Publicado por vez primera en: Makypress, 10 Junio 2003
No más experimentos
Arturo Quirantes Sierra
Hoy ha sido uno de esos días en que todo me sale
chungo. Nada del otro jueves, sólo pequeños inconvenientes que parecen ponerse
de acuerdo para montar una asamblea y fastidiarme al alimón. Parece que hoy es
uno de esos lunes que dan mala fama al calendario entero.
Pero dice mi abuela que, cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana. Yo,
confiado de mí, me lo creo. El lunes va pasando hora tras hora, y parece que por
fin las cosas van saliendo bien. El bugbear no me ha dado ningún zarpazo, el
café de media mañana estaba bastante potable, y la enésima modificación de mi
último programa funciona de pm. Así que, cuando lo dejo devorando cpu como un
cosaco, me conecto a la red, me paso por barrapunto... y me entero de que se han
cepillado el Laboratorio.
Para quien no lo sepa, el Laboratorio es un centro autogestionado, sito en un
edificio abandonado en plan okupa. Seguro que entre vosotros, lectores, habrá
quien lo conozca mucho mejor que yo. Este que escribe se pasó un par de días por
allí el año pasado, cuando celebraron el hackmeeting de 2002. Sería difícil por
mi parte relatar mis experiencias y vivencias allí, porque fueron unos días
intensos y fructíferos. Por la mañana los extremeños nos muestran su nueva
distribución Linex, luego llega la panda de los villanos para explicarnos un par
de cosas. Por la noche, primera "gala" de los Big Brother Awards 2002, que tuve
el honor de presentar (bueno, el "honor" correspondió al maestro de ceremonias,
todavía en paradero desconocido, pero no vamos a entrar en detalles).
Allí había verdadero espíritu hacker. Los ordenadores se agolpaban en la planta
baja, y os aseguro que la gente hacía algo más con ellos que configurar el
salvapantallas de Matrix. Convirtieron un edificio ruinoso en el primer espacio
wireless que he conocido. En una pecera llena de aceite flotaban las tripas de
un ordenador que funcionaba a pleno rendimiento, mientras que a pocos metros
otro primo suyo controlaba un extraño caballo mecánico. Para los nostálgicos, la
planta superior mostraba un improvisado museo de la informática, donde se podían
ver los primeros PC, aquellos que comenzaban a abrirse paso con sus 128 kB y sus
cartuchos de cinta.
¿Dónde ha ido a parar toda esa inventiva puesta en acción? Dudo que al
Guggenheim o al Reina Sofía. Hoy 9 de Junio de 2003, el Laboratorio ha sido
okupado por un centenar largo de policías, cumpliendo una orden de desalojo.
No he podido verlo por televisión (tengo enanos en casa, y como está el patio
prefiero ponerles los teletubbies), pero seguro que lo pondrán como una
actuación de la ley y el orden contra los desharrapados piojosos hijos de mamá
que se dedican a jugar a los hackers violando todas las leyes habidas y por
haber. Seguro que "no descartan su vinculación" con la plaga del bugbear, la
desaparición de Sadam Hussein y la subida del déficit del Estado. Total, ya
puestos a creerse lo de las armas nucleares del tito Sadam, lo mismo cuela y
todo.
No dudo que el propietario del edificio del laboratorio está en su derecho al
exigir la devolución de su propiedad. Claro que también tendríamos nosotros el
derecho de exigirle explicaciones sobre por qué deja un edificio en ruinas en
pleno centro de la Villa y Corte, mientra su valor crece y crece. Pero eso es
demagogia que no me interesa. Lo que sí me interesa es que, en este momento, los
chicos y chicas del Laboratorio, con los que compartí brevemente tres días de mi
vida, se han quedado sin presente. Si hubiera justicia, el Labo seguiría
abierto, su dueño sufriría una inspección de Hacienda y Gallardón aplaudiría
esta iniciativa de cultura popular.
Pero una cosa es hacer justicia, y otra es hacer cumplir la ley. Por eso son los
extranjeros quienes nos aplauden iniciativas como Linex o Zamora wireless,
mientras el Ministerio de Cienciología se entretiene jugando al enésimo Plan de
Invéntese_un_nombre_bonito_y_no_haga_nada.
En estos momentos, muchos de mis propios compañeros en la Universidad de Granada
están mano sobre mano. Los albañiles han entrado a saco y han tirado abajo
nuestros laboratorios de investigación. Afortunadamente, es sólo una
remodelación; nadie nos va a echar a la calle ni a pedirnos papeles. Pero cuando
veo sus caras, entiendo lo que significa que, de un plumazo, te quedes sin el
nicho que te has hecho a lo largo de los años y donde trabajas día a día. Ellos
tendrán sus nuevos laboratorios tarde o temprano.
¿Y los desalojados de Calle Amparo 103? No tengo ni idea. Sólo espero que Endika
Zulueta, su abogado (¿cómo va la historia de Europol, colega) apunte bien y
dispare con bala. Por lo demás, Madrid está llena de edificios vacíos, donde el
ordenador de aceite podrá lucir palmito con los abueletes Spectrum y el caballo
terminator. Y si me acusan de incitar a la comisión de delitos, o comoquiera lo
llamen los leguleyos, po bueno, po fale, po malegro.
!Ya tardáis en patear otra puerta!
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