La
revolución digital
La revolución digital, impulsada por los motores de las tecnologías de
la información y la comunicación, ha cambiado fundamentalmente la
manera en que la gente piensa, actúa, comunica, trabaja y gana su
sustento. Ha forjado nuevas modalidades de crear conocimientos, educar
a la población y transmitir información. Ha reestructurado la forma en
que los países hacen negocios y rigen su economía, se gobiernan y
comprometen políticamente. Ha proporcionado la entrega rápida de ayuda
humanitaria y asistencia sanitaria, y una nueva visión de protección
del medio ambiente. Y hasta ha creado nuevas formas de entretenimiento
y ocio. Puesto que el acceso a la información y los conocimientos es un
requisito previo para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM), tiene la capacidad de mejorar el nivel de vida de millones de
personas en todo el mundo. Además, una mejor comunicación permite
solucionar los conflictos y alcanzar la paz mundial.
La brecha digital
Paradójicamente, mientras la revolución digital ha ampliado las
fronteras de la aldea global, la gran mayoría de los habitantes del
mundo no se ha subido al vagón de este fenómeno en evolución. Por eso
también se ha hecho cada vez más grande la brecha que separa el
conocimiento de la ignorancia y los ricos de los pobres, tanto dentro
de cada país como entre países. Por consiguiente, es imperativo que el
mundo colme la brecha digital y ponga los ODM en la ruta de las TIC
para conseguirlos rápidamente.
La Cumbre mundial - Necesidad de discutir a escala mundial
Reconociendo
que esta nueva dinámica exige la discusión a escala mundial, la
Unión Internacional de Telecomunicaciones, a tenor de una
propuesta del Gobierno de Túnez, resolvió en su Conferencia de
Plenipotenciarios de Minneápolis de 1998 (Resolución
73) celebrar una Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información (CMSI) e inscribirla en el programa de las Naciones
Unidas.
En
2001, el Consejo de la UIT decidió celebrar la Cumbre en dos
fases, la primera del 10 al 12 de diciembre de 2003 en Ginebra, y
la segunda en Túnez, del 16 al 18 de noviembre de 2005. La
Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó esta organización
en la
Resolución 56/183, por la que otorga la función
administrativa principal a la UIT, en cooperación con otras
organizaciones y socios interesados. Además, recomienda que se
encargue de los preparativos de la Cumbre a un comité
preparatorio intergubernamental de composición abierta, el
PrepCom, encargado de establecer el programa de la Cumbre, decidir
las modalidades de participación de otros grupos interesados y
concluir la redacción de los proyectos de Declaración de
Principios y Plan de Acción.
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