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Introducción
Los seres humanos se identifican con el tiempo, de la misma forma que lo hacen con el espacio, convertidas ambas variables en trascendentes por los devotos de una religión determinada. En la política venezolana, las colectividades han asumido tanto al tiempo como al espacio, como si fueran protagonistas de una nueva religión. Con esto
iniciamos
el
recorrido a lo largo de la tradición etnopsicológica del
venezolano.
No se habla de un ser originario, prístino, si no de un sujeto
que
niega su condición étnica aborigen y africana, tratando
de
arañar otras realidades completamente ajenas, como la
ibérica,
o la sajona, identificadas de una manera errada por la oposición
política del gobierno de Chávez. 1. Las marchas como proceso cultural En este punto es necesario tocar el tema de las marchas de la oposición frente a las marchas chavistas, donde se arriesgan cada día las personas, lo que se ha convertido en moda, una moda donde los procesos de enculturación del niño y el adolescente se presentan de una manera agresiva, dañina. Bien sabemos que si al adulto le producen angustia, estrés, depresión, agresividad, en fin, altera los patrones normales de vida, a un niño, que aun no es capaz de controlar los desajustes anímicos, o a un adolescente que comienza a comprender los mecanismos mediante los cuales puede comenzar a comprender su razón de ser social, les ocasiona verdaderos traumas psicoafectivos. Las marchas
llenas
de
agresividad y nada pacíficas como sostienen los medios de
comunicación
social, han mostrado la otra cara de la moneda del ethos venezolano.
Una
identidad conocida como matrisocial (Hurtado 1998) es decir, necesitada
de
un Estado que mantenga a los individuos culturalmente, con sujetos
hijos
eternos del gran boom petrolero, que ahora comienza a resquebrajarse,
¿No
vislumbra también una necesidad enorme de cortar ese
cordón
umbilical? Pareciera que sí. 2. El tiempo ordinario como tiempo extraordinario Con este tema entramos a considerar el problema del ego-tempo, nos referimos aquí a un sujeto que ha convertido, el curso corriente de los tiempos en una festividad permanente, de lucha por la paz, por un lado, pero en el fondo, demuestra una necesidad de seguir manteniendo el control monopólico de los medios de comunicación y con esto, de las mentes. Una alienación más cruda, más fuerte, una necesidad de crear más angustia colectiva de la que el venezolano puede soportar, con el fin de que o bien Chávez salga del poder o se mantenga ahora mucho más firme, bajo las facetas de un dictador, un verdadero tirano, por mucho de que estemos lejos de esa realidad. Pero es que no hay proyecto democrático, dicen unos, y otros, es que hay un castro-comunismo, peor que Cuba. Ese tema cada vez más rayado, no lo tocaremos, lo que nos interesa aquí es destacar desde el punto de vista psicosocial, las variables culturales que deforman al individuo. En otras oportunidades se ha hablado de un ethos enfermizo, a nivel de lo académico (Martínez 2002), que funciona como realidad propia de una circunstancia cultural venezolana, por no arriesgarnos a aseverar esta situación a nivel latinoamericano, lo cual no deja de ser distante en lo atingente por ejemplo, a la forma de funcionamiento de los Estados Nación, configurados históricamente bajo esta particular geografía tan deseada por las naciones del primer mundo. Es así como
vemos
al sujeto, pero ¿a qué tipo de sujeto nos referimos?
Estamos
hablando de un sujeto devoto, el cual independientemente de ser
practicante
de una religión determinada, ha hecho del tiempo corriente un
tiempo
extraordinario, con una cultura caracterizada por sus innumerables
festividades
que ahora aborda inimaginables lugares para marchar y hacer grandes
caravanas
tipo mundial de fútbol, personas con banderas pintadas en sus
rostros,
de negro o de rojo, identificado con cada partido, que lucha por el
trofeo:
Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) o la Patria, es igual,
siempre
y cuando algo se gane, pero ¿Ganan realmente ellos, marionetas
del
gran circo político? Sabemos la triste repuesta. 3. La ansiedad como arquetipo colectivo Esa ansiedad que ha estado aflorando, desde incluso mucho antes que el presidente Chávez haya asumido el poder, viene heredándose como arquetipo colectivo, desde mucho antes de los momentos más violentos de finales de la década del 80 hasta la actualidad, pero son pocos los que mencionan las persecuciones de los años "democráticos". No, es que
aquí
no hubo persecución, aquí no mataban a los periodistas
como
ahora. Venezuela es un país alegre... tan alegre que nadie se
acordó
de presidentes como Medina Angarita, al cual no dejaron de entorpecer,
o
bien del uso político de intelectuales como Gallegos, ejemplos
hay
muchos en cada período presidencial. En el fondo somos un
país
ampliamente hipócrita, pues todos sabemos la verdad de los
dueños
del mundo, los dueños del país, se han enriquecido cada
vez
más y ahora, cuando en sentido criollo se hace una "movida de
mata"
comienzan a caer las frutas podridas que aun no han caído y que
infectan
al gran árbol, cuyas raíces culturales están bien
firmes
y cuyo desempolvo a los investigadores les cuesta tanto.
¿Será
que si se muestran, el árbol se cae o se levanta con más
firmeza
y esplendor? 4. Las armas, las estrategias y la historia No se trata de un presidente que hay que sacar de su silla, no. Se trata de una circunstancia que apunta hacia la adopción de un modelo económico social más justo, pero muy antagónico para ambos bandos. Grupos que, como condición histórica, deben valerse estratégicamente de un aparato ideológico, de un cuerpo militar o policíaco, bien equipado y además leal, y de personajes infiltrados que politicen la cotidianidad en todos sus aspectos: académico, sanitario, religioso, etc. En este sentido vemos cómo son acorralados los sujetos ya de por sí, alienados, (en tanto que participan de una cultura con instituciones determinadas), convirtiendo sus lugares de trabajos, de estudio, de esparcimiento en jaulas ampliamente hostiles. La guerra no se sabe exactamente cuando comenzó, no se puede precisar, pero existe mucho antes de que un personaje tan polémico como el presidente llegara al poder. Eran tiempos en los cuales se podía contemplar a una sociedad llena de descontentos sociales verdaderamente fuertes, la pobreza aumentaba y la discriminación, tanto hacia la mujer como hacia las poblaciones negras era cada vez más fuerte, recordemos, sujetos no aceptados en lugares nocturnos de los lugares mas High del este de la capital, lugares que existen en todas las grandes ciudades del mundo y a los cuales bien sabemos, se entra con una determinada vestimenta y pagando un alto costo monetario. Se podía contemplar también, casi igual como ahora o peor aun, cómo eran asesinadas poblaciones indígenas de manos de particulares afectos, como los dueños de aquellos locales, al gobierno de turno. Se daba el gran contrabando de droga, de alimentos o de ropa, proveniente de países vecinos, veíamos también casi como ahora, cómo los Estados Unidos imponían y justificaban sus guerras contra países más pobres, y Venezuela ahí estaba, dándole petróleo para sus aviones, para sus tanques de guerra, para lanzar sus misiles, incluso con capital humano, igual que ahora. Rememorar ese tiempo, no significa de ninguna manera decir que antes era peor, es dar cuenta de unos hechos que parece que se han olvidado, no se trata tampoco de cruzarse de brazos, no, pues ahora la rivalidad se convierte en credo, se recita como una oración cada vez que encendemos la televisión o leemos la prensa, nada objetiva en la mayoría de los casos. Analizando esta
situación
donde vemos a una América Latina convertida en un pueblo cada
vez
más despierto, con una juventud cada vez mas crítica,
incluso
aunque muchos catedráticos sostengan que en su época,
veinte
años atrás, fue mejor, vemos qué tan productivo ha
sido
todo este tiempo, incluso para Colombia, Brasil, y hasta la misma
Argentina,
por citar otros ejemplos, a parte del venezolano. 5. Los estudiantes y el proceso revolucionario Por otro lado, es cierto que muchos estudiantes se han preocupado por no involucrarse en este juego de la vida, si bien se puede llamar así. Pero al verse involucrados directamente con el proceso, un proceso obviamente de cambios, por más que unos quieran decir que no es revolucionario. Un proceso de tal magnitud que el futuro es tan cuestionado por estos sujetos académicos, que no han dejado de lado su forma de luchar, convirtiéndose en promotores activos, no tanto porque unan esfuerzos por volver a sus salones de clase, sino que hacen de sus casas verdaderas academias, incluso con más entusiasmo, que un día corriente en la Universidad, esto es mantener un espíritu en contra de aquellos que luchan por sus poderes. ¿No será que estos sujetos aprendieron que el estudiar es un poder? Cuando se analizan estas variables, la variable esfuerzo frente a la variable huelga, como antagónicas e interdependientes, como los polos eléctricos, nos damos cuenta que los procesos revolucionarios han nacido gracias a los descontentos, como condición natural, pero también, los procesos revolucionarios, al mantenerse fieles a sus ideales ocasionan cismas culturales verdaderamente enormes. Esto se ejemplifica por ejemplo, cuando el ser humano quiere cambiar algo, ese algo se mantiene por instantes o por largos momentos temporales en su interior, se mantiene latente, cambian sus hábitos, pero el inconsciente siempre mantendrá oculto aquellas intenciones, esas acciones que quizás nunca afloren o florezcan en un momento inesperado, bien sea en sueños, bien sea en la realidad, cuando habla con alguien de pronto las imágenes incomprensibles vendrán a su memoria, a veces bajo la forma de temor, pues el que deja de realizar una acción que considera dañina tiene miedo de volver a caer en el vicio. Con esto ilustramos que el nuevo rico, al cual le ha costado tanto salir del barrio teme enormemente volver a su condición inicial, esta situación se llena de mucha angustia. De igual forma en que el estudiante teme atrasarse no a nivel temporal, sino más bien, intelectual, teme no ser alguien, ver limitadas sus posibilidades de ser un profesional, más aun cuando sabemos que dentro de esta circunstancia política difícilmente puede estar tranquilo, con posibilidades de concentración limitadas, con la politización más aun de lo que están los ambientes académicos. El estudiante ha
visto
como está tan politizado este ambiente que se ha dado cuenta
cómo
forma parte de esta máquina, de este proceso que no podrá
detenerse
hasta que ambos bandos consigan lo que desean: La destrucción
del
otro. 6. Las justificaciones Entonces consideremos en este punto, por qué sostengo que la política se ha vuelto una religión, pues a. Se han vuelto
vulnerable
los fieles a un ideal específico. Quizás estas cinco categorías no son suficientes, pero sirven para sostener que el egoísmo humano siempre aflora, por eso las guerras, las sectas, cuyo fin último es la salvación, por eso, el terror del acoso. ¿No será más bien que el egoísmo es una forma de teología?, Pues si teología es el estudio de las manifestaciones de Dios, pero en el fondo Dios les pertenece a unos y a otros no, y un credo es más importante que otro y una religión conduce a Dios y otra no, entonces, también pasa con la política un partido político conduce al bienestar y otro no. ¿Qué sucede con el relativismo cultural puesto tan de moda y tan poco practicado por los investigadores?, ¿Qué sucede con el problema de la diversidad cultural, por qué no se tolera en un ámbito tan concreto (y para otros tan ambiguo) como el de la política venezolana? Confieso que quizás no es tan prudente hablar de la política como religión, cuando más bien son dos ámbitos muy interdependientes, pero me atrevo a sostener que la metáfora sirve apara ilustrar una condición cultural propia que muy pocos han logrado abordar. De tal manera, que lo que intento, al igual que muchos otros venezolanos, es conocer el proceso propio de reflexión sobre esta circunstancia que nos atormenta tanto. Desde finales de
1800,
luego de la Guerra Federal, hemos vivido esto, y no es por justificar,
pero
culturalmente es necesario, veo la necesidad de afrontar este proceso.
No
se trata de quien venza, se trata de abrir paso hacia un sistema
político
más acorde a nuestra realidad, a la necesidad de vivir ese mito
de
país alegre, de país rico, no sólo a nivel
material,
sino también a nivel espiritual. 7. La moda en la política La moda es un fenómeno económico y nada cultural, o más bien al principio cultural y luego meramente económico. En este sentido, retomando lo señalado al principio de este artículo, las marchas han servido para que ambos bandos políticos puedan medir sus grados de influencia social, un fenómeno en el que la oposición se esfuerza por inculcar el espíritu de un proyecto mucho más neoliberal que el de Chávez, pero demuestra la ausencia de un partido como tal, lugar que es aventajado por el de la Quinta República, al cual está inscrito el oficialismo. La marchas,
afloran
una
moda, una indumentaria, unos colores, unas consignas y eslogan
específicos,
y por otro lado, mueven un capital inestimable, de la misma forma que
las
religiones consiguen de sus fieles el pago de un precio
específico. Conclusiones El proceso por el cual atravesamos los venezolanos ha demostrado que, de la misma forma en que se funda el egoísmo entre los hijos de Dios, sucede entre los hijos de la Patria, usando tanto el nombre, como las consignas de nuestro héroe cultural, Simón Bolívar, a diestra y siniestra. La política venezolana, convertida en religión, deberá valerse de los mecanismos de control cultural existentes, para alcanzar la armonía que profesan cada uno de sus fieles. Espero que con esta líneas podamos comprender la necesidad de tomar conciencia, del diálogo, de la necesidad de ver a través de la mirada analítica estos procesos y usar las metáforas más idóneas, para tratar de mostrar al mundo algo tan natural en las culturas como son las explosiones sociales, pero también la capacidad para canalizarlas. El tiempo sana,
es
cierto,
pero también el mantener latente una enfermedad, como lo es la
confrontación humana, convertida en paranoia cultural no
canalizada, destroza.
Badillo, León Geertz, Clifford Hurtado, Samuel Martín, Gustavo Martínez, Benjamín |
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