La pluralidad de los enfoques que en la monografía aparecen, enriquecen notablemente su contenido. Desde la geografía, Urteaga cuya obra, bien cono-cida, es obligada al referirse a las topografías médicas en España, señala cómo éstas no solo sirven para conocer el estado de la sociedad y de la salud de las poblaciones de un determinado periodo histórico, sino que son también fuen-tes privilegiadas que definen muy claramente un modelo de descripción terri-torial, que obedece a unos determinados criterios; la comparación de dos «planes», el de 1821 de Durán y el finisecular de Fonssagrives permite, con la información empírica disponible, observar dos patrones bien diferentes de ordenación del territorio. Por parte de los profesionales de la Salud Pública y Gestión Sanitaria, Andreu Segura y Dubón Petrus, sus aportaciones se orien-tan, en el caso del primero, a establecer analogías entre los actuales Diagnós-ticos de Salud Comunitaria (DSC) y las topografías médicas, siendo aquéllos una especie de versión contemporánea de las segundas. La hipótesis es suge-rente ya que, desde una historia en la salud pública, los salubristas actuales pueden beneficiarse de la reflexión histórica a la hora de plantearse y elaborar los contenidos y los objetivos de dichos Diagnósticos de Salud Comunitaria, conociendo el significado que las topografías médicas tuvieron en contextos históricos anteriores. El vigente Plan de Salud de las Islas Baleares es descrito por Dubón Petrus como modelo concreto de políticas de salud hechas desde los esquemas arriba indicados.
Los capítulos abordados desde el método histórico, cuentan con un estu-dio de conjunto de Josep Bernabeu sobre los trabajos de Geografía médica en la España de la Restauración que aúna una recopilación muy útil de fuentes y contenidos de las obras de dicho periodo, con un enfoque crítico acerca del significado social y político de las mismas desde el punto de vista de la Medicina Social. Junto a dicho capítulo, tres trabajos de excelente factura nos acercan sucesivamente a las topografías médicas valencianas (Barona y Micó), de Menorca (Vidal) y a la obra de Fernando Weyler i Laviña sobre las Islas Baleares (Bujosa). Las tres fuentes escogidas en el caso de Valencia desde la, todavía perteneciente al Setecientos, obra de Cavanilles —que muy acertada-mente se incluye en el bloque, pese a su carácter naturalista, por sus conteni-dos entre medio ambiente y salud—hasta las de Peset y Vidal (1878) y Guillen Marco (1898), son todas ellas bien conocidas pero los autores han sabido incorporar la novedad del análisis comparado entre las mismas a través de tres puntos: la constitución atmosférica, los miasmas y las condiciones morales y sociales; es de destacar la parte final del capítulo que se refiere al diagnóstico de salubridad de la ciudad de Valencia ochocentista.
Las circunstancias geográficas y sociales peculiares del espacio menorquino, y la recogida minuciosa de las topografías médicas consagradas a la isla y sus habitantes, hacen del extenso capítulo de Josep Maria Vidal, escrito en un tono distinto del resto de los trabajos históricos de la obra, un conglomerado de datos informativos reflejo, por otro lado, del conocimiento del pasado que sobre este espacio geográfico tiene el autor y que ha sido puesto de relieve en trabajos anteriores. De un carácter mucho mas analítico, Bujosa explora, den-tro de la trayectoria biográfica profesional y personal, rica en acontecimientos e intereses muy variados de Fernando Weyler, su obra sobre la topografía de las Islas Baleares, rastreando muy certeramente las fuentes de las que se nutre, tanto en lo referente a geología, meteorología o botánica y poniendo de relieve su condición de cirujano militar; con todo ello ofrece el autor las claves interpretativas a la luz de las cuales poder situar su figura y su aportación al tema monográfico del libro que nos ocupa.
En este momento contamos ya en todo el territorio del estado español con un elevado número de estudios sobre topografías médicas y, aunque es eviden-te que una catalogación completa de todas ellas está lejos de ser una realidad, entre otras cosas porque la recopilación de las mismas no es fácil debido a la variedad de lugares e instituciones que estuvieron detrás de estas ediciones, quizá haya llegado el tiempo de hacer el esfuerzo no solo de recogida de las mismas sino de análisis comparados entre unos y otros territorios. El interés y la riqueza de las topografías médicas, puestas de relieve en el volumen que reseñamos, merecería seguramente el esfuerzo conjunto de grupos de investi-gadores que trabajaran conjuntamente en esta tarea.
ROSA BALLESTER Universidad Miguel Hernández