Comentario por © Daniel Soutullo
La bioética ha experimentado en los últimos años un impulso meteórico, merced al enorme desarrollo de la genética molecular, la embriología y la biomedicina. Los avances de la investigación y de las aplicaciones prácticas en estas disciplinas han puesto de manifiesto la necesidad de una reflexión a fondo sobre sus consecuencias éticas, sociales y jurídicas. Sin embargo, la gran mayoría de las publicaciones de bioética que han visto la luz en estos años se han centrado, sobre todo, en cuestiones de índole práctica, pero rara vez se han ocupado de la fundamentación teórica o filosófica en la que se inspiraban. Es más, cuando lo han hecho ha sido, casi siempre, desde la perspectiva de una doctrina bioética concreta, como el principialismo de Beauchamp y Childress o el utilitarismo de Peter Singer.
A rellenar esta laguna, bastante lógica dado el desarrollo de los acontecimientos, se destina la publicación del libro que comentamos. Se trata de un tratado, divulgativo pero muy riguroso, sobre las principales corrientes teóricas existentes dentro del mundo de la bioética.
La obra consta de cuatro partes. La primera, dedicada a cuestiones preliminares, introduce al lector o lectora en los principales conceptos de ética y moral y de su origen histórico. También se ocupa de la génesis de la bioética como disciplina, así como de algunos conceptos generales, necesarios para entender los modelos de razonamiento moral y de valoración de las teorías en bioética. Las dos partes siguientes, que forman la columna vertebral de libro, están dedicadas a exponer las distintas corrientes bioéticas existentes en los ámbitos geográficos angloamericano y mediterráneo, respectivamente. En la cuarta y última, al tiempo que recapitulan sobre las cuestiones expuestas, los autores exponen su propia propuesta de fundamentación de la bioética, deteniéndose en los pormenores de procedimiento y metodología de la decisión moral.
El esquema de cada capítulo dedicado a cada una de las corrientes teóricas estudiadas consiste en explicar, de forma muy clara y ordenada, en qué consiste cada teoría, tratando de ser lo más fieles posibles al pensamiento de sus creadores, para terminar el capítulo haciendo una valoración crítica de la teoría expuesta, así como un resumen de sus aspectos más relevantes y de sus principales virtudes y defectos.
A lo largo de toda la obra, los autores hacen gala de una claridad y de una capacidad expositiva admirables, cosa que no suele ser la norma en las publicaciones de filosofía o ética. Únicamente, resulta de difícil lectura la exposición de la ética formal de bienes de Diego Gracia, inspirada en la filosofía moral de Zubiri. Esta dificultad es reconocida por ellos mismos, que la achacan a la complejidad intrínseca de la teoría: “la ética formal de bienes es difícilmente comprensible, su profundidad filosófica y los conceptos zubirianos de acuñación propia, hacen de esta teoría una suerte de arcano sólo accesible a unos pocos iniciados, quedando en la más absoluta obscuridad para la mayoría de los mortales” (p. 464).
En total, once son los capítulos dedicados a exponer las principales corrientes bioéticas existentes. A lo largo de ellos desfilan el principialismo, la casuística, el paradigma de las virtudes, la bioética del permiso de T. Engelhardt, la ética médica comunitarista, la bioética feminista, el utilitarismo de P. Singer, el pragmatismo clínico, el paradigma de la moralidad común, las corrientes bioéticas italianas y, por último, la ética formal de bienes y el principialismo jerarquizado de Diego Gracia. Todas ellas son tratadas con claridad, rigor, respeto al pensamiento de los autores y espíritu crítico. El resultado es una obra esencial para iniciarse en el mundo de la bioética, de sus fundamentos filosóficos y del origen teórico de las polémicas que han ido surgiendo en los últimos años.
Los autores, aunque se declaran católicos (el primero de ellos es jesuita, doctor en teología moral), explícitamente han intentado mantenerse en el ámbito de la reflexión filosófica, al margen de cualquier postura confesional o teológica. Como ellos mismos dicen, “los modelos teóricos que estudiamos están articulados en el lenguaje de la argumentación estrictamente racional, de lo que también se conoce como bioética secular” (p. 16). Esta orientación metodológica se mantiene a lo largo de todo el libro, más allá de algunas pequeñas referencias a cuestiones religiosas dispersas en algunos lugares.
Resulta muy gratificante, para alguien que proviene de unos presupuestos ideológicos laicos, ajenos a cualquier adscripción religiosa, como es mi caso, poder leer con placer y aprovechamiento una obra como esta y suscribir, incluso, la mayoría de los puntos de vista de sus autores, lo que supone una demostración práctica de que en cuestiones de bioética es posible mantener una deliberación racional provechosa y fecunda más allá de los “amigos morales”. Tal vez esto sea posible porque en esta obra se aúnan, como en pocas, la calidad, el rigor intelectual y el respeto por los puntos de vista ajenos, aunque provengan de tradiciones filosóficas distintas. Creo que éste es uno de los méritos no menores, aunque no el único, de este más que recomendable e instructivo libro.