Su principal objetivo es
introducir, lo ante posible, las medidas educativas adecuadas que puedan
mitigar las consecuencias del daño auditivo. Teniendo en cuenta que, en la
niñez, es cuando se aprende mejor el lenguaje; por ello, una identificación
temprana es muy importante. Diferentes estudios ponen de manifiesto que esto no
ocurre con frecuencia; por lo cual, el niño adquiere retrasos irremediables en
la adquisición del lenguaje. La identificación temprana en los lactantes es muy
necesaria e importante y, para llevarla a cabo, existen cuatro posibilidades:
Exámenes auditivos
profilácticos en la maternidad.
Elaboración de un fichero de
riesgos de todos los recién nacidos, en los que se sospeche un daño auditivo.
Instrucción de los
especialistas médicos que tengan contacto con los recién nacidos, sobre los
indicios de un eventual daño auditivo.
Indicación, a todas las
madres, de observar atentamente las reacciones auditivas en sus bebés.
La audiometría por discriminación (a partir del 6 mes) y la audiometría por el juego (a los 30 meses) son algunos de los métodos más usados con bebés y párvulos.