Introducción al problema

(Texto extraido del libro " Análisis de datos electorales" de Oñate y Ocaña, 1999)

La literatura especializada en el estudio de los sistemas de partidos es ingente. Los partidos y los sistemas de partidos, sus formas de organización, actuación, vinculación con la ciudadanía y con las instituciones, pautas de competencia y cooperación constituyen un objeto de atención preferente no sólo para los estudiosos, sino también para los ciudadanos de esos sistemas políticos. Los partidos y los sistemas de partidos se han convertido en un tema popular, pese a los altibajos que, como objeto de estudio, han experimentado en las cuatro últimas décadas (Mair, 1997: vii). Este interés se explica porque de la configuración y dinámicas de funcionamiento que adopten los partidos y los sistemas de partidos dependen, en gran medida, la estabilidad o la inestabilidad, el buen o mal funcionamiento y la vida política de una comunidad. Para comprender el funcionamiento de los sistemas democráticos contemporáneos es necesario estudiar la forma en la que están constituidos y operan los partidos políticos, individualmente considerados. Pero el análisis sería incompleto si no se prestara atención a las pautas y estructuras de interacción que se establecen entre esas diversas unidades básicas (los partidos), ya que esas estructuras y pautas generan características y peculiaridades distintas de las propias de las unidades que las constituyen. Los sistemas de partidos son el resultado de las interacciones que se registran en la competición político-electoral entre los partidos políticos existentes, y entre éstos y el sistema político en el que desarrollan su actividad.

Las características definitorias de los sistemas de partidos se centran en las relaciones de competición, de colaboración o de influencia que se dan entre los partidos ( Montero, Pallarès y Oñate, 1995: 193). La importancia de los sistemas de partidos para el funcionamiento de los sistemas democráticos es evidente: la estabilidad de los Gobiernos, el funcionamiento del Parlamento, las dinámicas de los procesos de decisión política o la implementación y calidad de las políticas públicas están inextricablemente vinculadas con las dimensiones del sistema de partidos. El estudio de estas dimensiones constituye, por tanto, uno de los aspectos fundamentales para conocer la configuración y el funcionamiento del sistema político en su conjunto.

Buena parte de los estudios publicados en las últimas décadas acerca de los sistemas de partidos se han dedicado a analizar el grado en el que éstos están cambiando. Desde que Lipset y Rokkan (1967) preconizaran el congelamiento de los alineamientos partidista-electorales de los ciudadanos de las democracias occidentales, se ha cuestionado si los sistemas de partidos y la competencia político-electoral siguen girando, en sus líneas generales, en torno a aquellas pautas. Hay quienes niegan ese cambio en los basamentos de los sistemas de partidos occidentales, afirmando que las teorías de Lipset y Rokkan siguen, en términos generales, estando vigentes (por ejemplo Bartolini y Mair, 1990: passim; Mair, 1997: 3 y 76 ss.). Pero también quienes consideran que los alineamientos partidistas y, así, los sistemas de partidos se han descongelado, hallándose en un proceso de inestabilidad y de cambio que está tambaleando el viejo sistema (Dalton, Flanagan y Beck, 1984: 451), no sirviendo ya los cleavages apuntados por Lipset y Rokkan para explicar los alineamientos partidistas. Para estos autores, la política de cleavages no se ha desvanecido por completo, pero sí cedido el lugar preeminente a una issue politics, mucho menos estable y firme (Dalton, Flanagan y Beck, 1984; o Ersson y Lane, 1998, por ejemplo). Para estar en condiciones de optar por una u otra tendencia (o quedarnos en un punto intermedio) se hace necesario conocer las características que los sistemas de partidos adoptan en cada sistema político, así como los factores institucionales que pueden influir en su configuración.

Los sistemas de partidos son, ab initio al menos, una consecuencia de la distribución de las preferencias electorales de los ciudadanos. Estos manifiestan esas preferencias en forma de votos que, en virtud del sistema electoral, se convierten en distribución de autoridad gubernamental, generalmente en forma de reparto de escaños (Rae, 1971: 14). En función de la distribución del voto y de ese reparto, así serán el perfil y las características del respectivo sistema de partidos. Constituye una exageración afirmar que el sistema electoral determina o configura la forma y las pautas del sistema de partidos resultante, ya que éstas dependen en última instancia de la distribución del voto de los electores. No puede decirse, por tanto, que sea un factor determinante, aunque tales normas, técnicas y procedimientos no son inocuos, y que pueden influir en la fisionomía del sistema de partidos (Duverger, 1972: 245). Podría acudirse, para explicar la eventual influencia del sistema electoral sobre el sistema de partidos, a la metáfora del filtro por el que se harían pasar los resultados electorales: el sistema electoral puede difuminar o alterar ligeramente el color de los resultados, pero difícilmente modificarlos en su configuración básica. La relevancia de los factores institucionales en el funcionamiento de un sistema político ha sido insistentemente subrayada desde mediados de los años ochenta. La vinculación entre sistema de partidos y sistema electoral es inevitable, pudiendo ser este último de carácter fuerte, al tener capacidad para influir en el comportamiento electoral de los ciudadanos en determinado sentido y ejercer un impacto reductor del número de partidos (Sartori, 1994: 37).

Todo sistema electoral genera efectos sobre los resultados electorales y el sistema de partidos resultante y, por supuesto, sobre el sistema político en su conjunto. Esos efectos pueden ser medidos y analizados de distintas formas, dependiendo de qué dimensión, aspecto o ámbito interese. Pueden medirse los efectos del sistema electoral sobre la estabilidad gubernamental, la constitución de mayorías parlamentarias, las relaciones entre partidos respecto de la consecución de coaliciones de gobierno, la posibilidad de que las minorías estén representadas en el Parlamento, las dinámicas internas de funcionamiento de los partidos, y, por supuesto, el formato y las dinámicas de funcionamiento del sistema de partidos. Ateniéndose a las consecuencias del sistema electoral sobre el sistema de partidos, Duverger (1972: 252) distingue entre efectos mecánicos y efectos psicológicos (pudiéndo darse estos últimos tanto entre las élites partidistas como entre los electores). Todos ellos tienen su origen en la desproporcionalidad que el sistema electoral arroja al transformar la distribución del voto en reparto de escaños. El medio más extendido para medir los efectos de un sistema electoral sobre el sistema de partidos es aquél que atiende a las eventuales distorsiones en la relación entre las proporciones de votos y de escaños que logra cada partido; esto es, la que tiene en cuenta la desproporcionalidad que el sistema electoral genera al transformar los votos en distribución de escaños. Como afirma Nohlen (1981: 102 y 145), éste será el criterio para calificar un sistema electoral como mayoritario o proporcional: atender a los efectos que produce en la relación entre escaños y votos, o sea, a la desproporcionalidad que genera. Pero además de la desproporcionalidad (relativa al sistema electoral, pero con consecuencias sobre el sistema de partidos), se han venido definiendo de distinta forma las dimensiones que pueden caracterizar a un sistema de partidos, cuyo estudio resulta imprescindible si pretendemos conocer las dinámicas y pautas de funcionamiento y de eventual cambio de éste. Esas dimensiones del voto o del sistema de partidos son características y elementos identificativos fundamentales que lo definen y que permiten compararlo con otros.

La determinación del catálogo de dimensiones que definen mejor a un sistema de partidos no es una cuestión pacífica. Se ha discutido bastante acerca de cuáles deben integrar tal catálogo, así como el relativo a los indicadores más adecuados para conocerlas, sin que se haya alcanzado hasta la fecha un consenso unánime al respecto. Pero se alcanza una aproximación bastante completa al sistema de partidos si se conocen los datos relativos a la fragmentación, la competitividad, la polarización y la volatilidad que se registran en el seno del mismo. A estas dimensiones básicas Oņate y Ocaņa (1999) añaden, inspirados en las peculiaridades del sistema de partidos (más propiamente en plural, sistemas de partidos) español, una quinta dimensión, la espacial, que denominan, genéricamente, regionalismo, tratando de denotar las peculiaridades que el respectivo subsistema de partidos manifiesta en comparación con otro u otros más generales o amplios.

Tampoco hay acuerdo unánime acerca de cuáles son los índices e indicadores más adecuados para medir los valores de cada una de esas dimensiones en un sistema de partidos. Como ocurre con la desproporcionalidad, se han propuesto un buen número de índices distintos, presentando cada uno de ellos peculiaridades propias que se ajustan mejor a tal o cuál aspecto. Se optara por unos u otros índices e indicadores, su cálculo se venía realizando manualmente, sobre la base de operaciones matemáticas sobre los resultados electorales que lograba cada partido en la respectiva convocatoria electoral y en el ámbito espacial relevante (distrito o agregación de distritos en distinto nivel, regional o estatal). Ello implicaba una considerable cantidad de tiempo y de esfuerzo, a lo que se sumaba el nada desdeñable riesgo de incurrir en errores de cálculo, al tener que considerar y maneja una enorme cantidad de datos. Al objeto de tratar de paliar tales problemas o inconvenientes, proponemos un instrumento informático, el programa IndElec, que permite calcular con rapidez y seguridad los índices e indicadores más importantes relativos a la desproporcionalidad de los sistemas electorales y a las dimensiones del voto o del sistema de partidos. Los índices e indicadores que IndElec permite calcular son los siguientes:

En cuanto a la desproporcionalidad:


En cuanto a las dimensiones del voto o del sistema de partidos:

El programa IndElec se encuentra a disposición en estas páginas. En esta dirección de Internet, junto al programa, pueden encontrarse las instrucciones para su instalación y para su manejo. IndElec consta de varios módulos, que permiten calcular distintos índices e indicadores, así como algunas versiones corregidas de los mismos y algunas propuestas alternativas.

La forma de trabajar con el programa es sencilla: los resultados electorales que servirán de base para los cálculos deben ser suministrados al programa almacenados en un fichero de texto. Una vez realizados los cálculos, los valores de los índices no son mostrados directamente en la pantalla del ordenador, sino que son almacenados en otro fichero de texto, que podrá manejarse con cualquier procesador de texto. IndElec es susceptible de ser usado con una gran variedad de procesadores de texto, lo que redundará en beneficio del usuario, que, además, podrá con un mismo procesador de texto visualizar fácilmente los resultados de los cálculos, elaborar un informe acerca de éstos o confeccionar tablas, cuadros o gráficos con los mismos.

IndElec ha sido presentado en una nota de investigación publicada por la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Ocaña y Oñate (1999), en la que por motivos de espacio, no se aplicaron todos los índices que el programa contempla, teniéndose en cuenta sólo los datos agregados de las elecciones legislativas celebradas en España entre 1977 y 1996. Esas mismas constricciones de espacio impidieron comentar y discutir las ventajas e inconvenientes de cada uno de los índices e indicadores que el programa permite calcular, así como su adecuación a un tipo o a otro de sistema electoral o de partidos. En el libro " Análisis de datos electorales" (Oñate y Ocaña, 1999) se analiza cada uno de los índices, refiriéndonos a las fórmulas utilizadas para calcularlos, sus valores habituales, sus virtudes y defectos, etc. En este libro, además, puede encontrarse la aplicación de IndElec a todos los comicios electorales (generales, autonómicos y europeos) en el período 1977-1998. (Para visualizar un resumen de la estructura del libro " Análisis de datos electorales" pulse aquí).