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La psicología de la Gestalt surgió en Alemania al iniciar un grupo de psicólogos una nueva corriente psicológica que se oponía al carácter elementalista y asociacionista de la psicología de principios del siglo XX. Para los gestaltistas los individuos organizan el mundo imponiendo formas, pero tanto en la percepción como en el pensamiento, de manera que como señaló Wertheimer (1920) pensar supone reorganizar los elementos de un problema en una totalidad nueva. Destacan en esta corriente autores como Bühler y Koffka.
Bühler se dedicó al estudio de las leyes estructurales del proceso evolutivo y así consideró que las acciones de los organismos pueden clasificarse en instinto, adiestramiento e intelecto y estas podían percibirse en el desarrollo infantil. Por su parte, Koffka trató de buscar los grandes principios de la psicología infantil para comprender mejor su producto: el adulto.
Los trabajos realizados por gestaltistas se diferencian de otros trabajos por una serie de rasgos como:
Aplicación de la psicología experimental a la psicología evolutiva.
Conceder un papel preponderante a la teoría.
Apoyarse en un conjunto grande de datos que se organizan en torno a la teoría.
Utilizar conocimientos de otras ciencias, como la antropología y la lingüística.
Considerar que la psicología del desarrollo contribuye a la psicología general y al conocimiento del adulto.
En definitiva, la psicología de la Gestalt ha permitido descubrir una gran cantidad de hechos nuevos en el campo perceptivo; la primacia de los conjuntos sobre los elementos ha sido un descubrimiento importante dentro de la psicología. Sin embargo, para autores como J. Delval (1994) , uno de los puntos más débiles de la teoría es que es innatista ya que consideraron que las formas no se construyen sino que de algún modo se nace con ellas.