Espina bífida

 

         Es una anomalía congénita de la columna vertebral que consiste en que el canal vertebral no cierra con el riesgo de dañar la médula. Afecta al 3% de la población infantil, con más incidencia en las niñas. Las causas no se conocen bien, puede ser por factores genéticos, radiaciones, alimentos contaminados, etc.

 

         Según su localización y el tipo de lesión, puede producir paraplejia, perdida de sensación cutánea, incontinencia vesical o intestinal, infecciones renales e hidrocefalia.

 

Según la forma en la que se vea afectada la médula, el tipo y su localización, pueden ser:

 

*     Espina bífida abierta: El canal nemoral está directamente expuesto al exterior y los arcos vertebrales y la piel no se desarrollan correctamente.

 

*     Mielomeningocele: Un segmento de la médula malformado desarrolla una hernia dorsal.

 

*     Meningocele: Igual que el anterior caso, pero la bolsa no contiene las células nerviosas.

 

*     Espina tumoral: La hernia está constituida por un tumor.

 

*     Espina bífida oculta: Ausencia de fusión entre una o más vértebras y no suele entrañar signo motor clínico.

 

Según la localización y el tipo, se determina el grado de parálisis y su extensión. Cuando se localiza en el cráneo, presenta cierta espasticidad y suele ir acompañada de lesión cerebral.

 

Podemos señalar en estos niños una mayor capacidad verbal, trastornos en la percepción visomotora, disminución del control manual fino y precocidad superficial en el lenguaje.

 

El tener espina bífida influye en el aprendizaje, por lo que hay que partir de un diagnóstico precoz que clarifique la situación del niño y sus necesidades. En el colegio se les puede enseñar a controlar la incontinencia de la vejiga y el intestino.