Publicado por vez primera el 12 Octubre 2004


Dos años de la LSSI
Arturo Quirantes Sierra





Estamos otra vez en la celebración de la Fiesta Nacional. De nuevo vuelve la polémica sobre qué banderas desfilarán en Madrid, quiénes estarán y quiénes faltarán. Los políticos saldrán en televisión, harán declaraciones y se atacarán unos a otros. Y ninguno nos recordará que hace ya dos años que la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) nos acompaña.

Dos años atrás entró en vigor una ley que el gobierno afirmaba iba a otorgar confianza y seguridad en la Red. Cambió el gobierno, y los que antes afirmaban que iban a derogar la ley se esconden tras el silencio. El Ministerio de Ciencia y Tecnología, que esperaba brillar con luz propia gracias a la "ley de Internet", ha desaparecido, sus despojos repartidos entre ministerios y secretarías generales.

Yo, la verdad, sigo sin verle sus ventajas. Podría ser que este que escribe, obcecado con su verdad, resultase ser un cabezón al que los acontecimientos le han desbordado. Me encantaría que los hechos del año pasado me pusiesen en ridículo, que realmente la LSSI hiciese de la Internet española un lugar maravilloso donde los perros digitales saliesen a pasear con longaniza. Pero en lugar de perros abundan los troyanos, la gente sigue sin lanzarse a comprar masivamente por la red, el spam nos amarga los buzones de entrada y la confianza y seguridad siguen brillando ... por su ausencia.

Porque si la LSSI es tan maravillosa, ¿por qué los dominios .es siguen siendo tan escasos como los políticos honrados? ¿Dónde está esa tarifa plana asequible? De los últimos de Filipinas perdidos en nuestros pueblos, sin una triste Internet que llevarse a la boca, mejor ni hablamos. Si el comercio electrónico es noticia, es tan sólo por los patéticos intentos de la SGAE y sus escuadrones diabólicos para insertarnos un canon hasta en las pescaderías (que el fósforo es muy bueno para la memoria). Y, como refuerzo a tanta seguridad y confianza, el Código Penal, recientemente modificado, criminaliza desde el uso de sistemas de intercambio P2P a cualquier información criptográfica que pudiera molestar a los señores de Digital Plus.

Antes de la LSSI no parecía haber necesidad de una ley. Todo el monte era orégano, y en una época en la que AOL se comía al conglomerado Time-Warner crudo todo era posible. De repente, el mundo se viene abajo, Terra pasa de valer en bolsa más que la propia Telefónica a convertirse en botín de guerra, Jazztel pasa de un carroñero a otro, QuieroTV fue autorizada a morirse ella solita... con semejante panorama, no es de extrañar que los poderes de siempre reclamen una ley a su medida.

Dejen de tomarnos por idiotas, por favor. Ni la LSSI es la panacea, ni sirve para nada. De hecho, no tiene ni un desarrollo reglamentario, de forma que los propios proveedores de Internet ignoran cómo aplicarla. Eso sí, la "autorregulación" funciona de maravilla, si con semejante palabro se entiende la facultación a los proveedores para que hagan lo que quieran con las páginas de sus alojados, todo bajo el paraguas protector de la lucha contra contenidos ilegales. Pero, aparte convertir a los ISP en fiscal, juez y verdugo, la LSSI sigue con las mismas lagunas que antes: es una ley omnicomprensiva (Baudilio Tomé dixit), que se aplica a todo bicho viviente que se mueva por la red ("Reitero que no hay ni páginas web ni comunicaciones personales ni cualquier otro tipo de comunicación que, utilizando la red, no tenga efecto económico." - Anna Birulés Beltrán, Ministra de Ciencia y Tecnología, Septiembre de 2001), es una extralimitación de la directiva comunitaria tras la que se esconde y pretende justificarse, impone un fuerte dispositivo sancionador represivo, ha carecido de cualquier tipo de debate parlamentario significativo, y a juzgar por lo que vemos hoy día, no ha cumplido sus objetivos.

Sin embargo, ahí está. Ni las protestas de los internautas ni la realidad de los hechos parece convencer a nuestros gobernantes. Así que habrá que seguir protestando, hacer oír nuestra voz y recordar a todo aquel que quiera oirnos que la LSSI es una ley indeseable, que no ha cumplido su propósito de acallarnos, y que mal que le pese a muchos vamos a seguir en la brecha.

Viva el 12 de Octubre, segundo aniversario de la LSSI. Pero por favor, que no viva más.



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