F.
Xavier Medina:
Vascos en Barcelona.
Etnicidad y migración vasca hacia Cataluña en el siglo XX.
Vitoria-Gasteiz, Eusko Jaurlaritza
/ Gobierno Vasco, Colección Urazandi, nº 5, 2002: 322 páginas.
Por:
Jordi
Bou i Ros
La migración es uno
de los fenómenos más constantes en la historia de la humanidad,
que podemos constatar desde sus primeros momentos. Y debemos otorgar a
este hecho el principal motor del desarrollo de la propia sociedad,
gracias
a la interacción creada entre los conocimientos y la cultura de
los individuos autóctonos con los recién llegados. Cataluña
-y sobretodo la ciudad y el área metropolitana de Barcelona- es
uno de los principales centros receptores, que concentran el mayor
número
de migrantes dentro del estado español a lo largo de su
historia,
y especialmente durante los siglos XIX y XX.
Una de estas comunidades
de procedencia, aunque ni mucho menos la más numerosa, ha sido y
es la procedente del País Vasco. Un grupo que ha dejado, a pesar
de todo, una profunda huella en la propia sociedad pluricultural que es
hoy Cataluña; pero que también ha influido, de una forma
muy significativa, a que en Euskal Herria se conozca hoy mejor
la
realidad catalana. Hasta
hoy, los estudios sobre la presencia de los vascos en Cataluña habían
sido casi nulos y, los pocos existentes, basados principalmente en el
período
de la Guerra Civil española. Hacía falta aún una obra
ambiciosa que nos acercara a la realidad actual de una comunidad con
una
fuerte concepción de ser. Una obra que nos ha llegado recientemente
de la mano de F. Xavier Medina, antropólogo catalán de origen
vasco que ha centrado su estudio en dibujar un mapa de los vascos en la
diáspora catalana. Fruto de su tesis doctoral -que recibió,
por cierto, el Premio Andrés de Irujo del Gobierno Vasco
en el año 2002-, esta obra es la primera investigación de
relieve y en un sentido amplio sobre la diáspora vasca en
Cataluña.
El autor inicia su investigación
a partir de plantearse críticamente una cuestión básica:
¿qué es ser vasco? a la cual añade posteriormente
¿qué es ser vasco en Barcelona? Precepto éste de difícil
definición, ya que hablamos de un sentimiento poco homogéneo
ni claramente descriptible. Pero sí que pueden dibujarse en ciento
modo ciertos matices de este concepto desde una perspectiva grupal, de
personas del mismo origen o que se autoidentifican bajo un carácter
común. Basado en una importante cantidad de materiales recogidos
en entrevistas directas y en un importante trabajo de campo de varios
años
de duración, los resultados se plasman en un interesante estudio
antropológico.
El libro se divide en tres
partes temáticas diferenciadas, aunque claramente interrelacionadas.
En la primera de ellas, el autor presenta un análisis teórico
y metodológico sobre la etnicidad, su difícil construcción
y la trayectoria del concepto dentro del campo de la antropología
social; un análisis que marcará teóricamente la construcción
posterior del libro. Una aportación importante: la definición
de etnicidad, en tanto que construcción identitaria de carácter
primario (identidad de origen) consciente y claramente reivindicada por
los miembros del grupo. Una etnicidad que, desde esta perspectiva, no
es
totalmente inaprensible, sino que se expresa por medio de diferentes
“diacríticos”
identificadores que los miembros del grupo consideran como definidores
de su singularidad. Más adelante, en otros capítulos del
libro, el autor nos muestra un desarrollo más amplio de estos
identificadores,
aplicados al caso concreto de la migración vasca: alimentación,
lengua, religión, deporte, música...
La segunda parte se centra
en mostrarnos una (breve, tan sólo en un capítulo) visión
historiográfica sobre los vascos residentes en Cataluña a
lo largo de gran parte del siglo XX; una historia, aún hoy, repleta
de claroscuros desde el punto de vista tanto histórico e
historiográfico.
Al ser el autor de la obra antropólogo de formación, y no
historiador, la lectura desde este capítulo desde un punto de vista
estrictamente historiográfico puede parecer descompensada en relación
con el resto del libro. Ello no implica que el autor no haya llevado a
cabo una importante labor de archivo y hemerográfica, lo cual se
pone de manifiesto a lo largo de toda esta parte del libro. Sin
embargo,
no es una interpretación historiográfica en un sentido estricto
lo que el autor busca, sino la base temporal para la construcción
de lo que él define como “historicidad”: una memoria histórica
-real o mítica, en cualquier caso construida- seleccionada por y
relevante para los miembros del grupo; memoria que formará parte
integrante de la construcción y de la reivindicación de la
etnicidad que constituye el hilo argumental de todo el libro.
En la tercera parte, que
es en sí el auténtico cuerpo del estudio antropológico,
el autor se centra en ir desgranando, uno por uno, todos los elementos
que forman en si lo que podemos denominar el frasco de la esencia de la
etnicidad, de lo vasco. Los elementos de unión y de relación
de todos aquellos que se sienten parte de un cuerpo vivo, y que no
olvidan
“sus raíces”. Unos elementos que bajo la forma de aspectos como
el deporte, la música, la lengua vasca, la gastronomía -con
el auge, por ejemplo, de la restauración vasca en la ciudad de
Barcelona-,
etc., reflejan una manera de leer la etnicidad que manifiesta una forma
de ser y de pensar diversa, aunque en cierto modo cohesionada, que
contribuye
a dar una forma concreta a una identidad siempre en movimiento.
El estudio resalta, asimismo
(dedicándole todo un apartado), la importancia que ha tenido y que
tiene la Euskal Etxea, la casa vasca, como elemento aglutinador de los
vascos en Barcelona. Desde su nacimiento como el Solar Vasco-Navarro,
ya
en el siglo XIX, la Euskal Etxea se ha convertido en el centro
asociativo
de los vascos -y vascófilos- residentes en Cataluña. Pero
a la vez también ha realizado, y realiza, el importante papel de
ser nexo de conexión, en estos momentos donde la información
tiene la velocidad de la luz, no sólo con el País Vasco,
sino también con todos los vascos de la diáspora alrededor
del mundo.
Presentamos aquí un
libro denso -el hecho de ser resultado de la adaptación para la
publicación de una tesis doctoral no ayuda en exceso a la agilidad,
especialmente en los primeros capítulos-, y ampliamente crítico;
de lectura interesante y, conforme más avanzan los capítulos
y más se centra en los resultados del amplio trabajo de campo
realizado,
más amena.
Un capítulo especialmente
atípico -y recomendado por su planteamiento original- es, quizás,
el último, de conclusión, en el cual el autor realiza una
apuesta tan crítica como arriesgada: no ser él quien explique
la conclusión del libro, sino que sea uno de los informantes del
mismo, de quien se publica una buena parte de la transcripción de
una entrevista, quien dé las respuestas que el autor se plantea.
A través del mismo, el lector se sumerge junto con el informante
y el antropólogo en la clara dificultad de explicar el argumento
del libro: “¿qué es ser vasco?”, de intentar verbalizar aquello
que tiene difícil explicación, de adentrarse en el laberinto
de una identidad construida pero esquiva, confusa. Como la vida misma.
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