Publicado por vez primera en: Makypress, 5 Mayo 2002


Cerremos Makypress
Arturo Quirantes Sierra





Cuando homenajeamos a alguien, algunas personas tienen la mala costumbre de subirse al escenario creyéndose co-protagonistas, se olvidan de quién es la estrella y acaparan protagonismo con frases del tipo "cuando conocí a X..." Según eso, no debería comenzar diciendo "cuando conocí a Maky..." Pero precisamente él es una de mis mejores malas influencias, así que a aguantarse tocan.

De modo que: cuando conocí a Maky... las Torres Gemelas se hundieron. No lo tomen como causa y efecto. Dio la casualidad de que la primera reunión de CPSR-Spain (el capítulo español de CPSR) tenía lugar en Benidorm el 14 de septiembre. Yo acababa de aterrizar en la ciudad, sin equipaje (me lo habían robado), con una vaga idea sobre dónde estaba el local de reuniones, el tiempo justo para llegar corriendo, y para más inri era el primer ponente.

Lo más grande de todo es que conseguí llegar, y además a tiempo. Afortunadamente llevaba encima la chuleta de mi presentación, de manera que pude poner la LSSI a caldo como está mandado. Y cuando recupero el resuello, alguien me señala a cierto personaje, a quien me abstendré de describir (mantengamos el aura de misterio), y me soplan que es ese tal Maky de quien había oído hablar vagamente.

Me acerqué a él, nos presentamos, me pone un cara de asombro porque conozco su nombre (casi parecía enojado por haberle fastidiado la sorpresa), y entramos en conocimiento mutuo. Y fue mi perdición. Porque creo que desde entonces me he deslizado lenta pero inexorablemente al lado "villano" de la Red. Maky, Colegota, Skullman, Mercé, David C., entre todos me estáis echando a perder.

¿Cómo describir lo que Maky representa en el mundo digital? Ahí estaba un hombre que podría ser mi padre, con más tablas que donde las inventaron, aspecto de haber pasado por todas las guerras y de, al mismo tiempo, no perder la ilusión de la primera juventud. Porque si de Maky hay algo que me llama la atención no es tanto su espíritu de lucha como el hecho de que no escarmienta. Lucha por la tarifa plana, lucha por la libertad en el ciberespacio, lucha contra los advenedizos que enarbolan banderas que no les pertenecen. Y cuando termina, vuelve a empezar.

Quienes hayan leído sus Makypress, ya saben a qué me refiero. La LSSI ocupa la mitad de cada ejemplar. Luego añadimos la campaña contra el canon de la SGAE, el acceso a las zonas rurales, fallos de Microsoft, lo último de nuestros amigos de la AI... y lo que te rondaré morena.

Lo más curioso de sus Makypress es la cantidad de gente que escribimos allí. Tengo el honor de compartir espacio con plumas de primera (y no es peloteo) como Montse Duval, Colegota, Chinchetru, las gentes de mienten y kriptópolis, Olalla Cernuda, Mercé Molist. Y lo más curioso es que lo hacemos gratis. Nos molestamos en tomar el teclado, robarle tiempo al sueño, estrujarnos el cerebro y redactar artículos dignos del "níu yor táims". ¿Por qué diablos lo hacemos?

Pues tal vez sea porque creemos que el dinero no lo mide todo. Porque nos negamos a creer en el sofisma del orbe encanallado (Kipling dixit), y no nos tragamos el cinismo de los que nos quieren vender una red pulcra, aséptica, políticamente correcta y de pago por anticipado. Porque seguimos la estela de la Internet autorregulada del pasado, donde las relaciones humanas se desarrollaban sobre la marcha y cada uno expresaba lo mejor de sí mismo como Dios le daba a entender. Y también porque Makypress es una prueba palpable de lo que puede hacer un periódico sin presupuesto, sin anuncios, sin precio de venta al público y sin coleccionable de fin de semana, y que para rematar la faena resulta que informa y que lo hace bien. Lo cierto es que Maky nos hace un favor dejándole que le ayudemos.

Y aquí estamos, tan agustito. Dios nos cría y nosotros nos juntamos. Por eso digo al principio que cerremos Makypress, porque si no nunca me libraré de tan malas influencias. Me he enganchado al carro de las reuniones en el quinto pino, de las tertulias hasta el amanecer, de las campañas por causas no perdidas, de las caceroladas digitales.

¿Es que no se dan cuenta? Es la una de la madrugada, tengo pendiente un seminario por el que me van a pagar una pasta, arrastro sueño atrasado, y aquí estoy, añadiendo mi guinda al pastel del segundo aniversario de Makypress. Y lo que es el colmo, disfrutando enormemente de ello. Por favor, que alguien cierre Makypress, que me estoy echando a perder.



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