Historia de la Filosofía.- Moderna III.- Hegel y el Idealismo

La filosofía de Schelling (2)

1.- Tras la unificación de las dos clases de representaciones

La expresión "idealismo transcendental" era el nombre originario de la filosofía de Kant y que en Fichte cobra el sentido de un idealismo práctico, de la libertad moral. Schelling, sin apartarse de las anteriores coordenadas, empieza subrayando el papel de la objetividad, la naturaleza y la necesidad para bascular, luego, entre Naturaleza y Libertad, Objetividad y Subjetividad.

1.1. Dos alternativas filosóficas.-

Se propone mostrar la identidad indiferenciada de Naturaleza y Espíritu. El dogmatismo del ser y el criticismo del Yo, permiten, según Schelling, dos orientaciones filosóficas, igualmente válidas:

a) La Filosofía de la Naturaleza que investiga como lo natural y necesario se resuelve en lo espiritual y libre.

b) La filosofía del idealismo transcendental, sigue el camino inverso: Partiendo del Yo se demuestra como el espíritu y la libertad se resuelven en la necesidad de la Naturaleza.

1.2. La formalización matemática del espacio.-

En Kepler por primera vez el fenómeno espacial queda formulado matemáticamente, en términos de números. La sincronía es fundamentada diacrónicamente. Los científicos y filósofos racionalistas buscan una síntesis de ambas series la temporal y la espacial que se corresponden con dos facultades diversas: la sensibilidad externa y la interna. Descartes, consigue con la Geometría analítica, mostrar la correspondencia entre ambas. Newton establece la relación entre leyes y fuerzas, de modo que los fenómenos o representaciones espaciales obedecen a formulas matemáticas. Leibniz, inicia la síntesis de las dos series en la subjetividad productiva de la mónada. Es la conciencia, o apercepción transcendental la que produce y representa el mundo dentro de sí.

2.- El Sistema del idealismo transcendental de 1800.

2.1. La intuición intelectual o productividad del Yo es inconsciente.

Vuelve al origen del pensamiento de Fichte: el Yo práctico. El Yo produce su opuesto, el No-Yo. La producción del objeto es la producción de su propio límite. Si el Yo absoluto fuera consciente de ello, resolvería ambos extremos en identidad, puesto que se percataría de que los dos se insertan en su propia actividad, son él mismo.

2.2. Intuición y reflexión: teoría y práctica.-

Se debe distinguir, por tanto, el acto de intuición intelectual y práctica por el cual el Yo, al entender, crea el objeto y el acto secundario por el que se da cuenta de lo anterior. La conciencia analiza, a posteriori, el producto objetivo de la acción originaria y lo ve como extraño a él. La alienación es pues un fenómeno secundario que depende de la conciencia. La conciencia sigue a la acción no la precede, conforme al pensamiento de Fichte.

La realidad es más bien la acción productiva (creadora), mientras que la idealidad es propia de la conciencia. La teoría y la praxis invierten el orden respectivo, a favor de la última. La praxis nunca se aliena, la teoría sí.

En definitiva la actividad real es inconsciente, espontánea, inmediata. Se reproduce la distinción neoplatónica entre el Uno generador por emanación de todo lo real y la Inteligencia (el nous) que origina la diferencia sujeto-objeto.

2.3. La garantía del valor real del conocimiento.-

La subjetividad del objeto.-

De este modo se garantiza el carácter real del conocimiento y se supera el criticismo. Mientras se produce el objeto, el Yo siente su actividad como real. Esta realidad acaba donde empieza la resistencia del objeto. La conciencia de que el sentir es una actividad propia, solamente, puede darse, si su conciencia va más allá del límite objetivo que le presenta la propia sensación. Se siente vivo haciendo y carece de distancia para objetivar lo hecho, pues la intuición intelectual y creador, en un solo acto crea entendiendo y entendiendo, crea.

El Yo produce el objeto como su límite, pero siendo él, únicamente actividad de producir, no puede detenerse ante el límite, debe sobrepasar el límite. Al puro crear le importan poco los objetos creados y sigue infinitamente creando, lo que supone una dialéctica de autolimitación y autosuperación del límite.

De este modo el yo ideal infinito salta sobre el objeto finito, la acción supera la conciencia objetiva. A la vez, la conciencia reconoce la acción de la que es conciencia y percibe la identidad de ambas. La conciencia de la identidad entre actividad y conciencia no es una "cosa" sino un suceso que no acaba nunca.

b) El status de la cosa en sí.-

La cosa en sí, es para la reflexión filosófica, solamente la sombra de aquella actividad ideal. La cosa en sí se presenta como extraña al Yo, desde el punto de vista de la conciencia ingenua. La conciencia filosófica sobrevuela la objetividad, idealmente, hasta el infinito.

En definitiva el conocimiento tiene valor real orque las representaciones que la conciencia reflexiva contempla no las produce la reflexión sino la intuición anterior a la conciencia.

3. Superación de la alienación

Si se produce no es para limitarse sino realizarse. Si todo acabase en el objeto la creación dejaría de serlo. Por esa razón es inconsciente esa acitividad infinita del producir, porque si fuera consciente sería la negación del producir mismo.

3.1. Naturaleza relativa de la alienación.-

Al analizar el objeto, percibo que la actividad infinita y la finita se implican. No hay objeto sin la actividad infinita y por lo tanto el objeto y la conciencia del mismo no son una alienación del Yo sino una realización. El límite y el traspaso del límite son puestos por el propio Yo. En tanto son algo objetivo, son la materia constituida por las fuerzas de la naturaleza, puestas por la intuición infinita del Yo. La representación es un "efecto" derivado de la fuerza creadora del Yo y por eso, su idealidad es real, porque lo real es originariamente, el producir.

Las fuerzas de atracción y repulsión manifiestan como el movimiento de expansión de la fuerza, encuentra su límite en el objeto y entonces, el movimiento se invierte.

3.2. Sentido y finalidad del mundo

El Yo tiende a difundir por todas partes estructuras racionales, cada vez más complejas y organizadas. Esto ocurre porque en ese desarrollo cada vez más inteligente, la inteligencia espera encontrarse a sí misma en el universo creado por ella. Cuando todo sea racional, la obra de la inteligencia vuelve al punto de partida.

4. La abstracción transcendental

Después de la intuición intelectual y la reflexión consciente, hay una tercera fase denominada abstracción transcendental. Por ella la conciencia depura la materia y se queda con la pura forma. Esas formas que se extraen a posteriori, se revelan como las formas a priori que previamente el Yo coloca en la Naturaleza cuando la produce. Las categorías kantianas se convierten en fuerzas, que producen el mundo y luego son reconocidas mediante la abstracción transcendental. Un papel similar a las rationes seminales de los estoicos.

En realidad el a priori absoluto no son estas formas sino la actividad inconsciente del Yo infinito. Lo a priori no son los conceptos sino nuestra naturaleza y sus mecanismos innatos.

5. La voluntad, autodeterminación de la inteligencia

Por inteligencia debe entenderse la actividad inconsciente de la intuición intelectual. La voluntad es la autodeterminación de la inteligencia en cuanto prescinde de los objetos. La voluntad que es el sujeto que realiza aquella abstracción transcendental, queda, gracias a ella, libre de objetos y de limitaciones moviéndose siempre en el mundo de lo universal. Pero esa actividad de la inteligencia debe reconocerse en otras inteligencias que la limitan. El mundo de la conciencia es siempre el mundo del límite lo que exige una comunicación intersubjetiva. Esa intersubjetividad, es la garantía de la independencia del mundo respecto de la conciencia.