Evaluación de las dificultades del lenguaje

 

         La evaluación del lenguaje es un proceso de toma de decisiones que requiere actuaciones cohesionadas de diversos profesionales, por sus dificultades intrínsecas y sus implicaciones educativas.

 

La evaluación es necesaria para posteriormente diseñar la intervención.

 

La evaluación tiene asumida tres intenciones fundamentales:

 

*     La detección del problema lingüístico inicial.

*     La valoración diagnóstica del mismo según el contexto.

*     Recomendaciones para la intervención.

 

Las fuentes de información que debemos utilizar para la evaluación son:

 

*     La familia.

*     Los tests estandarizados y procedimientos no estandarizados.

*     La observación sistemática en el centro escolar.

 

A continuación, pasamos a observar, por separado, la evaluación para cada tipo de trastorno:

 

1. Evaluación de las alteraciones vocales

 

         Determinar cuándo una voz es patológica, no es tarea fácil. Se hace necesario un estudio foniátrico, el cual no excluye una valoración funcional que nos informe de algunos aspectos fundamentales:

 

*     Aspecto motor: Existencia o no de esfuerzo laríngeo, etc.

*     Respiración: Tipo, capacidad, etc.

*     Fonación: Tono, timbre, etc.

 

2. Evaluación de las alteraciones articulares

 

En esta evaluación es imprescindible asegurarse sobre la posible existencia de malformaciones orgánicas, lesiones en SNC o incoordinación de los órganos articulatorios, para poder establecer las diferencias entre diglosias, disartrias y dislalias, respectivamente.

 

A continuación, hay que precisar las alteraciones que experimentan los fonemas y sinfones, al emitirlos en distintas posiciones: inicial, media y final. En todo caso, las dificultades articulatorias pueden ordenarse en torno a cinco tipos de errores, no excluyentes, en la medida en que un niño puede cometer uno o varios de ellos. Tales son:

 

1.     Sustitución: Ante la dificultad de articular un sonido determinado, el niño lo sustituye por otro cuya producción le resulta más fácil y asequible (datón > ratón, agüelo > abuelo, cocholate > chocolate, etc.).

 

2.     Omisión: Consiste en la omisión del fonema o sílaba que el sujeto no sabe pronunciar (cuato > cuarto, oche > coche, pueto > puerto, tonces > entonces, etc.).

 

3.     Inserción o adición: Consiste en introducir en una palabra un sonido inexistente en ella, que le sirve de muletilla (palato > plato, terés > tres, etc.).

 

4.     Distorsión: El niño articula un sonido de manera deformada, pero sin sustituirlo por un fonema correcto, de forma que la articulación se efectúa de manera aproximada a la correcta sin llegar a serlo (/r/ francesa).

 

5.     Inversión: El niño cambia el orden de los sonidos de una palabra durante su articulación. (cocholate > chocolate, tonicia > noticia, etc.).

 

Estos errores han de ser observados desde una triple perspectiva:

 

1.     Lenguaje dirigido: Se les enseñan, al niño, objetos o dibujos, para que los narre, nombre o describa.

 

2.     Lenguaje repetido: El niño debe repetir fonemas, diptongos, sílabas y sinfones de las palabras en distintas posiciones.

 

3.     Lenguaje espontáneo: Se le invita al niño a que nos narre una historia o vivencia.

 

En todo esto, es importante conocer el habla de la zona a la que pertenece el niño.

 

3. Evaluación de la disfemia

 

         Dado que la etiología de la disfemia es multifactorial, su evaluación deberá tener presente esa peculiaridad. La frecuencia de las manifestaciones disfémicas nos llevará a contemplar los diversos grados de severidad, ante los diferentes patrones de habla tartamuda. Evaluar la frecuencia de un habla tartamuda resulta relevante a la hora de valorar los resultados de una determinada intervención. Asimismo, y dada su complejidad, la evaluación de la disfemia exige una completa valoración de toda su sintomatología. Serán objeto de evaluación:

 

1.     Las manifestaciones lingüísticas: Aspectos fonológico y morfosintáctico, léxico-semántico, fonético y prosódico y pragmático.

 

2.     El componente psicofisiológico: Respiración, tensión muscular y sincinesias corporales.

 

3.     La estimación personal e influencias personales: Importancia de la fluidez verbal para el sujeto y valoración personal y social de la disfemia.

 

4. Evaluación de los retrasos del lenguaje

 

Los objetivos fundamentales en la evaluación de estos retrasos pueden concretarse de la siguiente forma:

 

*     Determinar la presencia o no de afasias.

*     Determinar la severidad y tipo de retardo.

*     Valorar su alcance en los diferentes aspectos del lenguaje.

 

Para la evaluación del retraso del desarrollo del lenguaje, están especialmente indicados los tests estandarizados, las escalas de desarrollo, los procedimientos no estandarizados y la observación conductual.

 

Para diferenciar las “afasias adquiridas” de las “disfasias o afasias de evolución”, debemos saber que las adquiridas son trastornos ocasionados por accidentes vasculares, que afectan de forma selectiva a las habilidades lingüísticas, predominantemente a personas adultas que presentaban, antes de la lesión, un lenguaje no alterado.

 

La información clínica y la evaluación de las manifestaciones del sujeto por el terapeuta nos ayudarán a delimitar el trastorno específico.