Boletín ENIGMA - nº 41

1 Marzo 2006

 


Boletín del Taller de Criptografía de Arturo Quirantes Sierra


Dirección original: http://www.ugr.es/~aquiran/cripto/enigma/boletin_enigma_41.htm


EDITORIAL

TEMAS DE ACTUALIDAD - Criptografía cuántica III: la punta de la lanza

CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - De cómo NO se espía: el caso del Pueblo

LIBERTAD VIGILADA - Espionaje espacial y operaciones Comint

 


 

 EDITORIAL

 

Parece que el tema de la criptografía cuántica se resiste a morir. En los últimos dos meses, diversos artículos en revistas científicas abren nuevas vías de ataque a los sistemas que describimos en boletines anteriores. En este caso, las novedades favorecen a los espías cuánticos, ya que les proporciona un modo de espiar sin ser detectados.

Todo lo contrario que lo que sucedió en 1968, cuando un buque espía de la Armada norteamericana fue enviado a una misión de espionaje a aguas extremadamente hostiles, sin cobertura adecuada y sin una evaluación correcta de los riesgos. Lean en nuestra sección "criptografía histórica" un excelente ejemplo de cómo no se deben enviar espías a hacer su trabajo. Por supuesto, siempre nos quedan los satélites y las estaciones terrestres para poner la oreja con seguridad, tal y como pueden leer en esta nueva entrega de Libertad Vigilada. Asuntos viejos y nuevos, historias de la guerra fría y novedades cuánticas. El caso es que nunca nos aburrimos.

 


 

  DTEMAS DE ACTUALIDAD - Criptografía cuántica III: la punta de la lanza

 

En el anterior Boletín ENIGMA vimos los últimos modelos de cifradores cuánticos. Comprobamos así que, lejos de ser una curiosidad de laboratorio, la criptografía cuántica es un campo lo bastante maduro como para dar el salto al campo comercial. Sin embargo, recientes descubrimientos la han puesto en entredicho. No solamente eso, sino que la propia física cuántica parece estar lejos de habernos desvelados todos sus secretos.

La mecánica cuántica es la monda. Es extraña, impredecible y oscura. No da respuestas, sino probabilidades. En el mundo cuántico, algo puede ser y no ser a la vez, pero si miramos las cosas cambian. Si Einstein representa la relatividad, yo escogería como adalid de la cuántica a Groucho Marx. Y es que, al igual que el genial bigotudo, las respuestas de la mecánica cuántica siempre tienen dos sentidos, o más.

En el Boletín ENIGMA nº 37 vimos un esquema para la transmisión de información mediante canales cuánticos. Esencialmente hablando, Ana y Benito (los dos interlocutores) pueden intercambiarse claves en la seguridad de que un espía (Eva) no podrá interceptar la comunicación sin ser detectada. La base cuántica es el principio de incertidumbre, que viene a decir que no se puede medir sin perturbar la medida. Estrictamente hablando, el principio de incertidumbre (o principio de Heisenberg) nos dice que no podemos conocer la posición y la velocidad de una partícula con precisión infinita. Es como intentar conocer la velocidad de una bola de billar cuando tenemos los ojos vendados. Para saber dónde está tenemos que tocarla, pero al hacerlo hemos modificado su velocidad. Por lo tanto, Eva no puede determinar el estado de los fotones que forman el canal de comunicación sin alterar dichos fotones. El principio de Heisenberg se erige así en una especie de timbre de alarma.

Pero, al igual que en las películas un ladrón inteligente se salta los mejores sistemas de alarma, en la naturaleza parece haber formas de burlar el principio de Heisenberg. Bueno, el principio no es violado; digamos que nos las apañamos para salirnos con la nuestra a pesar de él.

Uno de los fenómenos más curiosos de la mecánica cuántica es el denominado teleportación. Imagino que los lectores estarán familiarizados con los teletransportes de series como Star Trek, donde el capitán Kirk entra en una cámara, dice las palabras máginas ("Scotty, transpórtame") y desaparece de la Enterprise para re-aparecer en el planeta en cuestión. Bien, a los trekkies les alegrará saber que ese tipo de teletransporte es, al menos en teoría, posible. Se pueden trasladar las propiedades cuánticas de una partícula a otro lugar del espacio; en el proceso, la partícula original desaparece. Es decir, el capitán Kirk no es "transportado" en el sentido clásico (ocupando diversos lugares del espacio en diferentes instantes de tiempo), sino que sus propiedades cuánticas son transmitidas a otro lugar. Las propiedades de la teleportación hacen que el Kirk original desaparezca al tiempo que un segundo Kirk, idéntico al primero, aparece en el punto de destino. Menos mal, porque si resulta que existen dos Kirks, !a ver quién da las órdenes luego! O peor aún, los klingons podrían intentar aprovecharse a su favor: podrían capturar al capitán Kirk, teletransportarlo de vuelta a la Enterprise y quedarse con el original para sus malévolos fines.

Aplicado a las comunicaciones cuánticas, Eva no podría capturar los fotones que transportan la información sin que el destinatario Benito se de cuenta. Hasta ahí, nada nuevo. Ahora bien, recientemente se ha descubierto que puede realizarse una "teleclonación" con fidelidad parcial. Es decir, el original sigue desapareciendo, pero ahora tenemos dos copias en lugar de una. Claro que ambas copias no son exactas. La fidelidad (que nos mide cuánto se parece la partícula creada a la original) de una de las dos partículas puede aumentar, pero la de la otra disminuye. Si una partícula es creada con una fidelidad del 100%, la fidelidad de la otra disminuye. De manera que, o los klingons se apañan con una versión mediocre de su archienemigo, o los de la Enterprise se darán cuenta enseguida de que hay juego sucio por medio.

En julio de 2005, un equipo de investigadores chinos, suecos y alemanes publicaron una versión sobre este tipo de teleportación (Physical Review Letters vol. 95, 15 Julio 2005). Llevaron a cabo un experimento donde se combinan los fenómenos de clonación asimétrica (producir dos copias a partir del original) con el teletransporte cuántico (llevar las propiedades cuánticas de una partícula a otro lugar del espacio). El resultado era la obtención de dos copias del original, una de las cuales estaba ubicada en otro lugar distinto. La idea, aplicada a lo que nos interesa, es que si Eva es capaz de lograr tal proeza, podría quedarse con uno de los fotones y enviar el otro al destinatario legítimo. Es decir, la copia "local" sería la copia para Eva.

El artículo, hay que resaltarlo, no solamente mostraba esta posibilidad teóricamente, sino que lo demostraba experimentalmente. La copia se efectuaba mediante un conjunto de divisores de haz, cuya reflectividad era determinante para hallar la fidelidad de las copias. Jugando con dicha reflectividad se puede ajustar la fidelidad tanto de la copia transmitida como de la local.

Por supuesto, como vimos en artículos pasados, la alteración podría ser detectada, ya que la fidelidad de la copia transmitida no sería del 100%. Pero el mundo real no es como el cuántico, y no siempre la pérdida de fidelidad se debe a interceptaciones cuánticas. De modo que Benito tendrá que decidir si el problema se debe a espías, ruido de fondo, problemas en la transmisión, etc.

Un segundo artículo, publicado en la misma revista por un equipo japonés, ha saltado recientemente a la prensa (Physical Review Letters vol. 96, 17 Febrero 2006). Ahora se trata de hacer dos copias del fotón, igual que antes; pero al contrario que antes (donde una copia se queda en el lugar donde se produce), ahora las dos copias viajan a lugares distintos. Más aún, la fidelidad de ambas copias es en este experimento del 58%, lo que sobrepasa el límite clásico del 50%, probando por tanto que la "teleclonación" (clonación más teleportación) es un fenómeno cuántico demostrado experimentalmente.

Los autores incluyen una posible aplicación al "espionaje cuántico". Antes, si Eva quería interceptar el canal de comunicación, tendría que acceder a él, algo así como cuando en las películas pinchan físicamente el cable. Pero con la teleclonación, Eva puede situarse donde le de la gana. Puede montar el espionaje teleclónico y hacer que su copia le sea enviada a un lugar imposible de localizar. Sí, esposible que su espionaje sea detectado, pero aunque se descubra el "pinchazo" no puede saberse a dónde transmite la información que pincha. Es decir, que James Bond puede estar en la terraza del bar tomándose su Martini (mezclado, no agitado) o ligándose a la chica de turno, mientras el teleclonador cuántico de Q hace todo el trabajo.

Como ven, la criptografía cuántica está que arde. Después de un siglo de trabajo, la mecánica cuántica aún no ha desvelado todos sus secretos. Es posible que mañana alguien descubra algún modo de teleclonar con una fidelidad del 100%, o muy próxima a esa cantidad, con lo que los cifradores cuánticos tendrían que ir a la basura. Quienes crean que lo han visto todo, aún tienen que prepararse para la sorpresa.

Y, como muestra, un asombroso descubrimiento. ¿Hay alguien por ahí a quien nunca se le haya "colgado" el ordenador? Vale, pues puede que eso tenga también una base cuántica. Bueno, es broma. Pero hay indicios de que un ordenador cuántico podría funcionar incluso estando apagado. Es más, parece que al apagarlo !funciona mejor! Sí, es muy raro, pero parece que tiene una base teórica. Se llama el efecto Zeno cuántico. La idea es la siguiente. Como sabrán, fenómenos como la desintegración de una partícula siguen leyes cuánticas probabilísticas. No podemos saber cúando se desintegrará un isótopo dado, pero sí podemos calcular la probabilidad de que se haya desintegrado dentro de diez minutos. De hecho, la "vida media" es el tiempo transcurrido el cual la mitad de nuestras partículas se ha desintegrado. Es como un bar con muchos vasos. Marquen un vaso en concreto, y hagan apuestas sobre cuándo se caerá al suelo y se romperá. Puede ser hoy, mañana o dentro de un año. Sin embargo, sí podemos calcular cuántos vasos se romperán este fin de semana, con un margen de error pequeño.

Ahora bien, algunos investigadores afirman que, si miramos continuamente el sistema, las probabilidades cambian. Es decir, si observamos la partícula un número suficiente de veces !nunca la veremos desintegrarse! Algunos científicos lo han expresado en términos del gato de Schrödinger. Este minino imaginario está encerrado en una caja junto con una partícula radiactiva, un martillo y un bote de veneno. Si la partícula se desintegra, el martillo cae sobre el veneno y el gato estira la pata. Cuando nadie mira, la mecánica cuántica afirma que la partícula se encuentra en una "superposición de estados", esto es, está a la vez en su estado original y en su estado desintegrado. Esto trae como consecuencia !que el gato está vivo y muerto a la vez! Al efectuar una observación, la función de onda de la partícula colapsa. Y, por favor, no me pidan que se lo explique, básteles saber que es entonces cuando la partícula "escoge" un estado cúantico definido; y el gato estará o vivo o muerto. Pero ahora vienen y nos dicen que, observamos continuamente al gato (por ejemplo, conectándole a un cardiograma), nunca se morirá. Buenas noticias para el gato.

¿O no? Esta hipótesis, aunque aparentemente refrendada por las herramientas matemáticas de la mecánica cuántica, todavía tiene algunos flecos. Una de las hipótesis que hacen los autores es que un sistema puede ser observado continuamente. ¿Pero qué significa eso en el mundo cuántico, donde todo está "cuantizado", es decir, troceado? No existe la materia continua, ni el espacio continuo, así que ¿por qué habría de existir el tiempo continuo? Los autores que apoyan el efecto Zeno cuántico aventuran que la existencia de una cantidad elemental de tiempo no forma parte de las teorías aceptadas en la actualidad, pero yo tengo mis dudas. Puede que sí exista, lo que significa que tendríamos un límite teórico a la frecuencia con la que podríamos observar un sistema dado.

Por si las moscas, la paradoja del efecto Zeno cuántico está siendo considerada y estudiada seriamente. Hace tan sólo unos días, un artículo en la revista Nature revisa la aplicabilidad de este efecto a algo llamado "computación cuántica contrafactual". En este caso, en lugar de un gato que está vivo y muerto a la vez, tendríamos un ordenador cuántico imaginario en una superposición de dos estados (parado y en funcionamiento). Según eso, la probabilidad de obtener la respuesta a una pregunta si/no formulada mediante un programa informático sería del 50%. Claro: si el ordenador está en el estado "encendido", hay respuesta correcta; si está apagado, no hay respuesta. Eso no sería mejor que intentar adivinar la respuesta lanzando una moneda al aire (peor aún, ya que presupone que el ordenador funcionará bien, que no se colgará, que la SGAE no cobrará medio canon por el disco duro, etc). Pero mediante una versión modificada del efecto Zeno
cuántico, resulta que el ordenador nos dará una respuesta con una fiabilidad superior al 50%.

No puedo menos que imaginarme un mundo donde así. Puede que el sistema operativo Windows se cuelgue no porque esté mal diseñado !sino porque ser cuántico y así funcione mejor! Tendríamos por fin la explicación a por qué los políticos nunca parecen hacer nada a derechas: sencillamente, han descubierto que lo mejor que pueden hacer es algo, así que cuando violan este principio e intentan hacer algo, meten la pata. El lector queda emplazado a pensar aplicaciones en el mundo real de esta "paradoja del ordenador de Schrödinger" (por llamarla de alguna manera) y enviármelas. Quizá podríamos abrir una sección tipo "las paradojas del gato de Schrödinger". A mí ya se me ha ocurrido una: este boletín podría ser más interesante si yo no lo hubiera escrito en absoluto. Considerando el trabajo que me cuesta hacerlo, la verdad es que resulta deprimente.

 


 

 CRIPTOGRAFÍA HISTÓRICA - De cómo NO se espía: el caso del Pueblo

 

La inteligencia de señales (Sigint) es, ya lo sabemos todos, una de las herramientas más potentes para obtener información sobre las capacidades e intenciones del enemigo. Los aliados han logrado grandes éxitos, ya fuese con el telegrama Zimmermann, los códigos de Enigma o los cables translatlánticos. Por supuesto, en ocasiones no es tan sencillo como lanzar el satélite y monitorizarlo desde el ordenador del despacho. Hay que acceder a los objetivos y "pincharlos", o bien acercarse lo suficiente como para poder captar algo. No olvidemos que los satélites no lo cubren todo, ni en todas partes, y aún hoy es necesario acercarse al enemigo para poner la oreja. La misión del hombre de los cables se vuelve entonces tan peligrosa como la del espía que entra en el centro enemigo cámara en ristre. Y, en ocasiones, la misión se convierte en una pifia total. Uno de los ejemplos es el del Pueblo, cuya historia voy a relatarles ahora, tal y como la escribió James Bamford en su "Body of Secrets".

El USS Pueblo era un buque de espionaje electrónico creado por la Armada Norteamericana en los años 60. En aquel entonces, la Navy estaba algo harta de que sus buques hiciesen de recaderos para los chicos de la poderosa NSA. Así que decidieron crear su propia flota de espionaje -a semejanza de los "pesqueros de arrastre" soviéticos- para cubrir sus propias necesidades de espionaje electrónico. El primero de ellos, el USS Banner, fue fletado en 1965 y desde su primera misión se puso las botas espiando aguas soviéticas del Pacífico. Animados por el éxito del Banner, la US Navy se decidió a fletar dos buques más: el Pueblo y el Palm Beach. El primero de ellos languidecía después de veinte años de servicio como carguero militar, pero en 1967 volvió a la mar como buque de espionaje electrónico.

A comienzos de 1968, se aprobó el primer objetivo para el Pueblo: la costa de Corea del Norte. Esta primera misión parecía algo fácil, "piece of cake" que dirían ellos. Sin embargo, nadie pareció haber caído en la cuenta de que los norcoreanos no se andaban con chiquitas. Durante el año anterior, diversos incidentes y choques armados entre las dos Coreas indicaban de los posibles problemas a quien quisiera verlos. Los norcoreanos reaccionaban violentamente ante cualquier aparente violación de su espacio aéreo o aguas jurisdiccionales. En 1965, por ejemplo, un avión de escucha electrónica RB-47 fue atacado por aviones Mig-17, y casi derribado. Pero parece que solamente un hombre de la NSA se apercibió del peligro latente. Consciente del peligro, puso sus advertencias por escrito.

Y aquí comienza el primer acto del drama. El mensaje estaba redactado en términos bastante claros respecto al peligro, una especie de "cuidado, chicos, que os vais a meter en un lío por esto y lo otro, mejor será que canceléis la misión". Pero los mandos superiores no deseaban fricciones entre la NSA y la Navy, de modo que "diluyó" el mensaje, rebajándolo de "acción" a "información", una especie de "para quien pueda interesarle esto". De manera que el capitán del Pueblo se dirigió a las costas norcoreanas sin una advertencia clara de lo que le esperaba. Sus instrucciones concluían "Estimación de riesgo: mínimo". Se suponía que sería cuestión de llegar, escuchar, grabar y vuelta a casa.

El Pueblo, ignorante de que la tensión entre las dos Coreas estaba llegando a un punto álgido, puso proa hacia las costas norcoreanas. Por sí solo, constituía un premio gordo para cualquier atacante, ya que en su interior contaba con material cripto de primer grado: el KW-7, uno de los aparatos cifradores más modernos de Estados Unidos; receptores especializados para la interceptación; y más de doscientos kilogramos de documentos de alto secreto.

El 22 de enero de 1968, el Pueblo se encontraba a unos treinta kilómetros al nordeste del puerto norcoreano de Wosan, escuchando y grabando como era habitual. Cuando parecía que el principal enemigo de la tripulación era el aburrimiento, dos pesqueros norcoreanos se les acercaron. Al día siguiente, la visita fue más amenazadoras: tres torpederos les alcanzaron y conminaron al Pueblo a detenerse bajo amenaza de abrir fuego. La respuesta del Pueblo (que se encontraban en aguas internacionales y que sus intenciones eran pacíficas) no surtió el efecto deseado.

Visto lo visto, se dio orden de destruir todo el material sensible a bordo del Pueblo. Por desgracia, los medios eran insuficientes. Los incineradores de a bordo eran demasiado pequeños para poder quemar todos los documentos, y los martillazos no lograron acabar con los cifradores y receptores. Sólo quedaban dos opciones: hundir el Pueblo, arriesgándose a que los norcoreanos se cebasen con los supervivientes; o intentar defenderse con las ametralladoras de 50 mm, lo que hubiera supuesto poco menos que un suicidio. Por supuesto, escapar a una veloz patrullera torpedera estaba fuera de toda consideración, y en la zona no habían buques ni aviones amigos que pudiesen proporcionar protección. Ante semejante panorama, el capitán del Pueblo intentó ganar tiempo antes del abordaje, para permitir la destrucción de la mayor cantidad de material confidencial. Incluso esa opción resultó peligrosa, ya que los norcoreanos no disponían de mucha paciencia y realizaron diversas descargas de ametralladora sobre el Pueblo.

Lo único que pudieron hacer los tripulantes del Pueblo fue enviar un mensaje de aviso a su base de Kamiseya (Japón) y esperar refuerzos. Pero el Séptimo de Caballería se encontraba muy ocupado en otras tareas. Ciertamente, nadie quería que los norcoreanos capturasen uno de sus buques, y en cuanto se dio el aviso se prepararon diversas opciones de respuesta. No olvidemos que la guerra de Vietnam estaba en su apogeo, y Estados Unidos contaba con grandes efectivos desplegados en toda la zona del Pacífico occidental. ¿Cómo es posible, entonces, que las fuerzas militares de los Estados Unidos no pudiesen hacer nada por el Pueblo?

James Bamford nos lo explica de modo magistral. Coja el lector el mapa de la zona y veamos las opciones disponibles. En primer lugar estaban las fuerzas estacionadas en Corea del Sur: más de 50.000 soldados norteamericanos con todo su equipo de apoyo. Pero el conflicto de Vietnam estaba reclamando todos los aviones disponibles, y el mando norteamericano en Corea del Sur disponía tan sólo de seis aviones F-105, armados con bombas nucleares contra objetivos en China. Sustituirlas con bombas convencionales hubiera llevado horas. También había más de dos centenares de aviones de la fuerza aérea surcoreana, deseosa de salvar al buque norteamericano. Pero el general norteamericano al mando, les negó el permiso para intentarlo, temeroso al parecer de que los pilotos surcoreanos se entusiasmaran demasiado y convirtieran la operación en una guerra abierta.

A continuación estaban los 78 cazas norteamericanos ubicados en bases en Japón ... que no se podían usar porque el acuerdo militar entre los gobiernos japonés y norteamericano prohibía el uso de dichas bases para operaciones ofensivas.

Siguiente parada: Filipinas. Allí estaba el portaaviones Entreprise dispuesto para lanzar sus aviones. El único problema era la distancia, excesiva para que los Phantom F-4B alcanzaran al Pueblo antes de que éste llegase al puerto norcoreano de Wonsan.

Igual de lejos se encontraba la isla de Okinawa. Pero, aunque parte de Japón, también era un protectorado americano desde el que sí se podían lanzar operaciones ofensivas. Si se daban prisa, podrían atacar los torpederos norcoreanos y liberar el Pueblo. Dicho y hecho: se lanzaron al aire una docena de F-105 en dirección a la península coreana !con la orden de dirigirse para reabastecimiento de combustible a Osan, Corea del Sur!

Para entonces parecía claro que ninguna operación táctica podría evitar que el Pueblo llegase al puerto norcoreano de Wosan, de modo que los planificadores de Washington se prepararon para un enfrentamiento en toda regla. Se enviaron aviones de reconocimiento SR-71 y se desplegaron buques, aviones B-52 de bombardeo estratégico y una gran cantidad de aviones y bombas. La idea era obligar al gobierno norcoreano a liberar el Pueblo y sus tripulantes; de lo contrario, se lanzarían ataques en toda regla contra instalaciones en territorio de Corea del Norte.

De hecho, comenzaron a saltar todo tipo de ideas disparatadas. El general al mando de la flota norteamericana en el pacífico llegó a proponer la recuperación del Pueblo a estilo vaquero: !con un lazo! Proponía enviar una flota de destructores con cobertura aérea, entrar en el puerto de Wosan, lanzar un cabo al Pueblo y remolcarlo. !Y si los norcoreanos no estaban de acuerdo, que intentasen detenerlo si podían! El Pentágono comenzó a planear una guerra a gran escala en la península coreana, usando otro buque como el Pueblo como cebo para inducir a los norcoreanos a atacarlo, lo que provocaría la respuesta militar norteamericana. Dejo al lector imaginar cómo los Estados Unidos, con el grueso de sus fuerzas empantanado en Vietnam, habría podido atacar y conquistar un país al que apenas consiguieron mantener a raya en 1950. Quizá por eso, la reacción norteamericana fue la de no hacer nada. La diplomacia tomó el lugar de la acción militar.

Después de casi un año de negociaciones, los marinos norteamericanos fueron liberados. Estados Unidos tuvo que firmar un documento aceptando la responsabilidad de los hechos y pidiendo disculpas. Los norcoreanos, por su parte, se quedaron con el buque. Lo más penoso es que, una vez en casa, el capitán del Pueblo estuvo a punto de ser juzgado en consejo de guerra. A la Marina norteamericana no le gustaba nada que uno de sus buques se hubiese rendido en tiempos de paz (lo que, al parecer, había sucedido por última vez en 1807), y claro, no quedaba bien encausar a los almirantes y jefazos diversos que enviaron al Pueblo a la boca del lobo, sin cobertura adecuada y librado a sus propios medios. Así que buscaron un chivo expiatorio, y resultó ser el hombre que con sus actos consiguió salvar la vida de sus hombres y destruir al menos una parte del material secreto que custodiaba.

Como dice Bamford, es indudable que los almirantes habían estado leyendo demasiadas biografías de John Paul Jones (marino norteamericano muy admirado por ellos), en lugar de ver "Misión Imposible". Al final, el Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico recomendó cambiar el consejo de guerra por cartas de reprimenda (una especie de "chico malo, chico malo"). El Secretario de Defensa estuvo de acuerdo y retiró todos los cargos contra el capitán y su segundo de a bordo. Los norcoreanos siguen en posesión del Pueblo. En el año 2001 lo trasladaron de Wosan a Pyongyang, en la otra costa del país, para lo cual tuvieron que trasladar el barco a lo largo de toda la península coreana. Para algunos, hubiera sido una oportunidad de recuperarlo para los Estados Unidos. En cualquier caso, la humillación sufrida es algo que no se borra tan fácilmente.

 


 

 LIBERTAD VIGILADA - Espionaje espacial y operaciones Comint

 

[Extraído del libro "Libertad Vigilada", de Nacho García Mostazo, con permiso del autor]

Segunda parte, capítulo 11:

Dentro de los sensores del "Programa Santiago" estarían, por tanto, todos aquellos instalados en los satélites que opera el Ejército español, que ha de conformarse con un despliegue espacial no muy ambicioso. Desde 1993, el Ministerio de Defensa utiliza para sus comunicaciones unode los canales del satélite español Hispasat, aunque está previsto lanzar en 2004 un satélite militar propio llamado Spainsat y España se integraría en el satélite Xstar-Eur, también dedicado a la transmisión de comunicaciones. En cuanto a la observación y vigilancia desde el espacio, el Centro de Inteligencia Aérea recibe imágenes obtenidas por el satélite Helios, un proyecto compartido entre Francia (79%), Italia (14%) y España (7%) en el que cada país puede utilizar el satélite en función de su aportación presupuestaria. En 2004 se ampliará el programa Helios con nuevos lanzamientos y para 2006 o 2007 se prevé la puesta en órbita de dos minisatélites Pleiades de observación con instrumentos ópticos de alta resolución, otro proyecto compartido entre Francia, Italia, España, Bélgica, Suecia y Austria. [1]

Sin embargo, el escaso despliegue de inteligencia espacial se compensa con varias estaciones en tierra. Así, cuando Estados Unidos abandonó la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) en 1992, allí se instaló el Centro de Satélites de la Unión Europea Occidental (UEO), que desde 1995 compartió su sede con el Centro de Inteligencia Aérea del Ejército español. En 1999, la Unión Europea decidió asumir funciones de política exterior y de seguridad, por lo que carecía de sentido la existencia de la UEO como institución supranacional y se integró en la UE, traspasándole sus instalaciones, entre ellas el Centro de Satélites de Torrejón, que pasó a depender de la Unión Europea el 1 de enero de 1992. En esa fecha se decretó la inviolabilidad de sus instalaciones y archivos y la inmunidad para sus empleados, que están exentos de pagar impuestos. Es muy probable que, entre otras muchas misiones, este centro se dedique a la interceptación de señales de los satélites de telecomunicaciones, aunque sólo se trata de una opinión a la vista de los datos existentes. [2]

Pero ésta no es la única base de recepción de información vía satélite sobre territorio español. El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) es un organismo público adscrito al Ministerio de Defensa y su sede central también está en la base de Torrejón de Ardoz. Del INTA depende una empresa estatal llamada INSA (Ingeniería y Servicios Aeroespaciales), que se ocupa del desarrollo de muchos de sus proyectos. Estas dos sociedades operan varias estaciones terrestres equipadas con grandes antenas parabólicas, pero no hay datos que permitan afirmar que tales instalaciones se dedican a interceptar comunicaciones. El INTA trabaja para la Agencia Europea del Espacio (ESA) desde el centro de satélites de Villafranca del Castillo (Madrid) y el de Maspalomas (Las Palmas), donde también hay antenas de la Agencia Japonesa del Espacio y se recibe la señal de los satélites Hispasat y Helios, aunque el Hispasat tiene su propio Centro de Recepción al este de Madrid, en Campo Real. Asimismo, el INTA cuenta con otras dos instalaciones menores concebidas como centros de experimentación y ensayos (Granada y El Arenosillo, en Huelva) y sus empleados trabajan también para la NASA (National Aeronautic and Space Administration), la agencia espacial de Estados Unidos, en su centro de observación de Robledo de Chavela (Madrid). [3]

La NASA, de carácter científico y relacionada con la investigación del espacio, fue precisamente la primera institución internacional que se instaló en territorio español. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética competían en la "carrera espacial" y, para dar seguimiento a sus proyectos, la NASA necesitaba tres grandes bases terrestres, cada una a 120 grados de longitud de la siguiente. En principio, contaba con las bases de Goldstone (EE.UU.), Tidbinbilla (Australia) y Johanesburgo (Sudáfrica). Pero, como recoge la página de la NASA en Internet, la situación política y social en Sudáfrica no era muy estable, lo que llevó a sus técnicos a buscar un lugar más adecuado para una nueva estación. En 1962 visitaron Italia sin obtener resultados y a continuación se trasladaron a España, donde encontraron "un área seca y ondulada cerca del pueblo de Robledo de Chavela", a 56 kilómetros al oeste de Madrid, muy adecuada para la base. El Departamento de Estado norteamericano pidió permiso a las autoridades españolas, que se lo concedieron de inmediato, y la construcción de la estación de Robledo de Chavela se inició en agosto de 1963. En mayo de 1965 pasó los controles de calidad y un mes más tarde empezó a funcionar. En 1970, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) asumió la dirección de la estación de Robledo y sus empleados, formados a tal fin por la NASA, se encargaron del trabajo cotidiano. [4]

Ante la posibilidad de que la NASA tuviera que cerrar su base en Johanesburgo, se autorizó la construcción de una segunda estación de seguimiento en la localidad de Cebreros, en Ávila. La NASA instaló allí una antena de 26 metros de diámetro y la estación empezó a funcionar en enero de 1967. Su misión principal era dar soporte de comunicaciones al programa Apolo (1967-1972), destinado a llevar un hombre a la Luna antes de que lo hicieran los soviéticos. Pero la NASA aún necesitaba más instalaciones. Así, en Goldstone (EE.UU.) montaron una nueva antena de 26 metros de diámetro, otra igual en Honeysuckle Creek (cerca de la estación australiana de Tidbindilla) y la tercera, en una nueva base española que se construyó junto a la pequeña localidad de Fresnedillas de la Oliva, muy cerca de Robledo de Chavela. Entre otras misiones, estas antenas captaron la llegada del hombre a la Luna el 20 de julio de 1969 (Apolo XI).

Así pues, durante la década de los 70 había tres estaciones de seguimiento espacial de la NASA en España: la principal en Robledo de Chavela y dos de apoyo en Cebreros y Fresnedillas de la Oliva. También la estación de Maspalomas, en las Islas Canarias, estuvo adscrita a la NASA durante algunos años, pero finalmente prescindió de ella. Según la Revista Española de Defensa, "hasta los años 80 se mantuvieron en funcionamiento las tres estaciones", pero Robledo "fue asumiendo gradualmente el conjunto de las funciones de todo el complejo, lo que supuso la desaparición de las otras dos". En efecto, la NASA cerró la base de Cebreros en 1983 y se la devolvió al Gobierno español, que la clausuró. También ordenó el cierre de Fresnedillas, y su antena de 26 metros se trasladó a Robledo, donde empezó de nuevo a funcionar en 1985, según publica la agencia espacial norteamericana en su página seb. Las autoridades norteamericanas devolvieron la instalación de Fresnedillas al Gobierno, español, concretamente al Ministerio de Defensa, pero en contra de lo publicado en la Revista Española de Defensa, esta base no se cerró, sino que se ha mantenido operativa hasta nuestros días. [5]

Para confirmar la existencia de la estación de Fresnedillas basta consultar el pliego del Mapa Topográfico Nacional número 558-I, correspondiente a la localidad madrileña de Navalagamella. Este mapa lo dibuja y publica el Instituto Geográfico Nacional, dependiente del Ministerio de Fomento, de modo que es, en sí mismo, una fuente oficial de total garantía. En efecto, en la edición de 1998 aparece la base, cuyo nombre es "Estación de Seguimiento Espacial Fresledillas-Navalagamella". Se sitúa casi a tres kilómetros al sur del pueblo de Fresnedillas y a una distancia similar al suroeste de Navalagamella, junto a un pico de 872 metros de altura llamado Alto de las Cabezas. La carretera provincial M-532, que cruza el pueblo de Fresnedillas de norte a sur, pasa junto a la estación. Otra fuente oficial que confirma la existencia de la base es una fotografía aérea tomada el 7 de mayo de 1991 por el Centro Cartográfido y Topográfico (CECAF) del Ejército del Aire. Una observación detallada de la imagen permite ver una gran antena parabólica en el interior del recinto, aunque por el movimiento de tierras parece que en 1991 se estaban haciendo obras para asentar al menos otra antena. [6]

Al encontrarse en una pequeña vaguada, la base no es visible desde el pueblo de Fresnedillas, pues está parcialmente oculta entre bosques de coníferas y dehesas por donde corre libre el ganado. Los habitantes de Fresnedillas creen que la instalación sigue perteneciendo a la NASA, lo que se convierte en una excelente "tapadera" para base. Desde la carretera hasta la verja de entrada hay unos 150 metros. Hay que cruzar un pequeño puente sobre el arroyo de la Yunta para llegar a la cancela, tras la cual hay una garita de vigilancia con un empleado civil. Ningún cartel o símbolo identifica al propietario de la instalación. El vigilante tampoco ofrece información acerca de la misma, aunque menciona que se trata de una base de seguridad nacional. El acceso a la estación está prohibido, al contrario de lo que ocurre en la base de la NASA situada en Robledo de Chavela, donde incluso el vigilante da el teléfono del INTA para poder solicitar una visita.

La "Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella" está rodeada por una doble valla metálica y una decena de cámaras de vigilancia enfocan inquisitivas al exterior, siguiendo los pasos de cualquiera que se acerque al vallado y relevándose unas a otras a medida que el observador camina alredecor del recinto. E nlso últimos años, la actividad de la base parece haberse incrementado notablemente. En la actualidad hay allí al menos diez antenas de gran diámetro, cinco de unos 18 metros y otras cinco de entre 14 y 16 metros, además de otras seis de diámetros menores y orientaciones muy diferentes. No están cubiertas por cúpulas, gracias a lo cual puede comprobarse que la mayoría están orientadas al sur, dibujando un abanico que cubre desde el suroeste hasta el sureste con una inclinación de unos 45 grados, lo que significaría que presuntamente están interceptando las comunicaciones de los satélites geoestacionarios, que orbitan a 36.000 kilómetros de altura sobre el Ecuador. [7]

Según el informe de la Comisión Echelon del Parlamento Europeo, para reconocer una estación de espionaje hay que aplicar una serie de criterios que, en el caso de la base de Fresnedillas-Navalagamella, se cumplen. En primer lugar, "las instalaciones de los sevicios de correos, de radiotelevisión o de los centros de investigación que está provistos de antenas grandes son accesibles a los visitantes, por lo menos previa petición", mientras que "las estaciones de interceptación, en cambio, no lo son". Además, "generalmente su gestión corre a cargo de militares que también llevan a cabo al menos una parte del desarrollo de la interceptación". El segundo criterio corresponde al tipo y tamaño de las antenas: "Desde el exterior no se puede saber para qué sirven", pero de su diámetro "es posible extraer conclusiones parciales sobre su función", afirma. Así, aunque la primera generación de satélites exigía instalar antenas con un diámetro de 25 a 40 metros, "hoy en día son suficientes 15 o 20 metros", dice el informe. Para las comunicaciones militares en centros de mando pueden usarse antenas de hasta 18 metros de diámetro, "sin embargo, la mayor parte de las antenas para comunicaciones militares tienen un diámetro muy inferior,ya que deben ser transportables (estaciones tácticas)". Para el Parlamento Europeo, "si en una estación se encuentran dos o más antenas de recepción de satélite de más de 18 metros, es seguro que allí se escuchan comunicaciones civiles". [8]

La mayoría de fuentes consultadas sobre la actividad de la base dieron un resultado negativo. Varios astrónomos aseguraron desconocer su existencia y confirmaron que no se puede tratar de un radiotelescopio porque las antenas estarían colocadas en forma de "V" o de "Y" para sincronizarse, cuando no es el caso. Tampoco se trata de un "telepuerto" de las empresas españolas de telecomunicaciones, como puede confirmarse visitando sus páginas de Internet, donde informan sobre la ubicación de sus estaciones de comunicaciones vía satélite. No es una base asociada a la Agencia Europea del Espacio (ESA), cuyo centro de seguimiento está a pocos kilómetros de Fresnedillas, en la localidad madrileña de Villafranca del Castillo. Tampoco guarda relación actualmente con la NASA y fuentes oficiales del INTA aseguran que esta empresa estatal no está relacionada con dicha instalación mientras que el Ministerio de Defensa no reconoce oficialmente su propiedad. No obstante, el Ayuntamiento de Navalagamella, en cuyo término municipal está enclavada la base, sí confirma oficialmente que pertenece al Ministerio de Defensa. El Padrón del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) con fecha de 29 de julio de 2002 dice que la finca pertenece al MInisterio de Defensa, institución que paga anualmente 11.713,52 euros por este gravamen. [9]

Una fuente reservada del Ministerio de Defensa insinuó que quizá Fresnedillas fuera una de las estaciones adscritas al "Programa Santiago", aunque no lo pudo confirmar. Sin embargo, hemos de recordar que la NASA devolvió la instalación a las autoridades españolas a mediados de los años 80, precisamente cuando se puso en marcha el "Programa Santiago", así que, al menos, se produce una coincidencia en el tiempo que nos permite sospecharlo. Por su parte, los periodistas Duncan Campbell y Bo Elkjaer se mostraron de acuerdo con la tesis de que se trata de una presunta base de espionaje viá satélite.


[1]. Fernando José Cascales Moreno, "Actividades Aeroespaciales del Ministerio de Defensa". Conferencia impartida por el director general del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en Madrid, el 27 de febrero de 2002, durante la Primera Conferencia Aeroespacial Española. Disponible en Internet: http://www.inta.es

[2]. Agencia Efe. "EUROPA-ESPACIO / Estudian privilegios e inmunidad para centro satélites Torrejón." Teletipo. París, 12 de juniode 2002.

[3]. Información disponible en la página del INTA en Internet: http://www.inta.es

[4]. N. A. Renzetti y D. Wortington, "Picture Album of the Deep Space Network". Julio de 1994. Publicado en la página oficial de la Nasa en Internet. Disponible en:http://deepspace.jpl.nasa.gov/dsn/history/album/album.html

[5]. "Los ojos y los oídos de la NASA." Revista Española de Defensa, número 130. Ministerio de Defensa. Año 11. Diciembre de 1998. Disponible en Internet: http://www.mde.es/mde/public/revista/130/pn4.htm

[6]. Al igual que los mapas del Instituto Geográfico Nacional, las fotos aéreas son de carácter público y cualquier ciudadano puede adquirir una copia en los servicios de cartografía estatales o autonómicos.

[7]. Véase Anexo fotográfico. Imagen 4 (Estación de Seguimiento de Satélites Fresnedillas-Navalagamella).

[8]. Gerhard Schmid (ponente). Op. cit.

[9]. Dato facilitado por funcionarios del Ayuntamiento de Navalagamella autorizados por el secretario de dicha institución, don José Félix Domínguez. Octubre de 2002.

 


 

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