ENRIC GONZÁLEZ
| Washington
La noche electoral de hoy puede ser larga. Quizá tanto como la de
las presidenciales, que duró cinco semanas y sólo concluyó con una
polémica decisión del Tribunal Supremo de EE UU. Los resultados
prometen ser reñidos en muchas circunscripciones, y las
características de los sistemas de votación auguran dificultades en
el recuento. Los grandes partidos han movilizado un ejército
de 20.000 abogados, 10.000 por bando, listo para pleitear en cuanto
surjan controversias sobre los resultados. 'Florida nos enseñó a
estar preparados', dijo Alex Vogel, del Comité Nacional de Senadores
Republicanos.
Los abogados demócratas y republicanos están distribuidos por
todas las circunscripciones, con retenes especiales en las que se
prevén especialmente conflictivas. Son, en su mayoría, voluntarios
del propio partido, aunque en algunos casos se cuenta con bufetes
preparados para desarrollar batallas legales de alto nivel y costes
en consonancia.
Los demócratas anuncian que centrarán su atención durante la
jornada en detectar cualquier indicio de intimidación sobre los
votantes, una práctica tradicionalmente atribuida a los
republicanos. Los republicanos, por su parte, temen que sus
adversarios cometan fraudes electorales. En las reservas indias, que
suelen apoyar masivamente a los candidatos demócratas, no es raro
que voten los difuntos. Los principales problemas, sin embargo,
pueden plantearse una vez cerradas las urnas, como ocurrió en
Florida en otoño de 2000.
Minnesota tendrá, por ejemplo, un recuento difícil. Los votos
serán de papel, porque no hubo tiempo de adaptar los sistemas
mecánicos cuando el senador demócrata Paul Wellstone murió en
accidente, el 25 de octubre, y fue reemplazado a toda prisa por el
ex senador y ex vicepresidente Walter Mondale. El Tribunal Supremo
del Estado no ha dejado claro si los votos emitidos por correo a
favor de Wellstone, antes de su muerte, podrán contabilizarse o no
como votos para Mondale, y esa es una potencial fuente de pleitos.
Georgia, que era uno de los Estados más caóticos en cuanto a
sistemas de voto (se empleaban papeletas, tarjetas perforadas,
palancas o dos clases de lectores ópticos, según la
circunscripción), estrena hoy un sistema unificado y moderno de
pantallas sensibles, similares a las de los cajeros automáticos. La
experiencia de Miami, que modernizó sus sistemas tras el fiasco de
2000 para comprobar que los nuevos métodos fallaban también
miserablemente en las primarias demócratas de septiembre, causa
bastante inquietud. El gobernador, el demócrata Roy Barnes, ha hecho
todo lo posible: ha gastado cuatro millones de dólares en cursillos
de formación para los operadores de las pantallas, tiene 500
técnicos preparados para emergencias e incluso ha enviado un
destornillador y pilas de repuesto a cada colegio electoral.
Recuentos lentos
En algunos Estados, la lentitud está asegurada. En Oregón, donde
todos los votos se realizan por correo, no hay esperanzas de tener
resultados antes de dos o tres días, en el mejor de los casos. En el
Estado vecino, Washington, el recuento de las papeletas formalizadas
por vía postal duró un mes en las presidenciales de 2000. En
Luisiana, la senadora demócrata Mary Landrieu, clara favorita, se
enfrenta a tres aspirantes republicanos, y si no obtiene más del 50%
de los votos tendrá que ir a una segunda vuelta en diciembre contra
el rival mejor situado.
Resulta verosímil la hipótesis de que se ignore el ganador de las
elecciones en el Senado cuando el Congreso reinicie las sesiones, el
12 de noviembre, aún con los miembros salientes.
En ese momento, los republicanos dispondrán probablemente de la
mayoría, porque el sustituto temporal del fallecido Paul Wellstone
será, hasta que Walter Mondale o su rival Norm Coleman se incorporen
en enero, un independiente simpatizante de los conservadores.
Si el republicano Jim Talent gana en Misuri a la senadora Jean
Carnahan, introducida en la Cámara Alta en nombre de su marido,
muerto días antes de las elecciones de 2000, con un mandato especial
de sólo dos años, se incorporará ya en noviembre, reforzando la
provisional mayoría republicana.
El presidente George W. Bush podría utilizar esa ventaja
temporal, que durará hasta el 3 de febrero, cuando se constituirá el
nuevo Congreso, para conseguir la ratificación de los nombramientos
políticos y judiciales que los demócratas han conseguido bloquearle
en los pasados meses.