11-16.htm

Diálogo Iberoamericano

Núm. 16 / julio-agosto 1998. Pág. 11

Prospectiva investigativa del quehacer docente Iberoamericano

José A. álvarez Trillos
Universidad Francisco de Paula Santander

1.- Profesor y estudiante no son antagonistas sino colaboradores.
El papel del profesor, su puesto y su función dentro del proceso educativo, están condicionados a la forma que revistan las estructuras y los métodos educativos dentro de una sociedad cambiante. Hasta hace poco, y aún hoy en muchas partes, la educación se concebía como un proceso de transmisión de conocimientos y valores morales. Educador es sinónimo de maestro. Es él quién debe imponer o más sutilmente, proponer metas a sus educando. El educador es el sujeto de la enseñanza; los educandos son su objeto. El es depositario de la verdad, que debe trasmitir a los ignorantes, y el defensor de los valores de una sociedad. El alumno deberá repetir, recibir, aceptar sin discutir. El educador es activo, el educando pasivo.
Dentro de este marco conceptual, Durkehim describía al profesor como un magnetizador o hipnotizador intelectual y moral: "el sacerdote o intérprete de las grandes ideas morales de su tiempo y de su país". Los adelantos científicos y sociales han echado a pique toda esta concepción.
La relatividad de los conocimientos y de los valores acabó con dogmas y sacerdocios. La información es tan amplia que es imposible retenerla, y la verdad tan compleja que es imposible poseerla. Las máquinas vienen en auxilio del hombre y cumplen la tarea informadora. Conocer ya no es "saber" sino intuir, imaginarse, crear.
El educador deja de ser trasmisor y se convierte en Comentador de análisis, inductor de cambios, activador, motivador y facilitador de experiencias, suscitador de educación y crítica, generador de hipótesis, e planteador de problemas y alternativas, promotor y dinamizador de cultura, frente e a un grupo estudiantil que piensa, crea, trasforma, organiza y estructura conocimientos en un sistema personal y dinámico; que elige y opta autónomamente, como sujeto que es el proceso educativo.
La educación se realiza a partir de las potencialidades y aspiraciones de los hombres. Educarse es explotarse, autodescribirse, construirse. La educación no es obra de manufactura sino de agricultura.
Lo importante en el educador no es tanto saber como ser, compartir, comprender; no es tanto poseer un cúmulo de y conocimientos y técnicas docentes, sino más bien un conjunto de actividades, las u más importantes de las cuales son la de búsqueda, de cambio, de crítica, de renovación y de libertad intelectual. A sus dotes humanas sumará una gran claridad y ideológica y una profunda sensibilidad a humana y social.
Sin atarse a ningún sistema o ideología determinada, el educador deberá tener una propia y asimilada concepción del hombre y su comunidad, acerca de los objetivos de la vida humana, sobre el sentido y los fines de la.comunidad social, lo cual supone una sólida formación filosófica, antropológica, sociológica y política.
La rapidez de los cambios en nuestro mundo actual, hace que podamos presagiar, si no predecir, cambios radicales en la función del profesor. La educación ya está dejando de ser social, haciendo de la sociedad una real agente educadora. Los medios han quitado a la escuela casi toda la función informadora, centrando su labor en la orientación. Las máquinas han desplazado las energías humanas del campo de la recolección de datos al de la creatividad.
Las estructuras escolares, concebidas como lugares y programas de enseñanza para la adquisición de títulos, están en vías de desaparecer. Sobrevivirán como centros de consulta, investigación y reforzamiento del aprendizaje. La educación real se hará a domicilio en los grupos de primarios, por medio de la intercomunicación de las experiencias vividas, con la ayuda de los medios de comunicaciones las computadoras, las bibliotecas, los laboratorios y grupos de profesores expertos como recursos para el aprendizaje.
La modernización de los métodos, la organización cibernética, etc., necesitarán, sin embargo, de la creatividad e iniciativa de los maestros; de lo contrario se reducen en organismos muertos. Los procesos y las técnicas en efecto no son eficaces en si mismas, ni constituyen fórmulas mágicas. Su eficiencia dependen en buena medida de las personas que las aplican.
Así pues, el papel del profesor es cambiante de acuerdo con las estructuras en las cuales se desempeña, pero siempre permanecerá su función de activador y animador del desarrollo cultural, humano y social.
El profesor-individuo está siendo desplazado por el grupo de profesores, de acuerdo con las áreas similares e interdisciplinarias; y el trabajo en equipo, del grupo de educadores, se ha convertido en una necesidad educativa, la eficacia de la educación requerirá, cada vez más, la vitalidad de los grupos de creadores de los maestros y con la participación crítica, imaginativa y democrática de los grupos "estudiantiles".
2.- Cambios estructurales en la fuerza productiva y laboral.
Actualmente la población de Iberoamérica es la décima parte de la población mundial, sosteniendo un ritmo de crecimiento demográfico del 2.3% anual, hacia el año 2.015 o sea 786 millones de habitantes con una fuerza potencial laboral de 317 millones de los cuales se encuentran empleados 87 millones, teniendo que crearse 230 millones de empleos nuevos; con niveles de productividad 7 veces superiores a los actuales. De la actividad de esta fuerza laboral debe generarse una alimentación adecuada, vivienda amplia y decente, transporte cómodo y eficaz, así como educación, salud, cultura y recreación a la altura de una sociedad moderna y desarrollada "mejoramiento de la calidad humana", la meta intermedia para el año 2.000 es generar 98,4 millones de empleos nuevos, reduciendo el desempleo a un 6%, labor que debe ser orientada por el sistema educativo. Lograrlo conlleva a cambios profundos en la estructura de la población y de la fuerza de trabajo Iberoamericana. Para el año 2.015 deberán conseguirse niveles de ocupación como los que han tenido en su mejor momento los países desarrollados, empleando alrededor del 65% de la población en edad de trabajar. Al mismo tiempo habrá que alcanzar niveles de productividad semejantes a los que tienen dichos países en la actualidad. Esto permitirá multiplicar 17 veces al volumen total de producción del subcontinente (PIB) y 9 veces al producto per cápita. De esta manera un ciudadano Iberoamericano estará en capacidad de movilizar los recursos productivos que en promedio moviliza hoy día un trabajador en las partes más avanzadas del sector desarrollado, y recibirá en retribución la misma cantidad y calidad de bienes y servicios que recibe aquel trabajador para sostener a su familia conforme al nivel de vida que existe actualmente en aquel sector.
3.- Educación de la fuerza del trabajo
A pesar de los abundantes recursos naturales, tanto biológicos como minerales es una ilusión verlos como fuente de riqueza. Esta concepción errónea de los recursos naturales es causa parcial del subdesarrollo que experimenta el continente actualmente con el petróleo y la minería relativamente bien desarrolladas, rodeados de un mar de subdesarrollo industrial. En contraste Japón, virtualmente sin recursos naturales de ninguna clase se convirtió en la tercera potencia económica del mundo. Logró esto al concentrarse en el desarrollo de la fuerza de trabajo, mediante el rápido aumento de su educación general y niveles de capacitación especializada. Tanto para Iberoamérica como para cualquier economía moderna, esta tarea comprende dos aspectos: el nivel de alfabetización elemental y educación general de la masa de la fuerza de trabajo y el número de calidad de entrenamiento de científicos, ingenieros y técnicos. A diferencia del "anticlitismo" Maoísta y doctrinas por el estilo, este aspecto es el más crítico, en última instancia determina el ritmo del progreso tecnológico de una economía.

4.- Prospectiva investigativa hacia el siglo XXI
En los comienzos del siglo XXI, Iberoamérica tiene que ser autosuficiente en el sentido más fundamental, debemos ser capaces de generar sistemáticamente nuestros propios saltos técnicos y científicos.
La aplicación de la tecnología de punta, a la par con el sector avanzado, causará en los primeros lustros del siglo XXI saltos productivos alineales, los cuales pondrán la productividad que tenga el sector avanzado incluso entonces. En otras palabras, en cosa de dos generaciones habrá desaparecido toda distinción económica entre naciones "avanzadas" o "desarrolladas" o en "vías de desarrollo". Los cuatro campos que marcarán los confines de la ciencia en el siglo XXI, dado que orientará el programa de desarrollo científico y tecnológico de Iberoamérica son:
a) Energía de fusión termonuclear y plasmas de alta densidad energética. La energía de fusión termonuclear usará como combustible isótopos de hidrógeno que se pueden extraer del agua de mar, cuyos reactores de fusión pueden generar temperaturas aptas, para la ionización de minerales, agua de mar y desperdicios, permitiendo así su descomposición en elementos básicos.
b.- La tecnología de láseres. Concentración de radiación electrodinámica coherente en un determinado punto de incidencia teniendo gran aplicación en sistemas antiproyectiles y maquinado de presión, habrá láseres sintonizados en todas las frecuencias del espectro electromagnético.
c.- La óptica biofísica. Es una aplicación avanzada de la espectroscopia a la diagnosis y el análisis de los procesos vivientes, que permite observarlos en funcionamiento a nivel microscópico (sin mostrar el espécimen), con fines de identificación científica de moléculas. Esto último mejorará en gran medida el nivel de eficiencia de la "bioingeniería".
d.- Tecnología de computadoras. Para poder contribuir en este campo y en otros complementarios, Iberoamérica a todos los niveles, desde la básica primaria hasta universitaria avanzado, ha aumentando el porcentaje de estudiantes matriculados en las áreas de ciencia y tecnología.

Fuente: Revista "Oriente Universitario". Universidad Fc. de Paula Santander. Cucutá. Colombia.


retorno pagina Retorno página anterior