![Barranco León. Imagen: Susana Girón. Una imagen reciente de Barranco León (Orce, Granada). Con el clima actual, nuestros antepasados más remotos no hubiesen podido vivir en esta zona. Imagen: Susana Girón.](/sites/default/files/styles/noticia_interna_2dpr_896_/public/imagenes/noticias/interna/2021-03/PHOTO-2021-03-16-19-49-17%20%282%29.jpg?itok=hAnnhkKf)
![Barranco León. Imagen: Susana Girón. Una imagen reciente de Barranco León (Orce, Granada). Con el clima actual, nuestros antepasados más remotos no hubiesen podido vivir en esta zona. Imagen: Susana Girón.](/sites/default/files/styles/noticia_interna_2dpr_896_/public/imagenes/noticias/portada/2021-03/PHOTO-2021-03-16-19-49-17%20%281%29.jpg?itok=ey_ZD0Jg)
El clima de la Tierra ha ido cambiado significativamente a lo largo de su historia. Así, la alternancia de periodos glaciares (fríos y secos) e interglaciares (templados y húmedos) han condicionado la ocupación de determinados territorios. Hasta hace 450.000 años, en la Península ibérica, no tenemos constancia de presencia humana en gran parte de la Meseta. Sin embargo, a partir de ese momento aparecen ocupaciones de forma generalizada, con yacimientos tan emblemáticos como Ambrona (Soria) o Cuesta de la Bajada (Teruel). ¿Por qué se produce este cambio? No hay una explicación sencilla, pero está claro que estamos ante un periodo de transformación. En cuanto a las herramientas de piedra, se da una gestión más eficiente de las materias primas con las que se elaboran, y se amplía su diversidad y especialización.