DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2001, 21, 487-559.

Asunción DOMÉNECH MONTAGUT. Medicina y enfermedad en las nove-las de Emilia Pardo Bazán, Valencia, Centro Francisco Tomás y Va-liente- UNED [Colección Interciencias], 2000. ISBN: 84-95484-02-1.

Asunción DOMÉNECH MONTAGUT. Género y enfermedad mental: Trastornos psíquicos en las novelas de Emilia Pardo Bazán, Córdoba,Universidad de Córdoba, 2000.  

Los dos libros que reseñamos son sendos resultados de una tesis de doc-torado realizada en Valencia bajo la dirección del profesor López Piñero, a cuyo cargo corre el preciso y elogioso prólogo del primero de ellos. En ambos se estudian las representaciones literarias sobre las prácticas y saberes en torno a la salud que aparecen en una veintena de novelas de Emilia Pardo Bazán y que fueron escritas, dentro de los cánones del realismo literario, entre 1879 y 1911. Junto a los trabajos de Luis Montiel y de Angel de Pablo, se trata de uno de los escasos ejemplos de historiografía médica basada en literatura española de creación que se han publicado en nuestro país en el último decenio. La autora se suma a la tendencia que ha sido más frecuente en la historiografía médica, el análisis de la obra de un único autor, desde Lope de Vega o Galdós, en los trabajos pioneros de Albarracín o Granjel, hasta Mann, Zola y la propia Pardo Bazán en el caso de los autores citados más arriba. Lluis Cerveró es de los pocos que se han salido de esta línea con su trabajo sobre la medicina en literatura valenciana del siglo XVI. 

Sobre la cuestión de la literatura como fuente histórico-médica, la autora reflexiona en un breve pero interesante capítulo en el primero de los libros, Medicina y enfermedad (pp. 15-18), cuyo objetivo es, según palabras de la propia autora, «comprobar hasta qué punto las nuevas teorías científico-médicas (...) traspasaron el umbral del discurso académico especializado y calaron en las diversas capas sociales» (p. 12). El análisis diacrónico propuesto se plasma en una agrupación de las novelas por periodos cronológicos, a través de los cuales se analizan tanto las formas de práctica sanitaria como los problemas de salud que en ellas se representan, desgranando variadas formas de prácticas de salud y un amplio catálogo de enfermedades. 

Por las páginas del capítulo dedicado a las «profesiones médicas» desfilan personajes que responden a diferentes tipos de profesionales, principalmente médicos, pero también algebristas (p. 47), comadronas (p. 40), mujeres «sa-bias» (p. 49) y cuidadoras domésticas (p. 50), incluso una joven aspirante a estudiar medicina que encuentra en el médico de su familia el apoyo que sus padres le niegan (p. 65). Los modelos son buenos ejemplos de la situación de la práctica sanitaria y de las transformaciones que estaban teniendo lugar, aunque en el texto se eche en falta la incorporación de una buena bibliografía histórico-médica que refuerce esta hipótesis. El estudio de las enfermedades ocupa dos tercios del libro, bajo los epígrafes de tuberculosis, «enfermedades sagradas» (epilepsia y lepra), diabetes y trastornos psíquicos. Doménech nos ofrece una selección muy interesante de fragmentos de novelas de Pardo Bazán en los que se representan vivencias de la enfermedad propia, de la enfermedad de una persona cercana, de la relación médico-paciente y de la relación entre profesionales. 

Medicina y enfermedad despierta fácilmente la curiosidad de quien lee y su cuidada escritura contribuye a que la lectura sea fácil y accesible para un público no especializado, a quien probablemente va dirigido. Sin embargo, esta lectura también produce una cierta insatisfacción —sobre todo el aparta-do de enfermedades— debido, principalmente, a dos cuestiones. Por una parte, a la ausencia de unas conclusiones que, de manera explícita, den res-puesta al objetivo de partida y ayuden a comprender los elementos de cambio y/o de permanencia en las prácticas de salud finiseculares que se recrean en las obras estudiadas. Por otra, y quizá más importante que la anterior, debido a la escasez de notas y referencias bibliográficas, lo cual dificulta la contextualización y, además, resulta un tanto incongruente con la extensa bibliografía recogida al final de la obra (pp. 216-227). 

Habiendo leído este libro en primer lugar, el hallazgo y la lectura del segundo me proporcionó una agradable sorpresa y un motivo de reflexión. La sorpresa radica en comprobar que este segundo libro refleja muy bien, al contrario que el anterior, el trabajo de investigación realizado por la autora, sin menguar con ello interés, frescura, ni amenidad a la obra. Su estructura y su escritura son muy similares al anterior, aunque este tiene una menor ampli-tud temática y se centra en «Los trastornos psíquicos en la obra de Emilia Pardo Bazán» (pp. 33-120). Este apartado, casi idéntico en los dos libros, difiere notablemente en su soporte crítico. Baste decir que, sin contar las citas dedicadas exclusivamente a la referencia a las fuentes, el segundo tiene 140 notas más que el capítulo homónimo de Medicina y enfermedad (pp. 164-214). Está claro que la autora optó por reducir su texto a base de eliminar notas, no sabemos si por decisión propia o por recomendación de la editorial y que, con ello, el texto perdió calidad y mucho de su poder persuasivo. 

La reflexión se plantea en torno a los problemas de la divulgación de resultados de investigación y el interés por llegar a públicos amplios, una cuestión que tiende a presentar como dicotómicos el rigor científico y la amenidad. Algo altamente dudoso, como ejemplifica muy bien la lectura de estos dos libros, publicados, por cierto, en sendas editoriales universitarias. 

Género y enfermedad mental recibió el III Premio Cátedra Leonor de Guzmán que se otorga por iniciativa de la Diputación y de la Universidad de Córdoba a trabajos de investigación originales. Es una pena que el tipo de convocatoria no animara a la autora a ampliar sus lecturas con títulos recientes de la historiografía de las mujeres en materia de medicina, educación y literatura décimonónicas (como los trabajos de Ruiz Somavilla y Jiménez Lucena, Flecha o Zavala, por citar algunas aportaciones destacadas) que hubieran contribuido a dar más profundidad al análisis de género que desarrolla. 

TERESA ORTIZ GÓMEZ Universidad de Granada