Observatorio del Patrimonio Histórico Español |
OBSERVATORIO DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL |
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INTERVENCIÓN |
RESTAURACIÓN DEL PUENTE DE LA POBLA DE BALLESTAR, EN VILLAFRANCA (CASTELLÓN) E IGLESUELA DEL CID (TERUEL) |
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Introducción histórica La restauración del puente medieval sobre el río de las Truchas de la Pobla de Ballestar, ubicado entre los municipios de Villafranca (Castellón) e Iglesuela del Cid (Teruel), ha sido galardonada con una Medalla Europa Nostra 2008 en la Categoría I de restauración de patrimonio arquitectónico. Esta Medalla se ha concedido, en palabras textuales del jurado, "por la excelente restauración de este puente medieval, ejemplar en su ejecución y por tratarse de un elemento patrimonial genuino y muy importante, por su simbolismo, a nivel local". La restauración del puente fue promovida por la Fundación Blasco de Alagón a finales de 2006, y su inauguración tuvo lugar el 4 de diciembre de 2007. Los arquitectos autores de la restauración, Camilla Mileto y Fernando Vegas López-Manzanares ya recibieron hace unos años el 1º Premio de la Unión Europea al Patrimonio Cultural (Europa Nostra 2003) en la Categoría de Estudios sobre patrimonio, por su “Proyecto piloto para la restauración de casas tradicionales en el Rincón de Ademuz”, que realizaba una propuesta para la recuperación de la arquitectura tradicional de la zona partiendo de su respeto, conocimiento e interpretación. Descripción del puente El puente se encuentra en la Pobla de Ballestar, situado en la comarca del Baix Maestrat, al norte de Castellón, en el límite septentrional de la comunidad valenciana y ya en contacto con la cercana provincia de Tarragona. Se trata de una aldea medieval con una veintena de casas, una ermita y una torre defensiva asociada directamente con el control del tráfico del puente. La aldea y el puente se encuentran en perfecta armonía artística y constituyen un conjunto monumental de especial valor ambiental y paisajístico. Este monumento, tiene un "indudable" valor artístico, al ser uno de los pocos puentes medievales que se conservan en la provincia de Castellón y que su construcción debió de realizarse entre los siglos XIV y XVI. Pero, además, tiene un gran valor histórico, ya que, según las crónicas, es el punto desde el que Jaume I inició la Reconquista del Reino de Valencia. También fue paso obligado entre Castellón y Teruel, una vía de comunicación fundamental en un terreno montañoso y abrupto de difícil acceso. De este modo, el puente de la Pobleta desempeñó durante siglos una función "fundamental": mantener las relaciones socio-económicas entre ambos reinos. La historia del Ballestar está vinculada al antiguo monasterio del Císter de Santa Maria de Benifassà. Según las crónicas del monasterio, sus habitantes trabajaban como jornaleros para dicho convento, situado a unos tres quilómetros del Ballestar. El monasterio tiene su origen en la donación que hizo Pere II, en 1208 del castillo y la comarca de Benifassà a Guillem de Cervera, más tarde monje de Poblet, monasterio de la orden del císter, al cual hizo donación del lugar de Benifassà. El 1233, Jaume I confirmó la donación y encargó a los monjes de Poblet la fundación de un monasterio en estas tierras. La creación del monasterio propició la población de la comarca llamada la Tinença. En un principio, estos pueblos eran granjas que el monasterio explotaba con sus propios elementos: un monje, algunos conversos y criados en cada una. Después fueron pobladas, siéndolo el Ballestar y La Pobla de Benifassà en el año 1261, con la obligación de pagar diezmos, primicias y novena al monasterio y al obispo. Actualmente, el puente ha perdido la función que desempeñó durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XIX, debido a la construcción a mediados del siglo XX de otro puente por el que circula el trafico rodado, aunque se ha convertido en un símbolo histórico: un lugar donde se reflejan los habitantes del entorno y donde suelen acudir a festejar diversas celebraciones. Curiosamente también se ha convertido en escenario de algunas producciones audiovisuales sobre la Edad Media. Se trata de un ejemplo excepcional de puente construido en piedra, en gran parte con la técnica de piedra en seco. Posee un único ojo de arco ligeramente apuntado, formado por dovelas bien labradas unidas por mortero de cal a modo dentado, su diámetro es de 15,40 m por una altura de 7 m . La anchura del puente es de 4 m aproximadamente y el intradós del ojo del puente esta construido entre los dos arcos de sillería laterales, con mampostería de piedra caliza recibida con mortero de cal. El gran arco está asentado sobre una masa de roca, mampostería y cal que ha quedado al descubierto por la acción del tiempo y las crecidas del rió. El gran ojo del puente o arco peraltado se encuentra flanqueado por grandes estribos construidos con piedra en seco, y gracias a sus dimensiones y longitud, (se extiende a 15- 16 m por cada lado), evita empinadas rampas y pendientes. El antepecho del puente fue construido en un momento posterior, durante el siglo XX, con una fábrica de piedra en seco, ya que los puentes de origen medieval nunca tuvieron antepecho, debido al peligro de romper los ejes de las ruedas de los carruajes, sin antepecho, éstos pasaban más cómodamente. El pavimento del puente esta formado por una calzada enmorrillada de guijarros procedentes del mismo rió, formando unos dibujos casi ya perdidos. En concreto se pueden distinguir dos tipos de pavimento: uno consiste en un encachado de pequeños guijarros de color blanco, dispuesto en fajas separadas por rieles longitudinales formados por los mismos guijarros de mayor tamaño colocados y ordenados en fila. El segundo consiste en un encachado irregular de guijarros del rió de mayores dimensiones y de dos diferentes colores, blanco y amarillo. Esto justifica que el pavimento había sido reparado en varias ocasiones. La intervención Los trabajos de intervención consistieron, en primer lugar, en llevar a cabo un levantamiento topográfico del cauce y del entorno y un minucioso levantamiento métrico del puente, elaborándose fotoplanos de los dos frentes del puente, del intradós y del pavimento. Se estudiaron los materiales y su degradación, las técnicas de construcción y el impacto de las corrientes de agua sobre el puente entre otros. De este modo se procedió a resolver los siguientes problemas: a nivel estructural se realizó el recalce de la cimentación del estribo meridional, que había quedado descalzado en el aire, este se reforzó con mortero de cal hidráulica y mampuesto de piedra. Para guardar este recalce se corrigió el curso de las aguas mediante el movimiento de gravas y la colocación de pesados cantos de piedra, entre le tramo comprendido entre el puente nuevo (aguas arriba) y el puente medieval, con el objeto de redirigir las aguas por el ojo central del puente. En el flanco septentrional se construyó una hilada de piedra en seco cimentada con cal y piedra, de 15 m de longitud por 70 cm . de ancho, con objeto de guardar esta orilla del rió. Igualmente se completó el rejuntado del intradós del arco, cuyo mortero presentaba faltas; éste se llevo a cabo en varias tonalidades para no romper su contexto. Con respecto a los antepechos se recolocaron los mampuestos caídos, completando las lagunas y consolidando los que amenazaban de hundimiento. Se optó por dejar un mortero de cemento existente, ya que resultaba inocuo, tanto para la conservación del puente como por su armonía visual, gracias a los líquenes. Se emprendió la reparación de la calzada enmorrillada, la cual presentaba un estado lagunoso de su pavimento debido a su uso pecuario, a los agentes atmosféricos y a actos vandálicos (extracción de guijarros para ser lanzados al rió). Se ha conservado el pavimento existente, los dos tipos que existen como anteriormente comentamos. También se identificaron tres rieles longitudinales en la dirección de la pendiente, en la zona del primer pavimento, el cual se optó por no rehacer para no entrar en conflicto geométrico con el diseño del segundo tipo de pavimento, así, ha quedado aislado en el centro de la calzada del puente. El encachado del pavimento se realizó de forma tradicional, colocando los guijarros sobre un lecho en seco de tierra, arena y una pequeña porción de cal aérea. Para completar estas lagunas en el pavimento se emplearon 30.000 guijarros que se eligieron por su forma y color y se colocaron uno a uno, estos se recogieron del mismo rió respetando, como ya hemos dicho, no sólo la pavimentación existente en sus diversas fases, sino también las trazas del tiempo y las huellas de las carriladas del antiguo paso de los carruajes; así como no retirar la hierba en las juntas del pavimento existente, ya que con el tiempo deberá crecer hierba en las juntas del nuevo pavimento, lo cual constituirá la definitiva integración con el pavimento existente, sin que ésta se considere un elemento de degradación. La actuación en el entorno se realizó con el objetivo de conservar al máximo la áurea que caracteriza al conjunto. De este modo se acondicionaron tan sólo con grava los caminos que llevan al puente y se creó un aparcamiento en una explanada cercana, también con grava. En lugar de colocar bancos y mesas de picnic se optó por integrar grandes piedras planas en la rivera para servir de espontáneos bancos naturales para los visitantes, su ubicación fue muy cuidadosa, ya que su disposición se encuentra de tal modo que la vista no pueda abarcar simultáneamente todas ellas. Las casetas de iluminación existente en la orilla de Villafranca , realizadas con bloques de hormigón prefabricado y forradas con lajas de piedra a bofetón, se optó por forrarlas con fabrica de piedra construida en seco para su mejor integración con el entorno. También se realizaron dos casetas nuevas con focos de luz construidas con la misma técnica en la orilla de Iglesuela, escogiéndose cuidadosamente su ubicación. Para armonizar los mampuestos de estas casetas de iluminación con la fábrica del puente, se patinaron las lajas de piedra con ayuda de tierras naturales diluidas en silicato de potasio. Asimismo se limpió de vegetación nociva los muros del puente; se han creado papeleras embutidas en fábrica de piedra en seco; se han enterrado y desplazado los postes y cables eléctricos que entraban en conflicto con la imagen medieval preservada del entorno del puente; y por último, se ha señalizado y puesto en valor el conjunto mediante paneles explicativos. Todas estas acciones de la restauración del puente y su entorno se han llevado a cabo con el objetivo de conservar el aura del monumento y su enclave siempre en mente, por lo que se han seguido unos criterios de mínima intervención y máxima conservación. La actuación ha pretendido pasar lo más desapercibida posible, evitando todo tipo de imposición al monumento. Se han pretendido integrar aunque distinguir sutilmente los nuevos elementos que se han añadido en el monumento mediante el empleo de la misma técnica constructiva, el material, el color y la textura, para evitar cualquier perturbación de un lugar delicado, donde todavía se respira el aire del pasado.
Para más información: Europa Nostra [Ángel Expósito Jiménez. OPHE] |
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