Este artículo apareció en Libertad Digital durante la entrada en vigor de la LSSI, a mediados de Octubre de 2.002. Refleja mis sentimientos sobre el tema, y creo que a tí también te puede ser útil. Léelo y distribúyelo libremente.
Lo Sentimos, Somos Internautas
Arturo Quirantes Sierra
El 12 de Octubre, coincidiendo con la fiesta nacional, la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información entró en vigor. Comenzó como transposición de una Directiva comunitaria que no pretendía más que armonizar ciertos aspectos del comercio electrónico y ha acabado englobando prácticamente todos los aspectos legales de Internet, desde la retención de datos al régimen sancionador, de las responsabilidades de los ISP a la gestión de los dominios .es
Durante mucho tiempo, diversos internautas hemos defendido que esta ley no es nuestra ley. Nos hemos esforzado, de veras. Hemos obligado al Gobierno a dar motivos y razones, a defender a capa y espada con argumentos rayados, hemos alargado el trámite parlamentario hasta convertirlo en un calvario.
Todo inútil, a lo que parece. Los diversos borradores de la LSSI no han hecho más que empeorar. El peor golpe vino casi al final, cuando una nueva Directiva comunitaria autorizaba a los Estados miembros a convertir a los operadores de Internet en gigantescos almacenes de datos de tráfico. Para añadir el insulto a la ignominia, la aprobación parlamentaria final se llevó a cabo el 20 de Junio, mientras el resto del país se movilizaba en huelga general para luchar por otros derechos.
Durante un tiempo, alimentamos la esperanza de que la ley fuese elevada al Tribunal Constitucional para que fuese declarada inconstitucional. También esa esperanza se difumina lentamente. Durante meses el principal partido de la oposición coqueteó con la facción anti-LSSI de la Internet española, tranquilizándonos con argumentos paternalistas: no os preocupéis, en cuanto nos pongamos a ello esta ley será historia. ¿El resultado? El Partido Socialista Obrero Español, que por todos los medios intentó detener la LSSI en el Parlamento, afirma ahora que no se sumará al recurso de inconstitucionalidad. Según sus servicios jurídicos, "en la redacción actual el Gobierno puede haber salvado la constitucionalidad de la Ley; la extralimitación práctica podría demostrar de forma clara y evidente la vulneración de nuestra Constitución que la Ley permite"
En otras palabras, sentémonos a ver qué pasa. Y mientras tanto, la comunidad internauta que sufra los efectos de esta ley. Resulta especialmente triste leer estas palabras en tanto que provienen del senador socialista Félix Lavilla, bien conocido de los internautas por su frontal oposición a la LSSI en particular y a los esfuerzos granhermanizadores del gobierno en general.
Está cantado, pensarán algunos. No hay más que acallar nuestras voces, después de ejercer nuestro derecho al pataleo. ¿Está usted de acuerdo? Probablemente, no. Si fuese usted de los acomodaticios, no estaría leyendo estas palabras. Sepa usted que no está solo. Muchas personas piensan como usted.
Vamos a seguir luchando por una causa en la que creemos. Cómo hacerlo será algo que tenemos que resolver por nuestra cuenta, ya ha visto que a la hora de la verdad nadie nos apoya. La campaña pro inconstitucionalidad sigue en marcha, y ya tenemos los votos de todos los diputados de Izquierda Unida, que se unieron al ejemplo de José Antonio Labordeta. Las acciones de protesta continuarán, le pese a quien le pese. Y gente como yo hará todo lo posible por llevar el mensaje a un número de personas cada vez mayor. No solamente a los internautas, sino al hombre de la calle, ese al que la presunción de inocencia y el derecho a la intimidad todavía le parecen derechos básicos y defendibles.
De momento, este que les escribe desactivará todas sus páginas web los días 12, como anti-conmemoración de la LSSI. No sé qué más se me ocurrirá, pero sí sé que es lo que no voy a hacer. No voy a exiliar mis páginas al extranjero. No me voy a autocensurar. No voy a poner letreros de "lo siento, tengo que cerrar" No voy a dejarme llevar por el miedo, ni a replantearme si esta página que acabo de escribir podrá conllevar el cierre de mi pequeño rincón en el ciberespacio No voy a acatar la LSSI, y al diablo con las consecuencias.
Y si se pregunta, señor Presidente, por qué le tenemos tanta manía a su ley de Internet favorita, permítame decirle que en el fondo no es nada personal. Lo que sucede es, sencillamente, que no nos gustan las etiquetas que nos están intentando colocar. No somos usuarios, ni consumidores, ni prestadores de servicios, ni piratas informáticos, ni guarros cibernéticos, ni delincuentes peligrosos, ni sujetos a vigilar. Por si nadie se lo ha dicho, solamente somos internautas.