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Introducción El objetivo de este trabajo es analizar los primeros resultados del trabajo de campo que realizamos para nuestra investigación de tesis cuyo tema versa sobre producción familiar en el sur de la provincia de Santa Fe -Argentina- en el último tiempo, particularmente a través del análisis de productores lecheros. Para esto dividimos esta comunicación en dos partes; una primera dedicada a presentar algunas de las discusiones sobre la problemática de la producción familiar para, a partir de ellas, "leer" los datos surgidos de nuestro trabajo de campo. Claro que durante este recorrido surgieron nuevas preguntas en torno a la presencia -o no- de productores familiares en el caso que estamos trabajando. Probablemente el hecho de que ellos mismos se reconozcan como tales en el discurso invitó a indagar acerca de este fenómeno tan trabajado por los estudios sociales agrarios. Por último, dejamos un apartado final destinado a reflexiones que no harán más que recuperar lo trabajado en el informe intentando organizar nuestra percepción sobre la producción familiar y la utilidad teórica de este término para investigaciones futuras. Primera
parte Nuestro trabajo se basa, fundamentalmente, en el clásico trabajo de Archetti y Stölen (1975). El sugestivo análisis que estos antropólogos hacen a partir de los postulados de Chayanov y Marx dan el puntapié inicial al recorrido teórico que sigue. La pregunta acerca de cómo definir conceptual y operativamente "producción familiar" (1) es verdaderamente un nudo para los estudios sociales agrarios. Así, las variables que ayudan a precisar el término a veces resultan excluyentes y otras no tanto. El citado texto abona esta discusión y parte por definir algunos elementos presentes en el análisis del conocido agrónomo ruso, Chayanov. Para este último, el trabajo del campesino -punto desde donde parte su razonamiento- cumple un estricto rol de satisfacción de necesidades. Los mecanismos económicos de estas unidades con mano de obra de tipo familiar se visualizan a partir de una dimensión subjetiva, "la intensidad del trabajo", que supone -como claramente lo explican Archetti y Stölen- autoexplotación del trabajo familiar. Así explica Chayanov -en la particular coyuntura que analiza- cómo el descenso de precios se continúa con un aumento sostenido del trabajo y la producción en los campesinos, constituyéndose esto como un comportamiento "típicamente no capitalista". Marx, por su parte, dirá que aunque los campesinos tienen existencia real en el mercado -ya que participan de él como compradores y vendedores- esta situación tiene también un claro objetivo de satisfacción de necesidades y no la mera posibilidad de acumulación del capital. Sería entonces un tipo de producción mercantil simple. Si para Marx, el límite de la condición de campesino aparece desde un punto de vista económico y marcado entonces por el salario, para Chayanov, la lógica es un análisis micro y el límite es la superexplotación de la fuerza de trabajo familiar (Archetti y Stölen 1975). Otros análisis posteriores entre los que estos autores destacan a Engels y Lenin, consideran que el principal criterio para definir a un campesino es la presencia de trabajo familiar, de allí que pueda estratificarse esta clase. Archetti y Stölen ponen nuevamente en discusión este argumento desde la lógica de Chayanov y mencionan "Lo principal en la definición de campesino no es que accidentalmente vendan o no su fuerza de trabajo sino que no acumulan capital. Esto es así en Marx y en Chayanov" (Archetti y Stölen 1975: 117). Para un autor como Calva (1988) el campesino patriarcal se transfigura a imagen y semejanza del régimen burgués de producción. Calva indagará respecto de este "nuevo" campesino: el campesino mercantil. La pregunta rectora es "¿El campesino mercantil sería un pequeño burgués?" Según la lectura de Calva, habría dos conceptos diferenciados: el de pequeño capitalista y el de pequeño burgués. El pequeño capitalista aún trabaja directa y regularmente como obrero manual. Es para Marx la etapa de subsunción formal del trabajo en el capital, que sólo presupone pequeños capitalistas que poco se diferencian del obrero mismo. Es interesante que "si el pequeño productor mercantil simple puede obtener un ingreso mayor que el asalariado por el mismo tiempo de trabajo es precisamente porque trabaja para sí y no para el capitalista; y este privilegio respecto del asalariado lo debe a que es propietario de los medios de producción" (Calva 1988: 492. Énfasis nuestro). Se trata de una forma embrionaria del proceso capitalista de producción como forma inacabada del mismo. Pequeño capitalista y pequeño burgués suelen confundirse. Pero esta cuasi identificación no es estrictamente exacta. Todo pequeño capitalista es un pequeño burgués pero no todo pequeño burgués es un pequeño capitalista. La categoría pequeño burgués no implica, a diferencia de la de pequeño capitalista, la presencia de trabajo asalariado; esto es, el pequeño burgués no aporta su mano de obra en el proceso productivo. En esta categoría entra toda clase de producción independiente para el mercado. El marxismo no inventó estas categorías (el autor hace una génesis histórica de ellas verdaderamente específica) lo que hizo fue imprimir a los conceptos un contenido histórico universal preciso a partir del lugar ocupado por las clases en el proceso productivo de formaciones sociales determinadas. En términos generales, podemos decir que para hablar estrictamente de campesinos debemos pensar en la presencia y más bien predominio de trabajo familiar y -fundamentalmente- la total ausencia de acumulación progresiva del capital. En el trabajo de campo realizado por Archetti y Stölen en Santa Cecilia en la provincia de Santa Fe, los productores se acercan y a la vez se alejan de estas características. Esto es, de los campesinos mantienen el trabajo doméstico como determinante; de los capitalistas el uso esporádico de mano de obra asalariada y allí entonces el límite de Marx y algunos marxistas a la economía campesina. Pero estos productores santafesinos, no son campesinos a pesar de poseer algunas de estas características porque un campesino no acumula capital y un colono queda no obstante, con cierto excedente. La pregunta es entonces, si acumula capital, ¿Cuál es la condición que lo diferencia del capitalista? "La economía capitalista se caracteriza por la ausencia de trabajo doméstico en el proceso productivo" (Archetti y Stölen 1975). Ellos prefieren llamarlos farmers: "Un 'farmer'(...) es un productor que combina trabajo doméstico y trabajo asalariado y que acumula capital, lo que permite, en un lapso significativo, ampliar el proceso productivo aumentando la productividad del trabajo" (Archetti y Stölen 1975:149. El subrayado es nuestro) y por eso el tan sugerente subtítulo "El colono: ¿campesino o capitalista?". A su vez, estos autores también destacan la problemática de la herencia. Es sabido que en las explotaciones con características familiares las figuras de padre e hijo cobran particular importancia. Así, el traspaso y la reproducción de las tareas se organiza según el ciclo de la familia (2) como también aparece en Mascali (1990). Por su parte, una autora como Bardomás (2000) menciona que existen algunos elementos característicos de la producción familiar: en principio la participación directa del productor y su familia en las labores del campo y en este sentido, la no utilización de trabajo extra familiar en cuanto a la presencia de un administrador o personal técnico específico. Por último, existe en estos productores una capacidad positiva de ahorro (Bardomás 2000: 67). Esta autora agrega además que la organización de la producción se diferencia de la de tipo empresarial dado que la participación del propietario se produce en forma directa en la organización y -muchas veces- en la reproducción de las tareas, como veremos que ocurre en los productores lecheros que hemos consultado. El análisis de Bardomás también marca el problema de la herencia. Esta autora llega a la conclusión -a través de un vasto análisis de las trayectorias familiares (3)- de que las relaciones domésticas y los mecanismos típicos de mercado no están necesariamente contrapuestos. Además, y clave en nuestra opinión, "los modelos de familias y sus relaciones no son reproducidos totalmente por relaciones capitalistas de producción" (Bardomás 2000: 85). Este tópico también aparece en Jervell (2000). Estos autores se preguntan ¿El termino explotación familiar tendría sentido si no existiera un alto grado de transferencia intergeneracional? y ¿Acaso la fuerza de la explotación familiar como institución descansa en el trabajo familiar o es el lazo de la propiedad el factor crucial de su supervivencia? (4). Aunque estos autores están trabajando sobre Noruega, es interesante retener de este trabajo algunos de los elementos teóricos por ellos mencionados para dar cuenta de la persistencia de la producción en el capitalismo avanzado. Así, ellos entienden que esto se debe a la combinación de mecanismos económicos con normas culturales, la herencia podría funcionar, a nuestro criterio, como una de ellas. Por último, otro de los conceptos que se trabaja para comprender mejor las transformaciones sobre la producción familiar es el de pluriactividad. En Craviotti (2002) encontramos que -en un sentido amplio- este concepto da cuenta de la "combinación de la ocupación predial agropecuaria con otras ocupaciones, llevadas a cabo dentro y fuera de la explotación" (Craviotti 2002: 93). Como ya mencionamos, tampoco hay aquí una visión unívoca sobre este fenómeno tan presente en la producción agropecuaria argentina. Un elemento que nos parece muy importante destacar es el lugar dónde quienes trabajan esta temática ponen el eje. En palabras de Craviotti, existe cierto acuerdo en considerar a la familia y no al productor como central en el análisis. De hecho, "(...) una cuestión es considerar la reproducción del hogar, en donde inciden el conjunto de ingresos y actividades y, otra distinta es evaluar el impacto de las actividades externas sobre la estrategia productiva predial, en donde resulta pertinente diferenciar cuáles son los miembros que la ejercen" (Craviotti 2002: 96). La misma autora menciona que, por ejemplo, la fuente censal en nuestro país subestimaba los impactos de la pluriactividad no registrando las ocupaciones extraprediales de otros miembros de la familia (Craviotti 1999: 96). Aunque parece ser muy fuerte la presencia de pluriactividad como un recurso económico para la obtención de mayores ingresos y en muchos casos, como estrategia de supervivencia de la producción familiar, también es importante reconocer que un sinnúmero de razones extraeconómicas pueden influir en la decisión de combinar actividades acercándose de alguna manera al análisis de Jervell (2000). Como leemos en Craviotti, cuando se realizan análisis micro queda en evidencia cómo cierta individuación de los miembros familiares también modifica el escenario de los productores pluriactivos (Craviotti 2002: 97). Sin embargo, cuando la presencia en la explotación se mantiene a modo de "hobby" pierde relevancia para el estudio de la pluriactividad dado que es "irrelevante desde el punto de vista del empleo del tiempo y la conformación de los ingresos" (Craviotti 1999: 95 y 96). Por último queremos destacar la importancia de conocer esta problemática para la elaboración e implementación -exitosa- de políticas públicas orientadas al sector agropecuario. En el caso de Alemania y Noruega se destacaron políticas que favorecieron este fenómeno en áreas donde no predominaba la actividad agrícola con un objetivo de diversificación económica (Craviotti 1999: 100). En América Latina la disyuntiva central parece ser la solución a los problemas de la población rural desde lo puramente agrario excluyendo a otros sectores de la economía. Sin embargo, la idea de integrar problemáticas pero también soluciones aparece como clave desde una visión que recupera un enfoque diversificado del desarrollo rural y en consecuencia, la elaboración de políticas en esa línea: "la preocupación por enfatizar el potencial de las actividades rurales no agrarias quizás impide apreciar que ambos enfoques del desarrollo no son necesariamente contradictorios, sino complementarios, aún en las propias zonas marginales, donde existen actividades agrarias viables pero con otros limitantes que se relacionan con la estructura agraria de esas zonas" (Craviotti 1999: 199). Para finalizar diremos que este breve recorrido nos permite marcar aquellos elementos teóricos con los que trabajaremos en el análisis de las entrevistas que sigue. En síntesis, elegimos para trabajar, tres ejes: -Uno más general que podríamos denominar la penetración del capitalismo en el agro que se evidencia de alguna manera en la discusión campesino-colono-capitalista y la recuperación del término "farmer" en palabras de Archetti y Stölen avanzado ya el modo de producción capitalista en el agro. -Otro eje está más ligado al problema antropológico de la vigencia de la herencia y la transferencia intergeneracional como factores cuasi-determinantes de la permanencia de las actividades agropecuarias en la familia que hacen, no sólo a una fuente de recursos sino a formas y estilos de vida que se recrean en estos nuevos contextos. -Por ultimo, aparece el fenómeno de los productores pluriactivos. Ciertamente no es un tema en el que hemos avanzado mucho en las entrevistas. Sin embargo, el relato de algunos productores da cuenta de ciertas cuestiones a las que referíamos con el trabajo de Craviotti (2002) y de allí, la importancia de su incorporación en el informe, al menos como tema pendiente. Segunda
Parte En la primera parte de este trabajo hemos recuperado los elementos más teóricos en torno a la producción familiar para leerlos a la luz de entrevistas en profundidad que realizamos para nuestra investigación. Hemos elegido trabajar la cuenca sur de la provincia de Santa Fe, ubicada en el corazón de la zona más fértil de la Argentina y, en particular, el caso de uno de los departamentos con mayor peso productivo en el área: Iriondo, situado al sur-este de la provincia de Santa Fe en Argentina y constituido por 12 localidades entre las cuales Totoras se cuenta como la principal en términos de producción láctea (SAGPyA 1996). En cuanto a la metodología de análisis, diremos que ésta es preferentemente cualitativa y en consecuencia hemos realizado al momento entrevistas personales y en profundidad a diferentes productores de nuestra zona de análisis. En el caso seleccionado, todos los productores entrevistados forman parte de una larga tradición de tamberos, hijos de inmigrantes españoles e italianos, que comenzaron con la actividad alrededor de la década del cuarenta. En términos generales, ellos se auto-califican como "productores familiares" encontrando en los orígenes de la actividad familiar esa característica. Esta percepción no estaría en el discurso tan ligada a la condición de trabajo familiar existente en las explotaciones sino a la existencia de una producción de tipo artesanal, es decir, en tambos chicos (entre 800 y 1000 litros de producción diaria) con venta a alguna fábrica chica o elaboración propia de quesos. La condición de traspaso intergeneracional de la actividad tiene un peso determinante en la percepción subjetiva que los productores manifiestan sobre ella y que representa, en nuestra opinión, un factor también determinante en las estrategias que estos sujetos llevan a la práctica para la reproducción de la actividad. En los últimos años, dado que se trata de un sector poco regulado y con precios pagaderos a los productores muy bajos, ha habido un gran repliegue a la agricultura, especialmente a la soja, cultivo muy rentable en el último tiempo. En nuestro caso de análisis es muy interesante observar como las opciones para mantener la actividad eran cuasi polares: el aumento sostenido de la producción ("a lo Chayanov") o la reducción total de la misma para dejar la mayor parte de la explotación dedicada a agricultura, sin dejar el tambo. Algunos fragmentos de las entrevistas destacan esto: "y como lo nuestro es una explotación familiar, trabajábamos mucho más y nos medíamos en todo lo que es gastos, tratábamos de no meternos en el banco, de cubrir, de llegar y no hacer inversiones. Por eso yo creo que se ve mucho la inversión ahora porque la gente estuvo esperando para no meterse en deudas". "Yo porque hacia agricultura entonces con la soja aguantaba las vacas. Pero no porque el tambo me diera rentabilidad. Lo que pasa que vos para desarmar un tambo en un día lo desarmas, y para arrancar con un tambo yo te puedo decir que te lleva seis años, para vos decir hoy tengo un tambo en marcha". "Yo
automáticamente tuve que empezar a achicar el tambo porque sino me
fundía, y entonces tenía que
buscar una alternativa". "Para dedicar espacio a otra producción alternativa. Tenía que reducir espacio, porque lo que cobraba yo directamente perdía". "Sin abandonar el tambo, achicamos un poco el tambo, hicimos más soja, hicimos descartes, en ese momento no teníamos tanta reposición, entonces lo podíamos hacer".. "Y yo creo que fue poner un poco en cada canasta. Hacer un poco más de soja, hacer un poco menos tambo". Volviendo al problema de la transferencia intergeneracional, es importante mencionar que no obstante la alta valoración del tambo, la problemática de "extinción" de esta actividad por múltiples causas atraviesa esto yendo más allá: la -digamos- esperanza de vida limitada de la actividad láctea que todos los productores han manifestado se relaciona con -precisamente- un freno a esta condición de traspaso intergeneracional que estructura en sí su valoración, muy ligada -por otra parte- a la desviación hacia otras actividades (no agropecuarias) en las trayectorias individuales de los miembros de la familia del productor. Algunas de las referencias hechas por nuestros entrevistados manifiestan esta posición: "Y es más fácil encarrilar a los hijos por el lado de comprar cosechadoras, fumigadoras, sembradoras y salir a trabajar a afuera". "Mirá, la gente que se fue de la actividad, mucha gente se fue porque no tuvo nadie que la siga, viste, por un lado y otros por el tema del (…) Pero si… yo el principal factor fue gente que no siguió, no se dedicó, o sea, los hijos o los nietos no siguieron en la actividad, viste". Entonces, este quiebre en la transferencia de la actividad está instalado en los productores como una problemática de corto y mediano plazo ya que no sólo estaría poniendo en riesgo la permanencia de la actividad en la familia sino también la "supervivencia" misma de la actividad en la zona según lo relatado. En este sentido, la ausencia de familiares e "interesados" ajenos a la familia en la actividad (que aparecerá también frente a las dificultades en la oferta de mano de obra) son dos elementos que hablan de la realidad de los tamberos de la zona reflejados en el nuevo fenómeno del límite a la transferencia intergeneracional. Estos tamberos serían entonces el punto de llegada de una larga trayectoria iniciada en la década del cuarenta. La gran mayoría de los productores consultados (5) se hace cargo de la organización de la explotación en forma directa o en todo caso, junto a un familiar, generalmente un hermano varón -aunque la presencia de mujeres en la actividad es importante, sobre todo en las tareas del tambo concretamente- o el padre, que está organizando su retiro. En cuanto a la reproducción de las tareas en la explotación, algunos productores trabajan con su familia. Con la excepción de tres de los productores consultados, los restantes son productores y propietarios en su explotación y a su vez, tienen un "tambero" que aparece como lo más común en la zona de análisis. Ciertamente, las tareas que requieren mayor calificación son realizadas por el productor y su familia. A continuación presentamos fragmentos de entrevistas que creemos dan cuenta de esto último: "él [se refiere al tambero] trabaja sólo con su familia. Nosotros hacemos todo el otro trabajo, inseminamos, hacemos tacto, sembramos, aramos, desmalezamos, hacemos rollo, todo". "el mediero tiene que encargarse de ordeñar, criar los terneros en estaca hasta 60 días, después los criamos nosotros y hacer los boyeros eléctricos y cuidar el empaste en las épocas que hay y no mucho más... las vacas secas que pertenecen al tambo también, ahora la ración, todo eso, lo único que hacen es la mano de obra". Como decíamos en las referencias teóricas, el fenómeno de la pluriactividad está de alguna manera pendiente ya que no contamos con suficiente información como para realizar un análisis. De hecho y haciendo referencia estricta al término, sólo uno de los productores que hemos consultado podría considerarse pluriactivo en cuanto su actividad de mayor ingresos es efectivamente el tambo pero a su vez también trabaja en una empresa de biogenética en el departamento de ventas y su clientela se encuentra -no ingenuamente- entre los productores de la zona. Sin embargo, no podemos hacer mayor referencia a este fenómeno que ha aparecido en forma más bien residual pero que creemos latente ante el avance de la investigación como ya mencionamos. Algunas reflexiones finales Es posible decir que el gran interrogante que guió este breve trabajo fue ¿Son productores totalmente familiares los tamberos del sur santafesino? Ciertamente no tenemos aún la respuesta, pero algunos elementos que hemos trabajado nos orientan a una potencial respuesta afirmativa, al menos en parte, a nuestra pregunta. Los productores que hemos consultado son varones, entre los cuarenta y sesenta años de edad y han heredado la propiedad total o parcial de la explotación actual como así también los saberes culturales implícitos en las tareas del tambo, actividad que además describen como "muy sacrificada" pero por la que expresan un fuerte lazo afectivo. Algunos nos decían: "El productor que llegó le encanta la actividad. El caso mío, nuestro y de muchos más, estaríamos horas hablando de nuestras vacas, amamos esta actividad". Por otra parte, la gran mayoría de ellos se hace cargo en forma directa de la explotación secundados por integrantes del hogar. Muchas veces no toda la familia trabaja en el campo, pero sí una parte. Habiendo mano de obra de tipo familiar, existe también personal asalariado en la explotación además del mediero. Con lo cuál, y volviendo a Archetti y Stölen, habría aquí una combinación de trabajo familiar y asalariado. Si consideramos la acumulación de capital, estos productores no pertenecen a un modo de producción mercantil simple, tienen de hecho posibilidad de acumular capital. En principio, podríamos encuadrarlos como un tipo más de "productores familiares capitalizados". Sin embargo, y con lo recorrido hasta aquí, lejos estamos de afirmar lo anterior con tanta certeza. Además, como recuperan Archetti y Stölen de Touraine "Las tipologías duran lo que dura una rosa en el agua, ni más ni menos". Entonces, lo que si nos interesa conocer en profundidad es la caracterización sociológica de estos productores que -hasta ahora- seguirán siendo familiares. Notas 1. Preferimos utilizar el término "productor familiar" y no "agricultor familiar" directamente, ya que los materiales sobre los que surgieron estas reflexiones son entrevistas en profundidad a productores lecheros principalmente. 2. Archetti y Stölen mencionan que se la fase de reemplazo no se concreta suele haber disputas y tensiones en el circuito familiar sobre todo ante la transmisión de la propiedad de la tierra (1975: 163). 3. El trabajo se organiza a partir de historias de vida en productores del partido de Saavedra en la provincia de Buenos Aires en Argentina. La autora hace un profundo análisis desglosando la problemática de la herencia a partir de las trayectorias familiares. Tomamos aquí las conclusiones generales de su trabajo. 4. La traducción es nuestra. Las referencias son de la primera parte del artículo. 5. Estos productores tienen en propiedad la mayor parte de la tierra que conforma la explotación. No obstante, muchos han sumado a ella tierras en arriendo. Referencias bibliográficas Archetti,
Eduardo (y Kristi Anne Stölen) Bardomás,
Silvia Calva,
José Luis Craviotti,
Clara Jervell,
Anne (y otros) Mascali,
Humberto |
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