ACTUALIZACIÓN
DE LA LÍNEA FREUDIANA: EL MALESTAR EN LA CULTURA
EJEMPLOS
Dos ejemplos en la actualización del malestar
en la cultura. Los relata Remo Bodei en El doctor
Freud y los nervios del alma. Filosofía y sociedad
a un siglo del nacimiento del psicoanálisis,
Valencia, Pre-Textos (orig.: Il dottor Freud e i nervi
dell’anima, Donzelli Editore, 2001)
1.
Muerte actual de modelos de autoridad (que es un tema muy
característicamente freudiano), lo que conduce al
narcisismo y a una necesidad oculta de autoritarismo (pp.
35-42):
Después de violentas revoluciones, nuestras democracias
actuales rehúyen presentar modelos de hombres con
autoridad, en los que depositar la confianza. No es lo mismo
autoritarismo que autoridad. La autoridad es necesaria,
como imagen modélica que, tal y como vio Freud, contribuye
a elaborar un ideal del yo y a afirmar un principio de realidad.
Hoy, «el que manda suele perder la aureola de una
superioridad reconocida y automática» (p. 38).
Eso es lo que ocurre en general, pero veamos si lo llevamos
a la familia: «Si en la familia falta una figura percibida
como fuerte pero justa, capaz de poner límites y
prohibiciones a los que eventualmente enfrentarse, si lo
que hay es un padre ‘gelatinoso’, demasiado
condescendiente o voluble (…) los hijos no crecen
psicológicamente robustos porque no encuentran un
antognista con el que medir el nivel de su propia autonomía»
(p. 39). La autoridad hoy «se avergüenza de su
probreza y esconde (…) su incapacidad para conducir
los procesos de crecimiento» (40). Las personas necesitan
ser aconsejadas razonablemente, tener puntos de referencia,
siquiera sea para medir el nivel de su propia autonomía.
Pero cuando la autoridad es la de un personaje «gelatinoso»,
de goma, condescendiente, hay desorientación. Crece
entonces la omnipotencia (sin autoridad que reverenciar
no hay límites que ponerse y no hay principio de
realidad). Ello lleva también a una necesidad oculta
de ser guiados, que hace que el hombre hoy pase con gran
facilidad desde la «prepotencia» de esa «omnipotencia»
a una sumisión ante cualquier autoritarismo (pp.
35-41).
2. Depotenciación del conflicto
(no querer mirarlo de frente) y, por tanto, surgimiento
de un «malestar clandestino» (pp. 42-43)
La
vida pide una confrontación real con los propios
conflictos. Sin embargo, hoy es dominante la tendencia a
«cancelar y depotenciar los conflictos, escondiéndolos
o aplazando su solución» (p. 42). Hoy, pues,
«el malestar circula clandestinamente, como algo que
normalmente no queremos mirar de cerca» (p. 43) [Se
podría decir, añadimos, que nos sentimos obligados,
como por decreto, a ser felices]
3. Falta de ideales proyectivos y,
por tanto, expansión de las expectativas de felicidad
en lo inmediato («economía de rapiña»),
que se muestran poco satisfactorias (pp. 44-45)
Esto, dice Bodei, ocurre sobre todo en los países
ricos. Hay promesas de autorrealizacion continuas en lo
próximo e inmediato y nos convertimos en consumidores
ávidos e impacientes de ellas («economía
de rapiña»). Pero hay un contraste alto entre
las expectativas de autorrealización y este parco
y fútil resultado, por lo que se experimenta sentimiento
de vacío.