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El presente texto reúne una serie de reflexiones libres con respecto a la génesis de lo que podríamos denominar el héroe cristiano revolucionario de los años 1970, en Bolivia. Lejos de ser ideas acabadas, o resultados rigurosos de investigaciones, se trata de una serie de propuestas que bien debieran ser profundizadas con estudios de caso más meticulosos que logren describir y explicar cómo y por qué en un momento dado se producen fenómenos de ese tipo, que llevan a personas a identificarse con personajes heroicos y a desear convertirse ellos mismos en héroes. Estas páginas toman de forma tangencial los datos de la investigación sobre Ser cristiano ¿es ser de izquierda? (1). En dicho
trabajo, se
hizo un exhaustivo análisis
del proceso de transición simbólica que vivieron algunos
personajes clave del cristianismo revolucionario de décadas
pasadas,
como son Néstor Paz y Mauricio Lefebvre. Asimismo, se
analizó
en detalle la experiencia de la organización Iglesia y Sociedad
en América Latina (ISAL), que sería un centro de
articulación
del pensamiento progresista de la época. Las distintas
referencias
empíricas de estas reflexiones se las puede encontrar en aquella
investigación. Sobre el heroísmo revolucionario El heroísmo revolucionario responde a varios factores que entran en juego en un momento dado y que empujan a determinadas personas a volcar sus energías psíquicas hacia un proyecto social que les puede costar la vida. La revolución la hacen los revolucionarios, personas que asumen con claridad y decisión su rol en la Historia, con mayúscula, y que responden a ella con todas sus fuerzas. Esto implica compartir un mismo imaginario colectivo (compuesto por símbolos, proyectos, ideologías) que envuelven a los distintos sujetos atraídos por la propuesta revolucionaria. El surgimiento de la revolución sería un equilibrio entre una propuesta histórica y social que aparece como realista y con un grado enorme de poder ser instaurada, y un dispositivo simbólico que entra en sintonía y por tanto produce la acción. Existe una estructura del relato revolucionario que debe ser leída favorablemente por los luchadores: el relato del Éxodo. Según Walzer, tres son los elementos que lo conforman: 1. El lugar
donde se
vive (Egipto). El primer elemento es leer la realidad con ojos críticos pero sobre todo concebir que existe un camino para salir de esta situación. Sólo se alcanzará esta nueva realidad si se atraviesa por un proceso de lucha y sacrificio muy duro, que dé como resultado una nueva organización social y una vida digna para todos. Esta situación trae consigo algunas constataciones fundamentales. Si bien la situación por la que se atraviesa es nefasta, se abre una brecha en la historia por donde se puede transitar. Es decir se construye una utopía, un proyecto político realizable a corto plazo; se concibe un futuro mejor, pero para llegar a él hay que trabajar el presente. Se critica el pasado y se proyecta todo lo positivo hacia adelante. El proyecto requiere de grandes hombres, que son llamados a convertirse en los gestores (vanguardia) heroicos del proyecto. No hay revolución sin héroes revolucionarios, no hay socialismo latinoamericano sin hombres nuevos. El hombre nuevo se hace en la revolución y la revolución se hace con hombres nuevos. Los héroes pueden ser de tres tipos: los grandes arquetipos del compromiso (en Néstor Paz son Bolívar, Jesucristo, los cristianos de las primeras comunidades, etc.), los héroes contemporáneos más cercanos (el Che, Camilo Torres), y el propio sujeto que proyecta su imagen de sí viviendo la aventura revolucionaria. Esta narrativa revolucionaria, que siempre está presente en las sociedades y va adquiriendo signos particulares según las realidades específicas, es leída por un sistema simbólico de un grupo de personas que en un momento dado se proyectan como actores heroicos en la escena, se suben al escenario de la historia y juegan el papel que les tocó, se convierten en hombres nuevos. Pero no todos responden de la misma manera. Los
revolucionarios
son un fenómeno
histórico que aparece o desaparece según el
período
y contexto de las sociedades. Desde Espartaco hasta nuestros
días,
podemos rastrear ejemplos de personas involucradas en grandes proyectos
de cambio social. En muchos casos, particularmente en los ejemplos
más
paradigmáticos, los revolucionarios viven una
transformación
simbólica muy grande, que los lleva a asumir posiciones
radicales,
a menudo renegando de su origen social. ¿Por qué
determinadas
personas radicalizan su posición hasta convertirse en
héroes
revolucionarios? ¿Qué tienen de especial estos individuos
que sienten "el llamado" y luchan hasta la muerte? ¿Qué
dispositivos
simbólicos se activan en ellos para no eludir su misión?
¿Qué sensibilidad especial tienen los que escuchan los
tambores
de la revolución? Son algunas de las inquietudes que
guían
estas páginas. ¿Qué es un héroe? La noción del héroe fue utilizada en gran medida por la literatura y la mitología. Particularmente ha sido ampliamente estudiada en el contexto de la Grecia antigua, cuando en las grandes narraciones intervenían personajes heroicos que realizaban hazañas semi-humanas y semi-divinas. Este es uno de los puntos centrales. Cuando hablamos de héroe nos referimos a un tipo de superhombres en los cuales cada uno proyecta sus sueños y sus modelos (3). Pero hay un juego de ida y vuelta: por una parte son seres sobrenaturales y por tanto en un mundo ajeno al nuestro (irreal y legendario), y por otra parte pertenecen a vivamente a la realidad cotidiana de un colectivo social, que se apropia de la figura y le da vida diariamente según el lugar y situación en el que se encuentra. Su fuerza está en un lado creíble y en el otro increíble: tierra y cielo, presente y trascendencia a la vez. Son el vínculo entre los dos mundos, el mundo mítico de los dioses, y el terrenal de los hombres; por eso son semi hombres y semi dioses. Son una encarnación de los valores divinos, una reproducción del otro mundo en la tierra (4). La idea de héroe trae desde su origen la noción de la muerte. Para los griegos había que estar muerto para ser héroe, y entonces ser objeto de culto (5). Pero convertirse en héroe no es imposible para un simple mortal. Si bien son expresión de lo divino, su lado humano hace que, luego de recorrer un camino particular, se pueda llegar a entrar al mundo heroico. El heroísmo es una opción vital, involucra a la vida en su conjunto y a la posibilidad de seguir viviendo después de la muerte. La epopeya es un tiempo de lucha y de victoria del héroe, es una oportunidad para el encuentro de lo imaginario y lo real; es cuando la acción heroica tiene sentido. En este momento mágico, el locutor se proyecta en una escena fantástica donde él es el personaje heroico, lo que lo conduce a situaciones extremadamente riesgosas que pueden cobrarle la vida. Es también un estado particular del alma donde se activan los dispositivos del heroísmo. Se pierde el miedo, se arriesga todo, se da la vida. Pero el pasaje por el momento heroico da la gloria, es un ingreso a la tarima de los escogidos, a la Tierra nueva, llegar a ser hombre nuevo, en Néstor Paz. Es el punto de encuentro máximo entre la relación con el sí y la relación con lo social. La realización plena de los dos a la vez. Cuando un sujeto se convierte en héroe, se vuelca hacia el mundo de donde proviene y lo invita a continuar un camino normativo. El valor de devenir héroe no está sólo en llegar a la divinidad, sino en la posibilidad de que la acción se convierta en un llamado hacia los demás. No es un suicidio sin sentido, sino una visión del progreso de la condición humana. Su acción tiene que interpelar al otro, no es un acto silencioso. Por tanto es apelar a valores fuertemente diferenciados del bien y el mal (6). A su vez ser héroe implica ubicarse dentro de un linaje heroico particular. No se es héroe de la nada, sino que hay una tradición que sustenta la opción. Algunos ya hicieron el recorrido, se puede seguir aumentando la cadena. Con lo dicho hasta aquí, se podría sugerir la tesis de que Néstor Paz (de manera más evidente), Mauricio Lefebvre y algunos sacerdotes de ISAL estaban cerca de una opción heroica. Néstor Paz siente un constante llamado a convertirse en héroe. Su opción no se presenta abiertamente, pero sí vemos trazos muy significativos en su recorrido. El querer ser desde un inicio un vínculo entre dos mundos: el celestial y el terrenal; ofrecer una vida ejemplar para el cristianismo; "pasar" a la Tierra Nueva donde está Jesús; ser coherente con el llamado de Dios. La guerrilla será su oportunidad para hacerlo. Similar proceso
vivirán los de ISAL.
Su aventura heroica empieza al llegar al país, se va
concretizando
en opciones claras, y termina por "arriesgar el pellejo" como
diría
Mauricio Lefebvre. No todos alcanzan el grado heroico. La epopeya no
tenía
un libreto para cada uno de ellos, lo que será difícil
administrar
hasta el final de sus días. Pero quienes sí lo logran se
convertirán en estandarte que rememore un pasado glorioso. Disposiciones simbólicas para el heroísmo Las disposiciones son una serie de estructuras simbólicas constitutivas de sentido que el sujeto posee en su sistema de percepción y que fueron construidas durante su historia de vida; son los esquemas interiorizados que permiten la acción y que fueron elaborados durante su proceso de socialización. En un momento dado, bajo una estimulación particular, se "activan" algunos aspectos que desarrollan enormemente la posibilidad de convertirse en héroe. Evidentemente no
es
una fórmula química
que, sometiendo algunos productos a un experimento particular de
laboratorio,
den como resultado un héroe. Lejos de eso. La sociología
no conoce, ni pretende conocer, fórmulas para predecir
comportamientos
automáticamente. De lo que se trata es de subrayar las
disposiciones
particulares de un sistema simbólico que, sometido a una
situación
específica, puede dar determinado resultado. - El sentido del riesgo El riesgo está presente en la vida de todos los hombres. Pero algunos intentan controlarlo y otros lo ven como una oportunidad. En los actores cristianos de los años 60, se afirma que la fe es una fuerza que ayuda a enfrentar situaciones que impliquen un alto riesgo, se puede controlar el miedo cuando se sabe cuál es el objetivo en la vida. Algunos dirán claramente que "vivir o morir es casi lo mismo porque la fe te da otra visión de la existencia, siempre hay un riesgo que correr". Mauricio Lefebvre también será explícito en aquello. Sus frases "hay que arriesgar la vida por las verdades" y "arriesgar el pellejo" como manera para tener una vida auténtica, resumen bien la intención de no dejar que factores como el miedo no dejen tomar las decisiones apropiadas. Esto implica a su vez un sentido de la muerte y su relación con la vida muy particular. El riesgo será, finalmente, el precipicio a través del cual se llega a la muerte, pero que es vida. Si no se tiene miedo a morir, se puede asumir cualquier peligro sin dificultad. Néstor Paz
marcará claramente
esta tensión. El está consciente de todo lo que implica
seguir
a Jesús, y cuando aparece la posibilidad de la muerte, la asume
como una oportunidad de encuentro con Dios, como lo veremos luego. La
valentía
a la que llama Néstor constantemente es una manera de minimizar
los riesgos, siempre consciente de que hay que asumir su rol
histórico. - La relación con lo divino Existe una relación con lo divino muy especial en la personalidad heroica de los cristianos revolucionarios de los años 70. Se asume con mucha claridad una misión en la tierra. Hay una comunicación fluida y directa con Dios, y se tiene la certeza de que es Él quien pone las tareas en frente. Néstor Paz, en su cuaderno de oración, se "comunica" regularmente con Dios. No tiene ninguna duda de que le está pidiendo y aconsejando cotidianamente. Esta relación será muy fuerte porque siente que a través suyo la divinidad actúa en la tierra. Esta inquietud
forma
parte de la tradición
cristiana. Basta revisar las oraciones de san Francisco de Asís,
cuando invoca que el Señor haga de él un "instrumento de
su paz"; de Carlos de Foucauld cuando pide que la voluntad de Dios se
"haga
en todas las criaturas". Lo interesante es que esta disposición
logra adquirir cuerpo heroico en Bolivia, hasta el punto de que
personas
como Néstor tienen la certeza de que, al ir a la guerrilla,
están
respondiendo al llamado divino, y por tanto cumpliendo su voluntad. - El "sí" social Para la candidato al heroísmo la proyección del sí positivo que el sujeto despliega como modelo de "deber ser" tiene la característica de ser una propuesta para la sociedad en su conjunto. Por más que la tensión recaiga fuertemente sobre el propio sujeto, no se olvida de que la tarea es la constitución de una sociedad compuesta por estos modelos de "sí". La intención de "ser misionero" en los sacerdotes de ISAL implica que la misión será lograr que todos entren a la Iglesia, es decir, que el conjunto asuma, con mayor o menor éxito, las características religiosas del misionero. Esto se ve en las frases como querer "salvar al mundo", "salvar almas", "cristianizar", "convertir al mundo pagano", "todo cristiano debe ser misionero", etc. En tiempos de revolución, esta idea se concretizará con el "hombre nuevo", que supone una propuesta identitaria no sólo para el locutor sino para la sociedad en su conjunto. Ya lo había dicho el Che, que la revolución no sólo necesitaba de hombres nuevos para su realización, sino que el socialismo daría como resultado un colectivo de personas con valores diferentes a los del capitalismo. Para el modelo
cristiano progresista, el hombre
nuevo (como cristiano y revolucionario a la vez) será un
proyecto
un desafío imperioso. En esta dirección, el
vínculo
de la personalidad heroica con el impacto que tiene sobre lo social es
fundamental. Estamos lejos del asceta que se pierde en una
montaña
para ofrecer sus oraciones a Dios. El héroe cristiano quiere de
alguna manera que todos puedan ser héroes. - El sentido del sacrificio El sujeto con disposiciones simbólicas heroicas sabe que su camino conlleva una serie de sacrificios, es una tarea difícil y, a medida que la dificultad se complejiza, crecen las posibilidades de acercarse al objetivo final. Vencer obstáculos es subir en la escala humana, acercarse al héroe. Los sacerdotes de ISAL lo dirán constantemente: quieren "sufrir con ellos -los pobres- para comprenderlos y comprenderlos para salvarlos". Les gustan las "misiones difíciles", los "lugares alejados". Lefebvre será claro diciendo que "cuesta ser discípulo de Cristo", que lo fácil es ser rico, y lo difícil es ser pobre. Hay cierta opción por la dificultad, porque ésta es voluntad de Dios que traerá frutos sociales. A la vez, están conscientes de que ese sacrificio es importante, porque "esa gente nos necesita", como afirmaría Lefebvre recién llegado a Bolivia. Por eso se sabe que el misionero no puede tener tiempo para sueños fáciles. Su camino implica sacrificios, pero que representan la cruz de Cristo. Ser cristiano implica cargar la cruz que él cargó y aceptó hacerlo. De hecho, Lefebvre siente que es Dios que envía la cruz por generosidad, por lo que aceptarla es trabajar para Él. Néstor Paz
sentirá de manera
muy marcada cierto complejo por "vivir y vestir bien", ser de clase
acomodada.
Por ello su reacción a convivir con el mundo obrero, sufrir como
ellos sufren, sentir lo que ellos sienten, morir como ellos mueren.
Este
sentimiento hará que se desarrolle cierta necesidad de vivir el
sacrificio como manera de purificación, es decir, como
oportunidad
para redimir sus propios pecados originales. Por eso la idea de
sacrificarse
se desarrollará en él hasta el límite de donar sus
alimentos en la guerrilla a los demás, y finalmente morir de
inanición.
De alguna manera, el sufrimiento-sacrificio es un mecanismo de
conocimiento
de Dios. - La exigencia de coherencia identitaria El sujeto con tendencia heroica no puede mirarse a sí mismo sin preguntarse si su acción diaria ha sido coherente con sus ideales. Esto conlleva que no se pueda dejar las cosas a medias, se sabe que la acción debe ir hasta el final, no puede quedarse a medio camino. Néstor
será muy claro en este
sentido con el mandato de fidelidad. Quiere ser fiel a Jesús, no
fallarle nunca. Tiene que darlo todo por Dios. En ISAL se
expresará
como la necesidad de ser consciente y por esa conciencia no fallar a
Jesús.
Se trata de "ser consecuente con la sed de justicia", de ser
"íntegro"
en el servicio a los demás. Convertirse en héroe "No nacemos mujer, nos convertimos en ella" decía Simone de Beauvoir. Lo mismo se puede afirmar del heroísmo: no se nace héroe, uno se convierte en héroe. Se empieza llevando un panfleto, y se termina dando la vida por la revolución. Esto implica necesariamente un proceso de conversión en el cual el individuo va asumiendo una identidad poco a poco hasta proyectarse como actor de un gran relato heroico (7). En su estudio
sobre
los outsiders,
Becker ha demostrado que hay un modo de comportamiento que se
desarrolla
según una secuencia ordenada que da como resultado una conducta
"desviada". Es un proceso de "convertirse en", en el cual el sujeto
debe
destruir y reconstruir relaciones, identidades, proyectos. Se trata de
un "modelo secuencial", una carrera con fases muy bien delimitadas y
establecidas
que hacen que, al final de un camino, el individuo se reconozca a
sí
mismo como algo distinto a lo que era, en nuestro caso, un héroe (8). - La dinámica del compromiso Para explicar el proceso del "compromiso" conviene acudir a algunas reflexiones de la psicología social. Kiesler dio en 1971 un concepto del "compromiso" entendiéndolo como el vínculo que une al individuo con sus actos de comportamiento; el individuo como productor de su comportamiento (9). Esta idea fue enriquecida, años más tarde, diferenciando el compromiso interno y el externo. El primero sería un sentimiento de ir cumpliendo con una imagen de sí que empuja a tomar una posición. El segundo es un "otro generalizado", un control por parte de un colectivo que sabe que se realizó una acción. En este juego interno y externo se puede ir muy lejos. El compromiso sería entonces realizar una acción, en una situación dada, que sólo puede ser atribuida a que la persona quiso realizar el acto. Es la imposibilidad de separar persona y acto, una responsabilidad asumida indefectiblemente (10). El primer paso del proceso del compromiso es que se realice un acto bajo condiciones particulares (entre otras, que el sujeto pueda libremente escoger su acción y no esté externamente obligado a ella, que la acción sea pública, que sea irrevocable). Veamos un ejemplo concreto. En la entrevista realizada a uno de los militantes cristianos de ISAL, contaba que cuando era joven participaba de los boys scouts. Como filosofía tenían el imperativo de realizar una "buena acción" al día y, cuando al ir a la cama no la habían cumplido, salían a la calle para no faltar con su mandato y poder dormir en paz. En la lectura del actor, aquél fue el inicio de una cadena que se fue fortaleciendo hasta llegar un momento dado, donde podía dar la vida por un ideal revolucionario. El paso inicial en este camino fue el acto de ayudar a una viejita a cruzar la calle. La segunda condición es que la acción tenga testigos oculares que puedan dar fe de que el sujeto es el responsable de la acción, de manera que no se pueda desviar la responsabilidad frente a lo hecho. En el caso del militante cristiano, efectivamente la estructura grupal de los scouts es la que premia o condena cada iniciativa de sus miembros. En un tercer momento, el proceso podría detenerse. De hecho la mayoría de las veces no evoluciona mucho más lejos. Del grupo de scouts, pocos partieron al tercer mundo para una misión religiosa. Se continúa la vida sin ningún inconveniente y se olvida en el camino las acciones de juventud. Pero también está la otra opción, desatar una avalancha de compromisos sucesivos, que lleven a verdaderas apuestas vitales por parte del responsable de la acción. Esto conlleva una cuarta etapa, con dos elementos centrales: por un lado, un "programa de ajuste sociocognitivo", es decir, sensibilizarse considerablemente frente a los otros que necesitan alguna ayuda, al punto de no poder dejar de responder al llamado de los pobres; y por otro, un "programa de ajuste del comportamiento", es decir actuar cotidiana y sostenidamente en miras de mejorar su situación (11). En ese caso, los efectos de la primera acción sufrieron un efecto "dominó", activando una serie de predisposiciones que hacen que, al final, el sujeto se encuentre completamente comprometido con una situación de alta responsabilidad de sus actos y que se encuentre lejos de su punto de partida. La dinámica del compromiso en los cristianos revolucionario de los años 60, en Bolivia, se dio paso a paso: primero se identificó una gran sed de "servir a los demás"; luego se convirtió en un compromiso con los demás, y finalmente luchar por el socialismo. De los pequeños compromisos, se llegó al trabajo con las clases populares. En Néstor
Paz, el proceso se da con
mucha claridad. Empieza con una voluntad de ayudar a los demás
como
religioso. Luego esta tensión se transforma en servir a los
obreros,
y finalmente no puede sentirse bien con él mismo si no da la
vida
por los otros y si sus acciones, todas y cada una de ellas, no son un
mecanismo
para servir a los demás y por tanto a Jesús.
Néstor
es una encarnación del proceso del compromiso, que inicia con
una
inquietud religiosa muy grande y termina dando la vida por lo social. - La muerte como oportunidad para el heroísmo La muerte no es el fin, es el inicio. Así parecería comprender la lógica del héroe. Si el héroe está en la esfera de lo religioso, la manera de llegar a él, de atravesar la barrera, es viviendo la experiencia de morir. Morir por las ideas no es automático, es el resultado de una larga carrera que, en un momento dado, permite una decisión final. El resultado más importante de esta escalada sacrificial está en la muerte, dar la vida por el proyecto, "luchar hasta el martirio". Sólo se llega a ese lugar si el pasado ha sido fecundo en experiencias de entrega. El modelo cristiano revolucionario comprende la muerte como un momento sagrado especial, es una oportunidad para demostrar la coherencia y consecuencia con su fe. La muerte no se presenta a todos en el momento apropiado. En el período del principio de los años 70 en Bolivia, del colectivo cristiano progresista, Néstor Paz y Mauricio Lefebvre la encontrarán en circunstancias distintas, pero por motivaciones similares, lo que los convertirá en representantes emblemáticos de la experiencia global. Hemos visto que
para
los dos la muerte era
una posibilidad presente y real. Néstor se va acercando a ella
sistemáticamente,
y finalmente la asumirá como un camino, un paso hacia el
encuentro
con Dios, como una manera de mostrar la luz de su propuesta. En
él
podemos ver con mayor claridad la construcción de la muerte
heroica
como la concretización de una identidad deseada, el paso
más
importante en el cual se alcanza súbitamente tanto el sí
positivo como la búsqueda vital (la Tierra Nueva con presencia
de
Dios). La muerte, no importa si se logra ser héroe, de hecho es
el camino ineludible. Palabras de cierre En este apretado recorrido por las maneras de convertirse en héroe, hemos puesto atención especial a algunos elementos de un sistema simbólico que, en condiciones particulares, podrían desarrollarse hasta conformar un héroe cristiano revolucionario. No hemos tocado el contexto o elementos que podrían intervenir en la "activación" de las tensiones para llegar al heroísmo. Tampoco hemos abordado las dinámicas propias del sistema de sentido y/o la energía psíquica del sujeto que podrían influir en su transformación. Sin lugar a dudas, el proceso de transición y la conformación del héroe serán una complicada relación entre estos diferentes elementos, que empujarán al sujeto a la búsqueda de salidas particulares, y una de ellas será el heroísmo, entre tantas otras opciones. En la historia
del
heroísmo cristianismo
progresista, en Bolivia, se ha exaltado más la figura de Luis
Espinal
que la de Néstor Paz, o Mauricio Lefebvre, lo que responde a una
serie de factores. En todo caso, esto denota el rol que juega una
sociedad
en la reelaboración del hecho histórico,
construyéndolo
como un relato heroico. En el texto, nos hemos referido más bien
a las "disposiciones simbólicas" que en algún momento
pueden
evolucionar hacia el heroísmo, y no a las condiciones sociales
que
hacen que se construyan mitos, que sería otra entrada
analítica
que dejamos para trabajos posteriores. Notas 1. Véase nuestro texto Ser cristiano ¿es ser de izquierda? Sociología de las transformaciones simbólicas de los cristianos en los años 60 en Bolivia. Tesis doctoral en sociología, Universidad Católica de Lovaina, 2001. 2. Michel Walzer, De l'Exode à la liberté, Paris, Calam-Levy,1986: 177 (citado por MARTUCCELLI Danilo Martuccelli, Décalages, Paris, PUF, 1995: 61. 3. Enciclopedia universalis, 1989. París, tomo 11: 372. 4. Explica Umberto Eco que, en la imaginación popular, de Hércules hasta Peter Pan el "héroe está dotado de poderes superiores a los del común de los mortales. A menudo, la virtud de los héroes se humaniza, y sus poderes ultra sobrenaturales no son más que la realización perfectamente lograda de un poder natural, la astucia, la rapidez, la habilidad guerrera, la inteligencia logística y el sentido de la observación en su estado puro, que encontramos en Sherlock Holmes" (Umberto Eco, De Superman au surhomme, Paris, Grasset, 1993: 131. 5. Enciclopedia universalis, pág. 372. 6. Véase Daniel Fabre, "L'atelier des héros", en P. Centlivres, D. Fabre y F. Zonabentd (coord.), La fabrique des héros. Paris, Maison des Sciences de l'Homme, 1998: 233-318. 7. La dinámica del compromiso va en todos los sentidos. Las espeluznantes narraciones de los torturadores arrepentidos afirman que existe un proceso para convertirse en torturador. Primero se patea perros en la calle, y se los mata sin piedad. Luego, cuando ya se acostumbró al dolor animal, se procede a la ruptura de huesos de los presos, y para al final disfrutar del dolor ajeno expresado en gritos de desesperación que excitan al torturador en su labor. 8. En el estudio de Becker se muestra cómo, para convertirse en consumidor de marihuana, hay que atravesar por fases específicas: se empieza transgrediendo un sistema de normas que lo empuja a fumarla, pero luego viene el aprendizaje de apreciar los efectos del uso de la droga, para luego sentir placer con la sensación vivida. La última etapa de esta carrera de convertirse en un consumidor es cuando se ingresa y se es aceptado en un grupo de consumidores organizados. En ese momento, el grupo de outsiders se apoya y sostiene entre todos, y el individuo se siente completamente aceptado en la dinámica grupal (véase Howardm Becker, Outsiders. Étude de sociologie de la déviance, Paris, Métailié, 1985: 43-82. 9. Charles Kiesler, The psychology of commitment: experiments linking behaivor to belief, New York, Academic Press, 1971. 10. Jean-Leon Beauvois y Robert-Vincent Joule, La soumission librement consentie: comment amerer les gens à faire librement ce qu'ils doivent faire? Paris, PUF, 1998: 60. 11.
Tomamos la explicación
de Jean-Leon Beauvois y Robert-Vincent Joule, ibídem: 62.
Beauvois, Jean-Leon (y
Robert-Vincent Joule) Becker, Howard Eco, Umberto Enciclopedia universalis. 1989. París, tomo 11. Fabre, Daniel Kiesler, Charles Suárez, Hugo José Walzer, Michel |
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