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Diálogo Iberoamericano

Núm. 16 / julio-agosto 1998. Pág. 26

La cultura democrática y el racismo en los Estados Unidos

Aspectos tan disímiles como el desarrollo de la democracia y el racismo en la sociedad estadounidense tienen un origen común: la creencia de que existió una sociedad ideal, la comunidad sajona original. Este mito tuvo influencia en Inglaterra a partir del siglo XVI y llegó a lo que hoy es Estados Unidos de América a través de la colonización. Este mito supone que alguna vez hubo una comunidad sajona igualitaria y solidaria, la cual se perdió por la llegada a Inglaterra de lo que algunos pensadores británicos llamaron el "bastardo francés" y la religión católica.

Roberto Velasco Corona (UNAM). La influencia de este mito fue importante durante y después de las revoluciones inglesas del siglo XVII, justo cuando se está desarrollando el proceso de transformación burguesa en lo político, económico y cultural. Juega un papel central en los planteamientos que dan lugar a la instauración de derechos como el de reunión y el de libertad de conciencia, así como en la construcción del sistema parlamentario democrático. Por ejemplo, en su obra "Formación histórica de la clase obrera", el historiador E.P. Thompson lo estudia en el período de 1780 a 1832, ubicándolo como elemento central en el proceso de creación de los sindicatos.
La percepción igualitaria que subyace en esta comunidad sajona original tiene vínculos con la reforma protestante. Hacia 1520, Martín Lutero establece que la religión cristiana debe estar basada en la conciencia de cada individuo y en la interpretación que éste haga de las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, ninguna interpretación derivada de concilios o teólogos puede reemplazar o igualar esta experiencia individual.
Las tesis luteranas van a resultar subversivas, puesto que al ser reinterpretadas en los sectores sociales bajos contribuyen a modificar la percepción sobre la servidumbre. Hacen surgir un nuevo tipo de hombre "sin amo", obligado a regirse por una "nueva disciplina interior", y una nueva moral que transforma la relación con lo divino. En palabras del doctor Javier Torres Pares, especialista de la UNAM, esto puede traducirse así: "Si Dios es más igualitario y si los individuos pueden tener un entendimiento más directo con él, el orden social terrenal también debe transformase para ser más igualitario".
La concepción de una sociedad democrática llegará a lo que hoy es Estados Unidos a través de los colonizadores ingleses. Sin embargo, paradójicamente, estas ideas se transformarán con el tiempo para dar paso a mitos racistas.
La comunidad sajona original y el racismo
¿A partir de qué momento se transforma la comunidad sajona original democrática e igualitaria en un mito racista que justifica la superioridad étnica? ¿Cómo influye en la construcción de los Estados Unidos?
Hacia el siglo XVI, Inglaterra enfrenta el dominio del Imperio Español en Europa. Esta pugna trasciende hacia el ámbito religioso, debido al conflicto entre el catolicismo hispano y la modernidad reformista anglicano-puritana británica. Para los ingleses, los católicos españoles representan el mal, mientras que los puritanos se consideran así mismos el pueblo elegido, ya que su relación con Dios deriva de un llamado divino. Esta vocación predestinada para extender la palabra verdadera del Creador, lleva al hombre protestante a la salvación por medio de su actividad en el mundo. Esto es evidente en la colonización de América.
El historiador Juan Ortega y Medina, en su libro "El Destino Manifiesto", señala que esta acción redentora daba derecho a la ocupación de las nuevas tierras y al dominio político-económico sobre los indios. De esta manera se planteaba un trueque: los británicos ofrecían instrucción y salvación eterna a cambio de bienes materiales que Dios les concedía como su pueblo elegido. En suma, la colonización planteaba regeneración espiritual, despojo de tierras y civilización protestante.
Ortega y Medina añade: "La herencia histórico-religiosa inglesa pasa casi íntegra a las colonias americanas... Con la independencia, los colonos secularizarán al máximo la doctrina que acabará siendo el destino manifiesto, un destino como correspondía a la vieja teología puritana, tan discriminatoria, que estableció la tajante división entre hombres (también razas y naciones) elegidos y hombre réprobos". En esta versión del puritanismo dominante, el cielo es sólo para unos cuantos.
Para el doctor Javier Torres Pares existe otro elemento que contribuye a transformar el mito democrático en mito racista: el cientificismo positivista de los siglos XVIII y XIX. Diversas teorías plantean afinidades lingüísticas y raciales, así como purezas, que definen a lo sajón como lo creador de las instituciones democráticas del siglo XVII.
Todos estos elementos influirán en el pensamiento de los padres fundadores de los Estados Unidos y, hacia el siglo XIX, conformarán una doctrina que justifica el poder, la superioridad racial y el predestinado imperialismo de ese país: imponer la modernidad democrática y la misión civilizadora a los pueblos "atrasados" se convierte en el destino manifiesto que sustenta la expansión territorial estadunidense. El éxito material de este país se percibe como prueba fehaciente de su designio privilegiado.
"Este mito es necesario estudiarlo porque, desde su concepción racista, va a contribuir a crear arquetipos denigrantes de lo que es México y el resto de América Latina. Una conclusión importante es que estas creencias, antes y ahora, contienen una fuerza política a veces decisiva en la historia", señala el Dr. Torres Pares.
La comunidad sajona original y los movimientos sociales en los Estados Unidos
A pesar de esta transformación racista del mito, su contenido original no se pierde del todo. Entre 1880 y 1918, los Estados Unidos son asiento de protestas sociales y organizaciones sindicales promovidas por movimientos obreros y agrarios socialistas, anarquistas y populistas que reivindican diversos derechos democráticos e igualitarios respaldados por aquella mítica comunidad sajona original. A pesar de que en 1918 sufren una represión brutal por parte del gobierno estadounidense, por la situación creada con la Primera Guerra Mundial, el derecho a huelga y las libertades de expresión, reunión y sindicalización en el país "líder del mundo libre" serían inexplicables si no se considera la presencia de esos movimientos radicales.
La lucha por estas reivindicaciones inspira a diversos grupos políticos de México. Por ejemplo, tras emigrar a Estados Unidos por el constante asedio del gobierno de Porfirio Díaz, el revolucionario Ricardo Flores Magón entra en contacto con movimientos radicales. En el Programa del Partido Liberal, dado a conocer por el político y periodista oaxaqueño en 1906, se incluyen aspectos relativos a la jornada obrera de ocho horas, séptimo día de descanso obligatorio, supresión de las tiendas de raya, amparo a la infancia y a la población indígena, entre otros reclamos.
En sentido contrario, la posturas antidictatoriales y democráticas que enarbolan diversos grupos políticos mexicanos, como el magonismo, influyen en los movimientos sociales estadounidenses. Incluso, la tradicional insurrección campesina en México tiene impacto en el vecino del norte en hechos concretos como la rebelión de San Diego de 1915.
"El contacto entre grupos sociales y políticos de un país "agrario" que está inmerso en un movimiento revolucionario y una nación que en 1900 llega al primer lugar en la producción manufacturera mundial, pero que tiene grandes movimientos sociales y radicales, genera una amplia zona de movilización conjunta que se ha estudiado poco," comenta el historiador Javier Torres Pares, de la UNAM, quien desde hace varios años realiza estudios fronterizos.
Entre los diversos fenómenos que dan lugar a este contacto, están los proyectos de industrialización que impulsan ambos países hacia finales del siglo XIX y principios del XX. En el norte de México y el suroeste estadounidense se produce un avance sustancial de la industria minera y el desarrollo de la infraestructura ferroviaria. Esto propicia una migración de población de los dos países hacia la frontera que da lugar al intercambio de ideas políticas y sociales. Debido a este proceso, en el norte de México se da un avance mucho más rápido y sólido en la organización sindical que en el resto del país.
Aunque las posturas racistas y discriminatorias han regido, a lo largo de la historia, las relaciones entre Estados Unidos y el mundo latinoamericano, también han subsistido actitudes solidarias cuyo origen se ubica en la prolongación del mito de la comunidad sajona original, en su contenido democrático e igualitario. Percibir ambas situaciones permite una visión más compleja, heterogénea y contradictoria de Estados Unidos que debe asumirse en un adecuado estudio histórico, concluye Javier Torres Pares.
Fuente: Boletín Intercambio Académico. DGI, UNAM, núms. 96/97.


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