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Introducción La nación ha sido uno de los conceptos más debatidos en los últimos dos siglos y sigue siéndolo hoy, cuando la globalización y el transnacionalismo hacen que debamos repensar esta vieja, pero no menos actual, categoría. El desarrollo de organismos supranacionales y transnacionales, el resurgimiento de los nacionalismos y las propias prácticas transnacionales desarrolladas por actores de diverso tipo ponen sobre la mesa los límites de nuestras interpretaciones y el hecho de estar, quizás, pensando fenómenos nuevos con viejas categorías. En este artículo (1) me quiero ocupar de uno de los debates posibles en torno a la nación: aquel que tiene que ver con el cómo se reconfigura una nación marcada por flujos migratorios en un contexto transnacional. Esta temática es parte del proyecto de investigación de mi tesis doctoral en el que realizo un análisis sobre la dimensión de la política-transnacional en la migración uruguaya y sobre la participación que tienen diversos actores, migrantes y no migrantes, en la reconstrucción de la comunidad nacional. El interés por esta temática se sustenta en el impacto que tiene el fenómeno migratorio en Uruguay. Se estima que cerca de un 16% de los nacidos en Uruguay residen actualmente fuera de su territorio. Es oportuno entonces preguntarnos ¿cómo se reconstruye una nación cuando gran parte de sus nacionales residen fuera de los límites político-territoriales del país? Mi argumento es que la nación uruguaya se reconstruye hoy más que nunca a través del juego del "afuera" y el "adentro". El/los adentro y el/los afuera fluyen como vaivén a través del cual las ideas y las prácticas asociadas a estas toman forma y construyen tanto al Uruguay como al "uruguayismo". En este artículo me centraré en una de las caras de este espejo, la pregunta que motiva este trabajo tiene que ver con cómo se vive la nación fuera del territorio nacional, específicamente me interesa analizar cómo y a través de qué mecanismos las representaciones nacionales son reconstruidas por los migrantes uruguayos en España. La elección del contexto Uruguay-España radica en primer lugar, en la existencia de lazos y redes sociales persistentes entre España y Uruguay, producto entre otras razones de la inmigración española en el Uruguay entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX. En segundo lugar, porque España se ha convertido en uno de los principales destinos del reciente flujo migratorio uruguayo. Por último, el movimiento asociativo de uruguayos en España es uno de los más dinámicos y activos por lo que me ha interesado especialmente analizar el papel que podían desempeñar en estos procesos lo que podemos definir como la sociedad civil migrante (Fox 2006). La metodología seguida en esta investigación ha sido la etnográfica. Hemos realizado una etnografía multisituada desarrollando trabajo de campo tanto en Uruguay como distintas localidades de España. El período de trabajo de campo esta comprendido entre el año 2004 y 2006 y ha consistido en entrevistas etnográficas, grupos de discusión y observación participante. Este trabajo se inicia con una reflexión sobre cómo pensar la nación en los nuevos contextos transnacionales marcados por procesos globalizadores. Me referiré brevemente a los procesos de construcción/ reconstrucción de la identidad nacional para luego ocuparme del caso de estudio elegido. Haré un breve apunte sobre la construcción nacional del Uruguay, indispensable para entender por qué emergen determinados elementos en las representaciones sobre la nación de los migrantes uruguayos en España. Posteriormente pasaré a referirme a la migración uruguaya en España y a las características de su movimiento asociativo. Por último, describiré algunas de las prácticas de reconstrucción y promoción del nacionalismo uruguayo o del "uruguayismo" desarrolladas por los migrantes y especialmente me detendré en analizar los mitos del pasado que se reconstruyen a la distancia. 1. Las naciones en los espacios sociales transnacionales y en la globalización La mayoría de los teóricos coincide actualmente en relacionar el origen de la nación con el auge del Estado-nación y los nacionalismos. Son los Estados-nación y los nacionalismos los que construyen la nación. Podemos entonces ubicar el origen de la nación como la entendemos hoy a partir del siglo XVIII con el desarrollo de los Estados-nación modernos vinculados a las ideas que dieron lugar a la revolución francesa y a la americana. El Estado-nación surge como producto de un proceso multidimensional que cambia las relaciones de poder en la sociedad (Guibernau 1996). El Estado-nación a través de lo que Brubaker llama "nacionalismo nacionalizante" (Brubaker 1996) es el que logra hacer que el sentimiento de pertenencia a la nación se erija como fuente fundamental de la identidad moderna. Este Estado-nación como lo define Guibernau, está caracterizado por la formación de un tipo de Estado que posee el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de un territorio delimitado y que busca conseguir la unidad de la población sujeta a su gobierno mediante la homogeneización (Guibernau 1996). Con este fin el Estado-nación crea una cultura, símbolos y valores comunes, restablece o inventa tradiciones y mitos de origen. La nación incorpora para sí una dimensión política y se convierte en fuente principal de la identidad colectiva, ya sea a través del propio Estado-nación o en oposición a él como ocurre con los nacionalismos de las naciones sin Estado. La necesidad de pertenecer a una nación surge cuando nace la idea de comunidades nacionales como sujetos políticos. La nación como la entendemos hoy, no es por tanto una esencia primordial. No podemos definirla en función del uso de unos determinados elementos culturales que suponemos la caracterizan. La nación es una construcción, una construcción del nacionalismo. En esta construcción es indudable el papel de los medios de comunicación y de las elites nacionales. Son ellas las que tomando determinados elementos, los utilizan para la invención de tradiciones, la reelaboración de mitos y leyendas, el ensalzamiento de héroes del pasado, la "creación de ascendencia" e incluso en algunos casos, la invención de un "parentesco mitológico". De esta forma se construyen "etnicidades ficticias" (Balibar y Wallerstein 1991) que hacen sentir a los miembros como partes de una comunidad natural. Pero estas "etnicidades ficticias" pueden ser promovidas por las elites o pueden originarse en las instituciones dominantes, pero sólo se convierten en tales, si los actores sociales las interiorizan y construyen un sentido en torno a esta interiorización (Castells 2001). De esta forma, la nación pasa a ser una comunidad imaginada (Anderson 1993) que tiene la "voluntad" de sentirse nación. Si bien toda nación es una construcción, esto no quiere decir que toda nación sea, como lo entiende Gellner una "invención histórica arbitraria" (Gellner 2001). La invención de las tradiciones no es un acto arbitrario (Hobsbawm 1995) sino que está determinada por el contexto, está determinada por una historia compartida (Grimson 2004). Las naciones recurren a la biologización, viajan al pasado, inventan tradiciones, dotan de un tiempo mítico a su historia. Pero esto no es un acto arbitrario sino que está determinado por una serie de factores políticos, económicos y sociales que hacen que se escojan determinados elementos como válidos para la construcción de la identidad nacional y no otros. Como plantea Miller, los mitos proporcionan la reafirmación de que la comunidad nacional de la que se forma parte está sólidamente basada en la historia. Realizan un papel moralizador desplegando las virtudes de los antepasados. Las historias nacionales contienen elementos de mito en la medida en que interpretan sucesos en una forma particular y sólo en la medida en que amplifican el significado de determinados sucesos y disminuyen el significado de otros (Miller 1997). De esta forma la nación se cuenta historias a sí misma (Perceval 1995). Pero
¿Qué
pasa con la nación y los Estados-nación en nuestros días? ¿Podemos
seguir pensando
a la nación cómo lo hemos hecho hasta ahora? ¿Los nuevos contextos
caracterizados por la
aceleración de los procesos de cambios económicos, políticos, sociales
y culturales y la nueva
concepción del tiempo y del espacio, no estarán requiriendo que
repensemos nuestras categorías?
Es necesario repensar la idea de nación a la luz de la globalización,
fundamentalmente a través de
su dimensión comunicativa (2)
y
de la formación de los espacios sociales transnacionales y el
transnacionalismo. La idea de nación, asociada al Estado-nación o en
oposición a él a través de
los nacionalismos de las naciones sin Estado, debe ser
reconceptualizada. Debemos comenzar a
separar la idea de nación de la de Estado-nación. Las naciones no son
las que están en crisis en la
era transnacional, los que están en crisis, en todo caso, son los
Estados-nación. La soberanía
territorial de los Estados se desdibuja. Actualmente muy pocos Estados
tienen formas eficaces de
definir la relación entre ciudadanía, nacimiento, filiación étnica e
identidad nacional (Appadurai
1999). Uno de los fenómenos sociales que cuestiona la relación entre
estas categorías es el
fenómeno migratorio. Las migraciones humanas de nuestro tiempo, en
donde los medios de
comunicación y transporte permiten una relación mucho más fluida con
los países de origen,
pueden llevar por un lado, a que, de mantenerse las lealtades
nacionales y el afecto al "suelo
patrio", éstas no estén acompañadas de la jurisdicción del
Estado-nación de origen, por otro lado,
producto de la reterritorialización o multiterritorialización (3)
pueden
generarse lealtades
transnacionales. Por tanto "Las migraciones actuales socavan las
premisas ideológicas de los
discursos tradicionales de la nación basados en la ecuación entre
territorio, lugar de nacimiento,
ciudadanía, idioma, cultura e identidad" (Duany 2002: 58).
Es necesario, como sostiene Appadurai, empezar a pensarnos más allá de la concepción territorial de la nación moderna. Según este autor, la idea de soberanía territorial vinculada al Estado está cada vez más alejada de la idea de nación. Porque si uno de los principios del Estado es su soberanía territorial, qué pasa cuando la nación trasciende un territorio. La jurisdicción y la lealtad están cada vez más separadas pudiendo, incluso, llegar a ser contrapuestas. Al mismo tiempo comienzan a surgir nuevas "lealtades transnacionales". El territorio, en el sentido de suelo patrio como base de la lealtad y el afecto nacional, está cada vez más separado del territorio como lugar de soberanía y control de los Estados-nación. El Estado y la nación parecen estar desarrollando relaciones diferentes con el territorio. Las migraciones estimulan el desarrollo de "translocalidades" erosionando aún más a los Estados-nación. Sin embargo, el imaginario nacional no ha desaparecido ante el surgimiento de estas lealtades transnacionales, "el territorio todavía es vital para el imaginario nacional de poblaciones diaspóricas y distintos pueblos sin patria" (Appadurai 1999: 118). Una de las investigaciones más novedosas en el estudio de las naciones en contextos transnacionales es la realizada por Jorge Duany sobre los migrantes que "van y vienen" entre Puerto Rico y Estados Unidos. En su estudio muestra como las comunidades diaspóricas forman parte de la nación puertorriqueña porque "siguen vinculadas a ella mediante una intensa y frecuente circulación de personas, identidades y prácticas así como capitales, tecnologías y mercancías" (Duany 2002:62). La investigación realizada, lleva a Duany a definir la nación como una comunidad translocal basada en la conciencia colectiva de una historia, un idioma y una cultura compartida. Tomando las palabras del historiador César Ayala, Duany afirma que es necesario repensar la nación ya no como un Estado nacional organizado territorialmente sino como un nuevo fenómeno translocal. (Duany 2002). Este replanteamiento de la nación que incluye también al "afuera" del territorio específico del Estado-nación no es tan nuevo como podemos pensar, ya Renan se preguntaba hace más de un siglo si los límites de la nación estaban escritos en el mapa (Renan 1882, en Fernández 2000). Las naciones por tanto no mueren con el transnacionalismo y la globalización como pronostican los apocalípticos que han comenzado a hablar de la era posnacional, advirtiendo la muerte anunciada de la nación, éstas en cambio se reconstruyen más allá del territorio de los Estado-nación. Como sostiene Duany, la nación puede ser vista hoy como una comunidad translocal basada en la conciencia colectiva de una historia, un idioma y una cultura compartida. Desde esta perspectiva quizás podemos rescatar las ideas de Renan quien nos hablaba de la nación como "un sentimiento" constituido por la posesión de un legado recuerdos, el deseo de mantenerse como comunidad, la voluntad de seguir haciendo valer la herencia que se ha recibido (Renan 1882, en Fernández 2000:65). "Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho grandes cosas juntos, querer aún hacerlas; he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo. Se ama en proporción a los sacrificios consentidos, de los males sufridos" (Renan 1882, en Fernández 2000: 65). Siguiendo por el camino de los afectos, ya San Agustín definía al pueblo como "un conjunto de seres racionales que comparten una comunidad de objetos amados" (Citado por da Silveira 2003: 12) y como entiende da Silveira, para que esos objetos amados continúen vivos, la comunidad de amantes se necesita mutuamente. El tema será entonces saber si esta nación translocal, podrá ser algo más que un conjunto de seres que comparten el amor a ciertos objetos, que sustentan su unión en el gozo y el sufrimiento compartido, los recuerdos y el olvido, y algo más que una comunidad interpretativa de consumidores (García Canclini 1995). El tema ya no será entonces, qué es la nación, sino por quiénes y cómo es reconstruida. Esa experiencia histórica compartida (Grimson 2004), que es vivida en forma diferente, es reconstruida por algunos sujetos al compartir otra experiencia como la migratoria. Si la nación es una construcción del nacionalismo, el nacionalismo a distancia de migrantes y comunidades diaspóricas también contribuye a construir a la nación. 2. Identidad en tiempos de globalización: el surgimiento de identidades transnacionales Partiendo del enfoque constructivista, podemos definir a la identidad como "…el conjunto de repertorios culturales interiorizados (representaciones, valores, símbolos) a través de los cuales los actores sociales (individuales o colectivos) demarcan simbólicamente sus fronteras y se distinguen de los demás actores en una situación determinada, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados" (Giménez 2003: 3). Estos "repertorios culturales" son construcciones que se relatan. (García Canclini 1990). Entendemos a las identidades como narrativas, narrativas que se construyen en interrelación, se construyen con el Otro, se construyen en constante diálogo con el Otro (Taylor 1997), es en este sentido una "coproducción" (García Canclini 1990). La identidad es algo que se construye, se inventa, y se vuelve a inventar permanentemente, por sujetos que cambian constantemente (Barth 1976). La identidad nacional, como toda identidad es una construcción histórica, cultural y social, se da en contextos concretos, en circunstancias determinadas marcadas por relaciones de poder. ¿Pero qué pasa en la globalización, cuando con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación podría parecer que el Otro se nos presenta más cercano, cuando los espacios transnacionales suprimen la relación exclusiva con una sociedad concreta, cuando se está "allí" y "aquí" al mismo tiempo? ¿Podemos decir que ha llegado el fin de la identidad nacional? Si seguimos a Castells, el poder de la identidad no desaparece con la globalización y la era de la información, sino que por el contrario se refuerza. Según él, la explosión identitaria invalida la tesis de de-sacralización y des-ideologización de la sociedad moderna (Castells 2001). El tema es qué identidad emerge. Desde su perspectiva, para la mayoría de los actores en la sociedad red el sentido se organiza en función a una identidad primaria que enmarca al resto. Esta búsqueda de sentido se da a través de la reconstrucción de identidades defensivas en torno a principios comunales. El yo, a diferencia de lo que ocurre, según este autor, en la modernidad tardía, no puede ser ya un proyecto reflexivo "la planificación reflexiva de la vida se vuelve imposible, excepto para la elite que habita el espacio atemporal de flujos de las redes globales y sus localidades subordinadas" (Castells 1997). En un artículo publicado en el año 2003 Castells discute la relación entre identidad y pertenencia territorial. Presenta un estudio realizado en el año 2000 por el World Values Survey y un estudio realizado en Cataluña por el Projecte Internet Catalunya. Ambas investigaciones indicaban que tanto la conciencia cosmopolita como la conciencia de identidad nacional eran menores que la conciencia local/regional. La identidad nacional parecía estar a la baja. Mientras tanto, en el estudio realizado en Cataluña cuando se le pedía a la gente que designara una sola fuente de identidad, más de la mitad afirmaba que su familia era la principal fuente de sentido. En otro artículo, esta vez analizando el problema de las identidades y los Estados nacionales en América Latina, Castells afirmaba que este giro hacia este tipo de identidad individual; la familia, era producto de la globalización y la crisis del Estado-nación. Según este autor, los Estados-nación se convierten en agentes de la globalización en los años noventa y a medida que se van despegando de sus bases sociales tradicionales se va produciendo una separación entre el Estado y la nación lo que lleva a una crisis de identidad. "(…)con una identidad nacional cuyo principio histórico fue constituido por el Estado, al desligarse dicha identidad de su sujeto (Estado), para la mayoría de la población la identidad nacional se convierte en un principio débil, en un principio que no basta para construir el sentido de la vida" (Castells 1997: 78). Así las cosas, la identidad nacional es suplantada por otras fuentes de sentido como el individualismo familiar y el repliegue a identidades comunitarias según él más fuertes, como las religiosas, las étnicas y las regionales. Desde el punto de vista de Castells, esta crisis del Estado en América Latina es producto también de la descomposición de la clase política. "La deriva política conduce a la deriva de la identidad" (Castells 1997: 80). Sin embargo, algunos estudios realizados recientemente en América Latina contradicen esta hipótesis. La crisis del Estado-nación y la crisis del sistema político latinoamericano no conducen directamente a la muerte de la identidad nacional. El Estado, el sistema político y aún un determinado imaginario de nación pueden estar en crisis (4). Pero la identidad nacional que ese Estado supo construir existe ahora en forma independiente "un modo de imaginación construido históricamente por dispositivos estatales puede mucho más que sobrevivir a la transformación de esos dispositivos" (Grimson 2004: 185). Los contextos históricos, sociales y políticos concretos marcan esta reconstrucción. La falta de credibilidad en el Estado y en el sistema político no conduce directamente al declive a la nación como muestra Grimson en su trabajo (5) (Grimson 2004). El sentimiento nacional, el vínculo con la nación, puede tener hoy otros competidores como fuentes de sentido y puede ser un espacio de diálogos y de disputas, pero no ha anunciado aún su defunción. Pero qué pasa con las identidades tras los procesos migratorios en contextos transnacionales. Algunos autores sostienen que al migrar se produce una crisis de identidad producto de una ruptura con los modelos donde el sujeto se ha socializado "los cambios, los encuentros con una realidad distinta, los conflictos con el entorno, en una palabra: la crisis, son las que provocan una toma de conciencia y una necesidad de definición o redefinición de la realidad. (Labrador 2001: 75). El tema será entonces cómo se enfrenta esta crisis, los migrantes hacen un uso estratégico de su identidad, fomentan por su condición de "vivir entre mundos" las lealtades transnacionales, o reconstruyen el sentido de pertenencia nacional. Para Miller, la identidad nacional es la forma apropiada de solidaridad en las sociedades móviles. Al estar lejos de la familia y de los amigos, sólo los nacionales sirven como formas primarias de comunidad y de identificación. (Miller 1997). La reconstrucción de la identidad de los migrantes puede producirse atendiendo a diversos aspectos. Si bien pueden surgir lealtades transnacionales, y parte de los migrantes pueden constituir identidades híbridas y escapar de cualquier intento de categorización, también la nación se puede reconstruir fuera del territorio. Se reelaboran así simbólicamente los rasgos de identificación que permiten formar comunidades transnacionales y diaspóricas. En estos procesos de reelaboración simbólica se seleccionan ciertos aspectos y se omiten otros para demarcar los límites de la nueva identidad colectiva. La crisis de identidad producto de la migración y también de la crisis de los Estados-nación puede llevar a la potenciar los mecanismos de ocultamiento e idealización de la historia. García Ruiz ha desarrollado varias investigaciones en este sentido, y ha observado como los grupos de migrantes mitifican su historia como medio de reestructurar su identidad presente. Volver al pasado, les ayuda entonces a buscar una justificación del presente (Pérez 1991). Esto nos lleva reflexionar sobre si en este repensarse, la identidad nacional se reconstruye en relación a aquellos objetos amados y a los sufrimientos compartidos y experiencias vividas. La identidad nacional de esta forma estaría compuesta por una gran dosis de identidad familiar y de sentido de pertenencia a un territorio compartido en el que se ha vivido una determinada historia. De ser así, y esta es mi hipótesis, la crisis del Estado-nación y de los partidos políticos y sus representantes, no impide que la identidad de algunos migrantes se reconstruya en base a una nación imaginaria constituida por el hecho de haber vivido una experiencia y una historia en un territorio determinado. Esta nación se reconstruye a la distancia volviendo a inventar el pasado como estrategia defensiva en el presente. Pero esta reconstrucción se realiza también a partir de la propia experiencia migratoria. Es esta nueva experiencia la que determina qué elementos del pasado se recuperan o se olvidan. La migración y su contexto influirán también en la construcción de una nueva identidad nacional híbrida pero no sólo entre los que han emigrado sino entre toda la comunidad nacional. Nuestro sentido de pertenencia, nuestro lenguaje y los mitos que llevamos en nosotros, permanecen, aunque no ya como "orígenes" o signos de "autenticidad" capaces de garantizar el sentido de nuestras vidas. Ahora, subsisten en huellas, voces, recuerdos y murmullos que se mezclan con otras historias, otros episodios, otros encuentros (Chambers 1994). Según
Mato en tiempos de globalización las identidades se producen a través
de procesos
transnacionales, surgen así identidades transnacionales. Siguiendo su
propuesta, existirían tres
tipos de identidades transnacionales. El primero estaría formado por
las identidades étnicas
transnacionales entre fronteras producto de la llamada migración
estática, cuando los bordes de
los Estados-nación cambian dividiendo comunidades. Un segundo grupo
serían los racial
transnational identities entre los que ubica a los
afroamericanos, amerindios o latinoamericanos.
En tercer lugar estarían las identidades transnacionales producidas en
relación con las prácticas
de los migrantes y sus organizaciones. En algunos casos estas
identidades serían nacionales, en
otros estarían asociadas a comunidades locales (Mato 1998). En este
grupo yo ubicaría también
las identidades producidas a través de las comunidades transnacionales
o en las diásporas. Las
identidades en las diásporas (6)
también
se producen transnacionalmente. Pero en primer lugar, en
esta producción intervienen diferentes actores y hay entre éstos luchas
por el sentido, las
representaciones sobre las identidades son terrenos de disputa (Mato
1998). En segundo lugar, el
hecho de que los migrantes gocen de biperspectivismo o de dos locus
de enunciación, no quiere
decir que la identidad nacional desaparezca (Valenzuela Arce 2002). La
identidad nacional es
reconstruida por comunidades en la diáspora y por comunidades
transnacionales. Que los
migrantes se sientan parte de varias sociedades a la vez no impide que
desarrollen un fuerte
"nacionalismo a distancia" (Anderson 1993). Quizás este sea producto de
un "esencialismo
estratégico"(Dietz 2001) que ayudaría temporalmente y transitoriamente
a estas comunidades
culturalmente híbridas a sobrevivir como colectivo en la sociedad
multicultural. Sin embargo,
este "esencialismo estratégico" puede estar latente y emerger en
determinadas situaciones y en
determinados contextos acompañado de una movilización comunitaria para
lograr determinados
objetivos. Además, este nacionalismo es hoy producido a través de redes
transnacionales en
dónde intervienen diversos actores. Los Estados de origen están dándose
cuenta de lo provechoso
que puede ser fomentar la vinculación transnacional con los migrantes
(Smith 1999) y promover
y fortalecer su pertenencia nacional (Moraes y Padilla 2007).
3. Uruguay: Apuntes sobre una construcción nacional
El territorio al que hoy llamamos Uruguay fue colonizado tardíamente por los españoles, que lo llamaron la Banda Oriental. Este territorio, que no poseía las riquezas de otras regiones de Sudamérica, despertó la atención del Imperio español por encontrarse en una zona conflictiva entre los dominios de éste y Portugal. La revolución oriental comenzó en el área rural y estaba marcada más por un descontento contra la prepotencia y la presión española representada por el gobierno de Montevideo que contra la dominación española misma (Caetano y Rilla 2005). Uno de los líderes de este movimiento fue quien que más tarde sería rescatado del olvido para convertirse en héroe nacional: el general José Gervasio Artigas. La
búsqueda de referencias nacionales comienza con el proceso de creación
del Estado entre la
Cruzada libertadora de 1825 y el Juramento de la constitución política
de 1830. Luego de años
de luchas y de la renovación de los liderazgos, tras la intervención
británica (7)
,
en agosto de 1828
se firmó la Convención Preliminar de Paz en la que se crea el Estado
Oriental del Uruguay. El
origen del Uruguay como Estado y como nación se transformó, a partir de
allí, en fuente de
conflictos y cuestión crucial para el rastreo de la identidad y para la
construcción de sus
mitologías (8),
Uruguay
nació antes que los uruguayos, el Estado precedió a la nación. No había
nación, pero
tampoco imaginarios nacionalistas sólidos. Primaba la indefinición de
fronteras en múltiples
dimensiones: jurídicas, políticas, económicas, culturales. El primer
imaginario nacionalista
comenzaría a surgir a fines del siglo XIX, cuando en el país adquiría
vigencia el primer impulso
modernizador. Pero ese imaginario no pudo completarse hasta las
primeras décadas del siglo XX,
de la mano del proyecto Batllista y su ideología jacobina. El
presidente Batlle y Ordóñez
concibió una estructura sociopolítica que incluía el voto universal,
leyes de protección social
basadas en el principio de la solidaridad, educación gratuita desde el
nivel primario hasta el
universitario, y una concepción laica del Estado. La situación
internacional que primó bajo su
mandato, la demanda de carne de Europa tras las dos guerras mundiales,
entre otros aspectos,
favorecieron el crecimiento y la prosperidad económica del país, que
llegó a concebirse como la
"Suiza de América".
Como se
puede observar en
la tabla 1, aunque la emigración reciente es importante, no ha llegado
a las cifras de la década del setenta, sin embargo si tenemos en cuenta
los datos del último
período 1996-2004 y comparándolos con la población total del país
registrada en el censo de
1996, podemos estimar que en el período 1996-2004 emigró un 3,9% de la
población. Fue
en esa época cuando la política, a través del Estado, pero
fundamentalmente desde los
partidos y la educación se constituyeron en los principales vehículos
para la construcción de los
imaginarios. En los imaginarios que surgen en este período la
referencia al "afuera" y la mirada
en el espejo europeo se convierten en referentes y pilares en el
proceso de construcción nacional
que combinado con el proceso de modernización y reforma que se estaba
produciendo en el
"adentro" terminan de modelar la construcción de la "excepcionalidad"
de un "nosotros" en
relación con otros países de América Latina. La prosperidad económica y
las reformas sociales,
comenzaron a diferenciar a Uruguay del resto de países de América
Latina. Se comenzaron así a
construir imaginarios en torno a la excepcionalidad del país y a la
idea "como el Uruguay no
hay" (9)
.
Imaginarios enclavados en hechos que poco a poco se fueron
transformando en mitos,
entre ellos: el supuesto exterminio de los indígenas en el territorio
uruguayo constituía un
diferencial del país respecto a los demás países latinoamericanos, el
nivel educativo de la
población y el prestigio que fue adquiriendo su sistema educativo,
generaron la creencia de ser el
país "más culto" de América Latina. La inmigración de gran cantidad de
personas contribuyó a
construir la idea de "pueblo transplantado" (Achugar 1992: 23).
En síntesis, las bases de los imaginarios que se construyen en esta etapa están relacionados según Caetano con cierta estatización de la idea de lo público, el establecimiento de una relación de primacía de lo público sobre lo privado, la vigencia de una matriz democrático-pluralista de base estatista y partidocéntrica, la reivindicación de la vía reformista, el predominio de los valores del mundo urbano, un cosmopolitismo de perfil eurocéntrico, el culto a la "excepcionalidad uruguaya", el tono optimista de la convivencia, el destaque de los valores de la seguridad y la integración social, etc. (Caetano 1992). Todos estos valores se fueron construyendo a través de relatos, símbolos y mitos. Estos imaginarios permanecerían en la memoria colectiva durante mucho tiempo y sólo comenzarían a ser cuestionados a fines del siglo XX. 4. Del imaginario de país de inmigración a país de emigración Uruguay ha sido uno de los países de América Latina que ha recibido mayor cantidad de inmigrantes durante el siglo XIX y comienzos del XX. El porcentaje de extranjeros sobre el total de la población era del 33.5% en 1860 y de 17.4% en 1908. En Montevideo, la capital del país, este porcentaje era aún mayor, del 47.7% en 1830 y del 30.8% en 1908 (Camou 1997). Pero a este impacto cuantitativo de la inmigración hay que añadirle un aspecto cualitativo relevante: los inmigrantes ejercieron un papel importante en la consolidación del Estado-nación y en la construcción de la identidad nacional. La inmigración se convirtió así en mito. La idea del "aluvión" inmigratorio y de ser un "país de inmigrantes", llegó a formar parte, y del imaginario nacional hegemónico. Durante muchos años la existencia de este mito llevó a pasar por alto el importante flujo emigratorio que mucho antes de los sesenta se había comenzado a producir pero que fue aún más importante a partir de la crisis económica y política de los setenta. Parte de la emigración de esos años retornó una vez finalizada la dictadura militar. Pero la voluntad de emigrar no cesó con la restauración democrática. A principios de los noventa, existía una alta propensión migratoria en la población, especialmente entre los jóvenes. La predisposición a la emigración alcanzaba al 33% de los jóvenes de Montevideo y al 16% de los del interior del país. Estos datos, llevaron a considerar la existencia de una "cultura emigratoria" (Pellegrino 1995: 25). A partir fundamentalmente del año 2000 con el inicio de una nueva crisis económica en la región, se comienza a producir un nuevo flujo de migrantes. Este nuevo flujo adquiere dimensiones cuantitativas significativas, ya que se estima que en el año 2002 la emigración superó al crecimiento poblacional.
La mayor diferencia del flujo reciente con respecto al anterior es el cambio en los países de destino. El contexto internacional ha cambiado. Producto de la crisis que vive la región, los principales destinos antes formados por los países vecinos, se trasladan ahora a Estados Unidos y a España. 5. La migración uruguaya en España y el desarrollo de un movimiento asociativo entre los migrantes 5.1. Uruguayos en España España ha sido uno de los principales destinos de la migración uruguaya reciente. De acuerdo al censo de población, en el 2001 había 24.631 personas en España cuyo país de nacimiento era Uruguay. Para tener una idea de la evolución del fenómeno tenemos que recurrir a otras fuentes que nos permitan apreciar los datos de los últimos cuatro años. A través de los datos del Padrón Municipal podemos apreciar en la Tabla 2 el crecimiento registrado de la población nacida en Uruguay entre 2001 y 2006, llegando a triplicar su número.
La migración uruguaya a España no registra un mayor índice de masculinidad como lo posee la emigración uruguaya en general (Macadar y Pellegrino 2007). Durante todo el periodo de tiempo analizado del 2001 al 2006 y en las diversas fuentes consultadas existe un relativo equilibrio entre los sexos. A enero de 2006 un 48,6% de los empadronados uruguayos en España eran mujeres y un 51,4% eran hombres.
Los datos del padrón municipal nos permiten observar las comunidades autónomas donde viven mayor cantidad de personas nacidas en Uruguay son: Cataluña (donde reside el 30% de los uruguayos), Comunidad Valenciana (14%), Galicia (13%), Canarias (11,5%), Baleares y Madrid (ambas con un 8%).
5.2. El movimiento asociativo de uruguayos en España
El movimiento asociativo de uruguayos en España se ha desarrollado siempre en los momentos de mayor flujo migratorio. Si nos remontamos a la década de los sesenta y setenta, con la migración uruguaya formada fundamentalmente por exiliados políticos, y especialmente en Madrid y Barcelona, habían surgido ya una serie de organizaciones y asociaciones de uruguayos, aunque cada una de ellas con diferentes "estrategias de acción" (Coraza 2003). A partir del año 2000 el asociacionismo vuelve a resurgir. Se crean nuevas asociaciones en diferentes ciudades de España y algunas de las antiguas se reactivan ante la llegada de nuevos miembros. Una de las principales diferencias con respecto al asociacionismo de décadas anteriores es su descentralización. El movimiento asociativo ya no posee importancia sólo en Madrid y Barcelona, sino que comienzan a surgir asociaciones prácticamente en cada una de las provincias de España. Hay más asociaciones en aquellas ciudades en donde residen mayor número de uruguayos.
Los objetivos de la mayoría de las asociaciones están relacionados con mantener el vínculo de los uruguayos entre sí y con el país de origen e incentivar la integración en la sociedad española y el relacionamiento con cada una de las localidades donde las asociaciones están insertas. Entre los objetivos definidos por las asociaciones encontramos: relacionar a los uruguayos entre sí, preservar la identidad uruguaya, brindar asesoramiento en temas de residencia y trabajo, promover la solidaridad entre la colectividad emigrante y con el Uruguay, participar en actividades solidarias y culturales organizadas por la comunidad local, dar a conocer Uruguay y contribuir a la integración de los uruguayos en la sociedad española.
Las actividades llevadas a cabo pueden agruparse en torno a tres ejes fundamentales:
- Acvidades de carácter festivo, lúdico y cultural con el fin principal de preservar la identidad uruguaya y promover redes sociales.
- Acciones de carácter reivindicativo con el fin de mejorar la situación de los uruguayos en España y de defender derechos de ciudadanía en el país de origen.
- Actividades de cooperación local y transnacional que tienen como finalidad principal ayudar a los migrantes uruguayos en España que se encuentren en situación de vulnerabilidad y ayudar, a través fundamentalmente de donaciones, al país de origen.
A continuación me centraré en el primer tipo de actividades desarrolladas y presentaré un primer análisis exploratorio sobre la reconstrucción de las representaciones nacionales, especialmente me detendré en la reapropiación y resignificación por parte de los migrantes de la figura del prócer nacional.
6. Viviendo un nacionalismo a distancia: símbolos nacionales, fiestas y mitos
Una de las preguntas que nos hacíamos al inicio de este texto era cómo se vive la nación fuera del territorio nacional, cómo viven el Uruguay los uruguayos en España, qué prácticas promueven y qué imaginarios de nación emergen en sus discursos. En este análisis nos centraremos en algunos de estos elementos simbólicos que han surgido como fundamentales en la etnografía realizada con el movimiento asociativo.
Empecemos por el nombre con el que se han definido cada una de las asociaciones. El nombre de la mayoría de ellas está relacionado con el carácter nacional de sus miembros y con la localidad geográfica en la que se encuentran. Así la mayoría se define como Asociación de uruguayos en (localidad). Algunas asociaciones han optado por denominarse no ya como asociación sino como casa. La mayoría de las que han optado por esta denominación cuentan con un local propio. Otras asociaciones combinan los elementos anteriores con nombres relacionados con personajes o hechos históricos del Uruguay. Así encontramos varias que se denominan como el héroe nacional: José Gervasio Artigas, y otra con la fecha del 25 de agosto, fecha de la cruzada libertadora, arranque simbólico de la independencia nacional. Para muchas asociaciones el tema de dotarse de un nombre no fue menor. Algunas, ante la existencia de asociaciones más antiguas que se autodenominaban utilizando el nombre del prócer nacional, reivindicaban el derecho de utilizar ese nombre ellas también. Y nos manifestaban que "…no le estamos robando el nombre a nadie, es algo que nos pertenece a todos los uruguayos" (entrevista realizada en Bilbao, abril 2004).
El territorio evocado es una constante en los logotipos de muchas de las asociaciones. La bandera también está presente en la mayoría de ellos. En algunos, se recurre también a una imagen del héroe nacional y a combinar la bandera uruguaya con la de la Comunidad Autónoma donde se ubica la asociación. Pero la bandera no es sólo un elemento simbólico que ayuda a identificar a una institución. Hemos podido observar como la bandera es el principal símbolo patrio del que se apropian los uruguayos en España. Las banderas uruguayas han estado siempre presentes en las diferentes actividades que las asociaciones desarrollan. En algunos casos sirven para identificar un lugar de encuentro, en otros casos, las banderas se convierten en un fetiche que incorporado a la propia indumentaria o utilizadas en momentos de bailes y de danzas reafirman la pertenencia nacional. Así hemos encontrado a algunas personas que en las fiestas o actividades realizadas utilizan la bandera como chal o cubren con ella parte de su cuerpo. Es este ejercicio de nacionalismo compartido y de representación del símbolo patrio en sí mismos, que sólo puede realizarse dentro del ámbito de la comunidad nacional que vive lejos, el que dota a algunos de estos migrantes de la seguridad de reencontrarse y reafirmar su identidad a través del encuentro con sus connacionales.
Cuando las asociaciones tienen local propio, la "Casa" se convierte en referente, un lugar de encuentro y un espacio de socialización diferente al que existe en las asociaciones que no poseen un punto de encuentro fijo. Así por lo general, las casas están abiertas a unos determinados horarios y cualquier miembro de la asociación o no miembro puede acudir para buscar asesoramiento o simplemente para encontrarse con otros uruguayos. En nuestro trabajo de campo hemos podido observar cómo cuando nos encontrábamos en una casa conversando con algún miembro de la asociación, iban llegando personas que se acercaban únicamente para encontrarse con otros y "charlar un rato". Algunas de estas personas no se conocían entre sí, o se habían visto de lejos en el algún otro evento. Sin embargo, acudían a la casa porque sabían que siempre habría "alguien con quien charlar". Algunas personas, aunque no formaban parte activa de la asociación, acudían de vez en cuando a tomar unos mates y a conversar con uruguayos. Otros asistían a la casa todos los sábados, porque se encontraban con amigos, jugaban a las cartas o miraban algún partido de fútbol. La casa pasa a convertirse, como nos comentaba uno de sus miembros en "… un pequeño Uruguay fuera del Uruguay" (entrevista realizada en Madrid, marzo 2004).
En las asociaciones que tienen locales propios es muy importante la decoración. En todas ellas las paredes están decoradas con referencias al país de origen y a sus representaciones culturales. Tan sólo un análisis de las paredes de las casas nos puede ayudar a comprender cómo se representa la nación a la distancia. Allí podemos encontrar: banderas, fotos, murales, afiches, etc. Algunas casas poseen un espacio dedicado a la biblioteca donde tienen fundamentalmente libros de autores uruguayos. Una de las asociaciones que posee local propio tiene un espacio dedicado a la biblioteca y a una pequeña "escuela", en donde realizan talleres para niños y dan clases de acompañamiento escolar. Lo interesante es que a ese espacio le han denominado Biblioteca-aula Identidad, aduciendo su interés de, a través de los libros y los talleres de música, transmitir a los niños, tanto hijos de uruguayos o españoles, la cultura uruguaya.
Las fiestas y los eventos periódicos son una de las principales actividades que realizan las asociaciones. Algunas de ellas tienen establecido realizar una comida al mes. Así se tiene asignado por ejemplo, que todos los segundos domingos del mes se realiza esta actividad. Otras asociaciones realizan las fiestas y reuniones en función de fechas importantes para la comunidad. El primero de mayo, día de los trabajadores y el día de Reyes son fechas en donde la mayoría de las asociaciones realizan actividades. Además de estos dos días clave, se realizan reuniones y comidas en fechas patrias uruguayas, como el día del natalicio del prócer nacional, o en fechas en las que las localidades en donde están ubicadas celebran fiestas.
La música y el baile también son elementos que están muy presentes en las actividades lúdicas y festivas que realizan las asociaciones. El Candombe es uno de los principales referentes culturales de los uruguayos en España, llegando incluso a crearse una asociación que lleva su nombre y cuyo principal fin es difundir esta música. Compartir una guitarreada o bailar un tango mientras se prepara el asado son algunas de las tantas representaciones culturales que los uruguayos comparten y reconstruyen a la distancia.
Uno de los aspectos más interesantes de la movilización identitaria y de los ejercicios de nacionalismo que se desarrollan a través de las asociaciones de uruguayos es el que tiene que ver con la recuperación de los mitos nacionales, especialmente la figura del héroe nacional. José Gervasio Artigas es el mito nacional que se recupera y reconstruye a la distancia. En nuestro trabajo de campo hemos podido observar como la figura de este personaje histórico está permanentemente presente en los imaginarios nacionales de los uruguayos en España y se materializa a través de diversos mecanismos como:
-
Utilizar su nombre para nombrar a algunas asociaciones.
Antes hemos mencionado como algunas asociaciones han utilizado tanto el nombre como la imagen del héroe nacional para autodenominarse e identificarse. Pero este no ha sido el único mecanismo de apropiación de la figura del mito. Muchas de las asociaciones han convertido las frases célebres de este personaje en frases propias de la asociación. Es decir, a la hora de realizar comunicados de prensa ante hecho puntuales, en los medios de comunicación como boletines y pequeñas revistas que publican, en las páginas webs o en los correos electrónicos que la asociación envía, se incluyen frases que la historiografía adjudica al caudillo. Así es común que nos encontremos con que algunas asociaciones culminen con estas frases sus comunicaciones. Entre ellas las más frecuentes son: "Nada debemos esperar sino de nosotros mismos"; "Con libertad no ofendo ni temo"; "Sean los orientales tan ilustrados como valientes", "No venderé el rico patrimonio de los orientales al vil precio de la necesidad", "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana". Estas frases se utilizan, por lo general, asociándolas a hechos concretos, dotándolos así de un sentido mítico. Por ejemplo, cuando se está preparando una movilización y el objetivo es juntar firmas, o cuando se está preparando en evento especial se suele utilizar la frase "Nada debemos esperar sino de nosotros mismos". Cuando ha habido problemas con la directiva de algunas de las asociaciones o se ha destituido a algún presidente se ha utilizado la frase "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana".
Pero además de utilizar las frases célebres de Artigas, su imagen también está presente en los locales de las asociaciones. Afiches y cuadros con su rostro se ubican en lugares estratégicos para que puedan ser vistos por todos. Justamente fue a raíz de uno de estos cuadros que se generó un debate interno en una de las asociaciones. Miembros de la comisión directiva de esta asociación le pidieron al consulado de Uruguay en España que les donara una lámina de Artigas. Cuando el consulado les confirmó que tenían una para ellos, se nombró una representación para ir a buscarla a Madrid. Volvieron con el cuadro y lo ubicaron en una de las paredes del centro del local y le pusieron debajo una gran bandera uruguaya. El problema comenzó cuando la directiva entró en crisis y los representantes renunciaron. Algunos de ellos reclamaron el cuadro aduciendo ser un logro propio. Después de semanas de discusiones al final el cuadro quedó en la asociación.
En este proceso de reconstrucción de un pasado mitológico algunas asociaciones han llegado a recurrir a la búsqueda de los ascendentes del héroe nacional. Los orígenes de este personaje histórico algunos lo ubican en España ya que fueron sus abuelos, nacidos según algunas tesis en Zaragoza, los que emigraron al Uruguay. En la búsqueda de las raíces de su prócer, en el año 2000, una asociación tuvo conocimiento de que en el pueblo donde había nacido el abuelo de Artigas aún vivía una persona que llevaba ese apellido. Dos miembros de la asociación decidieron ir a visitarlo. El pueblo se llama Puebla de Albortón y está ubicado en Zaragoza. Cuando llegaron se encontraron con que este supuesto pariente de Artigas había sido muchos años el alcalde del pueblo y que conocía perfectamente la historia de su familia. Ante nuestra pregunta sobre el tipo de parentesco que unía a éste con el héroe uruguayo, el organizador de este viaje comentó "…debe ser un primo lejanísimo de Artigas. Pero es Artigas" y se refirió a sus características fenotípicas, "el tipo tiene la nariz de Artigas, vos lo mirás y es igualito a Artigas" (entrevista realizada en Madrid, marzo de 2004).
Aunque nunca había viajado a Uruguay, este supuesto pariente de Artigas tenía en su casa muchos libros sobre el país y algunos productos uruguayos. Al parecer la Embajada de Uruguay sabía de su existencia y ya lo habían ido a visitar otras personas antes. Incluso la Casa de Amigos del Uruguay de Barcelona, que es una de las asociaciones más antiguas de España con cerca de veinticinco años, le había regalado hacía tiempo un busto que había colocado en una plaza del pueblo. Ante este hallazgo, los dos miembros de la asociación decidieron que sería bueno realizar una actividad allí con todos los miembros de la asociación. Fueron a visitar al alcalde y le solicitaron el polideportivo para hacer un asado. Fue así que organizaron una excursión para visitar los orígenes de la familia de Artigas. Alquilaron autobuses y más de cien personas de la asociación de Madrid y algunas más de Barcelona se desplazaron hasta Puebla de Albortón. Al ser éste un pueblo pequeño, el día del asado había más uruguayos que habitantes. Muchos de ellos estuvieron presentes también en el asado y en un espectáculo que niños de la asociación realizaron en homenaje a Artigas. Se entregó al ex alcalde también una placa conmemorativa. Después de este viaje algunos miembros de la asociación, aunque no tantos como en la ocasión anterior, visitan periódicamente el pueblo para celebrar el natalicio del prócer.
Cada 19 de abril, fecha de nacimiento de Artigas, se le ofrendan también unas flores a la estatua que éste tiene en Madrid y grupos de uruguayos se reúnen a su vera para tomar mate y posteriormente celebrar una comida en su honor. En
el trabajo de campo realizado hemos indagado también qué representa
Artigas para los
integrantes de las asociaciones. Tanto el análisis de las entrevistas
como de los grupos de
discusión nos han permitido observar que los migrantes se identifican
con este personaje
histórico tanto por sus ideales como su historia de vida, ambos
aspectos convertidos en mito por
la historiografía nacional. El principal elemento de identificación es
el propio exilio del Artigas.
Como nos comentaban algunos integrantes de uno de los grupos de
discusión realizados "Artigas
no quería el Uruguay como está. El se exilió, se fue al Paraguay no
conforme con la promoción
del Uruguay…con como estaba"(grupo de discusión, Valencia, abril de
2004) "Porque Artigas
era un contrabandista de izquierdista. Y todos nosotros nos sentíamos
identificados con el primer
contrabandista del Uruguay. El fue el primer tupamaro, el primer
revolucionario. El que mató por
la libertad. Yo me identifico" (grupo de discusión, Valencia, abril de
2004). En segundo lugar, la
identificación se produce tanto por los ideales del prócer, entre ellos
trabajar por los pobres y
desposeídos (10)
, como por su rechazo a las autoridades gubernamentales de la época.
"Los
uruguayos van a reconocer a Artigas porque era una figura que defendía
los intereses con los
cuales el pueblo llano estaba de acuerdo. Obviamente que cuando Artigas
dijo que no quería al
Uruguay, nunca dijo que no quería al pueblo. No quería a sus
instituciones" (entrevista realizada
en Madrid, marzo 2004). En uno de los grupos de discusión uno de los
integrantes manifestó
"yo lo quiero, yo lo quiero a Artigas por lo que hizo" (grupo de
discusión, Valencia, abril de
2004). Sin duda, el análisis de los imaginarios en torno al héroe
nacional es, por lo que hemos
visto, fundamental a la hora de estudiar cómo se reconstruye la nación
más allá del territorio
nacional. Los migrantes se identifican con este personaje histórico
reconstruyendo aquellas
facetas de su vida y de su ideario que pueden relacionar con su
experiencia migratoria concreta.
En
relación al imaginario de nación uruguaya que emerge en los discursos
de los migrantes
hemos podido observar que para la mayoría de los migrantes
entrevistados una de las principales
representaciones que emerge es la de la diversidad. "El origen nuestro
es de varios países,
entonces estamos acostumbrados a convivir con los extranjeros"
(entrevista realizada en Bilbao,
mayo de 2004). "Somos un cúmulo de países" (entrevista realizada en
Madrid, abril de 2004). De
esta forma se reconstruye una identidad transnacional heredada, la
identidad nacional que los
uruguayos reconstruyen en la diáspora española es una identidad
transnacional surgida del
representarse a sí mismos como una nación formada por la diversidad
volviendo a emerger así el
mito de país de inmigración. Esta construcción de lo uruguayo y del
uruguayismo asociado a
diversidad cultural e integración no esta exenta de conflictos. Las
disputas por el sentido, la
controversia entre Uruguay como la "Suiza de América" y como el "país
que nunca existió", la
lucha entre una memoria histórica y una memoria crítica persisten a la
distancia (11).
Hasta aquí hemos querido presentar el producto de nuestro trabajo de campo y hemos querido mostrar cómo se reconstruye la nación uruguaya a través del nacionalismo a distancia promovido por los migrantes uruguayos en España. El trabajo de campo realizado nos ha permitido conocer cómo se reelaboran los mitos del pasado, especialmente el que tiene que ver con el prócer nacional, cómo se recrea la ascendencia a partir de una identificación específica con este personaje histórico marcada por la propia experiencia migratoria, cómo se reconstruye un imaginario de nación en donde el mito de la inmigración aún esta presente. La diversidad y una idealizada convivencia de aquella sociedad formada por diversos pueblos diaspóricos es recuperada a la distancia como argumento que sustenta una supuesta mayor integrabilidad de los uruguayos en España y una mayor cercanía cultural con la sociedad española como resume este fragmento de entrevista "El uruguayo es una mezcla de muchas…muchas culturas… yo nunca necesité integrarme, yo vine prácticamente integrado…cuántas culturas hay en Uruguay…si yo me crié con un italiano, con un armenio, con un judío, con un español… por favor" "Conocemos a los españoles desde siempre…siempre, siempre, siempre…" (entrevista realizada en Madrid, abril de 2004).
Notas 1. Esta investigación forma parte de la tesis doctoral realizada gracias al Programa de Formación de Profesorado Universitario del Ministerio de Educación y Ciencia. 2. Es necesario apuntar que no concebimos a la globalización como un fenómeno nuevo, lo que es verdaderamente nuevo es la aceleración de los procesos de cambio y la importancia relevante que empieza a adquirir la dimensión comunicativa de la globalización. "…los flujos intercontinentales de información, capitales y personas acaban generando una sensación de conexiones trasnacionales facilitadas por el incremento de interconectividad a larga distancia" (Hannerz 1996). 3. Haesbaert realizada un interesante análisis sobre los mitos de la desterritorialización y una propuesta de enfoque sobre la multiterritorialidad (véase Haesbaert 2004). 4. Aunque en lo que refiere a este aspecto habría que determinar hasta qué punto, en algunos países del Cono Sur, existe efectivamente una crisis de identidad nacional y de las representaciones hegemónicas sobre la misma, o la llamada crisis es sólo producto de una elite intelectual que desde la década de los sesenta está viendo la caída de sus mitos fundacionales. 5.Grimson explica claramente este fenómeno al analizar cómo en la reciente crisis económica y política de Argentina en el año 2001, la utilización de los colores argentinos, las banderas y las referencias a la nación fueron una constante en las movilizaciones desarrolladas por la población (Grimson 2004). 6. Hablo de identidad en la diáspora y no de la diáspora, queriendo hacer énfasis así en su diversidad. 7. Uruguay es resultado de la política del imperio británico. Aunque parte de la historia nacional haya querido otorgar una dimensión endógena a la independencia, Inglaterra quería asegurarse la navegación por los ríos interiores. Para preservar el equilibrio geopolítico de la zona, la diplomacia inglesa concluyó que la solución más rápida aceptable tanto para Brasil como para Argentina era establecer con aval británico un Estado formalmente independiente entre ambas potencias regionales. 8. Lo que empezó como un movimiento de independencia de Brasil y de unión con las provincias argentinas terminó en la independencia formal de la banda oriental. La ambivalencia de esta independencia está presente en la propia declaración de la misma. En la declaración de independencia del 25 de agosto de 1825 se declaraba la independencia de todo poder extranjero y patrocinaba la anexión del país a las provincias unidas del Rió de la Plata. 9. Esta frase de uso frecuente entre la población uruguaya dio título en los años sesenta a un cortometraje de Mario Nadler y Hugo Ulive. Y recientemente a un trabajo de investigación publicado en el año 2000 en el que se revisan los imaginarios del Uruguay del siglo XX. 10. En 1815 Artigas dictó un reglamento de reparto de las posesiones a los que definió como "los más infelices" entre los que ubicaba a los indios, negros libres y criollos pobres. 11. La idea de la diversidad como representación reconstruida de la identidad nacional uruguaya por parte de los migrantes ha sido desarrollada con mayor profundidad en Moraes, 2007.
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