PRÁCTICA 5: Método de Arriaga para el análisis de la contribución de la edad al incremento en la esperanza de vida



Los datos de mortalidad son la base para una amplia gama de indicadores de diversa complejidad. No solo representan las herramientas para evaluar el riesgo de muerte en una población y la repercusión de las enfermedades en la salud, sino también la gravedad de las mismas y la sobrevivencia experimentada por la población.

La mortalidad está íntimamente relacionada con la variable edad y no se distribuye de una manera equitativa y al azar entre los diferentes grupos. Existe una incidencia de mortalidad mayor en los grupos de edades menores y en los adultos mayores. En general, las probabilidades de morir son altas en los primeros años de vida y se reducen rápidamente hasta alcanzar niveles muy bajos entre los adolescentes (10 a 14 años) para comenzar a incrementarse gradualmente entre los adultos y alcanzar sus valores más altos entre los grupos de mayores de 60 años.

La esperanza de vida al nacer se utiliza a menudo como una conveniente medida resumen de la mortalidad de una población y los cambios en la misma se emplean también para resumir las variaciones en dicha mortalidad. Esta relación esencialmente recíproca entre ambas dimensiones de la función de supervivencia da sustento a métodos como el que se presenta en esta práctica para explicar el cambio en la esperanza de vida en función de lo que ocurran en la mortalidad.

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