LAS CÁSCARAS DE HUEVO DE AVESTRUZ EN CONTEXTOS FENICIO-PÚNICOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y BALEARES: PROBLEMÁTICAS Y PERSPECTIVAS DE ESTUDIO
OSTRICH EGGSHELLS IN PHOENICIAN-PUNIC CONTEXTS IN THE IBERIAN PENINSULA AND BALEARIC ISLANDS: PROBLEMS AND FUTURE PERSPECTIVES
Javier SIVERIO GONZÁLEZ *
Resumen
Se hace una primera aproximación a la cuestión de las cáscaras de huevo de avestruz en contextos fenicio-púnicos en la Península Ibérica e Islas Baleares, en entornos tanto funerarios como no funerarios, exponiendo problemáticas sobre el estado actual de los estudios, así como una revisión de estas en su conjunto y propuestas de futuros estudios.
Palabras clave
Huevo de avestruz, ajuar funerario, cultura material fenicia, costumbres de enterramiento
Abstract
A first approach is made to the question of ostrich eggshells in Phoenician-Punic contexts in the Iberian Peninsula and Balearic Islands, in both funerary and non-funerary environments, exposing problems on the current state of studies, as well as a review of these as a whole and proposals for future studies.
Keywords
Ostrich eggs, Funerary goods, Phoenician material culture, Funerary customs
INTRODUCCIÓN. MARCO TEÓRICO
Las cáscaras de huevo de avestruz son elementos dentro de la cultura material fenicio púnica, cuya notable presencia en la Península Ibérica e Islas Baleares nos cuenta numerosas historias desde el proceso de importación y distribución por el territorio hasta su eventual depósito en entornos funerarios y no funerarios, pasando por su producción, trabajo y decoración. Actualmente, siguen siendo restos materiales rodeados de incógnitas, tanto en su dimensión simbólica, como en especial en los contextos que las rodean, a menudo poco tratados en conjunto debido a cuestiones como la antigüedad de los estudios o la preferencia por estudios de caso en cada yacimiento. Sin embargo, la totalidad de cáscaras y fragmentos de cáscara de huevo en la Península Ibérica e Islas Baleares, que se cuentan por cientos, puede ser analizada como conjunto, permitiendo resolver múltiples cuestiones acerca del contexto y uso de estos materiales.
En primer lugar, las cáscaras de huevo de avestruz son elementos materiales presentes fundamentalmente en entornos funerarios, así como en santuarios y espacios de habitación, asociados a contextos fenicio-púnicos, íberos, romanos e incluso islámicos (Fig. 1). Respecto al primer caso, se ha considerado con un simbolismo asociado a diferentes cuestiones, tales como el principio o fuerza vital, reencarnación o resurrección (RAMOS SAINZ 1990; MARTÍN RUIZ et al., 2021), si bien el valor simbólico más comúnmente asociado a las cáscaras de huevo de avestruz es la del hálito vital, de modo que el huevo de avestruz tiene un carácter sagrado donde se almacena el hálito vital que posibilita la resurrección del individuo (SAN NICOLÁS PEDRAZ 1975).
Fig. 1. Cáscara de huevo de avestruz decorada procedente de la necrópolis de Puig des Molins (Ibiza). Fuente: MAEF, 2022.
Estos elementos requieren de su importación, al menos, desde el norte de África, las cuales a su vez llegan desde el África subsahariana, principal área de producción (MARTÍN RUIZ 2018) y, por tanto, deben ser considerados como elementos de lujo, que requieren de una preparación previa de la cáscara, su vaciado, tratamiento de la superficie y trabajo, y también su decoración, la cual comprende decenas de patrones decorativos distintivos (SAN NICOLÁS PEDRAZ 1975). Las cáscaras de huevo se presentan también en distintas morfologías, tales como enteras, con forma de vaso, con forma de cuenco, con varios agujeros para su vaciado o, incluso, en estado fragmentario. A menudo, debido fundamentalmente a los primeros estudios, son elementos asociados a este mundo funerario, aunque los últimos estudios arqueológicos en espacios no funerarios, principalmente urbanos, han demostrado la presencia de numerosas evidencias de estos materiales.
Estado de la cuestión
Los estudios sobre cáscaras de avestruz en la Península Ibérica se caracterizan por el enorme vacío científico que se ha generado, en especial en las últimas décadas. Apenas existen unas pocas decenas de trabajos que tengan por objeto de estudio estos elementos tan distintivos del fenómeno funerario fenicio-púnico, un número que se reduce aún más para obras de carácter transversal en la península. Los estudios comienzan entre finales del siglo XIX y mediados del XX, con el descubrimiento de las grandes necrópolis fenicio-púnicas de Villaricos, Puig des Molins o Almuñécar, de mano de arqueólogos como Manuel Pellicer o Miriam Astruc (2007a; 1951). Sería esta última quien trabajaría en profundidad la cuestión de los huevos de avestruz fenicios tanto en Ibiza como en Villaricos, los dos yacimientos más relevantes a este respecto, realizando los primeros estudios cuantitativos y descriptivos en profundidad.
En 1975, María del Pilar San Nicolás Pedraz publica Las cáscaras de huevos de avestruz en la Península Ibérica y Baleares, la que es probablemente la obra más importante en relación con los huevos de avestruz fenicio-púnicos. Este trabajo recopila la totalidad de los presentes en la Península Ibérica conocidos hasta el momento, analizando hasta 21 yacimientos entre Huelva, Sevilla, Málaga, Granada, Almería, Alicante e Ibiza en contextos tanto urbanos como funerarios. Además, establecería las primeras tipologías de clasificación de huevos de avestruz que a menudo son empleadas por trabajos posteriores. Se habrían establecido 9 tipologías de forma de la cáscara de avestruz, fundamentalmente, a partir de la presencia de agujeros en los polos o si cuentan con forma de casquete o vaso; y 11 tipologías de borde para aquellas cáscaras que la presentan. Por otro lado, San Nicolás Pedraz describe las múltiples decoraciones presentes en los huevos de avestruz, divididos a su vez en decoraciones mediante metopas, bandas horizontales, limitaciones y símbolos. Gran parte de estas clasificaciones se harían en base a las cáscaras de Villaricos e Ibiza (y brevemente Almuñécar), pues de los 802 ejemplares entre 8 yacimientos, sólo 7 no forman parte de estos 3 yacimientos -sólo se han identificado dos huevos en el entorno de Carmona (SÁNCHEZ ANDREU 1994)- que apenas se mencionan en los sucesivos apartados de estudio tipológico y decorativo.
La obra de San Nicolás Pedraz ha sido de suma importancia para dotar de herramientas a los distintos investigadores que han querido contextualizar y analizar los huevos de avestruz feniciopúnicos, si bien esta actúa más como una descripción tipológica acompañada de una breve interpretación sobre su uso y simbolismo, además de no diferenciar entre huevos en contextos funerarios -como sería Villaricos o Almuñécar- y contextos de hábitat -como El Carambolo y Toscanos-. Por supuesto, la antigüedad de casi 50 años de esta obra implica no sólo que la contabilización de los huevos de avestruz y sus yacimientos es obsoleta, sino que además necesita de una fuerte renovación del discurso histórico al generarse en el marco del franquismo, como se observa por proxi teórico, dataciones imprecisas o el entendimiento de la presencia fenicio-púnica en la península desde un marco teórico puramente colonial.
Posteriormente, pocos trabajos se han realizado acerca de los huevos de avestruz fenicios como eje central. En su mayoría, están presentes como capítulos o apartados de estudios de yacimientos concretos, o en su defecto como artículos que analizan las cáscaras de huevo de avestruz como elementos singulares del yacimiento. Ejemplos de esto último serían el trabajo de Rosa Pla Orquín y Michele Guirguis sobre La Fonteta (2014), o el trabajo de Jorge Barrachina y Andrés Adroher sobre un santuario íbero en Iliberri (2018). Quizás la obra más relevante que trata los huevos de avestruz fenicios como conjunto peninsular sería la de Juan Antonio Martín Ruiz (2018), que actualiza el discurso histórico de San Nicolás Pedraz, así como de conjunto de yacimientos de la península que incluye también localizaciones en el norte de África, con el objetivo de analizar su presencia desde un punto de vista comercial.
Por otro lado, existen varios estudios por parte de autores italianos que abordan la cuestión de los huevos de avestruz, si bien desde una perspectiva del Mediterráneo occidental. Ejemplos de esto serían los estudios de Sabatino Moscati sobre Villaricos (1996) o la que probablemente sea la única monografía dedicada a los huevos de avestruz fenicios en el Mediterráneo, escrita por Gigliola Savio (2004). Por lo tanto, como se puede observar, existe un enorme vacío científico en la comunidad española sobre el cómo, dónde y el porqué de las cáscaras de huevo en contextos fenicios peninsulares, cuyo reducido número de yacimientos permite la realización de un estudio a escala peninsular y, por tanto, abordar cuestiones de alto interés científico tales como la forma en que se presentan los huevos de avestruz, diferenciando su función de acuerdo a los contextos, las diferencias y comparaciones entre los distintos contextos y entre distintos yacimientos, y el uso y consideración que podían tener las cáscaras en base a esto último.
Respecto a estudios sobre prácticas funerarias en el mundo fenicio, uno de los principales estudios sobre ritual funerario en las necrópolis fenicio-púnicas corre a cargo de María Luisa Ramos Sainz (1990), quien realiza un estudio en conjunto sobre siete necrópolis del sur peninsular, buscando caracterizar y describir tipologías de enterramiento, ritos funerarios y composición de ajuares. En total, describe hasta 5 ritos distintos de incineración e inhumación, diferenciados fundamentalmente por sus cronologías. Esta obra representa uno de los pocos estudios que se han atrevido a abordar un estudio sobre las prácticas funerarias fenicio-púnicas como conjunto en la Península y las Islas Baleares, unificando numerosos estudios de caso que han permitido observar comportamientos comunes en diferentes necrópolis, así como determinar un primer conjunto de costumbres de enterramiento. Sin embargo, el estudio se realiza a partir de una clasificación cronológica con los métodos de incineración e inhumación como patrones diferenciales, sin llegar a ahondar en posibles diferencias de comportamiento o patrones de enterramiento presentes dentro de este mismo periodo (RAMOS SAINZ 1990). El estudio se realiza además desde una perspectiva no cuantitativa, haciendo uso de ejemplos o estimaciones, sin llegar a discernir con solidez la frecuencia de dichos ritos. Asimismo, en el estudio solo se emplean siete necrópolis, como se ha dicho, así como menciones ocasionales a otras necrópolis, sin llegar a considerar conjuntos de necrópolis de importancia como aquellos en Ibiza, Alicante o Sevilla, entre otros. A menudo se menciona la frecuencia de adornos en el ajuar que se corresponden a elementos de lujo, como son sortijas de oro, plata, o escarabeos, elementos que es poco probable que formaran parte de las posesiones personales de buena parte de los individuos sepultados, sino que podrían estar relacionados con aportaciones en distintos momentos por parte de aquellas personas que interactúan con dichas tumbas o en el momento inmediato de la deposición (ADROHER et al., 2023).
Problemáticas como estás nos llevan a remarcar la necesidad de nuevos estudios, con nuevas perspectivas, sobre el conjunto de sepulturas en las necrópolis peninsulares y las Islas Baleares que posean huevos de avestruz y que permita descifrar el fenómeno funerario fenicio-púnico más allá de la incineración o inhumación según cronologías, ya sea formas de enterramiento o elementos de ajuar, y que también comprenda la totalidad de espacios funerarios fenicio-púnicos de la Península y Baleares en lugar de una muestra.
OBJETIVOS Y PROCESO DE ESTUDIO
Buena parte de los estudios desarrollados en torno a las cáscaras de huevo de avestruz tienen su antigüedad como problema principal, debido principalmente al desarrollo de sus trabajos arqueológicos durante los tres primeros cuartos del siglo XX. Por tanto, se procurará realizar un trabajo de revisión bibliográfica e historiográfica de las cáscaras de huevo de avestruz en contextos funerarios y no funerarios, buscando actualizar el conjunto de datos en torno a las cáscaras, así como unificarlos. De esta forma, se recuperará el conjunto total de datos, labor que no se había realizado en profundidad desde los trabajos ya mencionados de San Nicolás Pedraz (1975), para sentar una base desde donde empezar a trabajar esta temática de forma actualizada. Se buscará también diferenciar cáscaras de huevo de avestruz en contextos funerarios de aquellos no funerarios, bajo la premisa de tratarse de contextos de comportamiento totalmente diferenciados y que, por tanto, contarán con una funcionalidad y simbolismo distinto a pesar de ser elementos de la misma naturaleza. Respecto a los contextos no funerarios, se buscará comprender, en medida de lo posible, dichos comportamientos en torno a unas cáscaras de huevo que se asocian fundamentalmente a contextos funerarios.
El conjunto total de contextos funerarios fenicio-púnicos con presencia de cáscaras de huevo de avestruz será por tanto revisado y comprendido en su conjunto como primer paso para resolver algunas de las problemáticas presentes, e incluso aspectos más específicos tales como distribución espacial, presencia de determinados elementos concretos en el ajuar, tipología de las tumbas, cronologías, etc.
En esta primera aproximación, por tanto, para la obtención de datos acerca de sepulturas con cáscaras de huevo, el principal método obtenido es la revisión y vaciado bibliográfico. A través del conjunto de publicaciones arqueológicas sobre distintos yacimientos en la Península Ibérica, se hará una lectura y revisión de aquella información que describa la presencia de cáscaras de huevo y, más importante, su contexto, tanto funerario como no funerario. La bibliografía empleada será, fundamentalmente, memorias de excavación o cualquier material descriptivo, priorizando la obtención de datos con respecto a las interpretaciones arqueológicas. La bibliografía empleada comprenderá publicaciones de cualquier antigüedad, puesto que las problemáticas usuales con respecto a estudios ya obsoletos suelen tener un menor impacto con respecto a la recopilación de datos, además de que buena parte de los estudios sobre cáscaras de huevo en España fueron realizados durante los tres primeros cuartos del siglo XX, como se ha dicho sobre estas líneas. La muestra, buscará comprender el conjunto total de publicaciones las cuales describan con precisión la totalidad de cáscaras de huevo de adscripción fenicia/íbera/orientalizante presentes en la Península Ibérica. Sin embargo, por cuestiones de accesibilidad, no se ha podido hacer un vaciado bibliográfico lo suficientemente completo en aquellas sepulturas de la isla de Ibiza por imposibilidad de acceso a las memorias completas y en las que buena parte de las publicaciones, editadas por el Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera, no permiten su acceso.
Respecto a los contextos funerarios, el conjunto de sepulturas con presencia de cáscara de huevo de adscripción fenicia en la Península Ibérica y las Islas Baleares cuenta con presencia en 624 sepulturas repartidas en más de una decena de yacimientos, cada uno con diferente ajuar, forma de enterramiento, tratamiento de restos humanos, número y tipo de cáscaras, etc., llegando a un total mínimo de 802 cáscaras de huevo de avestruz. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunas características no se verán representadas en este estudio serán las cronologías absolutas de las sepulturas, la posición absoluta y relativa de las sepulturas, y el número de individuos enterrados en cada sepultura. Los principales motivos para ello son, respectivamente, la ausencia de cronologías absolutas, la irrelevancia de la posición relativa con respecto al ajuar debido a que normalmente se corresponde con cuestiones de aprovechamiento del espacio, y la problemática a la hora de adscribir elementos de ajuar en enterramientos colectivos. Tampoco se recuperarán ni analizarán aquellas sepulturas con ausencia de cáscaras de huevo, ya que no se encuentra entre los objetivos de este trabajo que, como decimos, busca determinar la distribución geográfica y, fundamentalmente, la relación de estos elementos con el resto del ajuar y los modos de enterramiento. Cuando sea posible, se indicará el porcentaje de sepulturas con cáscara de cada yacimiento con respecto al total, para así aportar una idea más aproximada de la realidad en cada espacio o yacimiento.
LOS HUEVOS DE AVESTRUZ EN PENÍNSULA Y BALEARES
En total, se han documentado hasta 24 yacimientos con presencia de cáscaras de huevo de avestruz, ya sea en contextos funerarios o de asentamiento, íntegras o en forma de fragmentos, en la totalidad de la Península Ibérica y Baleares (Fig. 2), distribuidos en un espacio que comprende buena parte del sur peninsular, desde Huelva hasta Alicante; desde Cádiz hasta Ibiza. La gran mayoría se sitúan cercanos al litoral costero, si bien algunos casos en Sevilla y Granada se encuentran en el interior.
Fig. 2. Yacimientos con presencia de cáscaras de huevo de avestruz en la Península Ibérica. 1. Plaza de las Monjas y La Joya 2. Castillo de San Sebastián y barrio de Santa María 3. Castillo de Doña Blanca 4. El Carambolo 5. Munigua 6. Carmona 7. Cerro del Villar 8. Alarcón, Toscanos y Jardín. 9. Morro de Mezquitilla 10. Laurita y Puente de Noy 11. Iliberri (calle Zacatín y Alcaicería de Granada) 12. Boliche 13. Villaricos 14. La Fonteta 15. La Albufera (Lucentum) y El Oral 16. Les Casetes 17. Sa Caleta 18. Puig des Molins.
La problemática de los contextos urbanos: fragmentación y uso
La presencia de huevos de avestruz en contextos arqueológicos urbanos no es pequeña, dando lugar a numerosas cuestiones sobre su origen y uso en dichos contextos. En total, se han contado hasta diez contextos arqueológicos de asentamiento fenicios en todo el sur peninsular que cuentan con restos de huevos de avestruz, en su gran mayoría fragmentados:
Encontramos en Alicante dos yacimientos, El Oral y La Fonteta, restos de huevos de avestruz, si bien en estado fragmentario. Destaca esta última, que presenta el que sería el conjunto más numeroso de fragmentos de huevo de avestruz en toda la Península Ibérica, con un total de casi 500 fragmentos (Fig. 3) en una horquilla temporal que abarca unos tres siglos de ocupación en siete fases diferenciadas donde la mayor presencia se concentra entre el 720 y el 670 a.C. (GUIRGUIS Y PLA ORQUIN 2014: 753). Si bien no se puede estimar con suficiente precisión el NMI de cáscaras de huevo de avestruz, semejante volumen, en especial en comparación con otros contextos arqueológicos, indican que la presencia de huevos de avestruz en el asentamiento no se puede justificar a un consumo local, y en su lugar sea necesario considerar La Fonteta como un punto de distribución ya sea hacia el interior u otros asentamientos costeros.
Fig. 3. Fragmentos de cáscara de huevo de avestruz trabajados y decorados de La Fonteta, Alicante.
Fuente: Guirguis y Pla Orquín, 2014.
En la costa malagueña se han encontrado en hasta cuatro asentamientos fenicios varios fragmentos de huevo de avestruz, así como las dos únicas cáscaras íntegras presentes en contextos de habitación. Se encuentran restos de cáscara en Cerro de Alarcón, Morro de Mezquitilla y Toscanos (SCHUBART 2002; 2006). Sin embargo, sería en Cerro del Villar donde encontramos dos huevos de avestruz íntegros, uno de ellos con restos de ocre en su interior, los cuales han sido asociados a prácticas rituales, y no funerarias, en base a la presencia de lucernas y malacofauna asociada a la quema de elementos aromáticos, así como una vasija quemada y un pendiente de plata, en un espacio que no llega a los dos metros cuadrados (DELGADO et al., 2005).
En Ibiza, la notable presencia de huevos de avestruz en contextos funerarios, en especial en Puig des Molins, tiene un menor paralelismo cuando nos centramos en contextos urbanos, siendo el más representativo el yacimiento urbano de Sa Caleta, el cual presenta hasta 5 fragmentos de cáscaras sin evidencias notables de decoración o trabajo, distribuidas a lo largo de cuatro barrios (RAMÓN TORRES 2007).
En el entorno de Granada, en la ciudad de Iliberri (Granada) el hallazgo de un santuario en la calle Zacatín, entendido como un depósito ritual en el cual se han encontrado 99 fragmentos de cáscara que se atribuyen muy probablemente a una sola cáscara, acompañado de elementos cerámicos, vidrios y de bronce, ungüentarios y fusayolas, siendo el conjunto datado en torno al 370-360 a.C. (BARRACHINA Y ADROHER 2018), constituyendo otro elemento ritual con presencia de huevos de avestruz, donde también desde el alto grado de incineración que presentan buena parte de los fragmentos (Fig. 4). En este estudio, además, se ha realizado experimentación con la fragmentación e incineración de huevos de avestruz, dando unos resultados que podrían indicar el papel de las cáscaras de huevo de avestruz, la cuales son fragmentadas e incineradas intencionalmente como parte del ritual (BARRACHINA Y ADROHER 2018).
Fig. 4. Conjunto de fragmentos de cáscara de huevo con alto grado de incineración en Iliberri, Granada. Fuente: Barrachina y Adroher, 2018.
Sólo cinco yacimientos en contexto urbano en la vertiente occidental presentan fragmentos de cáscara, además de encontrarse en números mucho menores y contextos más dudosos: En Huelva, en el santuario fenicio de Plaza de Las Monjas-Calle Méndez Núñez, donde se nos habla, al igual que en Cerro del Villar, de un uso ritual de los huevos de avestruz; en Cádiz, en el Castillo de Doña Blanca (LÓPEZ Y GARCÍA 2010), en el entorno del Castillo de San Sebastián (MAYA et al., 2009) y una fosa ritual de adscripción fenicia con restos fragmentados y calcinados de cáscara (BLANCO JIMÉNEZ 2008); finalmente, en Sevilla, encontramos tanto cáscaras como fragmentos en yacimientos sevillanos como el Carambolo (SAN NICOLÁS PEDRAZ 1975) y Munigua.
La presencia de cáscaras de huevo de avestruz en contextos fenicios urbanos aporta más incógnitas que respuestas, debido fundamentalmente a problemáticas tales como la baja presencia, la fragmentación de este, y las pocas interpretaciones dentro de su contexto más allá de su papel simbólico/funerario/ritual. Son los hallazgos en Plaza de las Monjas, Cerro del Villar, Cádiz e Iliberri, entendidas como elementos rituales, las que aportan perspectivas más sólidas, en las que los huevos de avestruz no eran sólo elementos de ajuar funerario, sino que también tenían un valor activo dentro del ritual, y que es necesario revisar en el resto de contextos urbanos anteriormente mencionados, haciendo caso al origen de fragmentación, posibles elementos rituales presentes en su contexto más inmediato, siendo la funcionalidad ritual una posibilidad que resolvería muchas de estas incógnitas. Por otro lado, es necesario atender al estado de incineración de las cáscaras, pues al ser las cáscaras de huevo elementos que representan hálito vital o el renacer, están fuertemente relacionadas con la incineración como rito funerario, como veremos más adelante. Yacimientos como La Fonteta, gracias a su volumen de fragmentos no son sino la punta del iceberg de lo que podrían ser estudios más en profundidad sobre el trabajo de huevos de avestruz en estado fragmentario, ya sea a la hora de adscribir un NMI, estudiar el origen de la fragmentación, así como revisar tanto uso como incineración de dichos fragmentos.
El litoral atlántico
Si el litoral mediterráneo contaba con un volumen notable y variable en la presencia de cáscaras de huevo, la mitad atlántica de la Península se caracteriza por una uniforme escasez tanto en número de yacimientos como en volumen de hallazgos, existiendo un único ejemplar íntegro además de un muy bajo número de fragmentos repartidos en tres yacimientos que se suman a los contextos urbanos ya mencionados.
En Sevilla, en el entorno de Carmona se encuentran dos necrópolis “orientalizantes” que cuentan con dos ejemplares de cáscara de huevo en forma de vaso, en las necrópolis de Santa Lucía y El Acebuchal. Por otro lado, la necrópolis de La Joya en Huelva cuenta con un ejemplar íntegro de cáscara de huevo en forma de vaso. Dicho ejemplar se encuentra en la Tumba 18 de la necrópolis, una fosa de incineración acompañada de un ajuar compuesto principalmente por cerámicas diversas, elementos ornamentales en oro y plata, un cuchillo de hierro, fauna y elementos varios en hierro, bronce y piedra (Fig. 5) (TOSCANO-PÉREZ Y TEJERA 2022). Finalmente, en el sur de Portugal no se ha documentado la presencia de cáscaras de huevo en yacimientos arqueológicos datados en el I milenio a.C.
Fig. 5. Sepultura 18 de la necrópolis de La Joya (Huelva), hipogeo de incineración que cuenta con una cáscara de huevo en forma de vaso. Fuente: Garrido y Orta, 1978.
El litoral atlántico presenta como singularidad una escasez de huevos de avestruz tanto íntegros como fragmentarios, a pesar de contar con contextos ricos en trayectoria como en importancia, tales como Huelva o Cádiz. Esto se puede explicar ya sea por no haberse detectado elementos fáciles de ignorar, cómo serían fragmentos de cáscara de huevo; o por una falta de interés por parte de la población local de importar dichos elementos e integrarlos en sus costumbres, ya sea por lejanía de los centros de exportación o por posibles diferencias regionales entre los asentamientos fenicios atlánticos y los mediterráneos.
El litoral mediterráneo
La ciudad de Villaricos, en Almería, cuenta con un conjunto de necrópolis (Almizaraque, Herrerías, Boliche y Baria, esta última la principal, y por tanto entendida en el estudio como Villaricos) que representan el mayor conjunto funerario de origen fenicio púnico en toda la Península Ibérica y uno de los más importantes en todo el Mediterráneo con casi 2000 sepulturas, de las cuales más de 1600 son de adscripción fenicio-púnica (ASTRUC 1951; SAN NICOLÁS PEDRAS 1975). En torno a un tercio de estas sepulturas, las cuales están datadas de forma relativa entre los siglos VII y IV a.C. (SAN NICOLÁS PEDRAZ 1975; REMESAL Y OSUNA 1981) cuenta con presencia de cáscaras de huevo de avestruz, siendo el yacimiento que presencia mayor volumen y proporción de cáscaras de huevo en todo el mundo fenicio, con 772 cáscaras distribuidas a la largo de 682 sepulturas. Debido al enorme volumen de sepulturas presente en Villaricos, pocas conclusiones se pueden sacar en base a un primer vaciado bibliográfico, más allá de una total variedad de sepulturas tanto por formas de enterramiento, como por ajuar, pasando por cáscaras, si bien no se encuentran elementos de ajuar particulares de este yacimiento, cosa que sí ocurre con la morfología de tumbas o la costumbre de enterramientos múltiples de incineración e inhumación en una misma sepultura (Fig. 6).
Fig. 6. Planta y alzado del hipogeo VI2 de Villaricos, el cual cuenta con una cáscara de huevo de tipo SNP-1. Fuente: Almagro Gorbea, 1984.
Más al oeste, uno de los asentamientos fenicios más reconocidos en la Península es, sin duda, la ciudad de Almuñécar. Tanto por sus hallazgos en diversas intervenciones en el casco urbano, como por las excavaciones en sus tres necrópolis (Laurita, Puente de Noy y Monte Velilla). La necrópolis de Laurita ha sido uno de los ejemplos más empleados en las discusiones en torno a los huevos de avestruz fenicios, si bien el número total de estos es relativamente bajo en comparación con los también comúnmente mencionados Villaricos e Ibiza. En total, encontramos tanto cáscaras de huevo como sus fragmentos en siete sepulturas repartidas por Almuñécar, 4 en la necrópolis de Laurita y 3 en la necrópolis de Puente de Noy. Laurita cuenta con cuatro enterramientos los cuales cuentan con huevos de avestruz, siendo todos de incineración y en pozo, contando cada uno con un ejemplar de cáscara íntegro o fragmentado, que en general destacan por su buen estado de conservación. La tumba 1 se corresponde con un pozo de planta circular, que cuenta con dos urnas funerarias (una de ellas de alabastro), un asa de braserillo de bronce, lana de estaño, dos pendientes de oro y un colgante también de oro con un escarabeo (PELLICER 2007a). La tumba 2 cuenta con otra urna cinerario de alabastro, además de unos brazaletes de bronce, un plato de barniz rojo y una lucerna (PELLICER 2007). La tumba 10 cuenta con hasta dos huevos de avestruz, si bien estos pueden estar descontextualizados por errores de laboratorio (PELLICER 2007a), así como una urna cineraria en alabastro, cerámica doméstica y fragmentos de ánfora. Finalmente, la tumba 19A cuenta con una urna de alabastro junto a un huevo de avestruz decorado (Fig. 7) (PELLICER 2007). Estos enterramientos con cáscara de huevo en Laurita destacaban por ser relativamente ricos, tanto por una cierta presencia de joyería en oro como por las importaciones no solo de huevos de avestruz, sino también de urnas de alabastro, presentes en todos los enterramientos con huevo.
Fig. 7. Tumba 19 de la necrópolis de Laurita, donde se haya una urna de alabastro, así como un huevo de avestruz.
Fuente: Pellicer, 2007.
En segundo lugar, encontramos tres cáscaras de huevo en la necrópolis de Puente de Noy, siendo todos enterramientos de inhumación datados en torno al siglo II a.C. La tumba 54B consta de una fosa rectangular con un huevo fragmentado en su interior, acompañado de un ungüentario fusiforme y varios ejemplares de cerámica doméstica (MOLINA FAJARDO 1993). La tumba 61B sería otra fosa rectangular, contando también con cerámica doméstica y ungüentarios fusiformes. Por tanto, se observa una cierta regularidad en los enterramientos con cáscara en esta necrópolis (MOLINA FAJARDO 1993). La distribución de cáscaras de huevo fenicias por la provincia de Granada es bastante singular, pues cada yacimiento presenta unas ciertas regularidades que luego no se repiten en otros yacimientos del territorio, siendo sin duda los hallazgos en Laurita los más impresionantes, tanto por volumen como por su ajuar en contexto.
La presencia de huevos de avestruz fenicios en Alicante está principalmente protagonizada, en cuanto a volumen, por los ya mencionados fragmentos en La Fonteta, si bien estos debieron estar relacionados con espacios funerarios en su entorno: En primer lugar, encontramos en la necrópolis de La Albufera (Lucentum) dos fosas rectangulares de incineración, datadas entre los siglos IV y III a. C., cada una con un ajuar diferenciado, las cuales están acompañadas de fragmentos de cáscara, además de otros 3 conjuntos de fragmentos descontextualizados (PARRA 2014: 1674-1681). Ambas tumbas se encuentran a escasos centímetros entre sí, con lo que los fragmentos pueden haberse desplazado durante el relleno de la tumba, con lo que podríamos estar hablando de un único ejemplar. Más al interior, nos encontramos con la necrópolis “orientalizante” de Les Casetes (Villajoyosa), la cual cuenta con hasta 25 sepulturas que destacan por ser todas de incineración (GARCÍA GANDÍA 2009). Entre ellas, nos encontramos 4 sepulturas que cuentan tanto con cáscaras completas como con fragmentos. La tumba 4 nos presenta un enterramiento en túmulo, el cual presenta fragmentos de cáscara en los estratos de relleno, y un ajuar que cuenta únicamente con un arete de plata. La tumba 6, una fosa rectangular, encontramos el casquete superior de un huevo de avestruz (Fig. 8), acompañado a su vez de un cuchillo de hierro y un hacha pulimentada, elementos de adorno en bronce y hierro, un molino barquiforme, y un trípode cerámico decorado. La tumba 9, un enterramiento en cista, nos presenta un huevo de avestruz sin decorar, pero con el borde tallado, acompañado de un ajuar compuesto por un arete y cuentas esféricas de collar en plata, cuentas esféricas de bronce, y una lasca de sílex. Finalmente, la tumba 12, una 32 fosa rectangular, cuenta con un único fragmento de huevo de avestruz, acompañado por una fíbula de bronce, varias cuentas de oro y hueso, así como un amuleto de Horus realizado en esteatita.
Fig. 8. Tumba 6 de Les Casetes, una fosa rectangular de incineración que cuenta con el casquete superior de una cáscara de huevo. Fuente: García Gandía, 2009.
Ambos yacimientos, a pesar de contar con contextos totalmente distintos, coinciden, al menos en aquellos enterramientos con cáscaras, la práctica de la incineración, así como una particular ausencia de elementos cerámicos más allá de las urnas en el ajuar funerario, como sí se da en yacimientos como Villaricos, y en su lugar se prefieren elementos metálicos de adorno y personales, como cuentas de collar, hebillas de cinturón, cuchillos de hierro… Estas similitudes se mantendrían, a priori, en una horquilla temporal que comprende desde la primera llegada de poblaciones fenicias a la necrópolis de Les Casetes hasta el siglo III a.C. en La Albufera, lo cual podría corresponderse con las cronologías de importación de huevos de avestruz presentes en La Fonteta.
Por último, el entorno de Málaga destaca por mantener un cierto equilibrio entre hallazgos en contextos urbanos y funerarios. Como ya hemos comentado, encontramos tanto cáscaras como sus 33 fragmentos en hasta cuatro yacimientos en la costa malagueña, a los cuales se suma una única necrópolis con evidencias de huevos de avestruz en alguna de sus sepulturas. Aunque estemos hablando de un único yacimiento, encontramos hasta 16 enterramientos con cáscaras de huevo, tres de ellos (tumbas 12, 34 y 70) íntegros y el resto en forma de fragmentos varios, sumando hasta un mínimo de 59 fragmentos (SCHUBART Y MAASS-LINDEMANN 1995). La gran mayoría de estos enterramientos se realizan en fosa, con un reparto relativamente equitativo entre incineración e inhumación. Los ajuares de dichas tumbas se caracterizan (ninguno de los 16 enterramientos tiene elementos en común) por una alta presencia de cerámica doméstica, así como un número menor de lucernas y ánforas; muy pocos elementos de adorno en plata y vidrio, así como un escarabeo; y un volumen aún menor de elementos en bronce y/o hierro (SCHUBART Y MAASS-LINDEMANN 1995). Entre las tumbas con cáscaras íntegras encontramos la tumba 12, una fosa de inhumación que cuenta con el probablemente ajuar más complejo entre todos los enterramientos con cáscara, contando con una cáscara en forma de vaso cuentas de plata, barro y pasta vítrea, anillos en plata y bronce; y cerámica doméstica. La tumba 34 cuenta con un huevo de avestruz reconstruido en forma de vaso sin decorar y numerosa cerámica doméstica local; mientras que la tumba 70 cuenta con otro huevo reconstruido, en forma de vaso, acompañado de cerámica doméstica y un medallón en forma de disco solar (SCHUBART Y MAASS-LINDEMANN 1995).
Ibiza
La cuestión de las cáscaras de huevo en Ibiza es una que presenta ciertas problemáticas. Existen referencias que hablan de casi un centenar de cáscaras de huevo en la isla de Ibiza (TORRES 2007), en yacimientos como Puig des Molins, Can Pere Català, Can Marines, Sa Caleta, Ses Países de Cala d’Hort o Isla Plana (MAEF 2022). Sin embargo, el acceso a esta información está considerablemente restringido, estando la gran mayoría de publicaciones a cargo del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera (MAEF). Por lo tanto, la posibilidad de analizar la totalidad o buena parte de las sepulturas con cáscara para su incorporación en la base de datos es complicada, habiendo podido accederse a sólo cuatro sepulturas pertenecientes a la necrópolis de Puig des Molins, las cuales actuarán como muestras representativas de Ibiza, así como algunos fragmentos de cáscara en el asentamiento de Sa Caleta, en la que sería el segundo conjunto con mayor número de cáscaras después de la necrópolis de Villaricos. Ambos yacimientos cuentan con una cronología aproximada en torno al siglo IV a.C.
En general, la gran mayoría de cáscaras de huevo se encuentran en la necrópolis de Puig des Molins, la cual cuenta con aproximadamente 69 cáscaras de huevo distribuidas en casi 400 sepulturas (SAN NICOLÁS PEDRAZ 1975; MEZQUIDA ORTI 2017). Buena parte de los enterramientos en Puig des Molins se realizan mediante hipogeos, siendo el caso en tres de las sepulturas estudiadas. Dichos hipogeos de inhumación se caracterizan por contar con cerámica doméstica, lucernas y clavos de plomo y bronce como elementos comunes en el ajuar, acompañados de algunos ungüentarios y cuentas de vidrio, ánforas, adornos en plata y alguna moneda, si bien no hay presencia de elementos en hierro u oro (GÓMEZ BELLARD 1984; 1990). Dos de las cáscaras de los hipogeos de Puig des Molins son en forma de cuenco, mientras que la otra está fragmentada. Sin embargo, San Nicolás Pedraz (1975) recoge que más de 54 ejemplares son en forma de vaso, con lo que la alta presencia de cuencos es producto del tamaño de la muestra empleada. Ana Mezquida Orti (2017) documenta una cáscara de huevo de avestruz en forma de vaso en una fosa de enterramiento simple de inhumación, cuyo ajuar tiene como elementos más representativos la ausencia de cerámica, cuentas de pasta vítrea, y elementos en bronce y hierro.
DISCUSIÓN
La presencia de huevos de avestruz sigue siendo una cuestión esquiva. En primer lugar, en contextos no funerarios, sigue estando cubierta de incógnitas. Si bien su presencia en contextos urbanos o santuarios parece ser mucho mayor de la estimada por muchos estudios, esta sigue siendo mucho menor con respecto a los espacios funerarios. Aun así, su frecuencia en distintos yacimientos es suficiente como para plantear una mayor complejidad y funcionalidad en estos espacios, más allá de actuar como centros de importación/exportación, consumo o producción, pudiendo contar además con una dimensión simbólica diferente a contextos funerarios, donde las cáscaras de huevo tendrían un valor diferenciados respecto de aquellos presentes en el ritual no funerario, acompañado de procesos como la incineración y fragmentación intencional de las cáscaras, son posibilidad a estudiar en el futuro.
Respecto al mundo funerario, los diversos estudios nos han aportado distintos comportamientos de enterramiento, que pueden o no clasificarse en distintos grupos, así como con anomalías, que en general nos aportan una visión donde priman diversas prácticas de enterramiento distintas y en las que rara vez dos sepulturas cuentan con exactamente las mismas características, si bien se pueden observar ciertas modas o tendencias de comportamiento, sin que podamos obviar posibles expolios, alteraciones postdeposicionales, etc.
Se han observado algunos comportamientos funerarios particularmente interesantes, como son la presencia de ánforas en enterramientos de inhumación y su ausencia en enterramientos de incineración, implicando un posible rito o funcionalidad desconocida, así como las particularidades en la distribución espacial de las cáscaras de huevo y su ausencia en la zona atlántica, pasando por los elementos metálicos o de adorno y su distribución heterogéneo indicando una posible ausencia de valor simbólico de dichos elementos más allá de ser posesiones personales o familiares.
Aun así, es necesario continuar los trabajos en esta línea de investigación, desde muchas vertientes. En primer lugar, es necesario perfeccionar y desarrollar el sistema incluyendo nuevas variables, tales como mayor complejidad en la tipología de tumbas, métodos de tratamiento de restos humanos más allá de incineración o inhumación, etc. Por otro lado, las distintas tipologías de cáscaras en especial en su decoración, son cuestiones que no se tratan en este estudio en profundidad pero que pueden contar con un valor simbólico, ya sea por dichas decoraciones, las diferencias simbólicas en base a cáscaras enteras, con forma de vaso o cuenco, diferentes funcionalidades de estas, o cuestiones que no se han tratado en otros estudios y que requerirían de un estudio más detallado en cada caso o yacimiento como son la fragmentación intencional o la incineración de dichas cáscaras.
Finalmente, también existe la posibilidad de continuar estos estudios desde una perspectiva no diacrónica, es decir, introduciendo en los análisis cronologías en cada sepultura, ya sea relativas o absolutas, si bien constaría de uno de los procesos más complicados principalmente por ausencia de cronologías específicas para cada sepultura y requiere, por tanto, de una revisión específica de cada caso, lo que supera con mucho los objetivos planteados para este trabajo de investigación.
Otra perspectiva de futuro de este estudio es la aplicación de los métodos de análisis estadísticos de las sepulturas, donde se pueden incluir la totalidad de enterramientos en contextos fenicio púnicos en la Península Ibérica y las Islas Baleares, o incluso el Mediterráneo Occidental, permitiendo obtener una muy necesitaba perspectiva acerca de las distintas prácticas funerarias en términos de posibles clasificaciones o tipologías, estudios cuantitativos de variables como las tomadas en este estudio, o frecuencias tanto espaciales como cronológicas de las sepulturas. Ampliar la muestra más allá de los enterramientos con cáscaras de huevo de avestruz solucionaría algunas problemáticas del presente estudio como es la importancia y frecuencia en la muestra que representa el yacimiento de Villaricos.
AGRADECIMIENTOS
Me gustaría agradecer, en primer lugar a mi tutor Alberto, por las constantes reuniones tomadas durante la realización del trabajo, así como por su excelente guía, revisión y sugerencias a lo largo de este año. También quería agradecer a Elena, Andrés y José Carlos por las críticas y valoraciones tomadas durante mi defensa del Trabajo de Fin de Máster, las cuales me han permitido perfeccionar este artículo. Finalmente, quería agradecer a todos esos compañeros y amigos que he conocido durante estos dos últimos años durante mi estancia en Granada, que a pesar de la distancia llevaré siempre conmigo en mi memoria por todos esos buenos momentos.
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