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Vishnu,
segundo dios de la trinidad que preside el panteón brahamánico, suele cabalgar
en la serpiente que llena el mar, o en ave Garuda.
A Vishnu lo representan azul y provisto de cuatro brazos que sostienen la
clava, el caracol, el disco y el loto; a Garuda, con alas, rostro y garras de
águila y tronco y piernas de hombre. El rostro es blanco, las alas color
escarlata y el cuerpo de oro. Imágenes de Garuda, labradas en bronce o en
piedra, suelen coronar los monolitos de los templos. En Gwalior hay uno, erigido
por un griego, Heliodoro, devoto de Vishnu, más de un siglo antes de la era
cristiana.
En el Garuda-Purana (que es el decimoséptimo de los Puranas,
o tradiciones), el docto pájaro declara a los hombres el origen del universo,
la índole solar de Vishnu, las ceremonias de su culto, las ilustres
genealogías de las casas que descienden de la luna y del sol, el argumento de Ramayana
y diversas noticias que se refieren a la versificación, a la gramática y a la
medicina.
En el Nagananda (Alegría de las Serpientes), drama
compuesto por un rey en el siglo VII, Garuda mata y devora una serpiente todos
los días, hasta que un príncipe budista le enseña las virtudes de la
abstención. En el último acto, el arrepentido hace que vuelvan a la vida los
huesos de las serpientes devoradas. Eggeling sospecha que esta obra es un
sátira brahamánica del budismo.
Nimbarka, místico de fecha insegura, ha escrito que Garuda
es un alma salvada para siempre; también son almas la corona, los aoros y la
flauta del dios.
J.L. Borges, El libro de los seres imaginarios
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