Para los annamita, tigres o genios
personificados por tigres rigen los rumbos del espacio.
El Tigre Rojo preside el sur (que está en lo alto de los
mapas); le corresponden el estío y el fuego.
El Tigre Negro preside el norte; le corresponden el
invierno y el agua.
El Tigre Azul preside el oriente; le corresponden la
primavera y las plantas.
El Tigre Blanco preside el occidiente; le corresponden el
otoño y los metales.
Sobre estos Tigres Cardinales hay otro Tigre, el Tigre
Amarillo, que gobierna a los otros y está en el centro, como el Emperador
está en el centro de China y China en el centro del mundo. (Por eso la
llaman el Imperio Central; por eso ocupa el centro del mapamundi que el
P.Ricci, de la Compañía de Jesus, trazó a fines del siglo XVI para
instruir a los chinos.)
Lao Tse ha encomendado a los Cinco Tigres la misión de
guerrear contra los demonios. Una plegaria annamita, vertida al francés por
Louis Cho Chod, implora con devoción el socorro de sus incontenibles
ejércitos. Esta superstición es de origen chino; los sinólogos hablan de
un Tigre Blanco, que preside la remota región de las estrellas
occidentales. En el Sur, los chinos ubican un Pájaro Rojo; en el oriente,
un Dragón Azul; en el norte, una Tortuga Negra. Como se ve, los annamitas
han conservado los colores, pero han unificado los animales.
Los Bhils, pueblo del centro del Indostán, creen en
infiernos para Tigres; los malayos saben de una ciudad en el corazón de la
jungla, con vigas de huesos humanos, con muros de pieles humanas, con aleros
de cabelleras humanas, construida y habitada por Tigres.
J.L.Borges, El libro de los seres imaginarios