TESTIMONIO DE D. ALBERTO FUNES
Doctor Camacho:
Soy un alumno suyo de Didáctica General. He visto la sección dedicada a los
Maestros y no he podido evitar acordarme del que para mí ha sido el mejor, en
muchos aspectos.
Sí es cierto que a veces, sobre todo cuando somos
pequeños, no comprendemos actitudes de algunos docentes, pero el paso del
tiemponos va enseñando cosas. Aún así, en este caso no ocurre lo mismo. La forma
de enseñar y de actuar de este profesor era tan natural y espontánea que
cualquier edad te hace ver lo mismo, las mismas intenciones, con los años se
intensifica, pero yo lo comprendía todo.
Este Maestro se llamaba Don Carlos González Revelles,
era natural de Atarfe, aunque ejercía en el Santa María Micaela de La Chana. Yo
soy del año 82 y lo tuve como Maestro durante 3º, 4º y 5º de la antigua E.G.B.
Este colegio era un colegio humilde, ubicado en una zona obrera del citado
barrio. En él estábamos alumnos de gran diversidad, había escolares con
dificultades a la hora de aprender, alumnos conflictivos por su situación
familiar (ya que venían niños huérfanos o retirados de sus padres de un centro
de acogida),etc. Este hombre parecía que tenía una varita mágica para cada uno,
y esa varita mágica no era otra que su lucha diaria, su honrradez y honestidad,
de esa manera absolutamente todo el colegio lo quería.
Como Maestro nos enseñó (en mayor o menor grado) a
respetarnos todos, fuéramos como fuéramos, nos enseñó a amar la música, la
naturaleza, el deporte, el teatro...nos enseñó a querer aprender.
Con él hicimos obras de teatro, como conjunto
instrumental de flauta tocamos en otros colegios del centro de Granada, como
coro vocal cantamos en emisoras de radio importantes de Granada, como Onda Cero,
donde nos dedicaron un programa de canciones navideñas, siempre que se podía nos
llevaba al campo, a Las Mimbres, a ver las aves rapaces, a beber agua fresca de
la sierra y a jugar al fútbol (hasta jugaba con nosotros con una relativa edad).
También nos enseñó a tocar la armónica, nos hacía concursos de verbos y
matemáticas, el aprender se convertía en un juego. Por si fuera poco nos
motivaba con un carné estudiante donde nos firmaba cada vez que hacíamos algo
bien...
Me podría poner a hablar de este hombre y no parar. En
el colegio lo recordarán siempre como una persona brillante, ya que hasta el
mismo profesorado contaba con él para todo, a veces se hartaba y decía que era
tonto, pero en el fondo era una persona excepcional y yo tuve la suerte de
tenerlo como Maestro. Don Carlos (como lo llamábamos todos) murió hace unos diez
años (no lo sé exactamente) debido a un infarto y no pude despedirme de él, de
esta manera le rindo homenaje a quién,
para mí, fue mi mejor Maestro.
Doctor Camacho, como usted bien dice, un profesor no
puede levantarse por la mañana cabizbajo y sin ganas de enseñar. A Don Carlos
jamás le ocurrió eso, lo hubiéramos notado y nunca pasó.
Siempre intento escribir bien, aunque me queda mucho
que aprender. En este caso mi implicación emocional en el tema me puede haber
llevado a error varias veces, es tanto lo que quiero decir que seguro me
equivoco. Un saludo, espero que valga de algo para la sección.