Publicado por vez primera en: lista lssi@elistas.net, 29 Julio 2003


Fantasmas y fantasmadas
Arturo Quirantes Sierra





Estamos asistiendo este verano a una de las noticias gordas de la España cibernauta. Un bufete de abogados, o lo que sea, ha amenazado con lanzar sus armas de destrucción masiva contra más de 95.000 usuarios de los sistemas de intercambio de archivos P2P, lo que esperan sea tan sólo la punta del iceberg.

Recientemente, alguien acusó a Maky de copypastear varios artículos al respecto, e incluso le ridiculizó por sacar sus fantasmas del pasado. Eso me hizo pensar. Lo de los fantasmas, quiero decir. No voy a defender a Maky, que eso sabe hacerlo solito. Tampoco voy a darle caña al acusador, ya que no sé quién es, y la verdad, me importa una higa. Pero el asunto de los fantasmas se me metió en la cabeza. Estuve dándole vueltas a la cantidad de fantasmas que tenemos todos, y mi propio fantasma particular -uno que me impide dormir tranquilo mientras haga una idea haciéndome cosquillas- me obligó a sentarme frente al teclado. Así que aquí estoy, son las dos de la madrugada, me caigo de sueño y además hace un calor de mil pares. Pero hay que ir, así que se va.

Estoy llegando a la conclusión de que la denuncia sobre el P2P ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos. Hay muchos temores que han estado tomando cuerpo durante mucho tiempo. En ocasiones han salido a la superficie, pero eran borbotones espasmódicos, como un cazo de agua a punto de hervir. Hoy el cazo ha roto en ebullición.

Empecemos por PWC y su abogado Xavier Ribas. Este último es un buen conocido de los internautas; al menos, de los que saben en qué bando milita este señor. Ribas ha estado siempre del lado de la ley y orden, entendidos como un estado de cosas en el que para escuchar dos notas musicales hay que pedir permiso, pagar derechos y corear un sonoro "señor, gracias señor" Ha escogido su bando, y no sé cómo le habrá ido en estos años, pero apuesto a que nunca ha tenido ni la mitad del reconocimiento que, digamos, Carlos Sánchez Almeida (otro abogado con el que unos podrán estar de acuerdo y otros no, pero que siempre ha procurado mantenerse del lado libre de la red).

Hoy se le presenta al señor Ribas la gran oportunidad, el Caso de los Casos. Nada menos que representar a las mafias musicales (y no nos engañemos, todos sabemos quiénes son) en su eterna lucha por los diezmos, a los que algunos llaman derechos de autor. Su fantasma de la fama y reconocimiento, siempre esquivos, hoy se bate en retirada ante la realidad mediática, donde se ha convertido en la gran estrella. De remolque le sigue su cliente, al que no menciona pero que, repito, todos conocemos. Dicho cliente (llamémosle X) tiene su propio fantasma, que se le aparece en sueños cuando alguien oye una canción sin pasar por caja. Ha ganado algunas batallas, pero ahora se enfrenta al peligro entre los peligros: nada menos que los internautas libres. Doblegar esa Red de Redes, que durante una década ha sido azote de poderosos, sería el máximo anhelo de cualquier gobierno, discográfica, editorial o empresa de software. Ya me imagino la estatua que le dedicarán al que consiga poner en cintura a esos casposos internautas, piratas, malandrines, bellacos, y ectoplásticos. Hoy esa estatua lleva la efigie de Ribas, con el logo de PWC y la leyenda "Por los servicios prestados, la Familia agradecida."

Luego tenemos los fantasmas particulares de la Asociación de Internautas, la mayor agrupación de internautas de España …o, al menos, la que más salen en los medios de comunicación. El astuto lector que me conozca ya sabrá lo que pienso de ellos: me caen gordos. Me recuerdan a un pasaje de la película Ciudadano Kane, en el que alguien increpa "siempre has hablado del pueblo como si fuese una cosa tuya, como si te perteneciese" Algo así parece la AI cuando habla de los internautas Se pasaron un año tomando el pelo a los internautas, actuando como si ellos y solamente ellos pudiesen defenderlos. ¿Y qué hacían mientras tanto? Entretenerse en el despacho del señor Borja Adsuara, de muy querida memoria como principal impulsor de la LSSI. La ley entró en el BOE, Adsuara salió hacia nadie sabe dónde, y de repente la AI pasa de amiga del MCYT a feroz enemiga del Ministerio, azote de poderosos, doblegadora de telecos y amiga del pueblo. A buenas horas, majetes.

Ahora la AI, en busca de un nuevo lugar en el mapa digital, busca alejar de sí el fantasma de "vendidos" que le persigue. Ya no cuenta con amigos en los despachos ministeriales, así que se vuelve más populista: que si va a defendernos del siniestro proxy de Telefónica, que si vengan campañas por aquí y por allá, que si el P2P no hay que castigarlo usando la Gestapo. Se comportan como hizo Julio César, que cuando los senadores no le hacían caso, se hacía del bando popular. Que el populacho se cansaba de él, pues nada, a hacerse otra senatorial de toda la vida. El problema es que pisó demasiados callos, y acabó como acabó.

También las silenciosas fuerzas del orden están con su fantasma particular tras la oreja. Nunca dejan de pedir herramientas técnicas y legales para combatir esta especie de Sodoma y Gomorra en que, según ellos, se ha convertido Internet. Así que, tras lucirse con decomisos de discos piratas, ahora tocan los decomisos digitales. Nada menos que 95.000 internautas a los que investigar. Con permiso del juez, claro, pero quien hace la ley hace la trampa. Apuesto a que alguno de ellos ya ha estado jugueteando con los datos de tráfico, esos que según la LSSI hay que retener por si acaso aparece un maloso por la red. Caso de que las denuncias se lleven a efecto, ya se encargarán de convencer a un juez de que nos enfrentamos a la mayor amenaza contra las gentes de bien desde que el Barsa ganó la Copa de Europa, así que si es usted tan amable, señoría, sí, aquí, en la línea de puntos, sólo 95.000 firmitas, gracias. Claro que los jefazos saben que lo mismo todo queda en agua de borrajas, así que se mantienen callados. Pero la idea de poder convertir el P2P en una palanca para poder estrenar una gran División de Delitos Informáticos como san Hoover manda, con centenares de agentes patrullando la red, es algo que seguro ha alejado los fantasmas de más de uno.

No nos olvidemos de los fantasmas del gobierno. Han sido incapaces de articular una Internet en condiciones en este país (con lo fácil que resultaba: bastaba con no hacer absolutamente nada y dejar Internet para los internautas). Ni bellos nombres como "Sociedad de la Información" -se ve que las sociedades anteriores estaban de lo más desinformadas-, ni planes grandiosos, ni campañas sonoras de todo tipo, ni siquiera esa ley que iba a dar seguridad y confianza en la red. Nada de esto parece haber servido para convertir Internet en lo que todo gobierno desea, a saber: un lugar de compras digitales donde el tiempo se invierte en generar PIB, acrecentar las arcas del estado y mantener una uniformidad mediática ejemplar.

Ahora aparece la posibilidad de alejar los fantasmas de la decepción y el fracaso. Que un bufete privado se encargue de machacar a los piratas de la red, esos que osan oir música by the face. El gobierno, mientras, prepara su ley de firma digital que -ahora sí, se lo juro por mis niños- va a generar confianza y seguridad. Y qué casualidad, justo cuando al evanescente ministro Piqué, que ya tiene las maletas listas, necesita alguna medalla que colgarse ante sus electores. Y ni siquiera tiene que pringarse. Basta con algunas estadísticas sobre lo que ha bajado la piratería por Internet, la de puestos de trabajo que como consecuencia de ello van a generar las empresas del ramo, y unos comentarios sobre la brillante actuación policial -eso de la ley y el orden lucen muy bien en época preelectoral-, y listo, a entrar en la Generalitat por la puerta grande.

Me estoy extendiendo demasiado para mi gusto, y espero amigo lector que me disculpes por ello. Te aseguro que más me duele a mí, siquiera por el sueño que me entra. Pero no quiero dejarlo sin antes hablar del fantasma que recorre a mi amigo Maky, a Mercé, a David C, a este que os escribe y a muchos internautas entre los que quizá te encuentres tú. Es el fantasma de la mentira. De la intervención estatal. Del Gran Hermano. Llevamos años oyendo mentiras y cantos de sirena, mientras los poderes legales y fácticos convierten este siglo en una prisión digital. Nos han echado encima de todo, desde Echelon hasta Europol, desde la LSSI al Código Penal. Nos intentan prohibir la criptografía, nos obligan a usar teléfonos interceptables, nos niegan la entrada a cualquier recinto sin antes haber sido controlados, fotografiados, escaneados y registrados, nos hacen leyes a medida, llenas de cláusulas con letra pequeña. Si voy a un hotel me hacen un ficha policial (verídico: algunas incluso llevan ya la leyenda "Dirección General de Seguridad"), y si intento subir a un avión con destino a EEUU les entregarán hasta el último bit de información que posean sobre mí, legalmente o no.

Estamos hartos de que el fantasma de Orwell nos persiga. Y, cuando lo hemos visto materializado en la demanda de Ribas sobre el P2P, hemos reventado. Así que, señor Ribas, si de verdad consigue hacer creer a sus clientes que esta denuncia va a tener un efecto "sensibilizador" (es decir, de acojone masivo), enhorabuena, ha conseguido usted unos clientes agradecidos que pagan bien. Ante ellos, se ha vendido usted de maravilla. Pero si se cree que nos ha asustado, se equivoca. Nuestros fantasmas ya nos han curtido tanto que fantasmadas como la suya nos dejan tibios. Al contrario, nos crecemos ante ellas. No nos veremos en los tribunales, y usted lo sabe. Adelante, vengan sus denuncias.



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