El deber de ser delegado

Ramón Moreno Salamanca

La Universidad te pega un palo porque uno acaba mecanizando el proceso de aprender. Cuesta detenerse a valorar que verdaderamente estás satisfaciendo unas inquietudes que tú tenías y que realmente están ahí.

Péndulo: En esta edición contamos con Ramón Moreno, delegado durante dos años consecutivos de un grupo de Físicas y aspirante a un tercero. Bienvenido al Péndulo, cuéntanos, ¿qué expectativas tienes para este curso?

Ramón Moreno: ¡Buenas, qué tal! Hombre, pues supongo que mucho trabajo. Ya el año pasado “no había Covid” ni nada parecido, pero este ya está totalmente enfocado desde el primer momento a ser un curso normal. En cuanto a Tercero, por lo menos en nuestro Grado (Física) siempre se dice que es el curso más complicado, pero en general diría que lo más importante es aprender mucho, por supuesto. Es verdad que no siempre es fácil, porque muchas veces el trabajo se impone a las ganas de aprender pero, bueno... siempre hay tiempo para todo.

P: Como dices, es curioso que este año que empieza sea tu primero sin los efectos de la pandemia en las aulas. Se suele decir que la transición de Bachillerato a la Universidad suele notarse, no sé cómo te afectaría a ti en su momento...

R: Pues no fue demasiado grave. En general siempre me he tomado el estudio muy en serio: intentar hacerlo todo de buena forma, a tiempo... Para entonces, la Universidad seguía siendo eso. Era más trabajo, más cantidad de cosas, pero yo no me tomé primero de carrera de una forma muy diferente a como me tomé segundo de Bachillerato, sobre todo teniendo las clases online, ya que el primer cuatrimestre completo fue así, de forma parecida a las clases que habíamos tenido a finales de Bachillerato. Diría que para mí no fue un gran salto. En todo caso, quizás la perspectiva y la cantidad de trabajo. Pero no tuve que “cambiar el chip”, como se suele decir.

P: Quizás entonces lo que para ti fue un punto de inflexión fue pasar de bando al tomar apuntes con tablet y ordenador, algo que al principio no hacías.

R: Sí, yo en primero tomaba prácticamente todos los apuntes a mano. Pero claro, al estar online, me acabé comprando una tableta gráfica con la que tomaba apuntes a mano, pero en el ordenador. Ya sabes, para ahorrar papel y no cargar con él, poder corregir sobre la marcha... En fin, me resultaba cómodo. Luego, al volver a la facultad en segundo y ahora en tercero, se hace más complicado porque estás algo más apretado, pero claro, yo es que utilizo tanto el ordenador como la tablet para tomar apuntes. Hay gente que lo hace sólo con la tablet y me parece estupendo, mejor incluso; a nivel de administración de tus papeles y demás, es muchísimo más cómodo. Lo único que hago siempre a mano son los problemas, porque siempre los exámenes son así. Intento que ese ejercicio de hacer los problemas sea exactamente igual en mi casa que luego al enfrentarme a los finales.

P: Por tus palabras supongo que prefieres estudiar en solitario...

R: Casi siempre estudio solo, pero porque siempre lo he hecho. Nunca he tenido la costumbre de estudiar en equipo. Me gusta trabajar en grupo, diría que se me da bien. Nunca me ha sido incómodo trabajar con más personas, pero a la hora de estudiar prefiero ponerme por mi cuenta.

P: Como hemos comentado, ya tienes años de experiencia como delegado, ¿qué recomendaciones les darías a los aspirantes de primero al respecto, en caso de que quieran presentarse también?

R: Es curioso, porque mi primer año de delegado fue muy distinto a como imagino que será este, o el que viene o el que sea, porque el año del Covid fue muy intenso; no veíamos a los profesores. Me pasaba todo el día enviando correos, y entre los estudiantes sólo podíamos hablar por WhatsApp. Entonces, al final, si había cualquier problema se decía por el grupo, y yo tenía que transmitir un consenso generado en un grupo de WhatsApp, (que ya sabemos lo caótico que es) a los profesores y demás. En ese sentido, yo tuve bastante trabajo, aunque también tuve ayuda del subdelegado, por supuesto, y de los delegados del resto de cursos. Luego en segundo, que yo creo que fue la experiencia de delegado estándar, fue todo más tranquilo.

Yo creo que lo más importante es tener claro que tu misión como delegado no es hacer lo que a ti te venga bien, sino hacer lo que la clase quiera como conjunto, y hay que tener claro que eso es complicado.

Generalizar una opinión a la opinión de toda la clase es imposible, porque en un grupo de gente siempre va a haber opiniones diversas, y entonces llega el momento en el que tú tienes que tomar decisiones. Hay que ser consciente de que, en el último momento, muchas veces eres tú el que tiene que decidir qué es lo que se le va a decir a un profesor o cuál es la propuesta definitiva.

P: Y ahora que las clases son presenciales y se habla menos por los grupos de WhatsApp, ¿te es más difícil realizar tus tareas de delegado?

R: De hecho, sí. Ya los grupos de WhatsApp van cayendo en desuso, porque ya todo el mundo se conoce. Las conversaciones tienden a ser más particulares. Por ejemplo, muchas veces a lo largo del año pasado, me era difícil saber las opiniones que había en la clase. Uno preguntaba y casi nadie respondía, lo cuál es lógico porque la gente suele estar muy ocupada, o les da igual, o confían en tu criterio pero ni siquiera te lo dicen... Entonces, a veces es difícil comunicarse. Sobre todo, cuando los delegados, pese a ser figuras oficiales de la Universidad, no disponemos de ningún tipo de “canal” respaldado por el sistema de la Facultad que usar a modo de tablón informativo. Lo que yo hice en primero junto con el subdelegado, Jorge, fue crear un grupo de WhatsApp en modo administrador, con el solo propósito de que ambos enviáramos mensajes: “el grupo de avisos”. Y funcionó muy bien. Pero en general, suele ser difícil saber la opinión de la clase.

P: Y en lo que respecta a la DEFC (Delegación de Estudiantes de la Facultad de Ciencias), ¿qué hacéis vosotros los delegados dentro de la institución, además de asistir a plenos?

R: Son dos cosas distintas. Ser delegado de una clase o un grupo es algo oficial de la Facultad, lo cual automáticamente te concede un puesto en los plenos de la Delegación. Eres un miembro designado. Por un lado están los miembros electos, los cuales han sido elegidos, y por otro están los miembros designados, que pertenecen por el simple hecho de ser delegados. Pero al final, las funciones de delegado de clase y las de miembro de la Delegación, si bien van en la misma dirección, la cual es la representación estudiantil, son distintas. Es decir, no están interconectadas, al fin y al cabo son cosas complementarias. La Delegación aboga por una representación estudiantil, digamos, a un nivel mucho más general, mientras que tú, como delegado de clase, deberías ser el portavoz de tu grupo frente a los profesores, la Facultad o incluso frente a otras clases, si se diera el caso.

P: Y tú participas activamente en ambas cosas, ¿verdad?

R: Yo participo en ambas, sí. A mí siempre me ha gustado ser delegado, por supuesto, e ir a los plenos de la Delegación. Creo que he ido a todos los que se han hecho, o por lo menos a todos los que he podido ir. En los plenos, se comunica lo que la Delegación ha hecho. Sin embargo, si no participas de forma activa, da la sensación de que simplemente recibes información. Es por eso importante que, siendo delegado o no, la gente participe en las diferentes comisiones de la Delegación, donde verdaderamente se hace mucho trabajo.

P: Háblanos más del trabajo que se hace ahí.

R: Hay varios tipos de comisiones. Quizás las más visibles son las que organizan actividades, como aquellas en San Alberto Magno. También hacen cosas en las jornadas de recepción, u organizan cosas internas de formación para representantes estudiantiles. Otra cosa que hacen es el Programa Mentor, que consiste en que estudiantes de cursos superiores pueden apuntarse como mentores y estudiantes de nuevo ingreso, como mentorizados. Digamos entonces que la Delegación te pone en contacto con un mentor o con un mentorizado, de forma que te puedan ayudar con cualquier duda que tengas sobre la carrera, ya sea a nivel personal, burocrático o administrativo.

P: ¿Y qué diferencia a la DEFC de otras asociaciones de la Facultad de Ciencias?

R: La Delegación, a diferencia del resto de asociaciones, tiene como objetivo principal cumplir una serie de deberes, al servir como máximo órgano de representación de los estudiantes de la Facultad. Y esto es importante, porque en general todo el mundo necesita estar representado en el ámbito en el que se mueve. La DEFC realiza aquellas tareas sin las cuales la Facultad no funcionaría correctamente, mientras que, en contraste, las demás asociaciones se encargan de mejorarla a través de muchos otros tipos de actividades complementarias.

P: ¿Qué les dirías a aquellos que no están seguros de tener lo que hace falta para ser delegado o delegada, dado que no es una tarea que se pueda tomar a la ligera?

R: Puede sonar muy genérico, pero yo creo que lo más importante es tener ganas de hacerlo. Es decir, ser delegado de clase, al final del día, no supone demasiado esfuerzo. Obviamente hay que hacer cosas, estar siempre atento, pero no te va a suponer una gran carga de trabajo ni nada por el estilo; no estás obligado siquiera a asistir a las reuniones.

Al fin y al cabo, lo importante es tener ganas de hacerlo bien, de verte preparado para tomar esas decisiones y, como he dicho antes, de ser consciente de cuál es tu papel; de no excederte de tus funciones pero tampoco quedarse corto.

Pero tampoco creo que haga falta ningún tipo de preparación mental, simplemente hay que ser consecuente con lo que supone representar a toda una clase que va a necesitar ser representada.

P: Como granadino, ¿tienes alguna sugerencia que darle a los recién llegados, tanto los que entran a primero como a los que vienen de fuera?

R: Pues mira, este verano he revalorizado las tapas, de verdad [risas]. Creo que hay gente que no es consciente de que aquí, tú sales de tapas y cenas. O sea, el concepto de “vamos a salir a cenar”, en Granada, es “vámonos de tapas”, y a lo mejor la gente que viene de fuera lo descubre demasiado tarde. Así que si hay forasteros que leen esto, que sepan que no es un tópico. Es decir, lo es, pero uno fundamentado.

P: Pues Ramón, la entrevista va llegando a su fin. Muchas gracias por colaborar con nosotros en este primer número, ¿algún último comentario que quieras darle a nuestros lectores?

R: Uff [pausa]. Como consejo, supongo que diría que disfrutemos todos de nuestras carreras. La Universidad, sobre todo para los que entran ahora, y supongo que los más veteranos lo sabrán incluso mejor que nosotros, te pega un palo. Y te pega un palo no solo porque haya que trabajar mucho o porque las clases no sean aburridas, sino porque a lo mejor, o al menos en mi caso, te encanta todo lo que te pueden enseñar aquí, pero el propio proceso de la vida universitaria muchas veces te distrae de ello, y acabas mecanizando el proceso de aprender.

Cuesta detenerse a valorar que, verdaderamente, estás satisfaciendo unas inquietudes que tú tenías y que realmente están ahí, y que la Universidad no te las va a satisfacer muchas veces por completo. Pero es el primer paso y tienes que aprovecharlo desde el primer momento.