy bajas, en torno a un 2 ó 3%. Estas resinas presentan un alto índice de reversibilidad, pudiendo ser eliminadas una vez realizados los siguientes tratamientos.

Antes de la preconsolidación propiamente dicha es conveniente realizar test que garanticen la no aparición de "pasmados" y otros cambios de tonalidad sobre los materiales originales.

La realización de este tratamiento se realizará por personal cualificado, o bien, por personal obrero bajo la dirección de técnicos en restauración.

Eliminación de hormigones y morteros de cemento

Esta fase pretende eliminar los materiales a base de cemento aplicados en intervenciones recientes y que afectan la buena conservación de la roca y de los morteros originales. Para ello se realizarán intervenciones de eliminación mecánica de forma totalmente controlada; estos métodos serán mas delicados a medida que se aproximen a la superficie original, y deberán ser ejecutados sobre todo en las fases finales por personal cualificado. Los distintos procedimientos de ejecución son:

·      Eliminación mecánica mediante cincelado (opcional y sólo en zonas gruesas).

·      Eliminación mecánica con micropercutores.

·      Eliminación mecánica con microtornos de dentista y similares.

·      Eliminación mecánica con microabrasímetros.

·      Eliminación mecánica con ultrasonidos.

·      Eliminación mecánica de retoque con bisturíes, escalpelos, etc...

Preconsolidación de las zonas exentas de cementos

Al igual que la fase anterior, ésta pretende proteger los materiales originales del posterior tratamiento de limpieza. La preconsolidación estará dirigida a nuevas zonas que reúnan características de debilidad (piedra y morteros) y que puedan verse alteradas durante la limpieza. Estas intervenciones no se limitarán a la adición de materias consolidantes, sino que además se dirigirán a la protección de partes especialmente sensibles a los tratamientos de limpieza, concretamente en aquellos que requieran medio acuoso. Estas últimas fases se limitarán a cubrir con polietileno las zonas altamente degradables. También se realizarán test de alteración cromática antes del procedimiento en si.

Al igual que en el anterior tratamiento de preconsolidación, las materias consolidantes que se usen serán del tipo acrílico en disolución o emulsión aplicados a baja concentració, en torno a un 2 ó 3%, para garantizar buena reversibilidad. Como método de aplicación, la impregnación con pincel o brocha es un sistema bastante cómodo y eficaz.

Estas labores deberán ser ejecutadas por personal cualificado o bajo la dirección de éste.

Eliminación de sales

La presencia de sales solubles en la superficie actual de los pilares se ha observado como eflorescencias relacionadas con los empastes basales de hormigón. Es por lo tanto probable que puedan aparecer también bajo los anteriores al ser retirados, en cuyo caso será necesario retirarlas. Para ello se procederá retirándolas mecánicamente primero (cepillado), y a continuación mediante el sistema de disolución/extracción con el uso de sucesivos empastes de pulpa de papel y agua desionizada. Estos empastes se protegerán con polietileno para evitar la excesiva evaporación. También se realizarán test de conductividad sobre parte de las extracciones que contengan sales y así poder determinar cuando ha concluido el tratamiento.

Eliminación de clavos

Esta fase se realizará de forma mecánica, eliminando primeramente aquellos que no presenten ningún tipo de dificultad, sacándolos simplemente. A continuación se eliminarán los mas tenaces cortándolos lo mas cerca de la superficie del pilar y posteriormente se retirarán por abrasión con microtorno.

En cualquier caso la zona adyacente a los clavos se debe de proteger mediante empapelado con papel japonés, fijado con un adhesivo reversible, este puede ser Alcohol Polivinílico en disolución acuosa al 3%. De esta forma se evita la pérdida de material pétreo por abrasión y arrastre.

Limpieza

Limpieza de lechadas de cal

Con este tratamiento deben ser eliminados la totalidad de restos de cal que hayan sido aplicados en épocas recientes con el fin de homogeneizar el irregular aspecto estético de los pilares. El procedimiento será mecánico, empleando para ello espátulas, cepillos de cerda blanda, bisturíes, escalpelos etc... Eventualmente los restos más adheridos localizados o en poros de difícil acceso, se reblandecerán con apósitos controlados de agua desionizada que facilitará la disolución de la lechada, y posteriomente se procederá a su retirada mecánica.

Limpieza de manchas

En este apartado se debe contemplar la distinta naturaleza de las manchas que se vayan a tratar.

Manchas de grasas y aceites indeterminados

Se eliminarán con algún disolvente orgánico (White Spirit, Acetona, Tetracloruro de Carbono, etc...) y se aplicarán sobre la superficie a tratar en forma de empastes. Estas pastas se protegerán de evaporaciones aceleradas. También podrán ser tratadas con jabones y detergentes neutros (Teepol, Hexametafosfato de sodio, etc...) que se aplicaran sobre la superficie dejándolos actuar el tiempo necesario.

Manchas de hollín y ennegracimientos en general

Podrán ser tratadas con empastes en los que se incluyan disolventes orgánicos y/o detergentes.

Manchas de óxido de hierro

Se eliminarán mediante la aplicación de disoluciones o empastes sobre la mancha que incluyan disolventes adecuados (Citrato sódico, Acido oxálico, EDTA, etc...).

Estos empastes podrán tener la base de pulpa de papel no ácido, o bien, de arcillas absorbentes tipo sepiolita o atapulgita.

En cualquier caso, los tratamientos de eliminación de manchas estarán precedidos de los correspondientes test de disolución que determinen las proporciones correctas, además de comprobar las posibles variaciones cromáticas y tonales del material original.

Finalmente, señalar que después de todas las aplicaciones en las que intervengan productos químicos, se neutralizarán de forma sucesiva las zonas intervenidas, para evitar que estos productos puedan seguir actuando en la piedra original.

Unión de piezas y encolado

Este tratamiento persigue la fijación entre sí de los distintos elementos. El procedimiento se puede realizar con adhesivos exclusivamente o insertando además pernos (de acero inoxidable, metacrilato etc...). Para la inclusión de pernos se podrán adoptar dos métodos, taladrando las dos partes por su parte interior, o bien, taladrando desde la parte exterior. Seguidamente se insertará el perno por este orificio. Los pernos deben de ir entre una cama de adhesivo para proporcionar una mayor solidez a la unión y que queden aislados lo mejor posible de la humedad. Este adhesivo deberá ser una resina bicomponente tipo epoxídica. Posteriormente se tapa el orificio con mortero.

Con respecto al encolado de forma simple, hay que tener en cuenta algunos aspectos como la porosidad de la zona a pegar, y el amarilleamiento de los adhesivos expuestos a las radiaciones UV. Para el primer caso, es conveniente consolidar la superficie de contacto, consiguiendo con ello una buena adhesión y evitando la aparición de fracturas. Para evitar el amarilleamiento de las resinas empleadas como adhesivos (resinas epoxídicas), es útil no aplicarlas hasta los bordes de la fractura, dejando un espacio que se podrá rellenar con un estucado a base de una resina acrílica mas carga inerte.

Sellado de fracturas y fisuras

Este proceso se iniciará limpiando la fisura o fractura con mezclas volátiles (agua desionizada y alcohol, o agua desionizada y acetona). Las fisuras de pequeño espesor se rellenarán con masillas acrílicas coloreadas (para entonar con el material original) y carga inerte de granulometría muy fina. Las grietas, fracturas y fisuras de tamaño mayor se rellenarán primeramente de adhesivo bicomponente (resina epoxi), mas una carga inerte. A continuación se enrasarán con la masilla acrílica anteriormente descrita.

Consolidación

Cuando se observa en la piedra un grado de alteración que afecta a su estabilidad estructural (degradación total o parcial), es necesario consolidar las zonas específicas, o bien, la totalidad de la pieza. La consolidación pretende mejorar la cohesión de los materiales pétreos, sus características mecánicas y la adhesión entre las partes dañadas y las no alteradas. También se pretende reducir la porosidad evitando la penetración de agua y de sustancias químicas.

Hay que tener en cuenta que los materiales pétreos expuestos a la atmósfera suelen presentar una superficie alterada mas porosa que las partes internas. Es por tanto muy importante el no producir discontinuidades en las propiedades de los materiales tratados y no tratados. De esta forma el éxito de la consolidación depende de la profundidad de penetración del consolidante sobre la piedra dañada que depende de la porosidad de la piedra, de las características del material consolidante y del método de aplicación.

La consolidación debe ser lo mas homogénea posible, dado que si quedan zonas libres de consolidante estas mantienen su porosidad inicial pudiendo absorber agua. Además, dado que la evaporación del agua resulta obstaculizada, se pueden producir desequilibrios tensionales que provoquen fracturas y pérdida de cohesión en las zonas consolidadas si durante la consolidación se generan fuertes anisotropías en las características mecánicas de los materiales tratados. Es imprescindible utilizar consolidantes impermeables al agua pero permeables al vapor de agua. Por tanto, en la consolidación de zonas específicas de los pilares de la fachada Noroeste es muy conveniente usar productos silicónicos del tipo alquil-aril-polisiloxanos (e.g., Rhodorsil XR-893). Estos materiales estan total o parcialmente polimerizados, formando grandes moléculas y facilitando la consolidación, lo cual no es un inconveniente dada la elevada porosidad del material a tratar. Poseen además la ventaja de ser hidrorepelentes.

En cuanto a los métodos de aplicación, se podrán usar impregnaciones con pincel o brocha, también mediante tampones de consolidante sobre la superficie a tratar y cubriendo estos con un material que evite la evaporación de los disolventes. En este último método es conveniente realizar canales de evacuación para reciclar el consolidante excedente. Se deben de aplicar los productos en concentraciones muy bajas y de forma progresiva, para evitar el cambio de tonalidad por el efecto "barniz", además de evitar posibles brillos.

Eventualmente pueden aplicarse consolidantes en las partes basales para aislar los pilares de la ascensión capilar del agua. Este tratamineto dependerá del estado en que se encuentren los zócalos de los pilares una vez retirados los empastes de hormigón, y puede realizarse mediante inyección del consolidante, o bien, dejarlo penetrar por gravedad a la zona en cuestión. En ambos caso se realizarán un determinado número de orificios de alrededor de 15 ó 20 mm que circunden la totalidad del perímetro del pilar. Estos orificios se practicarán en la parte mas baja de los pilares, dejando una distancia entre ellos de 15 cm. Una vez realizados se inyectará el consolidante mediante bombas de mano, o mediante bebederos que permitan la entrada lentamente. Se deberán tapar con arcilla blanca o plastilinas los posibles huecos o fisuras por donde pueda escapar el consolidante. Terminado el proceso de consolidación estos orificios se rellenarán con algún tipo de mortero.

El consolidante será tambien una resina silicónica, aunque en este caso se considera más oportuno del tipo alquil-alcoxisilano (e.g., Tegosivin HL100), dado que deberá garantizar la mayor penetrabilidad posible, y por lo tanto estar constituidos por moléculas menores (i.e., monómeros o prepolímeros) y consolidar con lentitud para no bloquear los accesos (i.e., reacciones de hidrólisis controladas bajo humedad relativa media, como parece ser que ocurre en el travertino).

Recrecido con morteros

Este tratamiento estará determinado por la necesidad de reintegrar algunas zonas que sean necesarias para la unidad estética del conjunto. Estas zonas serán las mayores dejadas al descubierto tras la retirada del hormigón, incluyendo particularmente las  partes basales, las adyacentes a los capiteles y las aristas de los pilares. Los materiales que se usarán para ello serán morteros de tipo mixto (resinas acrílicas o polivinílicas mas cementantes y áridos) de distintas granulometrías. El procedimiento general de aplicación será sanear primeramente la zona receptora del mortero y a continuación aplicar sucesivas capas. Podrán usarse emparrillados (armazones) de acero inoxidable en caso de que sea necesario en las reintegraciones mayores para garantizar su estabilidad, para lo cual se harán agujeros de pequeño diámetro. La unión entre estos dos materiales (piedra y acero inoxidable) se debe asegurar con adhesivo epoxi. En cualquier caso, se realizarán distintos test que aseguren una inclusión de mortero nuevo con valores de dureza y porosidad menor al material original

Acabado, texturado y reintegración cromática de los recrecidos

Esta última fase tiene como fin acomodar estéticamente los nuevos morteros. El procedimiento dependerá mucho de la zona que se vaya a tratar y consistirá fundamentalmente en texturar con herramientas y entonar cromáticamente mediante veladuras de color los morteros.

 

 

Granada, Octubre de 1991

 

 

 

A.García Casco

Prof. Titular de Universidad

(Universidad de Granada)

y

J.A. Durán Suárez

Becario de Investigación

(P.F.P.I., J.A.)