| Historia
El Partenón fue levantado entre los años 447 y 438 a. de C. siendo, por orden cronológico, el primero de los grandes monumentos de la Acrópolis de Atenas cuya concepción corresponde a Ictino, un genial arquitecto que llegó a escribir incluso un Tratado, por desgracia perdido, en el que explicaba los conceptos y teorías arquitectónicas desarrolladas en la construcción del Partenón.
El edificio fue erigido sobre los fundamentos de un templo dórico hexástilo anterior, conocido como Pre-partenón o Hecatómpedon, que estaba en construcción cuando, en el año 480 a. de C. los persas arrasaron la Acrópolis de Atenas.
La comparación entre los restos de este primer proyecto abandonado y el edificio actual resulta muy ilustrativa del cambio de escala que se iba a producir en el edificio definitivo.
Planta
El Partenón es un templo de orden dórico, octástilo y además anfipróstilo y períptero. Consta de un pronaos, naos y opistodomos. El primero y el último fueron reducidos a la mínima expresión a costa de una naos o cella bastante más ancha dividida, a su vez, en dos salas de acuerdo a la estructura que ya existía en el Pre-partenón que tuvo que ser respetada por necesidades del culto que se desarrollaba en el interior. En la cella propiamente dicha se albergaba la célebre escultura crisoelefantina de la diosa Atenea Partenos que, paralelamente, estaba realizando Fidias para ese mismo lugar y que conocemos a través del copias del siglo II a. de C. ya que el original se ha perdido. En la sala posterior se guardaban el tesoro de la diosa y los fondos del Estado. Allí se depositó igualmente el tesoro de la primera Liga de Delos, después de su traslado de Delos a Atenas.
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En el Partenón aparecen combinados por vez primera elementos de dos órdenes distintos: el dórico, orden dominante que se utiliza en el peristilo, y el jónico, aplicado a algunas zonas de la cella. De hecho, a partir de este momento esta asociación de dos órdenes se iba a imponer como una regla en casi todas las edificaciones de templos griegos.
En la cosntrucción del Partenón se aprecia con total claridad la tendencia a la utilización de un módulo con el fin de conseguir, tanto en planta como en alzado, la armonía y orden entre todas las partes del conjunto y del propio conjunto con sus partes (euritmia) así como la correcta relación proporcional entre todas ellas.
Si el Partenón ocupa un lugar privilegiado en la historia de la arquitectura es porque sus autores supieron sumar a su concepción grandiosa una serie de refinamientos casi inapreciables, pero de gran importancia a la hora de conferirle su apariencia de obra perfecta aunque, no obstante, estos refinamientos lo convierten en el menos clásicos de los templos del clasicismo. Estos refinamientos es lo que se conoce como las correcciones ópticas, algo que en sí no era novedoso, pues se había aplicado con anterioridad a otros edificios, pero que aquí se utilizará con gran maestría para lograr una perfecta compensación de los efectos visuales. Pueden sintetizarse en los siguientes:
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En primer lugar, las columnas de los extremos son ligeramente más gruesas que las centrales, para neutralizar la impresión de adelgazamiento provocada por la intensidad de la luz en las esquinas. Por la misma razón, los intercolumnios de la parte central disminuyen para contrarrestar la disminución visual que se produce en los intercolumnios de los extremos.
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En segundo lugar, las columnas del peristilo están ligeramente inclinadas hacia adentro, para evitar que den la sensación de que se caen hacia el espectador.
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En tercer lugar, las metopas aumentan ligeramente de tamaño a media que se aproximan a las esquinas.
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En cuarto lugar, el fuste de las columnas es más ancho en la parte central que en los extremos, lo que pretende salvar el engañoso adelgazamiento de la zona central del fuste que produce la contemplación de las columnas a cierta distancia.
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Finalmente todos los elementos horizontales, desde el crepidoma hasta el entablamento, son ligeramente curvos, para salvar el efecto de fuga que se produce en los extremos.
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Decoración
La decoración escultórica del templo era también totalmente nueva contemplándose en ella tres capítulos importantes:
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Las Metopas del friso exterior. Se trata de 92 metopas decoradas con escenas procedentes de la Guerra de Troya, de la Amazonomaquia, de la Gigantomaquia y de la Centauromaquia. Realizadas en altorrelieve por el gran escultor Fidias sirven para expresar el triunfo de la genialidad, la belleza y la perfección que representa la cumbre del arte clásico. En general se conservan bastante bien estando la mayoría de ellas en el Museo Británico y algunas en el Museo de la Acrópolis de Atenas.
El Friso del muro de la cella. Un friso de 160 metros de largo esculpido en bajorrelieve que representaba la procesión de las Panateneas. Las «grandes Panateneas» eran la fiesta en honor de Atenea más importante de la ciudad. Una gran procesión, atravesando la ciudad, subía a la Acrópolis para llevar el nuevo peplo con el que debía cubrirse el ídolo de madera (xoanon) de Atenea Polias. Esta ceremonia, vinculada a los cultos más antiguos de Atenas, era de un esplendor extraordinario pues la ciudad le había conferido una solemnidad que simbolizaba la grandeza moral y material de la democracia ateniense. Proyectado por Fidias, aunque trabajaron en él sus colaboradores, supone el intento por eternizar una imagen ideal de esta procesión en la que participaba toda la ciudad. Ciudadanos, jinetes, portadores de hidrias, ancianos con ramos, korai con copas y enócoes para libaciones y, por último, los dioses que los reciben. Este friso muestra un excelente ritmo y un claro sentido del agrupamiento de los personajes tratados con gran unidad psicológica y elegancia en el tratamiento de los plegados y la anatomía.
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Los dos Frontones. La decoración escultórica del Partenón culminaba con las dos grandes composiciones del tímpano de los frontones: en el oriental, el nacimiento de Atenea; en el occidental, la disputa de la diosa con Poseidón por la posesión del Ática. Le sirven al artista que los proyectó, que no es otro que el mismo Fidias, para expresar el contraste entre el equilibrio y el remanso de la primera escena representada frente al sentido dinámico y barroco que impone en la segunda. Aunque actualmente quedan in situ algunos fragmentos en bastante mal estado, la mayoría se encuentran en el Museo Británico, algunos en el Museo del Louvre, otros en Viena y otros en el Museo de la Acrópolis.
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