El proceso de profesionalización sanitaria en el ámbito rural es un apar-tado en el cual todavía existen muchas lagunas en la historiografía médica, en gran medida por el no siempre fácil acceso a las fuentes. Barona ha resuelto el problema de forma muy adecuada al abordar los sistemas organizativos de la asistencia médica domiciliaria en los pueblos de Valencia entre 1854 y 1936, mediante la consulta a fuentes de archivos provinciales, especialmente infor-mes de los ayuntamientos al gobernador, como jefe político de la provincia, contratos de profesionales con el municipio, así como el recurso a otro tipo de fuentes impresas como los boletines sanitarios municipales y provinciales. Los resultados son bien interesantes ya que ha podido reconstruir la tipología de los sanitarios que ejercían en dichas zonas rurales y los tipos de remuneración que en gran medida se producía en forma de frutos y no en metálico, reflejo de la situación de precariedad. Todo ello con el trasfondo de los sucesivos cambios que marcaban las normativas legales desde la Ley de Sanidad de 1855 y los sucesivos reglamentos posteriores, a la Instrucción General de Sanidad de 1904 y la Ley de Bases de Cordinación Sanitaria de la II República.
Un modelo de intervención en el ámbito municipal es el que plantea Mª José Báguena, experta en historia de la microbiología y excelente conocedora del contexto histórico en el que se desarrolló la vacunación antirrábica. Tras una introducción sobre la recepción de los saberes en el espacio médico valenciano, como un aspecto más de la adopción temprana allí de la medicina de laboratorio, se adentra en las estrategias puestas en marcha para hacer frente a la enfermedad causada por el virus de la rabia. Dos elementos a resaltar: por un lado, la utilización de fuentes de archivo como instrumento para detallar, a nivel local, la realidad de las dotaciones que permitieron la introducción y el asentamiento de la tecnología sanitaria. A este respecto los avatares sufridos por los laboratorios municipales son muy significativos al tener que ampliarse, por ejemplo, las funciones del laboratorio químico a las necesidades que la nueva bacteriología contemplaba. En segundo término, los cambios y reorientaciones en las actividades de los profesionales sanitarios, en torno a éstas transformaciones tecnológicas.
El estudio de la «policía bromatológica» de la que hablaba Monlau en 1871, especialmente en lo que hace referencia la tema de los mataderos municipales valencianos, es seguido de forma detallada por los autores de este capítulo, Barona y Lloret, tanto en sus aspectos normativos como de construc-ción en las ciudades de espacios destinados para esta importante función de la salud pública local. Junto a las medidas ordinarias se contemplan también aquellas que regulaban el procedimiento a seguir con la higiene de los alimen-tos en casos de crisis epidémica y que permiten también delinear el panorama de conjunto de este apartado.
El relato literario, como subgénero de la divulgación científica, es el tipo de fuente utilizada por Díaz Rojo en el capítulo que cierra la obra. El análisis de La familia de los Onkos (1888) y Misterios de la Locura (1890) del conocido médico catalán Giné y Partagás es abordado desde los esquemas que plantean los expertos en teoría de la comunicación. Muy interesante y sugerente en sí mismo, resulta más difícil de encuadrar en los objetivos de la monografía que tiene una coherencia interna muy trabada en el resto de los capítulos.
El volumen, en suma, es un excelente ejemplo de cómo los estudios locales pueden servir como modelos de proyectos de investigación de mayor alcance, que partan de éstos y que permitan visiones de conjunto de las políticas sanitarias españolas en este crucial periodo histórico.
ROSA BALLESTER Universidad Miguel Hernández