Publicado por vez primera en: Hackmeeting Leioa, 5 Septiembre 2.001
Echelon contra la amenaza terrorista
Arturo Quirantes Sierra
¿Está Echelon afinando sus diccionarios con
nuevos términos como eta o kale borroka? Parece un argumento sacado de
"Torrente 3, apatrullando la Intenné", pero esa parece ser la conclusión a que
apuntan diversas noticias aparecidas no hace mucho. La visita del presidente
norteamericano Bush a España de Junio de 2.001 ha desvelado que Estados Unidos
está dispuesto a facilitar ayuda técnica en el campo del espionaje.
La noticia comenzó a rodar el 11 de Junio.
Miguel González, en el diario El País, menciona el acceso a sistemas de
desencriptación y la transferencia de tecnología en el sector de los satélites
de observación. El propio Aznar aludió a una mayor cooperación entre los
"servicios" de ambas naciones en la rueda de prensa posterior. Y el diario
británico The Guardian da poco menos que por hecho que Echelon se pondrá al
servicio de la lucha antietarra, citando fuentes del diario El Mundo.
¿Qué hay de cierto en todo ello? Algo
habrá, puesto que el ministro de Exteriores Piqué reconoce directamente que "la
información recopilada por la CIA y por sus satélites, unido a la capacidad de
EEUU de interceptar las comunicaciones y leer el correo electrónico, podría
ayudar a mantener el grupo terrorista bajo control." Pero ¿qué hay exactamente
detrás de todo lo dicho?
Una de las desventajas de la Red es que,
aunque las noticias se propagan rápidamente, también ocurre lo mismo con los
rumores. Los comentarios entre líneas y las opiniones personales interfieren
con las informaciones verídicas, de manera que en caso de duda es preciso ir a
las fuentes originales.
Primera fuente: EL PAÍS, 11 de Junio,
artículo titulado "España quiere que EEUU le facilite el acceso a tecnología
sensible en el campo del espionaje. " Su autor, Miguel González, parece haberse
informado bien, si bien no puedo poner la mano en el fuego por él. En lo
relacionado con tecnologías de espionaje, habla de las posibilidades de obtener
tecnología para un satélite de espionaje. Se barajan dos posibilidades: un
satélite propio y una colaboración con el satélite Helios-2. En ambos casos, se
trataría de un sistema de reconocimiento fotográfico, pero no de espionaje
electrónico propiamente dicho (si bien hay aún algunas dudas en relación al
Helios-2). También menciona la posibilidad de que el CESID pueda obtener del
Tío Sam tecnología para desencriptar comunicaciones protegidas. En ningún
momento menciona el tema del espionaje electrónico desde satélites o estaciones
en tierra, es decir, lo que conocemos como Echelon.
Segunda fuente: rueda de prensa del
ministro de Exteriores, Josep Piqué. No he encontrado copia de sus
declaraciones, pero El Mundo (14 Junio) cita al ministro, quien en alusión a la
cooperación antiterrorista con Estados Unidos afirma "desde el punto de vista de
la tecnología, de la información y de la detección de las comunicaciones, se
pueden hacer muchísimas cosas." Esto parece apuntar hacia Echelon, pero
adviértase cómo se refrenó muy mucho de mencionarlo explícitamente. A pesar de
ello, el mismo diario (15 Junio) afirma que "los expertos dicen que la
tecnología de EEUU sería muy útil contra ETA", citando expertos consultados por
Europa Press.
Y ahí se acaban las fuentes. Al menos, las
directas. El día 15, los diarios The Guardian y El Mundo sacan el tema en sus
ediciones digitales basándose en las dos fuente originales anteriormente
mencionadas. Tres días después, hasta el diario on-line smh.com.au reflejaba la
noticia ... en Australia. Añádanse otros diarios citándose unos a otros,
júntese con otras informaciones relativas a Echelon, sazónese con un poco de
Radio Macuto digital ... e vualá, listo el cocido. Pero ¿realmente se puede
sacar tanto de un par de informaciones originales donde en nada se mencionaba
Echelon o la constelación de satélites espía de Bush?
Vamos a suponer que no nos lo creemos.
Detengámonos un poco y razonemos. Es indiscutible que Estados Unidos piensa
ayudar al gobierno español en la lucha antiterrorista con tecnología de
espionaje de algún tipo. Genéricamente hablando, podemos dividir esa
ayuda en tres grandes apartados:
- Puesta a disposición del gobierno español de la red Echelon para la
interceptación de comunicaciones (bien directamente, o bien mediante acceso a
datos recogidos y procesados).
- Uso de otros medios de vigilancia mediante satélites de observación en el
visible, infrarrojo, radar y microondas.
- Cesión de tecnologías y sistemas de espionaje clásico: micrófonos, equipos
avanzados de pinchazo electrónico y sistemas de desencriptación de material
cifrado (comunicaciones de telefonía móvil, encriptación con claves cortas,
DES), así como técnicas de lucha contra-informática (troyanos, capturadores de
contraseñas, sniffers...) y de información ya recopilada y elaborada.
De estas tres técnicas de espionaje, parece
que solamente se da publicidad a la primera. De hecho, no se menciona
explícitamente, sino que se deja en el aire con sutiles omisiones para que la
gente piense que, efectivamente, algo hay de eso. Puesto que Echelon ha
recibido mucha publicidad últimamente últimamente (incluyendo un demoledor
informe de una comisión especializada del Parlamento Europeo), un par de
alusiones no confirmadas ni desveladas captan de inmediato la atención del
público. Y, como todo buen mago sabe, la mejor forma de colar un truco de magia
es hacer que el público mire hacia otro lado.
¿Por qué digo esto? Pues porque, a pesar
de leyendas urbanas y exageraciones varias, Echelon no es una red que lo vigila
y lo controla todo. Según la descripción del investigador Duncan Cambpell, "las
estaciones Echelon son emplazamientos para la interceptación de COMSATs
(Satélites de Comunicaciones), que usan antenas basadas en tierra para
monitorizar las transmitisiones de los satélites de comunicación y procesar las
señales recibidas con fines de inteligencia." Un rasgo clave del sistema
Echelon es que usa un conjunto de ordenadores "diccionario" para cribar y
filtrar la información interceptada en búsqueda de señales de interes.
Según este criterio, a menos que los
terroristas de ETA se comuniquen entre sí (o con sus apoyos) a través de
satélites de comunicaciones, será muy difícil que la red Echelon sirva de
ayuda. Podrá detectar y seguir las llamadas al extranjero, pero ¿qué utilidad
tiene en la gran mayoría de las llamadas, que serán efectuadas dentro del propio
País Vasco y de España? Usar Echelon para esta tarea es sencillamente un gesto
inútil.
Por otro lado, resulta difícil de creer que
Echelon vaya a ponerse al servicio del gobierno español sin contraprestaciones.
La estructura de esta red es de tipo jerárquico. Los cinco grandes actores
principales son los Estados Unidos, Reino Unido, Gran Bretaña, Australia y Nueva
Zelanda. Cada uno de ellos se llama a sí mismo "primera parte" y denomina
"segundas partes" a los otros cuatro. A continuación, están los "terceras
partes" que proporcionan material de interceptación y reciben algunos informes
elaborados a cambio. Hasta el momento, los "terceras partes" conocidos en
Europa son Noruega, Dinamarca, Alemania, Grecia, Italia, Turquía y Austria.
Queda, por tanto, la pregunta de qué
habremos de entregar a EEUU a cambio de la información que Echelon pueda recoger
sobre ETA. Todos los "terceras partes" albergan bases de interceptación con la
que contribuyen al esfuerzo global de Echelon. España tiene desde hace tiempo
un acuerdo de colaboración con EEUU mediante el cual se permite el alojamiento
de una base de detección de señales electrónicas en la base aeronaval de Rota.
Dicha base se usa para localización de submarinos y tareas similares, y no forma
parte realmente de Echelon. ¿Pero qué esfuerzos no estaremos obligados a hacer
a cambio de convertirnos en un "tercera parte" al que valga la pena pasar
información relevante? ¿Tendremos también que instalar bases de interceptación
de comunicaciones? Seguro que el amigo americano ya ha escogido el lugar
adecuado, pero yo no le voy a decir aquí dónde. Haga sus cábalas, atento
lector.
¿Habrá que pinchar las líneas
telefónicas que pasan por nuestro territorio? Pues ya pueden despedirse de la
intimidad en las comunicaciones. Porque si algo caracteriza el sistema de
pinchazos Echelon, es que es evidentemente ilegal. Ninguna información que
provenga de ahí podría ser usada en un juicio, pero indicaría a las fuerzas de
seguridad dónde y a quién hay que vigilar. Claro que eso será después de que la
aspiradora Echelon haya interceptado todas nuestras comunicaciones, las haya
procesado, filtrado y analizado.
Análogos problemas tendrán los otros medios
de espionaje electrónico, que no sólo de Echelon está lleno el bosque.
Satélites especializados orbitan los cielos con instrumentos de espionaje
fotográfico, infrarrojo y radar. Muy útil, supongo, para localizar zulos o
centros de entrenamiento en Francia, aunque dudo de que a nuestros vecinos galos
les haga maldita la gracia. Y si quieren usarlos en España, ¿acaso no es mucho
más sencillo, barato y eficaz echar mano a sistemas de búsqueda por tierra o a
bordo de aeronaves? Sospecho que una patrulla de la Guardia Civil, provista de
visores térmicos, puede conseguir el mismo resultado a un coste inferior, sobre
todo coste político.
Es decir, los echelones que pululan por el
mundo son medios tan contundentes y eficaces en la lucha antiterrorista como
puedan serlo la lucha a cañonazos contra un batallón de hormigas campestres.
Coja a un agente del CESID dedicado a la lucha contra ETA, déle a elegir entre
disponer de un satélite con filtros infrarrojos o un agente encubierto
infiltrado en su cúpula, y a ver qué les responde.
¿Por qué, entonces, esta insistencia en
hacernos creer que Echelon y sus primos son capaces de inclinar la balanza del
lado de los que luchan contra la lacra terrorista en Euskadi? ¿Acaso los
británicos han acabado con el IRA a base de espiarles mediante satélites? ¿Han
acabado los norteamericanos con Bin Laden gracias a sus descifradores de
códigos? Los vastos recursos de interceptación electrónica no le han evitado al
Reino Unido una lucha de treinta años en Irlanda del Norte, ni sirvieron para
salvar las embajadas norteamericanas en Beirut o Nairobi. Incluso la
tecnología espacial tiene sus límites. Pero en el caso que nos ocupa, tiene un
beneficio adicional: proporciona una excelente cortina de humo. Nos permite
desviar la atención hacia grandes sistemas de espionaje electrónico, y mientras
buscamos satélites en el cielo el mago juega tranquilamente en tierra.
Es muy posible que las fuerzas de seguridad españolas -Guardia Civil, Policía,
CESID- reciban un "plan Marshall" de ayuda tradicional. Para ellas, un aparato
capaz de descifrar las llamadas de un móvil GSM (que haberlos, haylos) será más
útil que un informe Echelon duramente conseguido. Es posible que Echelon suelte
unas migajas y permita enfocar las escuchas hacia objetivos provechosos. Pero
será el soldado de a pie, como siempre, el que gane la batalla: el espía que
pincha móviles, el técnico que se infiltra en la red telefónica, el informático
que descifra una clave gracias a ordenadores y programas de última generación.
Esos serán los verdaderos beneficiarios de la visita de Bush.
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